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Featherstorm

Romelia "Amelia" Honeydukes, la peor maga

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Nombre
"Amelia. No. Mi documento esta mal. ¿Que clase de nombre cutre es Romelia? JA...ja..."

Raza
"Persona. Ah, no, que raza. Tirasiana"

Sexo
¿Sexo? ¡SEXOOOOOO!

Edad
"¿Quién pregunta? Lo suficiente para beber"(17)

Altura
"Más que un enano, menos que un elfo. Creo" (1,65)

Peso
"Levántame y adivina, guapo" (62 kilos)

Lugar de Nacimiento
"El vientre de mi madre, tarado" (Alrededores de Brennadam, Kul'Tiras)

Ocupación
"Un poco de esto, un poco de aquello.Si mamá pregunta, estudiante"

 

 

Descripción física:

Spoiler

 

"¿Qué miras? Has un dibujo, durará más"

Amelia es una muchacha que mide 1,65 y pesa unos 72 kilos. De cabello rojo, intensamente ondulado y poco prolijo. A veces lo mantiene fuera de su cara con una cinta, pero por lo general está despeinado. De piel repleta de pecas que invaden todo su cara y cuerpo. Vivaces ojos verdes que esconden poco de lo que siente. Labios pequeños, rosados y esbozando una sonrisa algo descarada.

Delgada, de manos marcadas por varios cortes. Su cuerpo tiene varias cicatrices, de cientos de accidentes de una movida infancia. De pecho escaso, a pesar de tener ya 17 años, que de todos modos se disimula dadas las ropas que suele vestir. Un vestido negro, botas o zapatos,  y ocasionalmente un sombrero que ha visto mejores días. Carga una mochila algo pesada para su tamaño, cargada con todo tipo de chucherías y cosas de dudosa utilidad.

 

 

Descripción psíquica:

Spoiler

 

"No preguntes, solo goza mi presencia"

Amelia es una joven curiosa, sincera y algo vaga. Caótica es una buena palabra para resumirla. Si algo la tiene lo suficientemente enganchada puede ignorar todo;ya sea un buen libro, una receta nueva, un pasatiempo recien descubierto o lo que sea. Sino, probablemente la encuentres durmiendo hasta pasado el mediodía o gastando sus pocas monedas en algun licor; y no tendrá reparos en decirlo

Muchas veces peca de poco paciente, cosa que le trae problemas, en especial si las cosas no salen como quisiera. Pone el 100% de ella en cada cosa que hace por lo que el fallar la frustra mucho. Por esto tambien, a veces tiende a ser obstinada.

Despreocupada, irreverente y poco seria. Es confianzuda y no tarda en considerar amigos a los demás. Aunque también tiende a ser algo insensible e incluso llegar a gastar bromas pesadas. No es mala, si la friega, no se le caerá la para pedir disculpas. Cuando y como es otro tema.

Aunque tiende ser optimista, no ha enfrentado demasiadas situaciones límite o peligrosas por lo que es posible que el peligro le haga caer en el pánico, aunque podría ser algo que use a su ventaja, ya que según ella misma "Trabaja mejor bajo presión"

Su apariencia muchas veces descuidada,deja mucho que desear. Probablemente la veras despeinada, con la camisa mal abotonada, los zapatos sucios y la falda mal acomodada. No tiene problema en ensuciarse si la situación es meritoria demostrando el desden a su propia feminidad 

 

 

 

 

Había una vez una jovencita, de cabellos rojos y mirada verde brillante que vivía en una pequeña casita, junto a su madre, en el país de Kul'Tiras. Hete aquí que la niña nunca paró de liarla. A pesar de que no era esa su intención (no todo el tiempo al menos). Sus capacidades mágicas dejaban mucho que desear ¿y compensaba eso con su gran corazón? La verdad es que tampoco. Pero esta es su historia:
 

Spoiler

 

 

Los primeros años
Las manos regordetas de la pequeña pelirroja apretaban al agotado gato negro. Zozo, que era como se llamaba el gato, estaba resignado. Desde que había podido caminar, la niña lo había podido capturar. Ya no era tan joven, aunque sabía que tenía muchos años por delante. Las manos pegajosas le apelmazaban su pelaje largo. Necesitaría un largo baño bajo el sol cuando lo soltara. Si lo hacía.
Con precisión inusitada para una cachorra humana tan pequeña, pasó al gato bajo su axila y dio unas lamidas a la paleta que llevaba en su mano libre. Ese fue el momento que Zozo aprovechó para huir.
-¡DODO!-gritó entre risas la niña y corrió detrás de él
El gato tomo impulsó y escapó de la cocina a toda velocidad. Ingresó al largo pasillo y descendió las escaleras que llevaban al laboratorio de Theressa, la señora de la casa y su ama. Hasta ahora las escaleras habían detenido a la infante. Pero no hoy. Se detuvo, dudosa y luego comenzó a descender un pie a la vez. Zozo se erizó ligeramente y buscó un lugar alto donde acurrucarse. 
Había un estante, libre para él siempre, donde un tragaluz iluminaba perfectamente. Ese era su espacio. 
La cabeza rizada y pelirroja se asomó por la puerta, explorando esta nueva parte del hogar que no había visitado.
-¿Mamá?-la mujer se giró instintivamente, vial en mano.
-Romelia-respondió con un tono calmo-¿Otra vez torturando a Zozo? Ven…vamos a arriba. Ya va siendo hora de almorzar.
Saliendo con su hija en brazos, musitó unas palabras y cerró la puerta del sótano.
Distraídamente hizo levitar a su hija hasta su silla alta. Unos trapos limpios se humedecieron bajo el grifo y limpiaron las mejillas de la niña, que gruñó, incómoda. Con algunos chispazos azules y naranjas las cucharas y cuchillos cobraron vida. El fuego del hogar se encendió y un caldero con tres patas caminó hasta allí, no sin antes llenarse de agua.
Zanahorias, patatas, acelgas y habichuelas se cortaron y levitaron hasta el caldero. La bebé trataba de alcanzarlas, a lo que Theressa sonrió. Una cuchilla cortó firmemente el pescado fresco. Un enorme esturión.
Minutos mas tarde la mesa se puso sola y madre e hija se sentaron a comer. El hechizo era automatico y Theressa no lo había actualizado. Un tercer plato, lleno del estofado, humeaba lentamente. Y allí quedaría, hasta enfriarse. Sin comensal que lo degustara. Ajeno a la alegría de madre e hija.
10 años. Los primeros pasos tropezones
Con los años el gato y la niña llegaron a una tensa tregua. Romelia había aprendido a lavarse las manos. Pero no había aprendido a medir sus atracones. Aunque su apetito pronto se había movido de los caramelos caseros que elaboraba su madre, a los licores caseros que tan dulce regusto le dejaban. Theressa había puesto el doble de cuidado en esconderlo de ella.
La pelirroja suspiraba, con su cabeza apoyada en sus manos.
-Quizás la magia no es lo mío, Zozo-bostezó-Nunca fui la mejor hija. Ni la mejor estudiante. Ni la mejor...bueno, dejémoslo en que no soy buena en muchas cosas ¿vale?
Negué un par de veces. Suspiré pesadamente y mire a Zozo. Era bueno escuchando, para ser un gato. Cuando le hablaba siempre me miraba a la cara y no se dedicaba a lamerse sus partes como otros gatos tan tontos del vecindario. Maulló, dándome pie a que continúe.
-Sin embargo mamá no se rinde. Creo que voy a intentar ser mejor a partir de ahora
Un maullido, aprobador, suponía, me animó a ponerme en acción. Tenía mucho que limpiar. El último intento de replicar la poción sanadora que mamá hacía, había tenido resultados…dudosos. Un moco verde se resistía a irse por el drenaje. Mamá no estaría feliz.

Algo de valor líquido vendría bien en este momento.


11 años. El comienzo del fin de la paz
-Se corta en pequeños cubos. No más de 6 centimetros desde la base. Las cebollas de pantano de esta forma sirven como…¿me estás oyendo? ¡ROMELIA!
Di un brinco sobre mi taburete que casi me envió al suelo. Mamá me atajó, con su mirada severa fija en mí. ¿La líe otra vez,no?
-Soñé que lograba hacer un hechizo para sintetizar el licor de fresa…
-Romelia ¿me oíste?
-Claro, 6 cebollas de pantano por caldero.
-No más de 6 centímetros desde la base. Romelia…¿de verdad te importa tan poco aprender mis pociones?
-No, no mamá. No es eso…
Otra vez esa mirada. Casi que habría preferido que gritara. Que se enfureciera conmigo. Incluso que no me dijera nada. Pero esa mirada. De decepción. De tristeza. Y en el fondo un ligero miedo ¿por mí? Pero si yo estaba bien.
-…es que…creo que deberíamos concentrarnos en los licores y caramelos. La feria de Brennadam es la semana que viene. Y aún no has terminado con las pociones anti escorbuto ¿verdad?
Sus ojos cambiaron y asintió. 
-Tienes razón ¿Qué dices si dejamos los libros por ahora y ponemos manos a la obra?
Agité mi cabeza y corrí a buscar mi mandil. Era la tarde y aún tenía mucho tiempo para equivocarme…digo, para dar mi asistencia. Haciendo caramelos me divertía mucho. Envasando licores me distraía. Y alejaba mi cabeza de mi escasa capacidad mágica. 

 

13 años. Adolescencia abrupta
-Repite lo que has dicho ¡QUE LO REPITAS MOJARRA MISERABLE!
-¡TU MAMA ES UNA BRUJA APESTOSA!
-¡TU TE LO BUSCASTE!

Los niños arengaban a la pelirroja y al niño rubio a pelear. Cuando los días de feria llegaban era su día favorito. Podía juntarse con otros niños y correr por los canales cercanos. Cazando cangrejos o haciendo lucha insectos. Pero esta vez las cosas no habían ido pacíficamente. Nunca faltaba algún revoltoso que molestaba a Amelia, como prefería que la llamaran ahora que tenía 13.
“Romelia es demasiado formal”-le dijo un día a su madre y desde allí quedó.
Amelia tomó un montón de lodo con una mano y con otra le pellizcó un pezón al rubio. Quiso gritar pero su grito fue ahogado por un gran bocado de lodo. Gorgoteaba y escupia tras lo que Amelia lo tiró del pelo entre pataleos y lo empujó al fango de aroma apestoso.
-¿Te gustó eso, mojarra?-dijo dándole la espalda para marcharse. Primer error. El rubio la tomó de su vestido y la hizo resbalarse. Una batalla campal se dio en el lodo. Que solo se calmó cuando los padres de varios llegaron, incluída la madre de Amelia, quien se la llevó de la oreja.
-¡No se ha terminado!¡Ay,ay!-dijo como última frase antes de que se la llevaran.

El carro avanzaba por el camino de vuelta a casa. Theressa no le había dicho nada su hija durante parte del trayecto. Habían guardado y cargado su puesto en silencio. Finalmente decidió romper el silencio.
-Te llamaron bruja-dijo como única respuesta-No iba a dejar que te dijeran eso.
-Ya veo ¿y eso fue todo?
-…y dijeron que te comiste a papá. Que lo echaste en tu caldero.
Theressa apretó los labios.
-¿Sabes que es mentira, verdad?
-Lo sé.
-Proxima vez puedes amenazarlos con que me los comeré ¿vale? Si eso no los asusta lo suficiente y el combate es la única opción, te enseñaré como incapacitarlos fácilmente. Así conocí a tu papá.
Amelia aplaudió, entusiasmada. Madre e hija se abrazaron.
-Pero no creas que saldrás impune de esto. Primero te darás un baño.
-Ugh.

 

15. El polluelo que no tiene plumas pero ya quiere volar
-La vida es muy pacífica aquí, mamá. Solo creo que podría encontrar algo de…
-No dejes de revolver.
-Ah, sí, ya…te decía que creo que podría formarme mejor si yo…
-¡Revolver, Amelia, no batir!
-Ya y ¿Cuál era la diferencia otra vez?
Me tomó de la mano, firmemente y revolvió con cuidado y lentitud, rascando el fondo de la marmita.
-Mamá. Quiero viajar-solté sin más.
-Aún eres joven. Apenas cumpliste 15.
 -Tu tenías 14 cuando viajaste por primera vez.
-Sí, pero tenía otros amigos con los cuales viajar. Y ya tenía una formación mágica adecuada. No viene al caso mi edad.
Apreté los dientes.
-¿Dices que entonces no soy apta?
-No, Amelia, solo digo que te falta mucho por aprender. No estudias lo suficiente. No tienes la disciplina para…
-¿No tengo disciplina? ¿¡Que no tengo disciplina!?
-Amelia ¿Por qué no terminas de escuchar lo que…
-Al demonio mamá. Me casaré con un marinero y me llevará lejos de aquí ¿te parece mejor esa idea?
-Amelia por favor no digas tales barbaridades-dijo pasándose las manos por las sienes-¿Ya has dominado el hacer levitar una pluma? ¿No?
Apreté los dientes.
-Eso suponía. Ahora si ya hemos terminado de discutir, podrías por favor…
Corrí a la mesa principal del comedor y di unos manotazos sobre esta
-¡Yo sí sé hacerlo!¡Leviarius objectum!-la mesa en principio no se movió. Pero tras unos segundos comenzó a vibrar y a elevarse del suelo.
Una mueca de horror se dibujó en cara de madre.
-¡AL SUELO!-se lanzó sobre mí al tiempo que la mesa se elevaba hacia el techo y adquiriendo una velocidad bestial rompía a través del techo y hacia el vasto cielo azul. Diciendo adiós a la casa, a Kul’Tiras y al mundo que había conocido. Era casi majestuoso he de decir.

 


Actualidad. El afecto de una madre, y el futuro
El caldero borboteaba y lanzaba vapores de todo tipo de colores al aire. Desprendiendo un aroma dulzón en el aire. La mujer movía las manos sobre la mezcla musitando por lo bajo. Con cada palabra el líquido brillaba con un tono distinto.
De su cinturón sacó una rama larga, con un veloz movimiento cambio de una rama, a una larga cuchara. Mezclaba pacientemente.
-Ya casi esta lista, ahora solo falta un poco de hojas de....
No terminó la frase cuando un ruido que indicaba que algo se había caído y hecho añicos contra el suelo la sacó de su concentración.
-Vigila la mezcla, Zozo-dijo al gato negro que observaba todo desde un anaquel lleno de especias.
En el comedor de la casa que compartían madre e hija había un regero de un liquido rojo.

-Oh Luz....Amelia...¡¿Amelia?!-comenzó a preocuparse y echo a correr por el pasillo. Siguiendo el reguero de lo que creía era sangre, abrió la puerta de la habitación de un portazo.

Alli, tirada en el suelo estaba Amelia, roncando profundamente con una botella de licor de fresa, rojo como la sangre, en su mano derecha.
-Amelia. Amelia. ¡ROMELIA HONEYDUKES!
La joven pelirroja se despertó de un golpe
-Creo que esta vez tu licor artesanal SÍ que esta fuerte. Quería tomar un poco con algo de helado y creo que...uy...
-Creí que te habías lastimado
-No, mamá, tranquila ¿Por que no tomas un poco conmigo? Te ves tensa hoy.
-Ahora mismo no puedo. Estoy al final de un importante encargo de pociones para la gripe y no debo descuid...

 
Una explosión sacudió la casa. Al correr al salon principal lo unico que vieron fue la estela de humo que el pobre gato chamuscado dejaba al pasar.

-Ay, mami, lo siento no...
Pero Ressa ya habia salido corriendo escaleras abajo hacia el laboratorio.
Lo cierto es que Theressa tenía muchas cosas con las que lidiar. La educación básica de su hija no progresaba de forma regular(y hasta había sido expulsada de una torre por hacer dejar inhabitable un ala entera). Un día aprendía un hechizo y al día siguiente olvidaba como hacerlo correctamente, o daba vuelta las fórmulas. Dibujaba los glifos al revés. U olvidaba cual era la izquierda y la derecha. Pero su esfuerzo era innegable. Realmente intentaba ser mejor de lo que fue ayer. Aun con su naturaleza caótica. 
Pero no era lo único que le preocupaba. Rumores tétricos y murmullos consternados invadían el archipiélago. Renegados cerca de las costas. Cosas oscuras moviéndose en los bosques. Y hasta algunos ladrones de poca monta, que la misma Theressa había espantado de las granjas y atracaderos vecinos.
“Si Kul’Tiras ya no es seguro ¿Dónde lo es?”
Encendió una vela y tomo pluma y papel. Una vez hubo terminado la carta, se acercó a la esquina de su laboratorio, donde una vieja lechuza reposaba en una percha. Muchas veces parecía un animal disecado. Lo cierto es que si así hubiera sido, tendría mejor aspecto que la vieja y otrora lustrosa Plumilia. Theressa le ató la carta a sus patas, segura, le abrió un tragaluz, por el cual salió diligentemente.

Se dio unas palmaditas en la cara para tratar de cambiar su cara. No podía dejar que Amelia la viese así. Cuando llegó a la cocina, le invadió un aroma familiar.
-Hice estofado de múrloc-dijo tímidamente-No lo quemé esta vez. Siéntate, ma. Te serviré una porción. Te puedes quedar la pata esta vez.
Ressa asintió y le sonrió. Una vez ambas terminaron de comer, finalmente Amelia se atrevió a decir más.

-Lo siento, mamá. Yo no queria...- 
-Creo, Amelia, que es tiempo de que viajes...como tanto querías-la interrumpió.
-¿Que? No, mira, si es por el hecho de me bebí el licor puedo hacer más. Y juntaré los recursos para la poción antigripal 
-No se trata de eso, Amelia. Creo que no soy apropiada como maestra para ti. Y la mejor forma para encontrar tu propio camino es…bueno, encontrando el camino en primer lugar. Y la educación, fijo que te ayuda-se limpió los labios con la servilleta y continuó-Le pedí a una vieja colega de Dalaran que te escriba una carta de recomendación. Con eso podrás ir a Ventormenta y estudiar en la Academia de Artes Arcanas de allí.
“Y con suerte, te mantendré lejos del peligro un tiempo”
-Luego podrás decidir que quieres hacer. Dar los servicios a la comunidad siempre es gratificante. Como yo que hago pociones, atiendo el puesto en los carnavales y hago algún trabajito extra por ahí pateando culos. Ahora te toca a ti. ¿Eso querías, no?
Amelia asintió, evaluando todo lo que le decía. Claro, desde que había entrado a la adolescencia ese era su sueño. Pero que se lo permitan, era otra cosa.
-Si, por supuesto pero no…aún.
-Tienes 17 años. Si esperas más tiempo te interesaras en algún muchacho. O muchacha-dijo entre dientes-Tendrás hijos y te casaras. Y adiós a tus sueños de aprender y viajar. Te estancarás aquí. Lo que no es malo tampoco, pero preferiría que no tengas ningún arrepentimiento.
-No estoy lista. Aún...aún no se cómo hacer ese goulash de carne que tan bien te sale y...y...no sé del todo como hacer la poción para el resfriado común.
-Eso no importa, yo tampoco sabía mucho a tu edad-respondió con una sonrisa tierna
-Mamá...

La conversación siguió durante un largo rato. Madre e hija llegaron al acuerdo de que Amelia decidiría que prefería hacer. Viajar o estudiar. O bien ambas. Y se reportaría al menos una vez al mes. Tras un año y un día, debería haber encontrado un lugar donde hacer bien, aprender un oficio o magia o encontrar la forma de ayudar a los demás.
-Pero si no lo logras, tampoco hay problema.
A la mañana siguiente, con las primeras luces del alba, la muchacha tomó su mochila, algunos de sus libros favoritos y todo lo que podía necesitar para un viaje.
Amelia evitó llorar porque sabía que haría llorar a su madre.
Theressa evitó llorar, porque sabía que haría llorar a su hija.
El gato negro como el carbón, caminaba pegado a los pies de su nueva compañera de travesía. Amelia miró atrás a su madre, y a la casa que no vería en un largo tiempo. Agitó su brazo y gritó una última cosa
-¡Te haré sentirte orgullosa de tu hija, mamá!
Ressa sonrió. Ya se sentía orgullosa de su hija. La vio partir y luego suspiró aliviada. Zozo, el viejo gato negro, también bostezó. Tras 17 años, finalmente recuperaría su cuarto.

 

Comienzos tumultuosos
-Mira cría, por esa cantidad de dinero, no te puedo llevar hasta Ventormenta.
-¡Pero tengo que ir allí! Tengo una carta de recomendación y todo. ¿Y si limpio y cocino?
-Ibas a tener que hacerlo de todos modos-respondió el viejo marinero y escupió a un lado-Zarpo en 10 minutos. O subes o te quedas, pero a Ventormenta nadie te llevará por menos que eso. Te puedo llevar hasta Boralus. Y si me gusta lo que cocinas…quizás considere llevarte hasta Stromgarde.
-Sé hacer un excelente guisado de múrloc-la pelirroja se escupió la mano y le dio un firme apretón al anciano.

 

 

Editado por Featherstorm
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