Ron Gullet

[Gatoviejo 4]

Ron Gullet (Gatoviejo) Datos Generales Nombre Ron Gullet Apodo Gatoviejo Raza Humano Ocupación Mercenario Edad 55 años Género Masculino Residencia No informada Facciones Alianza   Características Cabello Canoso Ojos Verdes Marcas Ninguna a la vista Piel Blanca Contextura Musculoso Peso 90 Kg. Altura 1,80 Mts. Carácter Tranquilo y reservado

Descripción física

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Ya canoso y edad algo avanzada, Ron Gullet aún demuestra ser un hombre ágil y hábil en sus movimientos.

Descripción psicológica

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Habla muy poco y siempre tiene predisposición a ser amable, pero es solo como le gusta comportarse. Casi puede sentirse que es un hombre que guarda muchos secretos.

Ficha

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Historia

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A temprana edad, Ron Gullet, ya era un ágil ladrón, supuéstamente huérfano, que vivía sólo en el entretecho de una gran casa ruinosa, de la que cuyos nuevos dueños se desentendían. Entre sus pares, era conocido como “Gato” y su verdadero nombre era innecesario. Los que no tenían hogar, los que mendigaban y robaban para sobrevivir, no necesitaban un nombre realmente. Su apodo se debía a su agilidad, era capaz de subir hasta un alto tejado e ir de techo en techo con tal de no ser capturado. Así, Gato, pasaba sus días mezclándose en el gentío, por las calles de la ciudad capital de Lordaeron, donde nadie lo miraba, donde a nadie le importaba, para robarles y tener algo que comer. El fin de sus días en la calle, llegó cuando fue capturado, mientras caminaba tranquilamente, por un guardia, en una operación para atrapar ladronzuelos. Su cantidad iba en incremento, haciendo sus fechorías y molestando las tranquilas vidas de sus habitantes. Irónicamente no fue capturado por ser visto in fraganti, sino que por su aspecto de mendigo. Iba pasar sus días tras las rejas, ya muy crecido como para ser reformado en un orfanato, pero un soldado empezó a ver en él al hijo que habían perdido hace un par de inviernos atrás. Le ofreció una vida libre, donde podría aprender y llegar más lejos, y aceptó. Rápidamente aprendió a leer bajo la tutela de su feliz madre adoptiva y entre todos los conocimientos que iba adquiriendo, también su mente pudo percibir lo que era la felicidad, tener familia, sentirse amado y seguro. Con su padre empezó a entrenar para seguir sus pasos, convertirse en un buen espadachín y alistarse cuando pudiera ser aceptado como recluta. Fue en este momento de su vida, cuando obtuvo su nombre, Ron Gullet, como su padre adoptivo. Pudo haberse llamado de otra manera, pero su padre se llamaba Ron y no quiso heredar solo su apellido, sino también el nombre. Con el tiempo, ya convertido en hombre encontró el amor y se casó con una mujer que le hizo feliz por varios años, hasta que le dejó por otro. No tuvo hijos y no tenía más familia. Perdió un par de años emborrachándose y peleando con cualquiera con quien pudiera desquitarse de sus desgracias. Pensaba que cuando encontrara a su ex-mujer tomaría venganza, pero cuando lo hizo, ella era feliz, pudo ver que en realidad no hizo nada cuando la estaba perdiendo y ahora, su felicidad era una amarga lección que le había dejado la vida. Los años siguientes los vivió como mercenario, volvió a acoger de pseudónimo “Gato” y dedicó su vida de lleno a ello, en vez de seguir el ejemplo de su padre y unirse a las filas de Lordaeron. Con la segunda y tercera guerra lo perdió todo. No pudo ayudar a su padre, caído en combate contra la Horda y no pudo salvar a su madre de la Plaga, que destruyó hasta la mismísima ciudad capital de Lordaeron. También se había extinguido para siempre la felicidad de su otrora mujer, había fallecido como su madre, a manos de la Plaga. Se odiaba a sí mismo. Nadie conoce el odio realmente, hasta que se odia a sí mismo. Sentía vergüenza por no haber podido hacer nada, por quienes habían hecho tanto por él. Escapó a Ventormenta, donde siguió siendo mercenario, pero a pesar de la fama que fue forjando, con el pasar de los años se retiró. Quiso vivir en tranquilidad, frecuentando de vez en cuando algún bar, al que también concurriera algún viejo conocido. Así, Ron Gullet, dejaba pasar sus días envejeciendo, contando a menudo la trágica historia de la mujer que había amado, otras veces prefería hablar de sus días en las calles, como ladrón. Sin embargo, los años empezaron hacerle daño, no el que se le hace a la carne y a las cosas, sino el que el tiempo le hace al corazón intranquilo. Ya hacía una década que no empuñaba una espada y aun así, quiso vivir sus últimos años, como lo había hecho casi toda su vida. Había envejecido y había estado fuera de acción muchos años. Quienes aún le recordaban como “Gato”, el mercenario, se burlaron de su decisión y empezaron a llamarle “Gatoviejo”. Así es conocido actualmente, aunque ya no cuenta con el reconocimiento de antaño.

 

Editado February 14, 2018 por Gatoviejo
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