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Lorea

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  1. Las plumas echaban humo y la tinta se quemaba moviéndose al son de una única idea que había estado tomando forma en las ultimas semanas. Puede que el trabajo fuese demencial, estando tras pilas de pergaminos en blanco que esperaban a ser utilizados. Aun sin los medios mas modernos, las manos de los seres humanos eran la opción mas confiable para expresarse y plasmar un concepto. Los folletos volaron, de mano en mano y como era de esperar muchos de ellos acabaron ardiendo en los fuegos para alimentarlos u enterrados, desechados y arrugados, pisoteados por el centenar de botas que pasaban a todas horas por las lodosas calles de Wadelwich. Los poco afortunados folletos fueron arrojados con desdén, odio, y una total indiferencia o escueta empatía. Pero otros... Otros encontraron en los dibujos una razón para esbozar media sonrisa, estirar sus labios secos y agrietados, y por primera vez en mas tiempo del que podían recordar pudieron volver a escuchar sus propias risas, aunque estas tuvieran un tono triste y amargo. Las palabras escritas eran recitadas en voz alta a la noche frente a las hogueras, para que aquellos que no sabían leer pudieran al menos escuchar su significado. No a todos les alcanzó, ni todos estuvieron de acuerdo. Pero… ¿Que importaba? Que importaba, cuando por lo menos aquellos símbolos había servido para avivar las ascuas de unas cuantas almas. Escrito por Maw Diseñado por Mimbrari Pero ya sabía que eso podía pasar. Por eso habían construido el tablón. Ahora estaba junto a la capilla, y sobre la madera colgaban varios de aquellos cuidados panfletos y la que, esperaban, sería la primera carta abierta de la hermana Eudora a sus hermanos. Habían dado el primer paso. ¡Despertad, Hijos de Gilneas! El miedo y el dolor os ciegan. ¿Y quién puede culparos? Hace mucho que no conocemos la paz. El mundo se hunde a nuestro alrededor. Vivimos entre batallas que nunca acaban. ¿Por qué sufrimos este destino? ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Qué podemos hacer? ¿Hay salvación para nosotros? Abrid los ojos. El tormento confunde vuestro juicio. Habéis olvidado nuestra verdad. Miraos a vosotros mismos, mirad a vuestro alrededor, a vuestros vecinos, a vuestros hermanos gilneanos que están en pie junto a vosotros. Mirad a los que han muerto para que pudieseis estar aquí hoy. Sed conscientes de la verdad: Gilneas sigue aquí. A pesar de tenerlo todo en contra, resistimos. Donde muchos ya se habrían rendido, nos mantenemos firmes, nos hacemos fuertes. Enfrentamos nuestras pérdidas y nuestras cargas, enfrentamos los horrores que la fortuna o nuestros enemigos nos lanzan, y seguimos adelante. Nos estamos salvando a nosotros mismos. Prevalecemos. Pero no somos indestructibles. Y sí, morimos. Y desde luego, sufrimos. Sufrimos por los seres amados que han muerto, sufrimos por nuestra tierra perdida, sufrimos por nuestras vidas truncadas. Todo ese dolor, es la prueba de nuestro amor por el pueblo al que pertenecemos. Es la prueba de que este destino es inmerecido, que los actos de nuestros enemigos son viles. Es el dolor que separa a los hijos de la Luz de los monstruos de la Oscuridad. Porque solo un monstruo no siente nada cuando destruye aquello que otros aman, solo un monstruo disfruta con el sufrimiento de los demás. Así que mirad en vuestro interior, mirad en vuestro corazón. Porque incluso aquellos que sufrimos la terrible enfermedad de los huargen y nos vemos arrastrados al terror de vivir con nuestro cuerpo trasnfigurado podemos tener esperanza, porque no es el aspecto lo que define quienes somos: mientras nuestros corazones amen y sufran por Gilneas, mientras nuestra voluntad sea firme y persevere en la verdad, prevaleceremos. Volveremos a levantarnos cada vez que caigamos, hombro con hombro, espalda contra espalda. Juntos, resistiremos cada golpe, cada embestida. Porque nuestro amor por nuestros hermanos y por nuestra tierra es más fuerte que la desesperación. Porque nuestra voluntad es inquebrantable y nuestro espíritu indomable. Eso es lo que define a los hijos de Gilneas. Mientras permanezcamos unidos, nadie podrá derrotarnos. Mientras permanezcamos unidos, Gilneas prevalece. Hermana Eudora, Sacerdotisa de la Luz Sagrada Escrito por Lorea
  2. Demonio interior Los días en Gilneas siempre han sido húmedos y nublados. Incluso en verano. Con el tiempo aprendes a vivir con los calcetines mojados y el viento que traspasa hasta los huesos. Con el tiempo necesario para conseguir una casa de muros anchos con chimenea. Pero estaban en un campamento del frente norte, embarrados hasta los tobillos, sentados sobre cajas de madera y alrededor de hogueras que apenas alcanzaban a mantenerles calientes. Eso no era lo peor. La hermana Eudora era una sacerdotisa de los caminos, había tenido que soportar cosas como esa muchas veces. No durante tanto tiempo, no sin la promesa de una cama al final del camino, cierto. Pero le pesaban más otros obstáculos: Las misiones de riesgo desmedido, una comunidad de marcados que precipitaba a la brutalidad, las enfermedades menores y mayores producto del hacinamiento y las malas prácticas sanitarias cotidianas (¡Cepíllense los dientes!), la violencia y el desprecio constante de casi todos los soldados y civiles, y ahora la espera. La larga, tortuosa y desesperante, espera. Llevaban días sin poder hacer nada útil. No había misiones, y habían limitado sus interacciones cotidianas sin motivo aparente. Cuántos más días pasaban, peor reaccionaban los más sensibles de la comunidad: los violentos, los desesperados, los enfermos, los... La hermana dejó de contar cuando se dio cuenta de que todos podían entrar en alguna categoría desafortunada. Incluso ella. ¡Bendita Luz! ¡No podían seguir ahí sentados! Tenían que hacer algo bueno. Algo que les elevase el ánimo y les mantuviese en el propósito. Así que se puso en pie y empezó a reclutar a quienes quisieron seguirla revisar el campamento y el pueblo: algo bueno podrían hacer. El ambiente era hostil. Se podía sentir el aire chisporrotear cuando algún soldado se cruzaba con el grupo de marcados, o con los milicianos, o con los artesanos, o con otros soldados. La hermana se hacía una idea de lo que estaba pasando, por las misiones que habían llevado a cabo, los rumores y las confesiones que había escuchado como parte de sus deberes. En realidad, no era información privilegiada. Nadie informa a los marcados porque, citando al soldado Figgins, "son monstruos atados solo por brebajes alquímicos y el miedo a la muerte". Quizás por eso, con todo el mundo tan tenso, nadie quería su ayuda aquella tarde. Después de revisar todo el campamento, bajaron al pueblo, a la vieja Villa topo. Aunque ya no quedaba mucho de su antigua monotonía, la guerra había traído una nueva y mugrosa monotonía: tabernas, talleres improvisados de alquimia, granjas reconvertidas en criaderos y almacenes, casas reconvertidas en forjas, barracones, posadas y lupanares. Por no hablar del riquísimo mercado negro, o más bien gris, si tenemos en cuenta la permisividad de las mesnadas. La hermana podía entender a su comunidad: ante el horror del mundo y el horror que crecía en ellos, acudían al alcohol y las pócimas para soportar su deber. Lo entendía, pero no podía estar de acuerdo con el abuso que presenciaba, ni con sus desastrosas consecuencias. Era una huida hacia delante con destino a un abismo. Tras más de una hora deambulando por las calles embarradas, les llegó el sonido amortiguado de una música chirriante. Y más cerca, el sonido amortiguado de golpes y unos quejidos que cómo marcados conocían bien. El sonido les llevaba hacia la izquierda, girando la esquina. Avanzaron despacio, atentos y temerosos. El chocar del metal y algunos comentarios de mal gusto precedieron a cuatro soldados de las mesnadas, que avanzaban calle arriba. Los marcados bajaron la vista, tratando de pasar desapercibidos. Un par de palabras destacaban sobre la verborrea de la soldadesca: "basura", "chucho". Los cuatro entraron en una casa de puertas amplias, decorada con farolillos rojos. En cuanto la puerta se cerró, Jacob echó a correr calle abajo. Uno metros más lejos, un callejón sombrío se abría entre dos edificios. Allí, a la sombra de una pila de cajas, había un huargen embarrado. Estaba acurrucado sobre sí mismo, con la ropa hecha jirones, un brazo retorcido en una postura antinatural y el hocico atado con un cinturón. Compartieron una mezcla de alivio, horror, rabia y asco. Se acercaron, despacio. Parecía consciente, sin fuerzas para levantarse. Jacob le desató el hocico, Cormac logró tranquilizarlo para que recuperase su forma. Tomaron con cuidado al marcado, apaleado y casi desnudo, y lo cargaron hasta los límites del pueblo. Allí Ekaterina puso los huesos en su sitio y entablillo su brazo. Cormac cedió su cantimplora para limpiar las heridas más graves, pero el herido también necesitaba beber. El mago, en un brote de valentía, se marchó a buscar el pozo. Tardaría un buen rato en volver. Mientras tanto, Chasse puso en marcha toda su capacidad mental para animar al marcado y tratar de entender qué estaba pasando. Lo primero ocurrió mucho antes que lo segundo. El marcado estaba claramente aterrorizado. Le preocupaban las represalias que los soldados pudiesen tomar con sus salvadores si les descubrían, e insistía en marcharse lo antes posible. La hermana estaba evitando que el herido se pusiese en pie cuando Cormac regresó con más agua. Suficiente para rehidratarlo y bendecir una parte. Después de tomar unos tragos, recobró la calma. La insistencia del grupo y sus esfuerzos fueron suficientes para hacerlo hablar. Estaban a punto de escuchar su historia cuando IX apareció. Según comentó, había estado meando por ahí cuando los olió y se acercó a ver en que andaban metidos. En cuanto oyó "marcado herido" y "soldados" en una misma frase, su humor se nubló. Convirtió la charla de apoyo emocional en un violento interrogatorio. El marcado herido decía llamarse Ebrón, pero rápidamente fue rebautizado por IX como "Cabrón". La protesta de Ebrón fue recibida como una provocación, que llevó a un intercambio de insultos. Cormac y Eudora se interpusieron para evitar que IX le diera otra paliza a Ebrón, y el herido se arrastró de vuelta al campamento, ignorando a todo el mundo. Pero IX no es de los que se calman fácilmente. Eudora le regaño por su actitud violenta y desconsiderada, y IX la regañó por ser una hipócrita malvada que se esconde detrás de su espalda en los combates de verdad e insultó la utilidad de "le liz". A lo que Eudora respondió recordándole que el éxito de su última incursión en la hondonada fue por su resolución no violenta de los conflictos. La respuesta de IX fue darle una patada tan fuerte a una caja que la hizo pedazos, y proclamar la necesidad de endurecer el carácter y el cuerpo para sobrevivir en tiempos de guerra, algo contra lo que la hermana también tenía argumentos. La discusión se mantuvo unos minutos, hasta que IX se interrumpió maldiciendo a gritos porque tenía hambre. Todos le siguieron hacia el campamento: discutir y preocuparse son dos de las cosas que más abren el apetito. Aquella noche la hermana cenó pronto y se refugió en la capilla. Tenía mucho sobre lo que pensar. Hoy nadie escribiría un informe, porque a nadie le importaba lo que había pasado. Porque si un mando supiese que alguien se transformó, incluso si no pudo evitarlo a causa del dolor y no hizo daño a nadie, lo ejecutarían. ¿Por qué esos soldados le dieron una paliza? ¿Pensarían en las consecuencias? ¿Se sentirían culpables, aunque solo fuese un poco? Ni siquiera aquí, ni siquiera enfrentando un mal tan grande como los renegados, encontramos las fuerzas para confiar los unos en los otros, como hermanos que somos, todos hijos de Gilneas. No, no podía dejar que el horror la llevase al equivoco. No todos los soldados eran así, había conocido a buenas personas en el campamento, a soldados, milicianos, civiles, voluntarios y sacerdotes que habían tratado bien a los marcados. El mal no entiende de castas, no eran malvados por ser soldados, quizás ni siquiera eran malvados del todo. Solo personas asustadas, dominadas por el miedo, que tratan de someter aquello que les aterroriza para que no pueda hacerles daño. Pero se equivocan. Tenemos que demostrarles que se equivocan. Pero, ¿cómo? OFF ROL: Este evento fue improvisado, pero salió mejor de lo que esperaba. Fue un evento sencillo, enfocado en el desarrollo de los personajes a nivel más narrativo que de habilidades de ficha. La idea era enfrentarlos a una situación habitual descrita en el trasfondo pero que hasta ahora no habíamos visto en ningún rol, para profundizar en los personajes y en sus relaciones con el entorno. Seguramente habéis notado que me gusta exagerar los hechos, especialmente cuando no hay mucho que poner en consecuencias, por hacer comedia. Si véis algo que no os cuadra o que creéis que se malentiende, decidlo. Y cómo ha ido tan bien, seguramente Ebrón volverá. ✨
  3. Ovejas Perdidas II. La vaca encontrada Esta vez Cormac puso mucho cuidado al rellenar el informe. Fue un encuentro conflictivo y desagradable, todo el mundo tenía sus propias ideas sobre lo ocurrido. Mejor dejar claro los hechos y guardarse las ideas locas. Las cosas ya estaban bastante mal como estaban y ellos no eran gran cosa como soldados. Otros deberían hacerse cargo de toda esta locura. Registro de Misión. Búsqueda de las ovejas de Phileas Crondogh. Seguda parte. Región: Foresta de Colchester. Informe redactado por Cormac Pontosedal. Cómo los resultados de nuestra primera búsqueda no fueron concluyentes, decidimos hacer un segundo intento en la búsqueda de las ovejas. Empezamos regresando a la granja. Jeacob rastreó un olor sospechoso que se perdía hacia el este. Tras varias horas de camino, nos condujo hasta una vaca. El animal estaba tranquilo, pero su olor era extrañísimo: Estaba impregnado de olor sangre, cenizas y restos de magia vil. Sopesamos las posibilidades de que estuviese maldita o infectada de algún modo. Después de varias pruebas concluimos que solo estaba sucia. Dejamos a la vaca atada a un árbol y verificamos el lugar de que provenía, por si hubiese más vacas perdidas. Por desgracia, lo que encontramos fue un claro en el bosque, cubierto de un manto de sombras, una magia oscura que alteraba el paso de la luz. El aire era pesado y apestoso, respirarlo daba nauseas. Pasados los arbustos que lo rodeaban, había una hoguera donde solo quedaban huesos y cenizas, y una tienda de campaña. Nos encontrábamos en el mismo lugar de la otra vez. Podemos confirmar que no era un círculo mágico, sino una hoguera con restos de cadáveres. También encontramos pelo huargen, huesos limpios y rotos y restos de algún compuesto de color verde oscuro. Alanna estaba investigando la tienda cuando, Cypriano confiado por el silencio y la calma, arengó a los huargen en voz alta a volver al campamento. Por desgracia, eso llamó la atención de su enemigo. Un renegado hizo acto de presencia en el claro a través de las tinieblas. Era diferente a los otros, un mago oscuro. En cuanto lo vimos, nos retiramos. Cypriano se calló de bruces al intentar huir, sufriendo algunas heridas menores, pero como se puede comprobar, está en el campamento sano y salvo. No pudimos traer la vaca al campamento. OFF ROL: Se me había pasado actualizar este hilo, ahí queda el registro de nuestras idas de olla. ¿Qué clase de fama estamos cultivando? XDDD Pobre vaca...
  4. Misa de la Luz en Wadelwich 2 Una semana más, la hermana Eudora se encuentra colocando carteles por todo el campamento con una sonrisa. Camina más despacio de lo que le gustaría para cuidar sus pasos sobre la tierra, húmeda y barrosa por las lloviznas de primavera. —¿Otra vez, hermana? —le abordó una voz jocosa a su espalda. —La Luz os acompañe, señora Rosaspina —La conocía del campamento. Era una de las ayudantes de la cocina. —La Luz no evita que estéis malditos, hermana. —Bueno, la Luz nos acompaña para ayudarnos a superar nuestra enfermedad. La señora Rosaspina bufó: —¡Eso lo dice usted! —No puedo negarlo, han sido mis palabras. Quedaron atrapadas en un duelo de miradas, sostenido por un incómodo silencio. Al final, Eudora sonrió, hizo una leve reverencia y se dispuso a marcharse. La señora Rosaspina agarró su brazo para detenerla. —¿Le vendría bien un poco de ayuda? Deme esas cuartillas, puedo dárselas a los soldados con la comida. Eudora le cedió la mitad de las cuartillas que llevaba con una cálida sonrisa. Rosaspina echó un vistazo rápido a las cuartillas y las lanzó por encima de su hombro. La atónita mirada de Eudora chocó con el gesto desafiante de Rosaspina. La pueblerina se inclinó hacia delante y murmuró en un tono que solo ellas dos pudiesen oír. —¿Una perra maldita enseñando el camino de la Luz? Estafas a la buena gente. Los monstruos son monstruos, no importa si saben hablar. —Eso e- —¡No! Escúchame bien. —Eudora apretó los dientes con una suave y tensa sonrisa—. Mantente en tu sitio, perra. Si vuelvo a verte babearle al señor Kreidor por una taza de té, la tetera de agua hirviendo se derramará sobre ti. La señora Rosaspina escupió al suelo y se marchó con paso firme. Mientras la veía marcharse, el rostro de Eudora se ensombreció. Suspiró, triste, mirando las cuartillas caídas sobre el barro. Una mano morena recogió una de ellas. Era una joven soldado de las mesnadas, de pelo muy corto y mandíbula afilada. —Está todavía se puede leer —comentó, con una sonrisa. —Gracias señora... —Eudora devolvió la sonrisa, recuperando algo de su buen ánimo. —¡Puede llamarme Minerva, hermana! No hay nada que agradecer —dijo la joven mientras se acercaba—. Entre usted y yo… —la soldado se agachó y puso su mano libre junto a su boca antes de susurrar—. Me encantan los perros. La hermana comenzó a reír sinceramente, y la soldado la acompañó, satisfecha con la buena acogida de su chiste. La joven soldado colgó el cartel manchado en una de las paredes de intendencia. Luego le guiño un ojo a la hermana Eudora y se marchó. OFF ROL: Pues ya está aquí, otra vez, la misa de la Luz en Wadelwich. Últimamente hay mucha efervescencia entre los furros, así que haber qué se monta en nuestra capillita pueblerina. Todo el mundo es bienvenido, por supuesto. Día 27 de abril, Sábado. A las 19:00, hora española. ✨ ✨Capilla de Wadelwich 2.0. Ahora increíblemente acogedora gracias a Ikea ✨ ✨ . Novedades: - El sermón será más corto. - Prohibida la entrada a heridos graves. Curarse es más importante que rezar. Y punto. - Empezamos el reclutamiento para el coro. Vale todo: gente que sabe tocar, gente que sabe cantar, gente que no sabe nada, furros o humanos. Rolearemos la formación desde cero, así que los primeros en apuntaros a hacer el ridículo en público podréis votar nombre. - Estará abierta la posibilidad de confesarse. Después de la misa solo tendréis que pedírselo a la seño. Conclusiones
  5. OFF ROL: Bueno, bueno. ✨¡La seño Eudora organiza cositas!✨. Después de organizar un eventillo para buscar ovejas, se me ha ocurrido que sería interesante organizar eventos pequeños de vez en cuando, si es que hay gente suficiente. Mi idea es que sean misiones de un día o dos como mucho, de dificultad baja/media. Algo para promover movimiento entre los chuchos y reforzar el ambiente entre tramas más largas o eventos más duros. A medida que se vayan produciendo los iré listando en este mismo tema. SERVICIOS A LA COMUNIDAD "Todos somos uno en la Luz. En nuestros actos está el poder de llenar de Luz el universo" La hermana Eudora quiere ayudar al prójimo, pero también demostrar que los huargen son tan buenos vecinos como cualquier gilneano de bien. Por eso, se ofrece para echar una mano en aquellas pequeñas tareas que, por falta de tiempo o de manos, nadie está haciendo. Cada vez que encuentra algo que hacer, organiza un pequeño grupo de voluntarios para realizar estos servicios a la comunidad. Ovejas Perdidas I. La pérdida de un granjero Eudora fue hasta el puesto de intendencia, todavía con la ropa sudada y las botas llenas de barro. El sargento lo miró fugazmente, con una mezcla de desgana y desprecio. Eudora forzó una sonrisa, tan amable como pudo articular, y entregó el informe. El sargento lo colocó sobre la pila de informes que ya tenía para revisar de esa semana y la despachó con un gesto de la mano. Registro de Misión. Búsqueda de las ovejas de Phileas Crondogh. Región: Foresta de Colchester. Informe redactado por Cormac Pontosedal. Respondiendo a la llamada de un granjero, el señor Phileas Crondogh, fuimos a buscar unas ovejas perdidas. Salimos del campamento en torno a las 21:00. Primeros nos dirigimos al cercado destrozado. IX, el cazador más experimentado, rastreó a las ovejas utilizando un jirón de lana sucia. El rastro era claro, y nos llevó a través del bosque hacia el noreste. El rastro se mezcló con el de otros animales y con un olor a sangre putrefacta. Decidimos seguir un poco más, y nos encontramos con Alanna, en su propia misión para recolectar hierbas y flores. Se unió a nosotros en la búsqueda. Cuidando nuestros pasos y en silencio avanzamos hacia el norte hasta que un olor apestoso llenó el ambiente. Nos detuvimos, alerta. A los pocos minutos, IX, que estaba varios metros por delante de nosotros, escuchó unos sonidos extraños: era como si dos personas estuviesen vomitando y entrechocando los dientes mientras intentaban hablar. Por el olor, eran renegados. No podíamos continuar sin cruzarnos con ellos. Entonces los ruidos cesaron y volvió el silencio. Debatimos que hacer: continuar o huir. Nos faltaba información, en cualquier caso. Vincent invocó a su elemental, Shadow, para explorar el terreno en busca de enemigos. Luego escaló un árbol para otear el terreno frente a ellos. Volvió a los pocos minutos con lo que había visto: A unos cien metros los arbustos de abrían para dejar paso a un claro. Allí había un círculo con su interior completamente oscurecido, humeante. Por la forma, la pila de restos en su interior debían ser huesos. En las lindes del claro parecía estar un renegado. El graznido de Shadow sonó solo una vez, pero Vincent sospechaba que el otro al que había oído IX seguramente seguía escondido en algún lugar. Por lo que había visto, y el ambiente pesado que había a su alrededor, aquello era obra de un brujo. El debate se reanudó: Volver e informar, quedarnos y luchar. El ambiente empezaba a afectar a nuestros sentidos. Había algo tóxico allí. Llegamos a la conclusión de que lo más sensato era huir. Antes de marcharnos, Eudora utilizó su conexión con la Luz para determinar la naturaleza del enemigo. Cuando ya nos íbamos, oímos el chasquido de un látigo más cerca de lo que habíamos oído a los renegados. Nos retiramos rápidamente de vuelta al campamento. Ninguno de nosotros resultó herido. Nuestras conclusiones son: En aquél claro había un soldado armado, y puede que un brujo. La energía de ese lugar es oscura, claramente vil. El claro frente a nosotros estaba saturado de esa energía contraria a la Luz. Es posible que ese brujo realizara un ritual oscuro con sacrificios. Es posible que estuviese acompañado de una súcubo. Por su actitud, trataban de atraernos, o de atraer a cualquiera que se acercase a ese lugar. Seguramente ese claro es una trampa para intentar matar o capturar gilneanos y sería recomendable destruirla. Todo parece indicar que las ovejas han muerto. OFF ROL: Bueno, espero que os divirtiese buscar ovejitas. En principio iba a ser un eventillo de un día, pero ha quedado espacio para una continuación. Habrá una segunda parte cuando pueda ( •̀ ω•́ )
  6. Misa de la Luz en Wadelwich La hermana Eudora paseaba por el pueblo con unas cuantas cuartillas entre las manos, tarereando un cántico sagrado. Subió las escaleras del hospital con paso firme y saludó: —¡Buenos días, señor Corzajo! El cirujano levantó la vista cansada de las cuchillas que estaba limpiando. Asintió una vez y volvió a su trabajo. —Buenos días, hermana Eudora. Espero que no venga a pedirme nada. Eudora sonrío: —Estoy aquí para ayudar, señor Corzajo. Por eso voy a dejar uno de estos por aquí. La hermana Eudora tomó una de las cuartillas y la colgó en la pared con un par de puntillas. El señor Corzajo leyó el panfleto y frunció el ceño, desganado. —Quizás pueda venir. —¿Una misa de marcados? —Todos somos iguales en la Luz, señor Corzajo —le reprendió Eudora. El señor Corzajo frunció los labios, con un gesto de desprecio: —También en la muerte, hermana. Estoy ocupado. La hermana Eudora hizo una corta reverencia de despedida, sonriente: —Gracias por su duro trabajo, señor Corzajo. Si puedo ser de ayuda, solo dígamelo. —Tenga por seguro que lo haré —murmuró sin mirarla. La hermana Eudora abandonó el hospital contando las cuartillas que le quedaban. El siguiente lugar era el estudio de los Alquimistas. OFF ROL: ¡Buenas a todos! Pues eso, me he animado a organizar un evento sencillo para esta sábado. Consistirá en una misa de la Luz, pero quiero que sea dinámica, con espacio para el debate y la intervención en el ritual. Puede asistir cualquier persona que esté en el frente norte. Se aceptarán confesiones y caramelos. Habrá sermón, cánticos, rosarios y muchos brillitos ✨✨ Sábado 13 de abril. El evento comienza a las 20:00h hora española. Conclusiones
  7. Lorea

    Eudora Acechabruma

    EUDORA ACECHABRUMA Sacerdotisa de la Luz Sagrada | 44 años | Poblado de Valletormenta (Sur de Gilneas) | “Gilneas es su gente” | En las lindes del Monte Negro, cerca de Valletormenta, los Acechabruma tienen su modesta granja desde hace generaciones. Con los años se han convertido en buenos cazadores y mejores criadores de mastines. La necesidad de cazar huargen y tener las haciendas bien protegidas de las bestias ha favorecido a su negocio lo suficiente para darles una vida cómoda. Actualmente, la mayoría de la familia vive cerca de Valletormenta. Los gemelos Eudora y Víctor nacieron cuando la vida de los Acechabruma todavía era dura. Crecieron trabajando con la familia, aprendieron a cazar, a sembrar, a criar perros, a curtir y a cocinar. Al final de su adolescencia ambos decidieron poner sus vidas al servicio de la Luz. Se formaron como sacerdotes, y aunque el aprendizaje les obligó a permanecer separados durante largos periodos de tiempo, no se distanciaron. Desgraciadamente, Víctor fue asesinado durante la Gran Purga. Tras la muerte de su hermano, pasó varios años recluida en el sur. A las pocas semanas de volver a los caminos, en la primavera de año 26 d.P., fue atacada y mordida. Sus primeros años como huargen fueron duros, pero como sacerdotisa de la Luz nada había cambiado: su lugar estaba con los más necesitados, y los más necesitados en Gilneas eran los malditos. Su destino estaba con ellos. Eudora ha dedicado la mayor parte de su vida al servicio de la gente corriente. Sus ocupaciones principales durante la última década han sido resolver disputas, enseñar, aconsejar o acompañar en los momentos de dolor. Siempre que se lo han permitido ha realizado una labor itinerante, visitando los pueblos y las aldeas donde se reclamaba la presencia de sacerdotes. Humano Huargen 78 kg 96 kg 1.72 m 1.90 m Descripción física Físicamente, Eudora es de complexión recia y piel cetrina. Su pelo está salpicado de canas y en su cara ya se notan las primeras arrugas de expresión. La vida en el campo moldeó su cuerpo en la juventud, y su devoción por el servicio a la comunidad la ha llevado tanto a las aldeas perdidas en las montañas como a las comodidades de la ciudad. Eudora es activa, ágil y entiende que un sacerdote con una mente sabia solo puede llegar a su pueblo si tiene unas piernas sanas que le lleven y una voz fuerte que lance su mensaje. Tener una alimentación adecuada y dormir las horas necesarias también es un deber. Su pelo oscuro ya está salpicado de canas, y en su cara llena de pecas se reflejan las primeras arrugas. Sobre sus ojos castaños los parpados han empezado a descolgarse. Afortunadamente, no padece enfermedad o mutilación que le dificulte su día a día. A parte de estar maldita. Como huargen, tiene el pelaje pardo rojizo, con manchas negras y ocres y ojos amarillos. Destacan sus grandes orejas. Descripción psicológica Le gusta: Los perros, la Luz, la vida, el caramelo salado. | No le gusta: Lo vil, las mentiras, madrugar, el pescado. Virtudes: Empática, misericordiosa, amorosa, responsable. | Defectos: Distraída, hiriente, rara, temeraria. A pesar de su carácter humilde y benevolente, es firme en sus creencias y fiel en sus compromisos. Considera la disciplina un pilar fundamental para una vida buena. Las sonrisas, la compasión y la calidez son virtudes benevolentes si son sinceras. Los años han afilado su ingenio y su lengua. La justicia, la paz y el altruismo no pueden existir en una sociedad que se miente a sí misma. Tenacidad significa valentía, perseverancia y rectitud; Respeto significa honestidad, empatía y responsabilidad; Compasión significa misericordia, altruismo y perdón. Y en la suma de un juicio al espíritu, valen más los actos que los pensamientos y las palabras. La forma huargen animaliza, inevitablemente, el funcionamiento de la mente de Eudora. Con años de disciplina y brebaje, la sacerdotisa ha aprendido a canalizar sus emociones e impulsos primarios, pero el cambio afecta a su personalidad. Se acentúa su firmeza y pierde con facilidad la paciencia, llegando incluso a ser dura, inflexible e hiriente. Por la dificultad para pronunciar, acorta sus discursos, con mensajes sintéticos y concisos. Eudora está en paz consigo misma. Considera que la maldición es una enfermedad, y como tal debe ser estudiada y tratada. Las personas que la padecen tienen que hacer su mejor esfuerzo para seguir siendo buenos vecinos y aportar a la vida de la comunidad, en la medida de sus posibilidades. Comprende el temor, pero no permite que le arrebaten sus derechos en nombre del miedo. Misiones
  8. Lorea

    Eudora Acechabruma

    Atributos 6 Físico 6 Destreza 7 Inteligencia 7 Percepción Valores de combate 24 Puntos de vida 21 Mana 10 Iniciativa 8 Defensa Habilidades Físico 4 Atletismo Destreza 2 Escalar 2 Defensa Inteligencia 1 Fauna (Adiestrar perros) 1 Leyes 2 Religión 1 Sanación/Hierbas 1 Tradición/Historia 3 Reprender esencia 3 Detectar entes malvados 3 Purificar agua 3 Someter el mal Percepción 4 Advertir/Notar 1 Buscar 1 Música (Canto) 3 Reflejos 1 Rumores 1 Dibujar Escuelas/Especializaciones Represión
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