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Brahen

Corben "el Guapo"

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-¿Qué hacemos con este? -preguntó uno de los enmascarados, sosteniendo una porra con pinchos cerca del rostro del hombre arrodillado- Podría ser un perro de Ventormenta...

El resto de hombres que acompañaban al bandido, rieron bajo sus pañoletas rojas que cubrían sus rostros, permitiendo que tan solo se pudiera vislumbrar su mirada y cabellos. Esos hombres habían entrado en la posada, tras la pista de unos hombres que yacían en el suelo, reducidos a una pulpa sanguinolenta en charcos de sangre que habían comenzado a mezclarse, mientras el llanto de una de las camareras iba menguando tras una de las mesas.

-Nos informaron que eran tres... Uno... -dijo uno de ellos, señalando con una espada curva, similar a un alfanje, comenzando a contar- Dos y tres. Uhm... Creo que conozco a este... -giró el rostro para dirigirse hacia uno de los hombres- ¿No estaba en Arroyo de Luna cuando ejecutaron a Marco? 

Varios de los presentes emitieron un gruñido de rabia contenida, asintiendo alguno de ellos.

-Si, creo que estaba entre las primeras filas... No lo habíamos visto antes.

-¿Y no se os ocurrió, PALETOS, mencionar ese pequeño detallito sin importancia? -respondió, enfatizando sus palabras, que resonaron por toda la sala- Rezad a la Luz para que no se entere el "Inquisidor".

-¡No tenemos la culpa de que estas ratas se infiltren en nuestros poblados!

El hombre dio un golpe sobre una mesa con su porra, para dar mayor efecto dramático a sus palabras, provocando que cuanto estaba sobre ella, cayera al suelo.

Salid todos, ahora! -ordenó el que parecía ser el cabecilla, avanzando hacia el hombre con la porra que había osado desafiarle- Menos tú... -dijo con suavidad, colocándose frente a él, posando su alfanje sobre el hombro del matón e invadiendo su espacio personal, mientras el resto de lacayos abandonaba la estancia: cuando estuvieron solos, salvo por el hombre arrodillado y la camarera, susurró- ¿Tienes algún problema conmigo, mierdecilla?

-No es tarea nuestra la vigilancia de los asentamientos... a esos tres los invitó esa pelirroja que tanto cariño profesas... -respondió sosteniéndole la mirada, pudiéndose notar como ambos hombres se tensaban, preparados para matarse de un segundo a otro- Pero supongo que esa es una conversación que tendrá que esperar a ser oída por el "Inquisidor"... ¿Verdad? -añadió en tono burlón- Necesitamos ser ocho para nuestra tarea...

Unos largos segundos de silencio se hicieron nuevamente en la estancia mientras trataban de asesinarse con la mirada entre ambos.

Un cuchillo apareció en el pecho del hombre de la porra, emitiendo un grito de dolor y provocando que soltase el arma: el hombre arrodillado había aprovechado el momento para tomar el utensilio que había caído de la mesa y se había incorporado apuñalando al hombre por la espalda. Rápidamente, el hombre cayó al suelo y su asesino sostenía la pañoleta carmesí del hombre muerto en una mano, frente al jefe de ese grupo de bandidos, que le apuntaba al pecho con su alfanje.

Lentamente, alzó ambas manos, sin dejar de sostener la pañoleta y habló:

-Creo que necesitáis a uno más para lo que sea que tengáis entre manos. -hizo un gesto con la cabeza hacia la pañoleta, para luego añadir- ¿Larga vida a la Gente Libre de Páramos de Poniente?

Tras unos instantes de silencio, el hombre que le apuntaba con el alfanje terminó por emitir una carcajada.

-Me gustas, guaperas... Te tendré vigilado... ¡Andando!

 

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Editado por Brahen

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