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Kira

Roler@
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Sobre Kira

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  1. Pongo este que hice el otro día, porque para rolear no, pero para vaguear creando memes si tengo tiempo.
  2. Pluma y Espada me gusta, El tintero de Medivh también, pero mejor evitarlo por el tema de pasar mas desapercibidos para los grandes. A nivel usuario, no es difícil encontrar servidores de rol de WoW aunque no tengan terminología del propio juego o la palabra rol, puesto que se pueden contar con los dedos de una mano incluso.
  3. Con la Luz. Saludos. Mi nombre es Nathaniel Hale, ciudadano del Imperio y campesino retirado. Les escribo con la intención de entrar en las filas de la Guardia Imperial, en concreto y por recomendación del cabo Santiago, en la IX Compañía de la XIII Legión, tras ayudar con la reconstrucción del antiguo cuartel del arrabal. Mis conocimientos marciales son escasos, lo poco que recuerdo es lo que me solía contar mi padre tras retirarse y un pobre manejo de la espada y el escudo, pero mis ganas de proteger a las gentes del Imperio y servir, los superan con creces. Permítanme el honor. Atentamente, Nathaniel Hale.
  4. Kira

    Nathaniel Hale

    Nombre: Nathaniel Hale Raza: Humano Sexo: Hombre Edad: 48 Altura: 1'87 Peso: 90 Lugar de Nacimiento: Elwynn Ocupación: Granjero Historia completa Descripción física: (Similar a Gerard Butler) Hombre de entrada edad, acercándose a los 50, pelo y barba que suele dejar crecer, algo canosos pero que mantienen mayormente su color castaño oscuro. 1'87 metros de altura, 90 kgs de peso y complexión robusta, piel morena, ojos azules. Descripción psíquica: En circunstancias normales, hombre de principios, trabajador, siempre ha cuidado de los suyos y no le gusta la gente que se cree superior a los demás, así como que se aprovechen del trabajo de otros. Tras la muerte de su familia esta intolerancia a la injusticia y de aquellos que desprecian las vidas humanas han ido en aumento, pero ahora mismo está algo perdido como para saber cómo puede terminar comportándose. Quiere intentar que otros no tengan que pasar por lo que el pasó, y si para eso tiene que ser algo duro, es probable que lo sea. Historia Nathaniel Hale recordaba ese día como si hubiese sido ayer, el principio del fin de lo que para el habría sido una humilde, pero feliz vida. La feria había llegado a Elwynn, a Villadorada, era la primera vez que pasaba por un lugar que no fuese la capital en varios años y la primera vez que la jovencísima Dana Hale de siete años de edad la visitaba, pues Nathaniel consideraba la ciudad un lugar peligroso, bullicioso, con demasiada gente, algo que no provocaba seguridad en un padre sobreprotector como el lo era, al menos si la comparaba con la tranquilidad de la granja. Lo que sentía por esa niña apenas podía describirse con palabras, la razón de su existir, casi igualada por la madre de aquella criatura, la otra mujer de su vida, Jane Clere, quien había robado su corazón desde temprana edad, lo cual el aceptó con mucho gusto pues supo desde el momento que la vio en la granja de sus padres, escondida tras aquella sonrisa tímida y modesta, que pasaría el resto de sus días con ella. El pueblo estaba mas vivo de lo que Nathaniel podría recordar, y qué decir de la pequeña Dana, la cual estaba a punto de arrancar la manga de la camisa de su padre con cada artista o nuevo puesto que veía, olvidando instantáneamente el anterior. Nathaniel no podía borrar esa sonrisa de tonto enamorado que cabe esperar de cualquier padre, contagiándose de la emoción de su hija y consciente de que aunque la feria se fuese al día siguiente, en su casa iba a permanecer toda la semana. Por su parte, Jane disfrutaba de la estampa a la vez que se detenía a saludar a vecinos y conocidos del pueblo. Entre ellos, un viejo amigo de la infancia con el que buscaba desde hace tiempo acordar un encuentro entre el y su marido, con el fin de aumentar los beneficios de la granja. Nathaniel y Dana se encontraban en un tenderete de abalorios, pulseras y colgantes con cristales de exóticos colores poco frecuentes en la naturaleza, al menos no la naturaleza que ella había podido ver, los cuales la niña ojeaba, sin tocar, pues bien sabía que no era de buena educación. Jane avisó a Nathaniel con un sutil toque en el hombro, girándose y señalando a su viejo amigo y sustituyendo la mano de su marido que sujetaba a su hija sin que la niña apenas se diese cuenta, dejando vía libre para que ambos hombres hablasen de negocios. La conversación entre ambos no fue duradera y casi llevaron mas tiempo las cordialidades que cualquier otro asunto. Tan pronto como pudo tras despedirse de aquel hombre buscó a su hija, por un momento la multitud y el hecho de no tener a su esposa y su hija a la vista, le puso algo incómodo. Cuando las buscó con la mirada en el último puesto donde estaban no las veía, y en ese momento, pareció que había mas gente de la que había en realidad. La frecuencia de sus pestañeos aumentó y sus palpitaciones también, no las encontraba y el autoconvencimiento de que todo iba bien empezó a desvanecerse, hasta que un último latido en su pecho mas fuerte que los demás pareció iniciar la calma, pues ahí estaban, de espaldas, justo en el puesto de dulces de al lado. Nathaniel sonrió aliviado, pero poco le duró el descanso cuando pudo observar como Jane mantenía una conversación con el tendero y su hija parecía estar separada de su madre, junto a un hombre desconocido, de aspecto desaliñado y andrajoso, no parecía feriante, y aunque lo fuese, la situación le provocaba cierta aversión a Nathan. —Cariño, ¿todo bien? —el desconocido alzó la vista hacía Nathaniel, comenzando a esbozar una ligera sonrisa burlona que casi dispara todas sus alarmas— Tranquilo, caballero, es mi hermano…—interrumpió el tendero, justo a tiempo, haciendo que Nathaniel alternara la vista entre ambos hermanos, siendo el tendero aparentemente mas viejo, cogiendo a su hija en brazos y empezando a caminar—Se ha hecho tarde, es hora de irse —espetó, a lo que Dana protestó, poniendo todo tipo de excusas y relativizando sobre qué hora era tarde y cual no, pero sin pillar ningún berrinche, pues siempre fue buena niña. Jane, su esposa, se despidió del mercader y siguió a su marido tras pedir disculpas— Nathan, ¿qué ocurre?—preguntó Jane, preocupada— No es nada, querida… No es nada. —alargo el brazo que le quedaba libre y acercó a su mujer contra su pecho, dándole un beso en la frente y esbozando una ligera sonrisa de tranquilidad. La granja en la que Nathan y Jane vivían junto a su hija se encontraba algo mas lejos de lo habitual y desde ella se podía ver, a lo lejos, el camino hacía el Oeste, aquel que conectaba con las vastas tierras de labranza —y pobreza— de los Páramos. Ya habían pasado unas horas tras que la feria terminase y se podían escuchar las voces y las risas cansadas de aquellos que volvían por el camino, probablemente a descansar a sus respectivos hogares. Nathan se encontraba cortando un par de maderos de leña junto a los establos, pronto sería la hora de cenar. —Siento que nos hayamos ido tan pronto esta tarde —dijo dejando la madera junto a la chimenea y agarrando unas cerillas para encender el fuego— pero, había algo que no… —con la cerilla encendida dispuesto a encender el fuego, se interrumpió, ahí no había nadie, la casa estaba demasiado silenciosa y no se había dado cuenta— ¿Chicas? —preguntó alzando la voz, pensando que quizás estaban fuera— Nathaniel… —una voz, la voz de su mujer, con un tono apagado, intentando contenerse, lo llamaba— ¿Jane? —confuso se levantó de la chimenea y miró escaleras arriba, no sabía lo que pasaba y ese tono de voz no le provocaba mas que preocupación— La confusión dejó paso solo a la preocupación conforme subía las escaleras, acelerando el paso hasta llegar por fin al pasillo que daba a las habitaciones, parándose frente a una de ellas sin llegar a entrar. Ahí estaba Jane, sentada en una silla de la habitación de ambos, con las piernas y manos juntas sobre los muslos, agitada y con lágrimas en la cara, mirando a Nathan con los labios temblando a punto de romperse. — J-Jane, ¿qué…? Cariño… —Nathan atravesó con rapidez el marco de la puerta dirección a su mujer y para cuando quiso darse cuenta alguien lo inmovilizaba desde atrás para milésimas después colocarle un cuchillo claramente oxidado en la garganta. Eso no le impidió resistirse e intentar zafarse. —Yo que tú no lo haría, papi. —no se había dado cuenta, pero había otro hombre en la habitación, quien sacó a Dana maniatada y amordazada de debajo de la cama, como si fuese un fardo de paja, horriblemente asustada y pareciendo querer decir algo bajo la mordaza que Nathan supo descifrar al instante, ’’papá’’ . Todos sus intentos de resistirse cesaron en el momento en el que vio a su hija— Qué… queréis. —el hombre que le sujetaba amenazante con la daga desde atrás reía con una risa aguda, mientras que el de delante tiraba a la niña a la cama, acercándose a Nathan, frente a frente. Era el mismo, pudo reconocerlo, el tendero de la feria, y por la risa y el olor del de atrás, juraría que era su supuesto hermano, el cual le dobló las rodillas de una patada postrándolo aun con la daga en el cuello. — Oro, joyas, cualquier mierda con valor que haya en esta pocilga. —decía, mientras con cuerda ataba sus manos y pies, sabiendo que poco se resistiría, y no solo por la daga de su cuello, pues ahora podía apreciar también que su mujer se encontraba atada a la silla en la que estaba sentada, sabiendo que si gritaba, la que lo iba a pagar sería su hija, que lloraba tumbada de lado en la cama, demasiado asustada para intentar moverse siquiera— No tenemos nada de eso, por favor… Soltadlas. —imploró, intentando procesar todo lo que estaba ocurriendo, ya postrado en una esquina de la habitación, mientras el hermano mayor se acercaba a su mujer— Parece que… —hablaba, agarrando a Jane de las mejillas con una mano y zarandeando su cara hacía los lados mientras esta cerraba los ojos, dejando escapar un grito ahogado y alguna lágrima—…te casaste con un mentiroso, ¿hmm? ¿es eso? ¿te casaste con un puto mentiroso? —¡Si se te ocurre ponerle una man-! —de repente Nathan recibió una patada en la boca seguida de una risa maniática que le hizo escupir sangre y caer a un lado, casi inconsciente—¡AYUDA POR FAV-!—Jane también recibió un golpe, por parte del hermano mayor, cayendo junto a la silla y con la boca sangrando, inconsciente. Dana no paraba ahora sí de gritar aun amordazada— Cállate… ¡Cállate! —El hermano mayor la zarandeaba y la apretaba boca abajo contra la cama agarrada por las cuerdas a su espalda— ¡Busca por la casa, idiota! —Ordenó a su hermano menor, quien antes de empezar a rebuscar propinó otra patada en la oreja a Nathan cuando vio un amago de intentar levantarse al ver como sujetaban a su hija contra la cama, sin llegar a perder el sentido pero confuso por el golpe y con mirada perdida, rajando un trozo de las cortinas y llenándole la boca con el. No supo cuanto tiempo había pasado, debió de haber perdido el conocimiento unos instantes pero imposible saber cuanto. Le pitaban los oídos, apenas podía escuchar, seguía ahí tirado, la habitación estaba hecha un desastre, esos desgraciados habían estado destrozando su hogar, buscando algo de valor que no iban a encontrar. Su mujer e hija se encontraban en el mismo sitio en el que se encontraban antes de ese lapsus de tiempo, su hija no parecía moverse en la cama y Jane seguía tirada en el suelo, atada a la silla y con un charco de sangre que le salía de la boca. De fondo el incesante pitido de los oídos y la confusión dejaba percibir un grito que se iba abriendo paso poco a poco. — ¡Jane…! — ¡Nathaniel…! Cuando Nathaniel parecía empezar a recobrar la noción de la realidad, ambos sujetos entraron en la habitación, aparentemente nerviosos , el hermano mayor miraba a través de la ventana, escabullido, mientras el menor no paraba de dar saltos, mostrar los dientes y chillar mientras se agarraba del pelo, parecía que iba a explotar. Alguien se acercaba con una lámpara de aceite en medio de la noche, a lo lejos, alguien de los Smith, la granja de al lado, Sean Smith siempre llevaba su rifle con el y parecía haber escuchado el último grito de Jane. De repente Dana cayo de la cama, de alguna manera consiguió quitarse la mordaza y comenzó a gritar como nunca antes había gritado. —¡Cállala, cállala! —gritaba también el mas viejo de los dos hermanos, a lo que el joven, dentro de su aparente locura cogió a la niña y apretando las manos contra su boca intentó que se callase, terminando con un dedo mordido del que comenzó a brotar sangre mientras el seguía intentando callarla, esta vez amenazándola con la daga, sin éxito, acabando por intentar colocarse en la cama sobre ella para mitigar el ruido, a través de un forcejeo que terminó con el tirado sobre ella, apresándola contra la cama, consiguiendo el silencio. —… —El hermano mayor dejó de mirar por la ventana para observar como su hermano menor se levantaba de la cama llevándose las manos a la cabeza tras el forcejeo, alejándose de la niña— Qué coño… has hecho James… —Nathaniel desde el suelo donde se encontraba tirado y desorientado apenas podía ver lo que había ocurrido sobre esa cama, pero con el poco sentido que le quedaba podía intuirlo en lo mas profundo de su ser— Mierda. —dijo el hermano mayor mientras desenfundaba su daga y con prisas hincaba la rodilla frente a Jane, hundiendo su arma hasta siete veces en su estómago, haciéndola salir de la inconsciencia con un grito que no llegó a salir del todo. Con la primera puñalada de Jane, Nathaniel gritó de dolor, como si albergara la esperanza de que el asesino de su mujer fuese a parar al escucharle en la siguiente puñalada , y perdiendo a la vez, la esperanza de que fuese a detenerse conforme llegaba a la última, pasando del grito y llanto de ira y súplica, al de resignación. Sin pensárselo ni un segundo, el asesino se dirigió a Nathaniel y maniatado le dio la vuelta, de cara contra el suelo, apuñalándolo una y otra vez en la espalda mientras por su mente pasaban tristeza, ira y dolor, apretando la mandíbula aguantando cada entrada de la daga en su cuerpo con el rostro lleno de fluidos, fruto de la rabia, la impotencia y las lágrimas. La realidad volvía a desvanecerse para Nathaniel, los dos hermanos huían, el hermano mayor llevando casi arrastras al pequeño, pero eso ya poco le importaba. Nathaniel se encontraba en el suelo, mirando a todos lados y a ningún lado a la vez, hasta que sus ojos se cruzaron con los de Jane, que mas allá de estar inertes, lo estaban mirando, vidriosos, junto a algún cabello negro caer desde el borde de la cama. Volvió la vista a su mujer, postrada en el suelo y con la vida pendiente de un hilo, desvaneciéndose, quien parecía intentar decir algo con los labios, sin voz y con una triste y débil sonrisa. _____________________________________________________________________________________________ Por alguna broma del destino que aun no ha terminado de entender, Nathaniel sobrevivió a aquel día, siendo el único de su familia que lo hizo. Antes de lo que debería y sin haberse recuperado completamente, buscó a los asesinos de mujer y su hija sin descanso durante meses, sin lograrlo, volviendo a su granja, donde ha pasado demasiado tiempo entre alcohol y un dolor que pocos hombres conocen. Parece que eso ha cambiado ligeramente, y ahora Nathaniel se dispone a vender su granja, y encontrar lo que parece ser el significado de su existencia, algo que lo mantenga en pie, algo por lo que vivir. Si no es por él, por Jane, por Dana.
  5. Kira

    Nathaniel Hale

    Nombre: Nathaniel Hale Atributos 7 Físico 7 Destreza 6 Inteligencia 6 Percepción Valores de combate 28 Puntos de vida 18 Mana 8 Iniciativa 8 Ataque CC (Espada ligera) 8 Ataque CC (Espada pesada) >8 Ataque CC (Escudo) 9 Defensa Habilidades Físico 2 Atletismo 1 Espada ligera 1 Espada pesada 1 Escudo 2 Combate desarmado Destreza 2 Defensa 1 Nadar Inteligencia 2 Fauna 2 Supervivencia/Cazar Percepción 2 Advertir/Notar 1 Rastrear 2 Reflejos Escuelas/Especializaciones
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