Esperanza Peluda   Pocas alegrías otorga una tierra tan áspera y dura como lo son las Tierras de la Peste. Un erial abandonado en un lamento de muerte, sembrado de hongos, podredumbre y acidez, que no otorga mucho descanso a la mirada desde la posición que la Vigilia ocupa. La muerte espera en cada esquina, y la única vida que se otorga es la que existe como condena para los desdichados que son alcanzados con la maldición de la no-muerte.  Muchas veces, en los largos y peligr
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