Saltar al contenido
Conéctate para seguir esto  
SmallTinker

Aldrus Stevorn Platerune

Recommended Posts

nfjpyo.jpg

  • Nombre: Aldrus Stevorn Platerune
  • Raza: Enano
  • Sexo: Hombre
  • Edad: 102
  • Altura: 1'20
  • Peso: 72
  • Lugar de Nacimiento: Dun Morogh
  • Ocupación: Aventurero, Escriba, Aprendiz de mago
  • Historia completa

 

Descripción física:

Aldrus es un enano de complexión delgada. Puede aparentar ser frágil e inofensivo pero tiene un aspecto físico bien cuidado a pesar de su baja musculatura. Su piel está reseca y tiene unas cuantas arrugas en su rostro producto de la edad y la falta de cuidado de la misma. Su rostro también es algo delgado, sin embargo tiene la característica nariz de considerable tamaño de los enanos, con una pequeña verruga en ella.  Sus ojos son levemente grandes, y da la impresión de que estan lun tanto entrecerrados, lo cual se debe al peso de los parpados. El iris es de un intenso color azul pasando por una tonalidad púrpura. Tanto su mentón como por debajo de sus mejillas están pobladas de una inmensa barba que llega hasta un poco más abajo de la cintura, bien cuidada y de un atractivo color blanco como la nieve, sin ningún tipo de adorno. En la base de su cabeza presenta una leve calvicie, sin embargo en la parte delantera tiene bastante pelo que le llega hasta los hombros, tan bien cuidado como su barba, y tiene un poco de pelo recogido dejando ver una diminuta cola de caballo.

Sus vestimentas suelen variar de un conjunto de tela a una cómoda túnica. Generalmente suele ir con un chaleco de tela marrón elegante y una camisa negra debajo. Unos guantes de cuero ajustados y unos pantalones con delicadas decoraciones, seguido de unas botas de cuero excelentes para caminar. En sus hombros porta dos pequeñas hombreras que actuan como un sujetador de su gran capa marrón, la cual tiene adherida una capucha grande, a tal punto que podría llegar a ensombrecer totalmente el rostro del enano. Porta una vaina pequeña, y en ella una espada corta de hierro con grabados de bronce, y en su espalda, encima de su capa, tiene colgado mediante un arnés, su bastón corto que suele usar para apoyo cuando se encuentra cansado o necesita moverse por zonas montañosas.

 

 

Descripción psíquica:

Este enano presenta el buen sentido del honor y pasión de su raza. Tiene una densa paciencia (Aunque claro, puede culminar en todo momento dependiendo de la situación) y es comprensivo hasta donde su moral llegue. Su curiosidad y sus estudios le han llevado a tener una mente abierta con lo legalmente establecido. Es lo suficientemente abierto socialmente como para tener una alta estima hacia quienes se interesan en entablar una relación con él. Es amigable y leal compañero.

Tiene una capacidad mental formidable. Una rapidez mental a base de experiencia y práctica, que siempre la ha usado para el bien bajo propio criterio. Quizá no parezca que tenga maldad alguna, pero como todo ser viviente, puede llegar a enfadarse y tomar serio rencor cuando él decida que tal individuo lo merezca. Si bien sigue la ideología de "vive y deja vivir", no tolera que intenten tomarle el pelo. A pesar de que sabe que en su estado físico que le impide hacer gran cosa contra entrenados guerreros, es lo suficientemente valiente, u estúpido, como para dar la cara y decir que le molesta.

A pesar de todo esto, procura relucir ante toda situación respeto y diplomacia. Impedir la necesidad de violencia y florecer el bienestar mutuo (Siempre y cuando sea posible, tanto por parte de los demás, como de él)

Tiene una caracteristica sed de conocimiento que busca saciar constantemente. Le gusta saberlo todo sobre todo, le otorga inmenso placer y alta autoestima estar bien informado. Claro está que tiene un serio cuidado donde se mete; por ejemplo, no va a indagar en la magia vil porque si. Tendría que haber una razón muy importante como para que tome esa desición. Es un enano que le preocupa mucho su estabilidad mental y su cordura bien cuidada, pues teme que algún día sepa lo que no debe, y eso le juegue muy en contra. Sabe que el saber es un arma de doble filo en un mundo tan basto como Azeroth

 

Historia

 

Un enano que aparenta ser de avanzada edad, se encuentra en una pequeña cabaña en los hermosos bosques de Loch Modan. Un gran rincón que parece ser su espacio de trabajo, y también vivienda, donde hay una estantería lo suficientemente grande para guardar bastantes libros de gran tamaño, y una mesa repleta de papiros, pergaminos, tinteros, plumas, y carbón. Se dirige con lo que parece ser un nuevo libro a su mesa, al dejarlo caer se esparce un poco de polvo, lo abre con emoción, sonriendo levemente de ansiedad. Al notar la pequeña letra su sonrisa se borra y rueda los ojos.

Aldrus: Aah... ¿Por qué algunos tienen la costumbre de escribir con letra tan pequeña? Terminarán causándome cataratas en los ojos. ¡Y que destino tan terrible para alguien como yo cuando eso pase!

Replicó el enano en voz alta con total seguridad debido a que no había nadie en la casa escuchándolo, o al menos eso creía él. Un pequeño enano, casi un niño al que ya estaba creciendo su primera barba, estaba asomado en el borde de las escaleras donde podía ver la plenitud del espacio de su tío segundo, Aldrus Platerune, que estaba con un monóculo en la mano utilizandolo como si una lupa fuese, para ver mejor aquellas pequeñas runas enanas perfectamente legibles, aunque pequeñas. El niño avanzó con seguridad hacia el enano y este le dio una palmada en el codo a su tío, lo que provoco que este se sorprendiera de tal modo que tirase accidentalmente el libro por ahí de un sobresalto y soltando un leve grito de terror. Al darse vuelta con una expresión de pánico, frunció el ceño y suspiró. Pero de un momento a otro, al ver la pequeña preocupación del infante al creer que cometió un error al hacer tal cosa, sonrío levemente y le palmeó con cariño la cabeza, dirigiendose a levantar nuevamente el libro.

Aldrus: Kalran ¿Qué te he dicho de irrumpir así en mi habitación? Sabes que cuando estoy muy concentrado soy presa fácil para los sustos.

Dice el enano de barba nevada mientras deja el libro nuevamente en la mesa y deja caer todo el peso de su cuerpo en una silla, soltando un sonoro suspiro de tranquilidad y tomando una pipa en la que no le pone tabaco, si no hierbas naturales. No, no era una especie de droga ni nada por el estilo. Para Aldrus era como tocar suavemente varios condimentos con los labios, una sensación hermosa que no provocaba ningún tipo de efecto secundario.

Kalran: Perdona, tío. Es la costumbre. ¿Sabes? Mi padre irá a cazar jabalí en una hora. Me pidió que te preguntase si querías venir. ¡Sería genial que nos acompañases mientras escuchamos tus historias!

Aldrus: Je, lo lamento chico pero hoy no podré. Un buen amigo me trajo un excelente libro de la biblioteca de Forjaz que había pedido hace ya mucho tiempo y estoy muy interesado en leerlo. ¡Además!, tu padre tiene suficiente ya de mis historias, creo que comienzo a cansarlo de ellas, ja ja. Y le entiendo de hecho, no siempre un viejo enano que pasó su vida leyendo tiene historias interesantes, no todas logran cautivar a todo el público.

Kalran: Es una lástima. Me hubiese gustado que vinieras... Pero será dentro de una hora así que, ¿Por qué no me cuentas una de tus historias antes de que salga yo a cazar con él?

Aldrus: ¿No me estuviste escuchando verdad? Quiero leer este libr-... -El enano pausa un segundo y suspira, en cierto modo negarse le hizo sentir demasiado mal por alguna razón. Quizá porque le incomoda mucho que hable y no le escuchen, y que el niño al mostrarse interesado, se negó. Por lo que arregló enseguida eso- ¿A quién engaño? Me agrada más contarle mis cosas a mi pequeño amigo que un tonto libro. Ven, sientate -Dijo el enano con una sonrisa cálida, en lo que el infante, tras largar una ligera risa, se sentó a su lado para escuchar lo que su tío segundo tenía que decir-

 

Aldrus: Hoy vamos a hacer las cosas un poco diferentes. Tu nunca has sabido como llegué aquí, pues cuando naciste yo estaba en ese momento en ese mismo lugar, mirándote con una sonrisa, pues sabía la grandeza que te esperaba, y aún sigo con esa sensación. Te contaré también mis épocas de niño, lo que tuve que pasar y como llegué aquí. Así que presta atención porque quizá una hora sea el tiempo justo para terminar de inicio a fin.

Yo nací en los helados páramos de Dun Morogh, un lugar hermoso lleno de blancas capas de nieve que le otorgaba una belleza única a las montañas y bosques. En ese tiempo mis padres, Rénetar Platerune y Helgania Crestablanca, me habían acogido con un cariño inmenso. Parecían muy orgullosos de mi, incluso cuando apenas había nacido. Y así lo estuvieron un largo tiempo. A medida que crecía, fuí a grandes institutos y pasaba mucho tiempo en la Sala de Expedicionarios, que en esos tiempos era más que nada biblioteca. Leer, leer, leer, no paraba de leer. Me encantaba, y aún hoy en día sigue siendo el mayor placer que alguna vez experimenté. Sentía como todo ese conocimiento me fortalecía, de niño ya sabía muchas cosas y aún ansiaba más. Inclusó había empezado a escribir mis propios libros... Que he escondido porque... bueno, son vergonzosos ahora mismo. Ejem...

¡El asunto es...!, que a medida que el tiempo pasaba, mis padres comenzaban a actuar un poco... fuera de sí. ¿Por qué? Simple. Unas malditas piezas de mineral con un simbólico valor económico los volvieron locos. Sí, niño, el dinero, el capital, la economía, ¡La fortuna!. Mis padres por alguna razón comenzaron a obsesionarse con entrar en la nobleza. El hecho de que no hayan nacido de padres nobles, si no de humildes herreros, escribas, e incluso un linaje de sacerdotes, los enfurecía. Les fluía por las venas el no disponer de una alta clase. Yo no lo entendía, y cuestionaba incluso su codicia. Ellos a veces me daban la razón, otras me insultaban, y una vez hasta me golpearon con un plato del comedor. Mis padres entre ellos peleaban tanto verbal como físicamente. Yo no entendía nada, muchacho.

Comencé a sospechar de que había un tercero que los causaba ¿Por qué? No lo sé, ni siquiera fue instintivo. Solo que un cambio tan brusco me resultaba la única opción posible. Pero con el tiempo me di cuenta que antes de todo eso mostraban síntomas de deseo económico. ¡Ni siquiera estabamos mal económicamente! Los fines de semana cenabamos como reyes, pero ellos querían más. No estoy seguro si deseaban un cargo político por alguna razón, pero sé que buscaban el beneficio propio, claro, sin perjudicar a nadie. O al menos eso dijeron ellos... pero me perjudicaron a mi. El tercero del cual sospechaba nunca apareció, quizá no existía siquiera. Siempre salía de casa para no verlos pelear e iba a leer y escribir a la biblioteca, cosa que me alejaba de todos mis problemas. Pero la realidad es que solo huía de ellos.

En esos tiempos eran periodos de guerra también. La horda atacaba nuestra ciudad pero logramos repelerla después de mucho tiempo, pero como es obvio, yo solo participé como un refugiado más de la ciudad. No peleé con nada ni nadie, simplemente estaba encerrado sin saber que hacer, y esperar la salvación, que por suerte llegó.

Con el tiempo me amisté con varias personas, entre ellas estaban mis primos, con los que no tenía mucha relación. Pero yo era socialmente abierto en esos tiempos, y ahora también. Me amisté demasiado con ellos a tal punto que salíamos a cazar juntos. Aunque no era muy justa la cosa. Ellos tenían ballestas y rifles y yo solo disponía de una espada corta que sus herreros fabricaron para mí. Tu padre, él me la entregó y me dijo que la necesitaría más que cualquier arma de fuego, debido a que mi condición física de debilucho erudito me haría pagar caro algún día, seguido de una fuerte risa. Je, parecía un chiste cruel, pero hoy en día se lo agradezco, aprendí a defenderme entonces gracias a él.

Te preguntarás por qué. Una vez perdí el rastro de ellos cuando cazaban. No volvían al punto de encuentro que establecieron y fuí en su busqueda, en la densa niebla nevada, me crucé con un oso de las montañas. Claro, mi primera reacción fue paralizarme e intentar huir pero... me atrapó, con su mandibula me tomó de mi capa y me revolcó por el suelo. Por suerte solo tomó mis ropas, y no mi carne. No podía pensar con claridad en ese momento pero sentía la vaina de la espada rozarme mientras me arrastraba ese maldito oso, así que instintivamente lo ataque con la espada y comencé a luchar contra él. Sus movimientos eran muy brutos y poderosos, afortunadamente lo suficientes como para esquivarlos y aprovechar para clavarle la espada en su dura carne, pero eso lo enfurecía más. Al cabo de unos minutos de combate, yo llevaba mucho la ventaja, el oso estaba cubierto de heridas pero, como todo en las montañas de Khaz Modan, se mostraba muy tenaz y terco. Cargó contra mi y me mordió el brazo, seguido de un zarpaso en el pecho y se abalanzó sobre mi a tal punto de aplastarme con su enorme cuerpo, no podía moverme a pesar de que ya no lo tenía encima, y cuando estaba por servirse un bocado de mi rostro, mis primos y tu padre, vinieron en mi ayuda, cargaron contra el oso y lo apartaron de mi con una embestida y entre todos lo mataron. Ese día me costó bastante recuperarme, pero lo logré al final.

A mis padres no les pareció importar en lo absoluto mis heridas, aunque remarcaban a cada rato "pobrecito, pobrecito", estaba ya cansado de ellos. Su repentina transformación me había puesto en una situación de estupefacción y a su vez deseo de dejarlo todo. Ese día en la biblioteca, conocí a un gnomo, Alfreth Puntarcana. Como su apellido lo indica, su linaje procede de talentosos magos. Estrechamos una fuerte amistad gracias al conocimiento mutuo y amor por la sabiduría. El gnomo con el tiempo me habló de la magia arcana, a tal punto que me atrapó y me dio curiosidad. Hablaba de otras magias como la de fuego, hielo, incluso viles. Pero catpó mi atención aquella energía. Hace ya mucho estaba interesado en la magia en general debido a los acontecimientos de la guerra de los tres martillos, el uso de ella en los Hierro Negro. Quería entenderlo, quería entender si la magia en realidad los volvía tan descarados y desctructivos. Finalmente tenía la oportunidad ante mí, no solo por los Hierro Negro si no también porque aquellas artes parecían suplicar por una sincronizada y hermosa danza en mi debido a la innata personalidad que reflejaba, que parecía conectar a la perfección con ellas.

Accedí, le pedí de favor a Alfreth que me instruya. No te imaginas como se emocionó. Siempre quizo tener un alumno. Como en ese momento los gnomos vagaban libremente por Forjaz tras haber perdido su hogar, me llevó a su establecimiento en Forjaz con sus hermanos y entre ellos me ayudaron un poco, ví también unos pocos enanos interesados, pero no le tomé mucha importancia en ese momento. Aunque... no mucho aprendí, no perfeccioné mis técnicas. Si preguntas el porque de eso, fue debido a que el gnomo me vio demasiado decaido durante una semana entera debido a la situación con mis padres. En esos tiempos yo ya podía tomar mis desiciones, pero necesitaba a alguien que me abriera los ojos, él era ese alguien. Me recomendó a tal punto que casi parecía una orden, que me largue de la casa, que vaya a hacer mi propia vida lejos de la toxicidad de mi familia. A simple oido parece muy corto, pero dio un discurso más extenso, me convenció totalmente.

Tomé mis cosas y me fuí de casa, cuando quería avisar a mis padres de mi desición ellos no estaban, tal vez era lo mejor no decirles. Trabajé como escriba en la biblioteca de Forjaz mientras pasaba días en la posada, hasta que tu padre me ofreció un hogar en Loch Modan, pues él solía venir de visita a Forjaz de ves en cuando por mi y unos cuantos amigos más. Aún le agradezco eso, tu padre, Kalrrian, me ayudó mucho y le tengo muy alta estima. Y así llegué aquí. Algunos de tus familiares me miraban raro al principio, y con el tiempo me tomaron algo de asco al ver a que me dedicaba, pues ellos eran un tanto diferentes. Pero... con el tiempo les caí bien a todos y admitieron que me juzgaron mal. Y bueno, salía a cazar con tu padre como aún lo hago hoy en día y sigo siendo la "estrella que caza con una espada corta". -Dice mientras palmea su cinturón el cual cuelga su vaina, con su espada dentro-. Hasta el día de hoy, sigo interesado en muchas cosas pero debo seguir con esto de la Magia Arcana, aún hasta el día de hoy la sigo practicando pero sin un instructor me resulta un poco dificil, sé lo básico apenas.

El niño queda maravillado una vez más, su única reacción fue un largo "Wow" y tras pedir detalles de varias cosas las cuales su tío responde, suena la puerta de la casa. Era Kalrrian, llamando a su hijo para la caza. Este parte dejando a su tío, no antes sin que el mismo le diga una cosa.

Aldrus: Iré a Forjaz en unos días muchacho, lo hablaré con tu padre también. Quiero volver a ver a mi gnomico amigo y vigilar de lejos a mis padres, y visitar a unos cuantos conocidos.

Tras unas horas, el enano suspira y toma sus cosas, preparando un equipaje, en ella guardando el libro que apenas había traido. Un libro de magia arcana

  • Like 2

Compartir este post


Enlace al mensaje

Join the conversation

You can post now and register later. If you have an account, sign in now to post with your account.

Guest
Responder en este tema...

×   Pasted as rich text.   Paste as plain text instead

  Only 75 emoji are allowed.

×   Your link has been automatically embedded.   Display as a link instead

×   Your previous content has been restored.   Clear editor

×   You cannot paste images directly. Upload or insert images from URL.

Conéctate para seguir esto  

×
×
  • Crear Nuevo...