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Rokhen

Mairka Granitefist (Desaparecido)

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Nombre: Mairka Granitefist

Raza: Enano

Sexo: Mujer

Edad: 42

Altura: 1,25m

Peso: 70

Lugar de Nacimiento: Forjaz, Dun Morogh

Ocupación: Mercenaria

  • Historia completa

 

Descripción física:

Es una enana de gran altura, manteniéndose dentro de los estándares de su raza. De rostro joven y pelo largo castaño, suele peinar este en una trenza le sea cómoda a la hora de entrenar, sin renunciar a su largura. Sus ojos expresan un animo por la vida cuasi contagioso, así como el iris de esto es de un color azul, lo que resalta también sobre su tez ligeramente tostada por el sol de Reinos del Este.

De cuerpo curvilíneo para ser enana, esta mujer denota no descuida para nada su estado físico, teniendo la musculatura bastante mas tonificada a la media de mujeres de su raza, esto deja ver porque razón maneja con cierta maña el hacha que es su arma.

 

Descripción psíquica:

De firmes creencias, es una enana amigable y leal a sus camaradas ademas de animada y bromista, despreciando a los criminales que cometen semejantes actos por mera diversión, así como personas excesivamente sádicas. Mantiene un código de honor personal, al cual se ciñe en honor a su padre y antiguos compañeros de viaje, en el cual prima sobretodo el respeto por el adversario y no atacar a personas desarmadas o rendidas.

Adora beber, como todo buen enano, pero suele controlarse para no acabar inconsciente o con la guardia baja. Al menos fuera de su propia casa, claro esta.

 

Historia

Los martillos golpeaban los yunques de la gran forja en Forjaz, amoldando el metal de rifles, armaduras y hachas. Las calles del sitio estaban abarrotadas de enanos comerciando, charlando o patrullando, mas en una casa de la plaza. una enana hacia que el varonil de su marido acabara en el suelo temblando tras apretarle una mano durante el parto de la hija de ambos.

La pequeña enana llego a Azeroth con un fuerte berrido, sin necesidad alguna de palmada en su trasero para hacerla respirar, dejando ver así que tenia unos pulmones sanos y con fondo. La mujer sonrió de lado, tomando en brazos a la pequeña que le tendía la matrona gnoma, rascándose las coletas la pequeña muchacha que no tardo en unirse al marido de la mujer a la que había ayudado, inconsciente por los nervios al haberle atrapado esa situación de improvisto.

Esbozo una sonrisa observando con detalle a esa pequeña y mientras su marido como la matrona se hallaban inconscientes, ella misma decidió el nombre de la pequeña... Mairka... Mairka Granitefist era el nombre completo de aquella nueva miembro del clan Barbabronce y fue celebrado por su familia con una buena fiesta al mas puro estilo enano.

Durante los años siguientes, la joven Granitefist fue aprendiendo a escribir y leer, así como creció con las historias de su abuelo sobre la guerra de los tres martillos y los lideres de los clanes en aquel entonces, de como lucho siendo un fiel soldado de los Barbabronce antes de divagar en contra de los Hierro Negro, el pasatiempos favorito de aquel desconfiado anciano. Así pues, su padre le fue enseñando el mantenimiento de rifles, así como el uso de estos, practicando puntería tras sus patrullas, mas esto no apasionaba realmente a la muchacha de cabellos marrones.

Mairka había comenzado a mostrar bastante interés por las armaduras mas pesadas que las de los propios montaraces, así como las armas tan grandes como un enano y medio, llamando su atención en este ámbito las grandes hachas y mazos sobretodo. Fue tras mucho hablar con sus padres el que por fin accedieran a ver de algún tutor para que le enseñara sobre estas armas ademas de las pesadas armadura y le ayudara a entrenar de forma adecuada, pero sin descuidar el entrenamiento con el rifle, cosa que la muchacha acepto de buen grado.

Conforme el tiempo pasaba, Mairka parecía una esponja al aprender sobre el manejo y mantenimiento de esa clase de armas. Todo parecía ir viento en popa hasta que su padre falleció un día en una incursión contra los trols peloescarcha, colmando la casa de un silencio sepulcral durante bastante tiempo... Durante este, nadie que en ella vivía reía o hablaba demasiado alto, el dinero comenzó a agotarse lentamente a la vez que la madre de la muchacha parecía ir cayendo cada vez mas enferma debido a la perdida de su marido.

La joven enana torcía el gesto cada día, se esmeraba en buscar una solución para ese problema... ¿Camarera? El dinero seria variable según los clientes y época, así como tampoco era algo le interesara realmente. ¿Tratar de alistarse al ejercito? Si bien era cierto le interesaban las armaduras y las armas, ella misma no se veía capaz de una disciplina como la mostrada por tan aguerridos hombres. Escribió y desecho idea tras idea, tratando de encontrar alguna solución, dándose cuenta aun era bastante joven, cosa que le daba también problemas en algunos trabajos. Lentamente se iba ofuscando, centrándose unicamente en su entrenamiento para aclarar su mente de tantos problemas no dejaban de surgir en esta.

¿Que podría hacer? Realmente era algo que le preocupaba en gran medida, una pregunta para la cual no parecía tener una respuesta. Paseando un día por Forjaz, yendo hacia uno de los muchos herreros de la ciudad, se fijo en un variopinto grupo formado por un par de humanas, un enano, un gnomo y un lobo. Curiosa, se acerco a preguntar si estaban de paso o eran conocidos, impulsada principalmente por su curiosidad. El anciano enano no pudo evitar reír ante esa pregunta, explicando que eran una pequeña compañía de mercenarios la cual se dedicaba a viajar para solucionar problemas por los que les pagasen. Ahí estaba su solución, no solo para alejarse de tan lúgubre ambiente de su hogar, si no también para aprender mas, para ver mas mundo.

Mairka esbozo una amplia sonrisa y tras una negociación comenzó a viajar con ellos tras haber mentido con su edad gracias a su altura. La pequeña mujer poco a poco fue aprendiendo un poco mas de cada uno de tan curioso grupo, e incluso el enano le enseño como manejar un cañón y una catapulta cuando surgió la oportunidad, bromeando con usarla como proyectil por todo el metal que esta cargaba.

Fueron buenos tiempos, así como la parte del oro que ganaba la enviaba a casa para ayudar a su familia pues no se había olvidado de ninguno pese a que se dedicara a trabajos de casi todo tipo de índole, manteniendo un férreo código moral el grupo para no aceptar trabajo ilegales si estos no estaban correctamente justificados. Fue este tipo de actitud lo que marco a Mairka en gran medida, pues casi siempre había escuchado que esa clase de trabajo era ejercido por gente con ninguna clase de moral o piedad.

Tras un trabajo en Thesalmar con un problema de kobolds, el grupo decidió separarse por propios intereses... El anciano enano ya se hallaba cansado tras tanto tiempo viajando y quería sentar cabeza en Forjaz. Ambas humanas deseaban volver a Ventormenta y abrir una tienda especializada en armaduras de cuero, mientras que el gnomo tardo algo mas de tiempo en decidirse, mas finalmente prefiriendo volver a Ciudad Manitas para presumir de aventuras ademas de abrir un taller mecánico cuyo objetivo fuera innovar en los materiales de exploración.

Mairka por su parte, al ver que quedo sola, pensó en volver a casa, pero siendo ya mayor de edad, esbozo una sonrisa. De su mente desechó rápidamente la idea de volver tan pronto a tan lúgubre lugar, es por ello que decidió continuar sus viajes como una mercenaria solitaria, a la espera de un grupo que valiese la pena unirse y mandando aun así parte de sus ganancias a su familia.

Se acomodo el viejo rifle de su padre, así como el hacha que le regalo cuando comenzó a entrenar y partió rumbo a Ventormenta, hogar de los humanos y donde mas oportunidades ella creía que tendría para labrarse una reputación.

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