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Leonardo de la Vega, patria, honor y Ventormenta

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  • Nombre: Leonardo de la Vega
  • Raza: Humano
  • Sexo: Hombre
  • Edad: 32giphy.gif
  • Lugar de Nacimiento: Costa sur
  • Ocupación: Recluta del Ejército
  • Historia completa

 

Descripción física:

Leonardo es un hombre de musculos marcados, no demasiado alto, con una estatura media. Su pelo se está ya volviendo blanco y posee un gran bigote a juego con su pelo. Lleva una coleta alta en su cabeza que elimina los pelos de su cara.

 

 

Descripción psíquica:

Leonardo es un hombre de facil puño. Es un corrupto sin igual y con ganas de subir posiciones en el ejercito. Es bastante sádico y le encanta hacer sufrir cuando debe hacerlo.

 

 

Historia

 

PATRIA, HONOR Y VENTORMENTA

 


Levanteme yo aquella mañana pensativo, buscando la forma de contarle a Tiamen y a Genaro que habiaseme enviado a otro destino a combatir las fuerzas de la plaga de los muertos putrefactos que asolaban el mundo. Era un destino difícil aunque en muchas batallas habiame inmiscuido yo, el Norte no era la más favorable para mí. Cogí mi sombrero, mi arcabuz y me puse la capa, no me gustan las despedidas así que le deje a Ricardo una nota en su armario de las botas, no estaba seguro de que la fuese a leer pero decía así:

Querido amigo;
Tiempos pasados fueron mejores, estos tiempos presentes hemos estado como buenos camaradas junto a Lope, sabes que el a veces no me quiere bien, pero sé que tu si eres mi compañero y mi buen amigo.

Trasladoseme al fuerte en el Norte, donde los muertos moran y nos intentan arrancar la libertad de la vida, donde luchamos juntos de nuevo codo con codo los tres, rebanando cabezas y disparando a corazones putrefactos. Esto no es un adiós definitivo pues seguro nos veremos en el Norte en la próxima campaña pues seguro será pronto, parece que mis dianas en la anterior campaña me han llevado a que requieran mis servicios.

Sin más despido amigo mío, espero que te vaya bien aquí y asciendas tanto como puedas.

Leonardo de la Vega de Villasverdes.

Una vez dejada la nota dentro de la bota, cerré el armario y dispuseme a salir del cuartel. Solté un resoplido de amargura al salir aquella mañana que Ricardo dormía y Lope estaba en sus papeles. Pasee unos momentos por la villa, admirando las casas y las gentes que habían madrugado aquella mañana para facer sus tareas e ir a los mercados a comprar para facer las comidas a sus maridos que hambrientos llegarían después de una jornada de labrar los campos o estar en la fragua forjando las espadas de nuestros soldados.

Olí el aroma de la mañana que tanto me gusta disfrutar cuando me tocaba la guardia mañanera acompañado de mi arcabuz y mi buen cigarro de tabaco importado de Kul'Tiras. Sinceramente no quería irme de esa Villa, le había cogido mucho cariño a sus gentes a pesar de que a más de uno les quiera colgados de un árbol.

Dirigíame yo a Ventormenta por los caminos de la Emperatriz.Tras dejar atrás aquel caserío miraba como mis pies iban uno tras otro por el camino, iba con la cabeza gacha pues como ya dije mi pesar en el corazón me estaba matando así que vi una vez más atrás y entre en la ciudadela dispuesto a coger un barco con viaje directo a la muerte. Paséeme por el casco viejo antes de coger el barco que zarpaba a medio día, paré en la taberna a tomarme un poco de queso y vino de los viñedos de Maclur, echaría de menos aquel vino pues el que se llevan a la guerra los rebajan con agua para que se acabe menos pronto. No comí pues las primeras horas de viaje serian una tortura al llevar tiempo desembarcado. Se acercaba la hora de pertrechar el barco así que pague mis bebidas y mis comidas de medio desayuno y dirigime al puerto.

Bajaba yo las escaleras pensativo con mi cigarro liado y por la mitad cuando un marinero me chocó el hombre faciendome caer la bolsa con los víveres del viaje. No me pidió disculpas, es más salió corriendo con ella escaleras abajo. Salí tras él pues llevaba muchas cosas que me eran vitales para el viaje y para vivir.

Corrí tras el por un callejón oscuro que no llevaba a ninguna parte, cuando me di cuenta de que no tenían salida ya me estaban atizando en la cabeza. Cuando desperté de mi sueño estaba en un camarote sucio, desprovisto de mis ropajes y mi arcabuz. Traté de salir del camarote pero estaba cerrado, no había picaporte y cerrojo tenía el metal fundido. Me di cuenta de que habían sido raptado y que el barco no era de la alianza. Me encontraba moribundo por el golpe en la cabeza y tenía bastante frío pues solo llevaba mis gallumbos puestos. Tras un rato abriose la puerta y un fulano de calva incipiente que casualmente conocía su cara. Era Roberto Ojomuerto, un capitán de poca monta al que hundí su barco cuando era contramaestre en la marina del Rey.

-don Leonardo de la Verga- dijome. Aquello me enfureció como a un toro al ver el color rojo. -Qué le parece a vuestra merced el nuevo camarote que habitará el resto de su vida- preguntome retóricamente pues a mí me parecía un boñigo como la copa de un pino. Tras contestarle y maldecir sobre lo fea que era su madre forzome a trabajar en la cubierta atado con una correa al cuello y medio desnudo. Así estuve durante días hasta que se me concedió el honor de tener unos pantalones rotos los cuales dejaban ver mis nalgas. El ridículo al que se me sometía era demasiado alto y dieronme ganas de saltar por la borda y acabar con mi vida pero no sería digno pues la muerte debe llegar combatiendo.
Así desaparecí durante mucho tiempo, allí perdí la noción del tiempo, solo veía mar pues cuando atracábamos en los puertos me encerraban en el camarote, era más como un esclavo, quitoseme la humanidad en aquel barco.

Volvía cada noche a pelar patatas a la cocina para después cocinárselas a los magurrianes que aquel Ojomuerto tenía como tripulación, cierta noche mientras las pelaba y con los dedos ensangrentados por los cortes, estaba el capitán con el contramaestre, cerca de la cocina, quizá para que yo me enterase de que estaban fablando. Tras una conversación que escuchaba a duras penas escuché el nombre de “Ricardo”, aquello revolviome las tripas pues no quería que a mi buen amigo le faciesen lo que a mi me estaban faciendo, quitarme la vida cada pocos segundos, comiendo las mondas de las patatas que pelaba y bebiendo de los vasos que limpiaba con una mopa mohosa que olía a meados y a podrido, creo que nunca olvidaré tal olor. Aquellas torturas no se las deseaba ni al más cabrón de mis enemigos. Aquella conversación se alargó largo rato, solo escuche dos cosas, “bahía y carta”, sabía que algo se estaba cociendo en aquellas mentes ruines y no era otra cosa que un rescate por dineros pues parece ser que tales piratas de pacotilla o lo que se puedan llamar no habían pescado nada con sus espadas de los botines de las pequeñas aldeas donde atracaban, pues aunque eran unos mierderos, a mí me maltrataban cada noche, no sé cómo iba a salir de aquel barco con vida pero debía buscarme la poca vida que me quedaba para facer frente a tal calaña de fulanos, me juré a mí mismo que saldría de allí con vida y le rebanaría la garganta a Ojomuerto tarde o temprano, con su propia espada. Sé que prometí no facer tales cosas pero se lo merecía y por mucho, ahora, Ricardo correrá peligro.

Tras varios días sin hablar entre ellos aparecieron ambos energúmenos en mi camarote, si a aquella habitación cagada y apestosa se le podía llamar camarote. Al contramaestre se le escapó una arcada nada más entrar, pero a Ojomuerto pareció no afectarle en demasía. –Vengo a fablarte de tu amigo Ricardo, de la Verga- dijome burlesco y con aires de superioridad. - Recibirá una nota en pocos días y será para que venga con muchas bolsas de oro y si de verdad te aprecia, vendrá y si no, te arrancaré los ojos y se los enviaré con un lazo – riose tras aquella amenaza y yo ya tenía los melindres en la garganta, no por mí, sino por el bueno de Ricardo, creo recordar lo que aquella carta decía pues el capitán me lo había contado:

Buen Ricardo Sierra:

Me complace decirle que tenemos a su amigo don Leonardo de la Verga de Villafalos retenido en nuestro precioso navío a la espera de su muerte. Nos complace decirle también, que ponemos su vida en sus manos pues queremos que se presente en cinco noches en Bahía del Botín con 35 bolsas de oro totalmente llenas.

Cabe decir por supuesto que ha de venir solo, pue el bueno de Leonardo, estará en el mascarón de proa, y en su cuello una cuerda con un buen lazo. Si notamos que ha traído a alguien, solo tengo que empujarlo para que su cuello se parta como una rama seca.

Atentamente, Ojomuerto.

Cuando me lo dijo me estremecí, ahora solo queda 1 noche para que Ricardo aparezca en Bahía del Botín con tales bolsas.

 

 

 

Fue buena suerte la mia o gran amigo el que tenia que allí apareció con gran amor y tesón acompañado de buenas gentes. Sacaronme de allí antes de que la cuerda de afogara el cuello y pereciese en aquil mástil roido y a una altura considerable. Fueron tiempos aquellos. Un par de años hace, ahora estamos en otro tiempo y aquí vuelve a empezar mi historia.

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