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Mjollnir

Drelerd Blunder'bath

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Nombre
Drelerd Blunder'bath

Raza
Quel'dorei

Sexo
Hombre

Edad
200 años

Altura
1,91 m.

Peso
74 kg.

Lugar de Nacimiento
Quel'danil

Ocupación
-

Descripción Física

Alto para los suyos, aun que no tan fornido. A pesar de ello, posee una fuerza física sobresaliente. De tez pálida y cabellos blancos.

Descripción Psíquica

Es un elfo sencillo y respetuoso, quizá sean rasgos no tan emparentados con los demás Quel'doreis. De fieles convicciones y relativamente sociable, es un ser con ganas de aventuras.

Historia

Bien hecho Drelerd.- Dijo el viejo Quel’Dorei mientras observaba al joven entrenar con esa espada tan precaria.

El día estaba templado, como siempre en la aldea y llevaban entrenando bastante tiempo. ya. El anciano con la mirada fija en cada movimiento de su pupilo emanaba una sensación de paz y tranquilidad, pero bajo su mirada serena pocos sabían que su fuerza solo era superada por su sabiduría.

Tengo hambre y estoy cansado, ¿podemos para un rato? - Pregunto Drelerd exhausto aún con ese palo en la mano y lleno de tierra. Su maestro lo miro serio y dijo.- Podemos parar un rato, de hecho, vamos a casa yo también tengo algo de hambre.

Así abuelo y nieto, maestro y alumno recogieron sus cosas y retornaron al hogar a comer y descansar un poco, la sola idea de un poco de agua y algo de pan hacían que el viaje a casa fuera solo un tramite para obtener esa deseada recompensa.

Fueron sin prisa pero sin pausa y la madre de Drelerd, Tha’lie, tenia en su casa preparada una ración de pan de trigo y algo de agua del arrollo. Casi sin hablar comieron y lo hicieron como si no hubiera un mañana, como si no hubieran comido desde hace años...

Atragantado aun con la comida Drelerd le dijo a su madre.- Ya se usar la espada.- Blandiendo en su mano el intento de una. Tha’lie los miro a ambos y fingiendo entusiasmo dijo.- Que interesante Drel.- Así lo llamaba ella.- Espero que también te enseñe a buscar alimento para la casa y a comportarte en el poblado.

Escuchó las palabras de su madre, pero mas concentrado en la comida que en estas.

Termino la comida satisfecho así como su abuelo a quien la edad había vuelto algo mas lento y menos entusiasta.- Me voy a dormir.- Dijo Drelerd.- Estoy muy cansado y mañana será un día mas para entrenar duro.- Mientras decía esto miraba a su abuelo con “picardía”, este no le devolvió la mirada, quizás por estar cansado, quizás no lo vio.

Se levanto y entre tropezones se fue a la cama, bueno, se recostó en unas mantas en el suelo que trataban de emular una.

Tha’lie miró al anciano y mientras recogía el desierto de jarros y platos que ambos comensales habían dejado, dijo.- Alth’ariel, sabes que no me gusta que estés todo el tiempo metiéndole esas cosas en la cabeza a Drelerd, ya sabes lo mucho que sufrimos cuando perdimos a su padre en esa avanzada hacia el sur y no me gustaría que volviera a suceder.- Déjalo Tha’lie, el es muy distinto a su padre, el tiene un espíritu libre, agradece que solo tenia 2 años cuando mi hijo murió y no recuerda nada de eso, además pronto tendrá que salir de esta aldea y comenzar su vida, no quiero que pase su vida aquí como lo hizo mi hijo.

Tha’lie, escuchaba las palabras del abuelo y asentía con la cabeza.- Solo no le hagas creer que será un héroe, y ni se te ocurra mencionar que tiene un “don” o algo así, tu mejor que nadie sabes como es él y cuanto cree en tus palabra.

Terminaron la discusión y Tha’lie se dispuso a ir a dormir en unos rejuntes de telas en el piso, Alth’ariel decidió que aun era temprano aun para un viejo lobo como el y salio a contemplar el cielo, ese manto majestuoso que envolvía todas las tierras por igual y el único testigo silente de todos los sucesos que acontecían en este plano. Y bajo ese mismo cielo que todo lo ve, aquel viejo que se había mostrado tantas veces fuerte y seguro ante la muerte de su hijo, lloró en silencio.

El tiempo paso y paso rápido, Drelerd aprendía cosas nuevas, muchas que su abuelo aún podía mostrarle y otras de las que solo hablaba ya que el paso de los años había hecho mella en el anciano. El entrenamiento seguía, pero Drelerd notaba que cada día aprendía menos y menos de su abuelo, cosas se repetían y algunos días el viejo ni siquiera estaba de humor como para llevarlo a entrenar (muchas veces fue solo inclusive).

Como cualquier otro día Drelerd se levanto y corrió a comer algo, que siempre Tha’lie tenia a modo de desayuno, para luego partir con su abuelo a entrenar. Miro para todos lados, pero no vio a su abuelo y pregunto –Mamá, ¿donde esta el abuelo?-. Tha’lie miró a su hijo con ojos cálidos y dijo -Drel, come tu avena, el abuelo salió mas temprano.

Ya más maduro, Drelerd, no noto la extraña mirada de su madre y si bien le pareció raro que el viejo se adelantara al entrenamiento devoro la comida. Termino de comer y levantándose de un salto dijo. -¡Listo! ¡Me voy! - Corrió a buscar su espada de madera que siempre estaba apoyada contra la entrada de la casa pero cuando la tomo casi sin mirar, confiado y acostumbrado al escaso peso de la misma noto que estaba más pesada que de costumbre y no pudo evitar que se resbalara de sus dedos y fuera a dar al piso. -Que diablos-. Pensó y fue grande la sorpresa al escuchar el sonido metálico que hacía la misma contra el suelo. Giró para ver y fue más grande la sorpresa al ver que ahí en el piso yacía una espada de verdad.

Miró a su madre sin entender y ella le respondió una mirada tierna y orgullosa diciendo.- Tómala, es tuya y vamos que el abuelo nos espera.- Drelerd aun sin comprender del todo y con una sensación de duda y ansias tomo la espada y siguió a su madre en silencio sin quitarle la vista a este nuevo objeto que había adquirido. -¿Dijo mamá que tome mi espada? ¡MI ESPADA, ES MÍA!-. Pensó mientras caminaba sin mirar a donde.

La marcha de Drelerd y Tha’lie se detuvo y ahí fue cuando el levanto la vista y noto que su abuelo estaba en una roca sentado mirando hacia las afueras del pueblo. Drelerd corrió hacia el y dijo.- Mira lo que tengo... - El abuelo lo interrumpió y dijo -Lo se, yo la deje allí anoche.-

Los tres guardaron un instante de silencio antes de que este fuera penetrado por la voz de Alth’ariel que con una voz severa dijo.- Ya no hay mucho mas que puedas aprender de mi o de este pueblo y creo que lo habrás notado.- Drelerd apenas asintió en silencio escuchando las palabras del anciano. -Bueno.- Continuo Alth'ariel.- Ya tienes la edad suficiente y bastante experiencia para ser un Quel'Dorei tan joven pero siempre has estado guardado en la comodidad de tu pueblo y en el cariño incondicional de tu madre; si deseas terminar tu entrenamiento, esta no es la forma ni este el lugar.- Drelerd escuchaba las palabras de su abuelo que parecía ahora hablarle de algo importante. Alth’ariel retomo la palabra.- Viajaras a la ciudad, allí muchas nuevas artes se aprenden; habrán mejores maestros que yo sin duda y también mejores alumnos que tú. Es hora de que dejes este pueblo y su naturaleza.

Drelerd miró a su madre buscando en ella algún tipo de aprobación o rechazo por las palabras del abuelo y solo encontró a una elfa que sostenía desde hacia rato una bolsa de cuero de en sus manos y lo miraba con un rostro serio. Volvió inmediatamente la vista sobre su abuelo el cual dijo.- Tu madre tendrá que ver a su hijo partir y esta orgullosa de que su hijo lo haga, acércate a ella y toma esa bolsa, ahí encontraras muchas de las cosas que te resultaran útiles para sobrevivir.- Lentamente obedeció como si sus músculos no respondieran del todo, tanta información y la sensación de saber que pronto estaría probando aquello que aprendió le generaba algo de nervios.

Su madre extendió la bolsa hacia el joven y cuando este la tomo entre sus manos ella no pudo contenerse y lo abrazo con fuerza durante un largo rato.- Drel-. Dijo.-Confío en el criterio de tu abuelo, pero si necesitas algo no dudes en volver aquí hijo.-

Las palabras de Tha’lie no eran especialmente alentadoras para el criterio de Alth’ariel que, aún así, dejo que la elfa hablara y abrazara a su hijo. Por otro lado Drelerd, que trataba de contener el llanto no pudo y se despidió de su madre también con palabras de afecto. Tomo nuevamente la bolsa y la espada y se volvió hacia su abuelo.- Estoy listo Altha’riel, partiré cuanto antes.- Dijo aun con lágrimas en los ojos. Alth’ariel lo miro y por ultimo dijo.- Entonces ve Drelerd, hay un gran mundo ahí afuera lleno de peligros, temores y tristeza, pero siempre recuerda que eso nunca viene solo; el peligro conlleva aventuras, el temor la superación y la tristeza, esperanzas, usa todo lo que has aprendido y aprende aun más-. El joven Quel’Dorei miraba con ojos atentos a ese viejo que ahora, como antes, había dejado de ser su abuelo para convertirse en su maestro. Alth’ariel continuo.- Debes irte ya, el camino es largo y la noche caerá pronto... confío en ti.

Sin decir mas partió hasta las afueras de la aldea con su abuelo el cual dijo.- No tengo duda de que serás un gran espécimen de la raza, mi corazón así me lo dice, solo no olvides de donde vienes ni a mi, ni a tu madre.- mientras ambos miraban fugazmente a Tha’lie que saludaba algo triste desde atrás.- Y tampoco a tu padre quien sin dudas te guiara en tu camino.- El viejo abrazo al joven elfo y luego vio como en silencio se marchaba.

Un Quel’Dorei noble, valiente y muy hábil- Pensaba Alth’ariel.- mientras contemplaba a Drelerd quien antes de que pudieran pensarlo se convertía en una mancha pequeña en el lejano Horizonte.

Editado por Mjollnir
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