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Iustia Sombralunar

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  • Nombre: Iustia Sombralunar
  • Raza: Kaldorei
  • Sexo: Mujer
  • Edad: 1400
  • Lugar de Nacimiento: Vallefresno
  • Ocupación: Iniciada Sacerdotisa de Elune
  • Historia completa

 

Descripción física:

Su cuerpo es atlético debido a su antigua profesión, alta y exactamente igual a su hermana. Debido a sus batallas su cuerpo esta lleno de cicatrices y marcas que no oculta.  Tiene un cabello blanco que recoge en una larza trenza que llega a su ombligo, su pelo es su todo, mejor no tocarselo.

 

 

Descripción psíquica:

Fuerte, sabia, leal y dependiente ahora. Seguidora de las buenas costumbres y el orden. Poco tolerante con quienes incumplen las costumbres o las normas de su pueblo, tiene una visión de superioridad por sobre el resto de razas y cree que los kaldoreis son los responsables de guiarlos a todos ellos.

 

 

 

Historia

 

TIEMPO DE SUEÑOS Y CAMBIOS
 
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Ciertamente, sabéis, hermanas mías que ahora estoy aquí por los cambios que han golpeado mi vida. Esto es difícil de contar pero me lo habéis pedido y creo que es momento de soltarlo. Durante muchos siglos he servido en las Centinelas, como ya sabéis, durante he ese tiempo he conocido a muchas hermanas y hermanos. Tiempo atrás, en una misión... Conocimos a varios druidas mi compañía y yo, durante un tiempo estuvimos trabajando juntos, había un druida en especial. -La cara de Iustia se ensombreció por un momento-. Andissiel... -Volvió a sonreír a sus hermanas-.
 
Andissiel un druida de la zarpa extremadamente cariñoso, alguien con quien era muy fácil mantener una conversación. Durante las misiones, era tan bello en forma de oso, un oso pardo enorme. Su mente se cegaba con el enemigo y eso no me resultaba fácil de ver, tenia unos colmillos del tamaño de mi mano. Sus zarpas se llenaban de sangre de orco y... -Iustia paro de hablar por un momento-. Tranquila, hermana -Dijo una de sus compañeras, sentada junto a ella-.
 
La verdad, Andissiel, fuera de su forma animal era excepcional... Recuerdo que caminábamos juntos por los bosques de Vallefresno, contándonos nuestro día y riéndonos de como se le rizaba el pelo con el agua. Era bastante gracioso ver a un oso con tirabuzones -Iustia río y sus compañeras le acompañaron las risas-. Tenía un cabello de un color verde, un verde primaveral, como el de tu hermano Silvian -Se dirigió un momento hacía Keina, sonriéndole-. Su torso estaba bien marcado por las batallas, su piel de un púrpura que daba tranquilidad. Su tez era hermosa y eso me derretía cada vez que lo veía a los ojos -Hubo un murmullo de complicidad y algunas rieron-. No se cuanto pudo durar nuestra amistad hasta que finalmente me lo pidió y por supuesto acepté. El ahora era mi compañero y yo su compañera, juntos en la misma guerra, juntos para toda la vida, pero muy a nuestro pesar no fue así.
 
Recibimos la llamada de presentarnos en una avanzadilla de Vallefresno, los orcos hacían incursiones continuas, pero las repelíamos sin problemas, en mitad del combate, recibimos una orden de tomar el norte, los sátiros trataban de comer terreno y estaban matando animales para sus propios fines. Cuando Andissiel escuchó el mensaje, corrió como nunca lo había visto, mi hermana, varias centinelas y yo, corrimos tras el, pero lo perdimos de vista al poco rato. Cuando llegamos a la localización una masacre tenía los pastos de un rojo sangre y de marcas de zarpas en arboles y mordiscos en algunas piedras. Mandé a mis centinelas rodear el perímetro y yo me puse a buscar a Andissiel... Cuando por fin lo encontré su forma animal no estaba, él...tendido en el suelo... desgarrado y sobrepasado por la cantidad de sátiros que no pudo matar. Corrí hacia el y le levante la cabeza, solo me dijo tres palabras antes de morir en mis brazos... "Siempre te querré"... -Los ojos de Iustia se llenaron de lágrimas en un segundo, apenas capaz de reprimirlas, corrieron por su mejilla-. Lo siento, hermanas... -Dijo sorbiendo los mocos-. Ahora sabéis porque necesitaba apartarme de las Centinelas, todo me recuerda a el.
 

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BAJO EL MISMO ALA

Os cuento esta historia porque sé que me escucháis, hermanas mías. No sin dudar un poco a veces me cuesta asimilar lo que la batalla causo en mí y como me he podido adaptar gracias a ella. Aun pienso en aquellas batallas junto a su lado, estando cada día en una encrucijada de emociones a veces son buenos, pero otras veces no me arrepiento de haber abandonado mi antiguo puesto para estar con vosotras. –Iustia miraba a las Sacerdotisas que la acompañaban con una sonrisa de complicidad-. Dicea me ha ayudado tanto… Os aseguró que sin ella yo no estaría aquí. Juntas hemos visto tantas cosas, que las que acabáis de llegar no os imaginaríais la clase de devastación que estos ojos han divisado.

Definitivamente os contaré la historia de cómo ella me desobedeció y consiguió acabar una misión que teníamos bastante en nuestra contra. Estábamos en el bosque, la misión era complicada y nos había sobrepasado. Perdí a Dicea de vista hasta que vi su arma tirada en el suelo y un escudo de un lanzagujas moverse. Cuando ayude a quitarse de encima y la levanté, en seguida vi a mis centinelas y rápidamente les pregunté qué plan teníamos. Teníamos un objetivo, derribar una ruta de abastecimiento de un campamento orco nos había estado dando problemas días atrás.

Rápidamente mis hermanas tomaron posiciones, colocando las trampas y culminando las copas de los árboles para una emboscada perfecta. Cuando por fin divisé el carro, tenían a nuestra gente en jaulas, vi a mi grupo y Dicea parecía demasiado nublada por la ira. Los niños que también seguían al grupo me hicieron dudar sobre el plan que habíamos acordado… Un solo fallo y vidas inocentes podrían cobrarse. Cuando menos me lo esperé, escuché la voz de Dicea gritar la orden de abrir fuego contra la caravana. Cuando vi el tronco salir disparado y hacer volcar la caravana, le eché una mirada asesina a mi hermana de sangre. Como había osado a desobedecerme…

La vi bajar del árbol directamente sobre el capitán orco, después de que las flechas acabasen con las vidas de los grunts que acompañaban la caravana. El orco cayó presa de la fuerza de Dicea. Bajé rápidamente del árbol y le di un bofetón, corrí lo más rápido que pude a sacar a nuestra gente de las jaulas que rodaron colina abajo ante la ira de mi propia hermana.

Cuando vi las jaulas tiradas en el suelo no pude sin más tratar de tranquilizar a las victimas encarceladas en las jaulas, para su suerte y la nuestra, estaban ilesas. Dicea había vuelto a gritar al ver a una cría orca correr junto a su madre. Me negué en rotundo a seguirlos, nos delatarían y el bosque no permitiría dejarles con vida, a mi pesar, dejé que se fueran y que la naturaleza decidiese.

Cuando levanté la cabeza tras abrir la jaula de uno de los presos, vi a Dicea correr tras la inocente cría y arrebatar la vida de su madre. Negué para mí cuando el niño estaba cayendo bajo el arma de mi propia hermana. La misión había terminado. Volvimos al puesto de la avanzada y agarre a Dicea del pecho y la tiré con fuerza con un árbol. Un fuerte bofetón coloreó su mejilla y le pregunté que se le había pasado por la cabeza al desobedecerme de esa forma. La reprendí ante la ira que la consumía. Dijo grandes verdades y permití que mi voluntad flaquease de nuevo, era más débil que ella. Sabía que tenía que hacerlo pero yo no soy capaz de acabar con la vida de un niño, por mucho que comprometa la misión. Ella es como mi madre, fuerte y decidida, amante de la justicia, en mi caso era más como mi padre. Ambas llorábamos, nos cuidábamos una de la otra, aunque yo soy la mayor, ella cuida de mí al igual que yo de ella.

Mi hermana y yo somos quizá ahora, más que antes, uña y carne. Aunque tuve que educarla yo, debido al trabajo de mi madre en las Vigías, pero ella ha cuidado de mi en los momentos de mayor necesidad.

-Cuéntanos más sobre las batalla, hermana, cuéntanos más –Dijo Mannvel, compañera de Iustia. Vamos a dejar por hoy las batallas, hermanas, no me gusta revolver el pasado, muy duro para mi. –Le contesté sin más.

Si decidí estar aquí con vosotras y seguir el camino de Elune es para que todo esto quede en el pasado como está ahora mismo, si decidí dejar atrás ese camino es porque no tengo un temple digno de las Centinelas, creo que mi camino está aquí, con vosotras y con Elune y cuidando de mi hermana.

 

Editado por El errante

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