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Zora

Rosalind Birdwhistle

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Rosalind

 

Nombre Rosalind Birdwhistle Raza Humana
Sexo Mujer Edad 20 años
Altura 1,60 Peso 50 kg
Lugar de nacimiento Lordaeron Ocupación

Adiestradora canina/Aprendiz de mago

  • Descripción Física

    Es una joven mujer que luce una brillante cabellera pelirroja ondulada, su piel es blanco como la leche y su rostro esta suavemente puntillado por pequeñas pecas doradas. Tiene unos lindos ojos del color de la miel enmarcado por pestañas densas. Se ve delgada pero sus sinuosas curvas son notables y atractivos. Siempre se la verá vestir ropas de tela ligera y cómoda que no le impidan el movimiento, portando solo alguna faja, botas y guantes de cuero. Lleva consigo dos faltriqueras: Una con los premios para sus perros, y el otro guarda seis pequeñas piedras. Tiene tendencia a enfermar.

  • Descripción Psíquica

    La cruda realidad que vivió en su infancia la llevó a madurar mucho más rápido de lo que debía, por lo que tomó el rol de una madre para sus hermanos menores y ser el soporte de su hermana mayor. Como persona resiliente, es consciente de sus limitaciones, por lo que trata de valerse de sus otras virtudes para adaptarse y sobrevivir. Siempre fue una soñadora con ansias por descubrir el mundo mágico y ha aprovechado las escasas oportunidades que se le presenta. Su visión de la magia es bastante pragmática.

  • Spoiler

    Ficha Rápida
    No (1000 palabras mínimo)

     

  • Historia
    Spoiler

     

    Prácticamente nada es lo que recuerda Rosalind de su casa, o la “granja” como su hermana solía mencionar de manera nostálgica. Su infancia puede resumirse en una constante huida hacia el sur y el temor constante al encuentro con criaturas de ultra tumba. Un recuerdo que persiste grabada en fuego en su mente, fue cuando su padre la aparte a ella y a su hermana de sus hermanas menores y su madre. Tomando del brazo a cada una las llevo hasta el borde de un río que hacía suficiente ruido para ahogar sus palabras. Cuando estaba seguro de que nadie los espiaba, él les dijo: “Mis hijas. ¡No saben cuánto me aflige estas palabras que voy a decirles! Pero ya no tengo otra opción, porque la verdad es que… la inocente infancia ha terminado para ustedes”.

    Con lágrimas en los ojos, Rosalind tuvo que hacer tripas el corazón. Ansiaba poder jugar despreocupadamente, pero no podía. Las dos mayores tenían la edad para entender lo que sucedía y tenían el encargo de ayudar a sus padres para cuidar a las menores. Ambas niñas acompañaban al padre para ayudar a cazar. Todo bicho que caminase era una presa deseada con tal de tener un bocado que llevar a la boca. Rosalind era quien peor lo pasaba, pues las condiciones desfavorables solían enfermarlas, por lo que pocas cosas podía hacer para ayudar. Sentía tan desesperada la situación de su familia que se forzó a encontrar una manera para superar su pobre condición física. Con ingenio y persistencia aprendió a utilizar la honda o elaborar pequeñas trampas para las presas pequeñas.

    El segundo momento trágico que la familia vivió fue la muerte del padre, y con él se fue la cordura de la madre. Cargando con ella y las niñas menores llegaron hasta Ventormenta donde se refugiaron. Sin embargo, la gran ciudad era un territorio hostil para las niñas acostumbradas al bosque, por eso decidieron mudarse al bosque de Elwynn y aún así su suerte no cambio.

    LA constante hambruna carcomía el interior de cada fémina, y solo Rosalind y Diana tenían claro que seguirían alimentándose de las alimañas antes de ceder la dignidad. Gracias a la honda de Rosalind solían comer pequeños pajarillos, pero nada que pudiese saciar el hambre persistente. La siguiente opción fue terminar de amaestrar a los pocos cachorros que les quedaban para venderlos a los cazadores. Rosalind resto importancia el hecho que fuesen inexperta. Día y noche procuro con la educación de los perros.

    Y aún así seguían sufriendo las penurias de la pobreza y de una madre ausente. Hasta que llego Diana convencida y decidida a unirse la Cruzada escarlata. Sí, esa decisión ayudaría a mejorar la situación en la que se encontraban. Pero el precio que la hermana mayor pretendía pagar era muy caro. Tanto, que prácticamente la veían como una mujer condenada a la muerte. En ningún momento Rosalind desistió en convencer a su hermana mayor para se detractará de su decisión. Pero ambas eran igual de tercas y acabo siendo una pérdida de tiempo.

    Lo más notable fue la ausencia de Diana, que se sentía como si hubiera embarcado con rumbo a donde haya ido el padre. Cada día que pasaba era uno de luto y la carga en los hombros de Rosalind fue mucho mayor. La luz pareció volver a iluminar sus vidas cuando unos meses después recibieron una carta de su hermana, una señal de que seguía con vida, acompañado de todo lo que ella percibía como pago. No es que hayan salido de la pobreza, pero el poder comprar pan y queso fresco les hizo sentir como si se hubieran ascendido a las esferas sociales más ricas.

    La comida decente y un techo estable sobre sus cabezas pareció revivir a la madre de la familia. Que poco a poco comenzó a levantarse y a atender a sus niñas menores. Ahora que volvía a recobrar las ganas de vivir descubrió el rencor de Rosalind. Bastantes noches han discutido a la luz de las velas sobre las irresponsabilidades de su madre, una defensiva y la otra al ataque. A Rosalind le dolía a la madre, pero le costaba aceptar la idea de que aquella mujer adulta fue incapaz de actuar con la decisión con la que dos niñas lo hicieron.

    El tiempo paso, los cachorros que crecieron grandes y fuertes fueron vendidos solo después de haber dejado una descendencia para seguir adiestrando. Algunos de esos cachorros fueron adquiridos por otros cazadores y adiestradores. Y ahora debía reiniciarse el ciclo.

     

    Su infancia no dejo casi rastros en Rosalind, ya no se permitía desear días calmos. Vivía constantemente el temor de que su familia deba volver a huir por sus vidas. El único escape que se permitía tener era soñar despierta con la magia. Siempre se imaginaba que existiera algún hechizo que solucionase todo con chasquidos de dedos. Y siempre se llamo tonta por pensar que eso fuese posible, pero se negaba a dejar morir ese sueño.

    La segunda vez que la luz ilumino la vida de la familia fue el regreso de Diana. Noches de celebración y otras de discusión. Porque la chica pretendía irse de nuevo al norte, con ideas de que quizás podrían rehacer sus vidas en el norte bajo el cuidado de la cruzada. El temor hacia los no muertos hizo que Rosalind se plantase de forma tajante. Si la mayor ansiaba ir a morir en el norte, que se fuera. Pero ninguna de las menores sería arrastrada a ese precipicio.

    Ambas hermanas no se dirigieron la palabra durante un par de días, hasta que Diana llego con una pequeña ofrenda de paz. Le conto sobre cosas que un par de magos le habían dicho sobre la Academia de magia de Ventormenta aún con sus escasos recursos. Le explico los detalles, las condiciones y hasta la arrastro hasta aquella academia para comprobar la veracidad de aquellas promesas. Existía la posibilidad de que pudiese estudiar y así fue como Rosalind empezó a vivir el sueño de su infancia.

     

     

Editado por Zora
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