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BlueWolf

Leanthas Dana'thel Égida Thalassiana

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Leanthas Dana'thel
 
 
Nacimiento.
 
Leanthas Dana'thel, nacido en el seno de una familia noble la cual se dedicaba mayoritariamente al comercio con las facciones aliadas como pudiera ser en este caso los humanos de Lordaeron a quienes habían servido durante años.
Los padres del muchacho eran conocidos en las aldeas mas próximas a la ciudad de Lunargenta gracias a su fama por comerciar con artículos de gran calidad como pudiera ser; Malla, madera, acero o piedra entre otro tipo de materiales que solían traer y llevar tanto de la propia Quel'thalas como del propio reino humano de Lordaeron.
Los padres del joven quel'dorei habían trabajado muchos años para conseguir el suficiente dinero antes de que naciera. Desconociendo el futuro que les deparaba como raza y nación decidieron tener un pequeño al cual llamarían Leanthas y sería el primer y único hijo que tendrían.
Una mañana tras largos meses de espera, bajo el brillo dorado del sol alumbrando desde los cielos la madre del muchacho dio a luz a un bebe varón. Su padre que se encontraba junto a ella le había dedicado sus mejores deseos junto a una sonrisa, pues había nacido su hijo, de piel blanca y cabellos blancos como la propia nieve.
 
Juventud.
 
La juventud del muchacho paso sin gloria ni pena, su padre le había contratado a un sacerdote para instruirle en las artes de la luz así como se le intento enseñar a combatir para que pudiera defender en un futuro a su pueblo. Los costes ascendían cada año entre los entrenamientos y la instrucción como sacerdote, los padres no podían seguir permitiéndose la manutención de su hijo por lo que se vieron obligados a preguntarle a su propio hijo cual era su deseo y que tenia mayor prioridad para él.
Padre: Hijo mío, espero que comprendas que debes tomar una decisión respecto a tus clases  por que lamentablemente no podemos seguir permitiéndonos el pagar a dos profesores.
Leanthas permanecía en silencio mientras leía uno de sus libros sobre la luz, se encontraba en su habitación mientras escucho al padre pronunciarse.  -Padre, lamento causaros tantos gastos y siento mucho que tengáis que llevar esta carga.- Leanthas alzo la cabeza y con una mirada de sinceridad observo a su padre mientras le daba una respuesta, su tono calmado y sincero pero a la vez en sus gestos se notaria que le entristecía la idea de tener que seleccionar uno de los caminos.
Leanthas: Padre, yo siempre me he dedicado a leer y estudiar libros sobre magia sobre luz y creo que mi destino será este. - Leanthas le mostro el libro a su padre y le esbozo una sonrisa amable sabiendo que su padre al igual que el lamentaba tener que tomar la decisión.
Padre: Bien hijo su tu deseo es seguir la instrucción junto al sacerdote que así sea y que el sol eterno guie tus pasos y logres llegar a ser el orgullo de nuestra familia- El padre se despidió con una reverencia de su hijo, el cual volvía su atención al libro para continuar sus estudios.
 
 
Viaje a Lordaeron.
 
Todos los días de  su vida había pasado siendo instruido como sacerdote de la luz y su decisión fue esa,  quería dedicarse a la protección y la sanación desinteresada y por ello decidió seguir el camino de la luz, su instructor personal le enseño todo lo que podía enseñarle, fue llevado a la capital humana para conocerse la religión de la luz y adoptarla así como conocer a otros miembros de la catedral de la luz antes de regresar a su ciudad.
 
En su estancia en la capital humana el joven aprendió poco a poco las costumbres de los humanos, a su vez se informo sobre la Luz y adquirió mas libros sobre esta a pesar del recelo que sentían algunos por su viaje Leanthas tenía intereses comunes con los humanos ya que en el pasado sus padres se habían dedicado a comerciar con ellos y sabía perfectamente que tanto humanos como enanos serian un ejemplo a seguir en lo que se refiere a la religión de la Luz.
La diferencia entre los reinos era notable en su estancia en la ciudad, las diferentes organizaciones, se centro con curiosidad en comparar la política, pues en Quel'thalas el órgano director del reino siempre habían sido las casas nobles cercanas al rey, una especie de consejo a diferencia de la capital humana que el control y dominio lo tenía un solo hombre. Al menos así lo comprendía el joven Quel'dorei.
Fue en una de estas situaciones cuando decidió preguntar a su mentor sobre el comportamiento humano aunque no fuera la razón por la cual viajara a la ciudad humana.
 
El sacerdote se aproximo al joven quel'dorei y poso su mano sobre su hombro mientras le dedico una sonrisa amable.
 
Leanthas: Mentor, ¿Por qué los humanos toman tan drásticas decisiones? - Leanthas preguntaba bajo la mayor confusión existente en su mente y con toda la curiosidad del mundo.
 
Sacerdote: Muchacho, los humanos tenemos una vida demasiado corta en comparación con las vuestras y es por ello que intentamos vivirlas de distintos modos al ser tan efímeras nuestras vidas, nuestros actos nos marcan de un modo menos longevo.
 
Leanthas:  Comprendo mentor pero aun así vuestros reinos siguen siendo muy extensos y pobláis la mayor parte del reino.
 
Sacerdote: Leanthas, eres un quel'dorei muy inteligente pero a la vez curioso y ahora por favor será mejor que te acompañe de regreso a tu habitación, solo espero que tu estancia en Lordaeron fuera apropiada y aprendieras lo suficiente.
 
Leanthas: Si mentor, gracias a sus enseñanzas he aprendido mucho sobre la luz a lo largo de todo este tiempo.- Leanthas hizo una leve reverencia a su mentor antes de retirarse a descansar.
 
El asedio de la plaga.
 
Tras años de paz y prosperidad, de entrenamiento y meditación, bajo el desconocimiento y la oscuridad que se aproximaba, Leanthas se encontraba en la ciudad realizando sus labores. La plaga comenzó su asedio contra Quel'thalas, el príncipe Arthas Menethil necesitaba la fuente del sol para resucitar a un nigromante, con apoyo de uno de nuestros hermanos llamados Dar'kan'Drathir, el cual traiciono a nuestra raza, Arthas logro superar todas nuestras defensas, los guardias corrían hacia la entrada de la ciudad mientras a los sacerdotes se ocupaban junto a guardias menos experimentados de evacuar en de la ciudad a los que no podían combatir. Fue en una de estas situaciones en las cuales Leanthas estaba ordenando a todos los niños atravesar una de las calles en dirección al puerto. Los barcos en la lejanía se empezaron a alejar y algunos con mayor rapidez comenzaron a llenarse.
 
Leanthas: Los mas jóvenes e inexpertos debéis acompañarme por la calle central hacia el puerto, confiemos en los guardias que cubrirán  nuestra evacuación, intentar no mirar atrás y correr tan rápido como vuestras piernas os permitan en dirección al puerto. -Leanthas convencía así a los jóvenes que le acompañaran hacia el puerto, pero justo en el siguiente cruce se encontraron con varios no-muertos que les rodearon.
 
Leanthas: Rápido colocaros detrás de mí, no voy a permitir que estos seres nos hagan daño.- Leanthas grito de manera autoritaria mientras preparo su bastón, para su sorpresa un forestal seguido de dos guardias eliminaron a los dos no muertos, permitiendo así el paso al pequeño grupo a cargo del sacerdote Leanthas. Mientras todos los jóvenes corrían el sacerdote decidió mirar hacia atrás para agradecer la intervención de sus hermanos con un cabeceo pero su sorpresa fue al observar como los guardias cargaron hacia delante para obstaculizar a los no muertos que perseguían al grupo, Leanthas se apresuro a seguir adelante con el grupo tras ver que los guardias y el forestal habían dado su vida por ganar tiempo para el sacerdote y los civiles.
 
Leanthas: Rápido hermanos, mas rápido debemos llegar al puerto lo antes posible y no miréis atrás yo cuidare de vosotros. Lo prometo. - Leanthas seguía corriendo hacia delante concentrado en guiar a los jóvenes a través de las calles pero no podía ver como las gárgolas entraban volando por la ciudad debido a que se encontraba de espaldas y concentrado para llevar al grupo de supervivientes hacia el puerto.
 
Un guardia en la lejanía intentaba advertir a Leanthas mediante gritos pero el caos y los demás gritos ahogaban la voz del guardia. Leanthas en su lugar seguía evacuando a los niños los cuales  hacia el puerto pero algo no funcionaba bien, el cielo comenzó a oscurecerse y Leanthas observo cómo sus actos por ayudar a los jóvenes no fueron suficientes. Todo sucedió demasiado deprisa, el dolor y el sufrimiento se podía notar en la mirada de Leanthas mientras caía de rodillas al observar como las gárgolas de la plaga descendían a gran velocidad desde los cielos para destruir los barcos llenos de Quel'dorei, los gritos ahogaban la mayoría de los sonidos mientras los guardias intentaron defender los barcos. Sumido  en la confusión, Leanthas que observaba atenido como las gárgolas seguían destrozando los barcos, en la mar y a su vez se apoderaban de la ciudad, los cuerpos de los infantes muertos se encontraban tirados en las calles y los que habían logrado embarcar  flotaban  junto al resto de cadáveres mientras las gárgolas ascendían hacia otro de los barcos para efectuar el mismo movimiento causando el mayor daño posible. Leanthas no podía parpadear ante esa situación, ver sin poder hacer nada,  tanto  jóvenes  como soldados eran asesinados . Su mano la  cual sostenía un bastón dorado perdió las fuerzas, el bastón golpeo el suelo mientras en su rostro la sorpresa, el dolor y la culpabilidad se mostraban al no poder hacer nada, nuevamente  los gritos de los guardias ordenando la retirada. Leanthas no podía imaginar que era lo que ocurría en ese momento, se encontraba desorientado ante la presencia de los cuerpos  alrededor de las calles y próximos al puerto, también en el agua los cuerpos flotando suponían una escena dramática y bastante dura para él, difícil de olvidar.
Fueron necesarios varios guardias para poder evacuar a Leanthas de aquel lugar, incapaz de reaccionar o mencionar palabra tras ver lo que la plaga había causado y tras haber fallado en la evacuación.
 
Los supervivientes se retiraron sin poder evitar el azote de la plaga en Quel'thalas. Muchos de ellos pensaron que la alianza nos había traicionado y poco a poco nuestra raza comenzó a decaer, el propio príncipe Kaelthas nos bautizo por un nuevo nombre en honor a nuestros caídos; Sin'dorei.
 
Humanos. ¿Aliados o traidores?
 
Tras los sucesos de la plaga y la corrupción de la fuente del sol muchos de nosotros nos vimos obligados a intentar restaurar la ciudad o lo poco que podíamos lograr. Sin la fuente del sol pronto nos vimos saturados y necesitados de una fuente de poder para superar nuestra sed de magia.
Los que decidimos seguir a Kaelthas bajo la promesa de encontrar una nueva fuente de poder  partimos junto a él para ayudar a Lordaeron, muchos fuimos traicionados y enviados a las prisiones, entre ellos el propio Leanthas que aun en las oscuras celdas de los calabozos, los gritos de sufrimiento de los jóvenes que morían en las calles por el ataque de las gárgolas, el pensamiento de que la luz le había abandonado, al sentirse impotente sin poder ayudar en la evacuación de los civiles, tanto su fracaso de guiarlos hasta el puerto a través de la ciudad como la propia evacuación. Pronto nacían en su mente nuevas ideas, nuevos cambios, dudas y temores que le llevarían a sentirse aun mas culpable de lo sucedido. En su estancia en los calabozos fue donde comprendió al fin que la luz les abandono en su momento de mayor necesidad, que la alianza ahora los tenía como esclavos en primera línea para morir por ellos en un conflicto para recuperar unas tierras que no eran de la raza quel'dorei. El egoísmo de la raza humana se había materializado en aquel momento, la visión sobre lo que la alianza de Lordaeron se había convertido convenció a Leanthas de que no eran aliados sino mas bien unos oportunistas que pretendían usarlos como carne de cañón para recuperar la ciudad humana.
 
Los días del sin'dorei terminarían en los calabozos, a pesar de ello intentaba mantener su mente ocupada de algún modo y se dedico a entrenar físicamente mientras esperaba su ejecución junto al resto de sus hermanos. Los primeros días parecían estar abandonados solo podían observar como mas hermanos eran encerrados, maltratados y humillados por los humanos.
 
Tras varias semanas pensando y sufriendo, tanto por los recuerdos como por la sed de magia que sentía, llego a la decisión de que si la luz le había abandonado debería entrenar con una espada si lograba sobrevivir a las ejecuciones. Junto a otros miembros capturados, algunos se aproximaron a él iniciando una conversación.
 
Sin'dorei: ¿Cómo ha podido ocurrir algo como esto? ¿Por qué hemos sido traicionados por la alianza?
 
Leanthas: Realmente, la alianza nos utiliza como carne de cañón y eso es lo que somos para la alianza. ¿Acaso nos ayudaron contra la plaga? Lamentablemente no ha sido así y estamos solos en esto, pero pronto terminara este sufrimiento. - Leanthas se frotaba los ojos y se apartaba el sudor de la frente mientras sus brazos temblaban.
 
Sin'dorei:  ¿Acaso no hemos sufrido lo suficiente ya? - Pregunto el sin'dorei casi gritando.
 
Leanthas: Por favor guarda silencio, intento concentrarme. ¿Acaso no ves que estamos todos en la misma situación? -Leanthas les respondió con la voz algo alzada, apenas podía mantener el control, siendo afectado por los recuerdos, la situación y a su vez por la sed de magia.
 
Leanthas esa noche no pudo descansar al notar como su compañero se dedico toda la noche a realizar preguntas sin sentido, en las celdas todos estaban perdiendo el control poco a poco, algunos incluso se golpeaban la cabeza contra la pared, otros intentaban concentrarse pero se volvía hiperactivos, Leanthas permanecía dando vueltas sobre la celda incapaz de mantenerse quieto.
 
 
 
Huida a Terrallende.
 
Días después  Kaelthas ayudo a los que le siguieron y todos fuimos evacuados con su ayuda y la ayuda de los Nagas, una extraña y nueva raza que se presento como aliados mientras los humanos restantes de Lordaeron se disponían para ejecutarnos por alta traición, liderados por el general Garithos.
 
Gracias a la intervención de Lady Vash muchos fuimos rescatados y partimos bajo la promesa de nuestro príncipe hacia nuevas tierras conocidas como terrallende. Kaelthas nos guio a todos hacia un futuro incierto pero con decisión, una vez en esas nuevas tierras nos aliamos con las fuerzas naga y sus aliados pero Leanthas no se encontraba en condiciones de continuar la búsqueda. Por lo que solía permanecer siempre en el campamento sin'dorei sin participar activamente en las misiones de reconocimiento.
 
Tras una larga búsqueda en la que Leanthas permaneció fiel a sus hermanos liderados por el príncipe Kaelthas, llegaron a una especie de lugar con cristales y brillos extraños. Mientras los mas novatos en el arte de la guerra permanecíamos fuera, Kaelthas decidió liderar un asalto hacia lo que se conocería como el castillo de la tempestad. Nuestra sorpresa fue cuando sus tropas regresaron victoriosas del asalto y el propio príncipe nos envió un mensaje junto a la criatura que había encontrado en su interior. La mayoría de los Sin'dorei nos sorprendimos al ver como un lugar tan precioso y con una criatura tan poderosa estaba sin vigilancia, aun así Leanthas no participo en dicha expedición.
 
 
Regreso a Quel'thalas.
 
Poco tiempo después Kaelthas nos envió de regreso a la ciudad junto a uno de sus archimagos mas poderosos, el magister Rommath quien nos enseñaría a poder absorber la magia, Rommath viajo con bastantes sin'dorei de regreso a la ciudad y acompañado de un ser de luz llamado M'uru para que nosotros pudiéramos tomar su poder y  saciar así nuestra sed de poder debido a la perdida de nuestra preciada fuente del Sol.
 
Tras  llegar a la ciudad, Leanthas  fue informado de que sus familiares habían fallecido debido a la falta de una fuente de poder, decidieron ocultarle lo sucedido, su familia había perdido el control convirtiéndose en desdichados tras la falta de poder. Nuevamente Leanthas sentía que había vuelto a llegar tarde y había fallado a su familia, pero esta vez se esforzaría en lograr defender a sus hermanos y al reino de cualquier amenaza.
 
En Lunargenta se decidió darle otro uso al naaru, se decidió entregar ese poder y experimentar con él, dando como resultado el nacimiento de una nueva orden capaz de controlar la luz sagrada llamada la orden de los caballeros de sangre y gracias a Liadrin, quien en el pasado fue una sacerdotisa de la luz que perdió su fe al igual que Leanthas, ella fue la primera en ofrecerse voluntaria y tomar ese nuevo don de manos del naaru, después de ella otros aceptamos seguir su camino, ahora como neófito con intenciones de unirme a la orden de los caballeros de sangre he jurado servir de nuevo y proteger la ciudad y el alto reino de Quel'thalas, a pesar de las diferencias con los forestales y el pueblo sin'dorei, los caballeros de sangre son quienes salvaguardan el reino y de ellos dependerá el ser sus protectores o convertirse  en los opresores de nuestros propios hermanos, todo dependerá de sus actos.
 
Recientemente el joven Leanthas se ha tomado mucho más en serio cada prueba de valor para con su pueblo, ha seguido el dictamen del señor regente al pie de la letra, obediente de cara al público y respetuoso, a pesar de que en ocasiones se ha visto obligado a tomar algún que otro tipo de estimulante para no entrar en panico en batalla o calmantes para poder descansar en paz u olvidarse del asedio de la plaga y las duras escenas que se vio obligado a vivir, la culpa recae sobre sus hombros y es para él una carga difícil de soportar, no le gusta hablar sobre el pasado y se muestra reacio a la vez que reservado en ese aspecto.  En varias ocasiones a participado activamente en pequeños conflictos en las tierras fantasma para detener el avance de algunos miembros de la plaga y a pesar de ser un compañero bastante cumplidor y no rechazar la ayuda de sus compañeros es algo cerrado y le cuesta demasiado mantener una conversación, motivo por el cual suele escudarse tras sus obligaciones las cuales le mantienen ocupado y hacen que su mente se distraiga más a menudo para así no tener que recordar el pasado.  En muchas ocasiones se ha visto forzado a consumir cardo de sangre para recibir un estimulo y poder abandonar esos pensamientos que le atormentan cada noche.
 
Dana'thel intenta enmendar su error del pasado dándose una nueva oportunidad como sin'dorei y desea que la justicia obre contra el mal que una vez les daño tanto y les hizo tanto dolor y sufrimiento.
Siguiendo activamente una instrucción física diaria para que la orden de los caballeros de sangre si fije en el. Ahora se encuentra en la ciudad de Lunargenta esperando pacientemente el llamamiento para acudir y ofrecerse voluntario, pues su deseo actual no es otro que llegar a convertirse en un caballero de sangre y sentir de nuevo la luz.

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