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Alara Highmourn

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  • Nombre del Personaje
    Alara Highmourn
  • Raza
    Quel'dorei
  • Sexo
    Mujer
  • Edad
    79
  • Altura
    1,73 metros
  • Peso
    59,2 kilos
  • Lugar de Nacimiento
    Silvermoon
  • Ocupación
    Aprendiz de Maga
  • Descripción Física

    Alara es una quel’dorei de complexión esbelta, alta y voluptuosa. Con la piel pálida y una larga melena azulada con puntas doradas. Como es propio en su raza, sus ojos brillan en un vago tono azul bajo el cual se oculta un iris cobrizo. Su rostro, además, presenta unas facciones refinadas pero juveniles entre las que se destacan un ámplio repertorio de pecas. A esa figura suelen acompañarle tonos acordes al color de su cabello u ojos; dorados, azules y morados suelen ser los tonos de su preferencia, aunque no descartaría usar alguna prenda amarilla.

  • Descripción Psíquica

    Alara vendría a ser una quel’dorei alegre, energética y animada, coqueta incluso si la situación lo permite. Considerablemente avispada pero no particularmente inteligente. Suele ser la primera en darse cuenta de lo que pasa pero, desgraciadamente, de las más inútiles al actuar. No se la definiría como patosa precisamente, pero sí quizás algo despistada.

    Es una elfa que siempre trata de ser amable y agradable con todo el que la rodea sin distinguir por raza o proveniencia. Nunca juzga y siempre ofrece una sonrisa y un trozo de pastel de su propia manufactura a quien ve triste o en necesidad de ayuda.

    Le apasiona la historia y los libros pues siempre ha sido alguien que ha contado con una amplia biblioteca. No sería raro que siempre tuviera un libro del que hablar y se conociera la sinopsis del mismo de cabeza.

  • Ficha Rápida
    Si (300 palabras mínimo)
  • Historia

    Pasando las páginas de un libro titulado “Vuelta al Imperio en 80 días” y sentada en una butaca de colores escarlatas podía encontrarse una elfa llamada Alara.

    Ella era joven y agraciada, con los cabellos azulados y los ojos cobrizos. Pasaba las páginas lentamente, sonriendo para si misma completamente inmersa en la lectura. Sus piernas estaban posadas sobre la misma butaca, dobladas bajo su falda. Estaba descalza.

    Un viento entraba por al ventana al oeste. Una brisa de verano que ayudaba a soportar el calor de la temporada. Captó un olor, casi como un acompañamiento para la corriente. Lo reconocía. En cierto modo sabía de qué o quién era.

    Ladeó su rostro, sonriendo bajo aquellas pecas. Reconocía la silueta del ave que había entrado, un búho cornudo de plumaje dorado. Tendió una mano al animal, este saltó a ella.

    “¿Que tal Felpi?” preguntó al animal acariciándole la barbilla “¿Bien la ronda nocturna?”

    Una espécie de sonido salió de la boca del ser. Por como entrecerró los ojos, movió cabeza y boca pareció que sonreía. Alara le devolvió la sonrisa.

    “Me alegro, me alegro.” continuó “Creo que me arroparé pronto. Ya se está haciendo tarde.”

    La criatura tomó un par de caricias más y saltó al aire, voló hasta su perchero, donde solía descansar.

    “¿Vigilarás por mí?” preguntó “Quiero dejar la ventana abierta. Este calor es insoportable…”

    Otro sonido por parte del animal. A ella le sonó como una afirmación.

    “Gracias…” contestó “¿Quieres que te hable de lo que estoy leyendo? Te he dejado golosinas en el cubo.”

    El ave pareció entenderla de inmediato. Ladeó sus ojos morados a un pequeño cubo que colgaba de una de las protuberancias. Se inclinó para tomar uno y lo empezó a triturar con su pico.

    Alara sonrió “Bueno…” prosiguió ella levantándose de la butaca y dedicándole una última mirada al animal “…Se trata de un libro bastante reciente, al menos en su edición, digo. El Imperio no es tan viejo como para que sea un libro viejo…”

    Conforme narró las historias y pormenores de aquel pequeño libro, la elfa empezó a pensar en su hogar. Aquel lugar en el que ahora, en exilio, había dejado atrás. La tierra que la vio nacer y que, esperaba, viera morir. Recordaba aquellos edificios cálidos bajo la luz de un sol de eterna primavera. El como las bestias y criaturas mágicas del Bosque de la Canción Eterna convivieron con su gente antes de que la plaga les arrasara.

    Ella no estuvo para ver eso afortunadamente o no. Se encontraba en Quel’danil junto a su hermana en una visita familiar a sus tíos. Para cuando llegaron las noticias de lo sucedido, no fue capaz de volver.

    La sola idea de pensar en ello hizo que una lágrima se escurriera por su mejilla. Suspiró inspirando y expirando. A continuación se la retiró del rostro con la mano y trató de sonreír.

    “Supongo que eso será suficiente por hoy.” dijo “Ya va siendo hora de acostarme.”

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