La Joya de la Corona   El agua goteaba lentamente el suelo, repicando en los maderos del sótano. La lluvia había calado en la casa, ahora con las puertas abiertas. El agua arrastraba lentamente el liquido negruzco, filtrándolo por el suelo del sótano a un paradero desconocido. El olor nauseabundo que había impregnado el sótano se escapaba lentamente, ahuyentando a las bestias que moraban por los alrededores de la villa. Ni un alma se atrevía a adentrarse en las casuchas de VillaEn
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