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strikeofthekille

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  1. strikeofthekille

    Zarniel Petrøvya

    Nombre del Personaje Zarniel Petrøvya Raza Humano Sexo Hombre Edad 20 Altura 1,75 M Peso 66 Kg Lugar de Nacimiento Ventormenta Ocupación clérigo Descripción Física De estatura mediana y cabellera rubia, con una barba larga cubierto de togas normalmente de color negro en contra posicion de la iglesia que lleva togas blancas, normalmente siempre se le ve con un libro atado en la cintura además de una bolsa con vendas y material medico. Descripción Psíquica Lleno de curiosidad y autocritica muy altas, intenta siempre ayudar a quien lo necesite, amigable y sincero a la vez que un poco humoristico en algunos casos especificos. Padece de Baja inhibición latente lo que le permite recordar hasta el más minimo detalle aunque esto supone un bombardeo de información constante imposible de bloquear, lo cual a veces resulta muy frustrante para él. Ficha Rápida No (1000 palabras mínimo) Historia Yacia un bebe cubierto de mantas rojas y con una grulla de origami en su pecho que constantemente subía y bajaba por la respiración del mismo. Se escucharon unos pasos resonar con el agua que pronto se encontraría con el alcantarillado, en los callejones hasta que simplemente se esfumo y lo único que quedaba para escuchar era la lluvia chocar con las calles, con las hojas, con el pasto. A veces se escuchaba alguna risa que provenía de una taberna cercana, quizás una pelea o un baile, nunca se sabrá con seguridad. Luego se escucharon unos pasos, más cercanos, las puertas de la iglesia se abrían poco a poco mientras la luz de las velas salia a la calle rozando la cara del muchacho pero sin despertarle y poco a poco la cara de un anciano se encontraba con la del chico, un hombre de una barba larga y blanca cubierto de sus ropajes blancos con decoraciones doradas lo sostenía en brazos mientras deshacía la grulla de origami y leía su contenido, solo había una cosa en aquella grulla, el nombre del muchacho. Esto era algo muy común para aquellas familias que no podían hacerse cargo de los hijos, aunque era más normal dejarles en las puertas del orfanato y no a las puertas de una iglesia, quizás la familia era muy creyente y no habían concertado matrimonio antes de dar a luz a este chico. El hombre se lo pensó unos segundos mientras llevaba al chico en brazos dentro para que no resfriase, sabrá la luz que hizo cambiar al hombre de opinión para adoptarlo y no entregarlo al orfanato. Se hizo cargo del chico y le dio un techo, fue un padre adoptivo que con el tiempo cogió cariño al chico. A la vez que crecía mostraba un interés innato por todo lo que le rodeaba, constantemente se paraba a analizar algún objeto, el tacto del pergamino con sus dedos, el olor de la comida, como una vela se apagaba. Al mismo tiempo en el norte existía la preocupación de una futura guerra, los orcos habían escapado de los campos de concentración. Pasaron pocos años cuando Zarniel tuvo que empezar las clases de medicina para atender a los heridos, se suponía que eran tiempos de prosperidad pero llego la caída de Lordaeron, carromatos llenos de personas que lograron escapar de un reino que prometía mucho llegaban a Ventormenta, al no haber tantos médicos tuvo que aprender rápido a como tratar heridas leves al mismo tiempo que los mayores como su padre adoptivo tenían que tratar enfermedades más severas. El miedo se adueño de todos los pacientes, con el simple toser se alejaban, algunos sabían y habían visto como sus familiares regresaban en vida para extender la plaga. Zarniel estaba preparado para ir al frente y ayudar a quienes habian derrotado a la plaga en Reinos del Este, habian muchos heridos y poco tiempo aunque aun era solo un niño. Se esforzó de aprender más sobre medicina y sobre las doctrinas de la luz, constantemente pedía consejo a su padre adoptivo de que le enseñase más cosas, mostraba esa curiosidad innata de cuando era niño amplificada, era como si cada palabra de un libro quedase en su memoria. Con la muerte de Varian y al ser el unico gobernante en ese momento supuso el nacimiento del imperio humano colocando a la emperatriz que se hizo con el poder, con suerte este seria el fin de la era más oscura para traer prosperidad a los humanos, por ese entonces Zarniel tendría catorce años, ya era más útil que antes aunque el miedo de su padre supuso que aun no podría ayudar tanto como sus compañeros, algunos tacharían al Padre Bolgor de favoritismos pero lo que no sabían era lo duro que era con Zarniel, quería que ese muchacho progresase y por eso le impartía más tareas a la larga. La época más dura viene siendo la segunda guerra Gnoll, tuvo que asistir al tratamiento de muchos heridos de Elwynn que eran transportados a Ventormenta, habían demasiados que atender y muy poco tiempo, cada vez que no lograba salvar a alguien sentía una culpabilidad tremenda, aun no era capaz de comulgar la luz así que tendría que recurrir a métodos más tradicionales que costaban más tiempo y concentración, aun a día de hoy recuerda como al terminar de tratar a los heridos no podía evitar caer inconsciente en el primer banco que encontraba aunque era despertado en muchas ocasiones por los rostros de los fallecidos que atendió y no logro salvar. No estaba acostumbrado a tratar heridas tan severas. Pero al final lograron repeler a los gnolls y llegar una reconquista lenta, en ese tiempo Zarniel adoptaría una actitud decadente y triste, llena de remordimientos “Podría haberlos salvado...” Solo la luz sabe que hubiese pasado de no ser por Astrid, una compañera de clases y amiga de Zarniel que le apoyo cuando este más lo necesitaba, eran buenos amigos y se podría decir que eran pareja pero no era el caso. Astrid no formaba parte de la iglesia como lo hacia él, lo único que llegaron a compartir fueron las clases cuando eran niños y su amistad perduro hasta el día de hoy. Se podría decir que ademas de los compañeros de la iglesia Zarniel no tenia más amigos que ella. La mejoría de Zarniel paro cuando su padre adoptivo en su 20 cumpleaños le entrego aquella grulla de origami que encontró cuando llego por primera vez a la iglesia, se sintió traicionado por vivir bajo una mentira toda su vida pero al mismo tiempo pensó que era afortunado de tenerle a él, cogió la grulla con sus dos manos y sintió el tacto de papel, estaba seguro de haber sentido ese tipo de papel antes hace mucho tiempo. Ahora era el momento de encontrar su propia aventura, hablo con su padre adoptivo sobre la idea de ir a frentes de guerra y ayudar, sentía que ya estaba preparado para asistir en ayuda a los demás, y aunque a él no le gustaba la idea dejo que este decidiese su destino, siempre y cuando le visitase de vez en cuando.
  2. Buenas, Hace ya algun tiempo deje Rol errante o con su nuevo nombre pluma y espada. Queria regresar e intentar conectar con el rol una vez más si me lo permitis, claro está. Gracias por su atención y espero que pronto nos veamos de nuevo, con ideas nuevas para personajes más originales para un regreso por todo lo alto.
  3. strikeofthekille

    Samuel Blackwell

    Nombre: Samuel Blackwell Raza: Humano Sexo: Hombre Edad: 25 Altura: 1,75 Peso: 67 Lugar de Nacimiento: Lordaeron Ocupación: Pertenece a la iglesia pero no de forma oficial, solo como voluntario. Historia completa Descripción física: Posee una barba arreglada color castaño y un pelo muy corto casi calvo, su complexión es atlética. Algunas muestras de heridas por sus misiones ayudando a la iglesia cuando era más joven o cuando adopto a Benji. Su piel es blanca. Descripción psíquica: Aunque su hermano se sienta reacio a los gilneanos, él por otra parte no les tiene ningún tipo de odio, sabe que no fue culpa de todos los gilneanos que se construyese el muro que los separaría del resto de reinos. No es muy religioso y siente que siempre ha de ver diferentes formas de solucionar el mismo problema. Es amable e intenta siempre no incomodar a quien le rodea, incluso llevando toga dentro de enfermerías para no incomodar a los pacientes de esta, algunas veces incluso llegando a tratarlos cambiando vendas o simplemente ayudando como puede. Historia Capitulo 1: Huida. Samuel nació en Lordaeron, su madre era nodriza en un orfanato y su padre era un cazador del pueblo quien vendía las pieles que cazaba cada medio día tras regresar de cazar por los bosques cercanos, este no estaba solo, había un integrante en la familia antes que él quien era su hermano mayor Hanns, quien acompañaba a menudo a su padre de caza y aprendió los oficios de la familia. Samuel crecía y jugaba con otros niños, se divertía y aprendía con su madre y se quedaba fascinado cada vez que su padre traía algo de la caza del mismo día. Siempre comían la carne mas fresca que se pudiese imaginar y su madre al tener una finca detrás de casa, tras salir del orfanato se encargaba de regarlas y cortarlas para tener especias y así la comida supiese como un restaurante de los mejores de aquella humilde ciudad. Tras comer siempre se cantaba alguna canción, se leía o intercambiaban historias y anécdotas que pasasen a lo largo del día, eran una familia feliz y humilde siempre dispuesta a ayudar. Samuel recuerda como una las pueblerinas cercanas se acercaba a jugar con él, su nombre era Sarah quien era de su misma edad, algo más alta que él con su pelo negro y quien le acompañaba siempre era su hermana mayor Amanda algo más pequeña que su hermano mayor, de color pelirrojo y un cuerpo ejemplar a una dama, su cara esta remarcada como si fuese un lienzo que valdría todo el oro que hubiese en el mundo. Su hermano y Amanda parecían una pareja, uno terminaba la frase del otro constantemente como si estuviesen conectados de alguna manera, mientras que Samuel y Sarah leían leyendas o aventuras de grandes guerreros. Cuando Samuel cumplió los quince años su padre lo llevaba con él a cazar y que si en algún momento se perdía en pleno bosque pudiese sobrevivir alimentándose de bayas y animales cazándolos, en un principio no era muy bueno con el arco, pero tras entrenar y salir todos los días junto a Hanns y su padre aprendió poco a poco a cazar y sobrevivir. Algo que le vendría bien tanto a él como a su hermano en el futuro próximo. Un día cualquiera a las afueras de Lordaeron Samuel, Hanns y su padre estaban cazando, Samuel se dedicaba a cazar conejos, Hanns lobos o animales de ese calibre y su padre alces o venados; tras terminar de cazar, Samuel desolló al conejo quitándole la poca piel que poseía y luego colocando en una bolsa su carne, Hanns había conseguido matar a dos lobos, que al no darle tiempo de desollarlos, los llevo a hombros hasta el pueblo y su padre no logro darle caza al alce, estaba mareado aquel día por lo que la flecha a pocos metros de la cara del alce no acertó y huyo. -Buena suerte la próxima vez padre – Decía Hanns con un tono burlón mientras llevaba los dos lobos a espaldas aun con la flecha clavada para que no derramasen sangre. - Y que digas, falle por muy poco – El padre señalo la flecha clavada en el tronco pocos metros más atrás a donde se situaba al alce, mientras que acariciaba la cabeza de Samuel dándole la enhorabuena por su caza y el como desolló al animal. - ¡Bien! - Exclamo. - Ya lo he visto, ¿Has limpiado tu cuchillo? - dice mientras termina de acariciar su cabeza, con una sonrisa en el rostro. - Si mira – Feliz saca el cuchillo de su funda limpio. - Veo que has aprendido, muy bien – Termina felicitando su padre. - Si hermanito, pronto seras papa en versión mejorada – Dice a tono burlón su hermano. - No te burles de tu anciano. Mientras los tres intercambiaban risas y un momento de paz al padre se le ocurrió algo. - Hanns, ¿que tal si invitas a Amanda a comer esta noche? - ¡¿Amanda?! - se sobresalta, su cara se pone roja como un tomate, nervioso suelta una carcajada intentando liberarse de esa conversación que le acusaba tanta inquietud. - Si deberíamos, así Sam puede jugar con Sarah. - ¿Sarah viene hoy a casa? - Se mostraba alegre. - Menos mal, ya ellas están en casa – Decía su padre riéndose al ver como Hanns se ponía rojo y trataba de librarse con Sam. - No debemos dejarlas esperando - Dijo Sam antes de salir corriendo a casa. Los tres corrieron con sus presas, excepto el padre quien al no llevar presa podía seguir el ritmo de sus hijos, tras un rato caminando se pasaron por casa antes de ir a la ciudad para comer, su madre estaba allí que gracias a ser su día libre pudo atender a las chicas que ayudaban con la comida, recogían especias o colocaban la mesa, vestidas con ropas algo mas arregladas y su piel de porcelana que era tan suave como la seda. Cuando Samuel, Hanns y su padre llegan cubiertos de algo de sangre no tardan en irse a cambiar; Hanns y Samuel compartían la habitación, Samuel se puso una camisa blanca con cuello y unos pantalones tras darse un baño rápido, lo mismo con Hanns pero en vez de ser blanca era marrón con tirantes. Bajaron y se sentaron en la mesa, Hanns al lado de Amanda, Samuel y Sara justo en frente y por ultimo los padres, cada uno en un punto de la mesa, parecían una familia. Tras terminar de comer estaban recogiendo la mesa, cuando de pronto suenan gritos de dolor que provenían del centro de la ciudad, aquella ciudad tan tranquila se había vuelto un campo de batalla, el padre cogió uno de sus mejores rifles de pestillo y se dirigió a la puerta, mientras que Hanns y Sam cogían sus arcos de caza y sus carcaj en las que llevaban flechas de punta de dos hojas. - ¡¿Que creéis que hacéis ?! - Grito el padre nervioso cargando el rifle. - Tu que crees, no vas a salir tu solo contra lo que haya allí fuera – Dijo su hermano casi alzando la voz preparando una flecha para disparar lo mas rápido posible. - Yo también te ayudare papa, no te podemos dejar tirado – Samuel hace lo mismo sin alzar la voz. - ¡No, no y no! - Grito el padre, intentando que se fuesen – Tenéis que iros de aquí cuanto antes, haced las maletas esto no pinta nada bien. - E-Esta bien padre. - Samuel baja el arco con un poco de miedo y sube arriba acompañado de Amanda, Sarah y Hanns. Una vez arriba, Amanda ayudaba a Hanns a hacer las mochilas mientras que Sam hacia lo mismo con Sarah, cogieron cosas que puedan ser de utilidad como cuchillos, flechas, ropa impermeable, botas para lluvia y demás, al terminar escucharon un grito que venia de la cocina, era su madre. - ¡¿ Pero que demonios ?! - El hermano prepara el arco como auto-reflejo y baja por las escaleras corriendo, al llegar era muy tarde, los necrofago estaban devorando a su madre como si fuese la comida que pocos minutos antes estaban disfrutando en calma, por lo que sin pensárselo dos veces disparo a la cabeza. Furioso subió de nuevo para coger sus cosas mientras que Amanda asustada al ver la expresión en la cara de Hanns, terminaba de ayudar a Sam a hacer las mochilas. Se podía ver como Sam esta muy tenso en ese momento, lo único que escuchaba eran gritos de las personas que se encontraban en el exterior o la expresión de su hermano cubierto con algo de sangre. - Amanda, ve a por las ropas de mi madre, ella ya no las necesitara – Se aguantaba las lagrimas que poco a poco caían por su rostro mientras que intentaba ser duro para los que estaban presentes. - S-Si… - Fue a la habitación de la madre escoltada por Hanns. - Y-Yo ya estoy listo – Decía Sam con la mochila en su mano. - Bien Sam – Se acerca, a él con su expresión de dolor aun grabado en su cara – Necesito que seas fuerte, cúbrete los ojos al bajar y no los abras hasta que yo te diga. - S-Si… Cuando todos estaban listos ya con sus mochilas a mano, Hanns pidió a Amanda que las llevase mientras el preparaba su arco colocando las flechas sobre él. - Cerrad los ojos hasta que os diga, cogeros de mi para guiaros. Bajaron, Hanns solo podía ver los órganos de su madre cubriendo todo el comedor y al necrofago quien había matado unos minutos antes tirado a su lado, mientras que en las paredes se tornaron de un color rojizo gracias a la sangre de los dos. Tras salir por la puerta trasera dijo a todos que abriesen los ojos y huyeron por el bosque cercano a donde estaban. Capitulo 2: Nueva vida, nuevas reglas. Hanns fue con el arco en mano cargado con una de su flechas, con su mochila en la espalda y velando por la seguridad de todos los que estaban con él mientras que Amanda y Sarah se cogían los vestidos para no dañarlos y Samuel con su arco de dimensiones menores a la de sus hermano fue cubriendo la parte de trasera. Al llegar a una zona lo suficientemente alejada de la ciudad para no escuchar los gritos pero lo suficientemente cerca para ver entre los arboles el humo que desprendia la ciudad. - Es… Horrible – Amanda preocupada, asustada y con lagrimas recorriendo su rostro busca asilo en el pecho de Hanns siendo la única persona cercana que le queda. - Si… - Mientras que con la mano derecha coge el arco y la flecha que posaba sobre ella, con la otra acaricia el pelo pelirrojo de Amanda mientras mira a los dos acompañantes. El silencio se apodero un momento de todos los presentes. Hanns bajo la cabeza y tras rezar por los caídos, decidió subir la cabeza firme y mirar a los presentes con seguridad intentando transmitir dicho sentimiento. - No podemos quedarnos. aquí, tenemos que seguir avanzando si no queremos que ellos nos atrapen. - Hanns aparta suavemente a Amanda y saca un mapa de su mochila en el que se representaban los estados de Reinos Del Este – Tenemos que llegar aquí – Marco con su dedo el pueblo más cercano, Alterac. Sabia que Gilneas no iba a abrir sus puertas y tras marcar el camino mas viable partieron hacia dicha dirección. - ¿Strahnbrad? - Dijo Sarah. - Es la única oportunidad que tenemos, pongo en duda que esta… mierda, solo haya afectado a Lordaeron, tenemos que movernos y es el lugar más cercano al que creo que no haya nada, aun así no estoy seguro y no quiero que por mi culpa… - Se pone triste y enfadado a la vez, mantiene el silencio un momento a la vista de todos y regresa a hablar – Gilneas no abrirá su muro para nosotros, lo único que se me ocurre es esta opción, allí podremos pensar con más calma. - Si mi hermano dice eso, hagámosle caso– Dijo Samuel. Todos asintieron, cogieron sus mochilas y empezaron a andar, no saliendo de la seguridad del bosque, la mayoría de necrofagos estarían rodeando la ciudad o dentro de la misma. Llegaron a la frontera que las separaría Claros de Tirisfal y Laderas de Trabalomas, era curioso ya que no había gente por esa zona pero el grupo no perdió la esperanza, pensaron que habían tomado el camino que iba a Tierras de la Peste o hacia Gilneas en un intento de salvarse, así que no pararon hasta llegar a Strahnbrad. - Hay gente, pero debemos andarnos con ojo, no me fio de ellos. - Decía el hermano con el arco preparado por si había confrontación. - Entendido – Dijeron todos. Al llegar se podía ver gente en la calle haciendo vida normal, la plaga no se había extendido hasta esa zona por el momento y todos suspiraron de alivio. Hanns bajo el arco aun sin fiarse demasiado de los pueblerinos que en ella habitaban, se sintió reacio a hablar con ellos casi ignorándolos mientras que los demás disfrutaban de llegar a un lugar seguro. Un hombre comerciante se percato del arco de Hanns, ofreciéndole un trato para comprárselo, ya que estaba decorado con los símbolos de la familia, concretamente un alce con cuernos que llegaban al cielo y dos lobos protegiéndole tallado en el arco, el hombre insistió varias veces pero Hanns se negaba una y otra vez hasta que el hombre se harto y se largo por donde había venido no sin antes murmurar maldiciones hacia Hanns. - Esta gente es… - Hanns suspiraba aguantando sus palabras de odio hacia los residentes de Alterac. Era de noche y hacia frio por lo que Hanns y su hermano tuvieron que cazar algunas pieles para venderlas a cambio de un lugar donde dormir, el plan funciono logrando cazar a un alce con la piel brillante. - Al salir el alba nos largamos, espero que durmáis bien. - A Hanns no le gustaba para nada ese pueblo y quería largarse cuanto antes, en su mente se repetía la palabra “Sur” varias veces mientras se cubría con las telas que servían como edredón - Buenas noches. - Dijo Samuel. Al día siguiente con el sol saliendo poco a poco fueron andando entre los arboles más al sur, tenían que hacer varias horas de viaje hasta llegar a humedales, Samuel y Sarah estaban exhaustos, Amanda no se quedaba atrás pero cada vez que veía la cara de Hanns, llena de una tristeza y odio a todo lo que había pasado no podía simplemente comportarse como una niña, aunque quisiese. - Hanns estoy cansado de tanto andar. - Sarah y Samuel lo dijeron a la vez un par de veces. - Ya falta poco para descansar. - Hanns sin embargo no dejaba ver su cansancio en el tono de voz, seguía andando a una velocidad rápida con miedo a que aquello que mato a su madre pudiese matar a aquellos que amaba y quería proteger. - Pero llevamos caminando horas, Humedales no puede estar tan lejos. - Samuel contestaba a Hanns con cansancio y sueño. De pronto un ruido entre los arbusto alerto a Hanns quien por un acto reflejo preparo su arco con una de sus flechas más punzantes haciendo un gesto para que todos se escondiesen, lo que no esperaban es que era un refugiado como ellos tratando de llegar a Dun Morogh. - Es bueno ver caras amigas – El hombre encapuchado vio como Hanns le apuntaba sin dudar. - O no tan amigas. - Subió sus brazos en forma de rendición. - ¿Hay alguien más contigo?, si me mientes lo sabre. - Hanns se mostraba muy desconfiado ante cualquier persona que se acercase. - La verdad es que si, pero unos bandidos estaban cubriendo la frontera de Humedales y nos separamos en la lucha. - No te creo. - No tienes porque, yo tampoco me fiaría de un extraño. Samuel y Sarah estaban asustados y Amanda aguardo el silencio también desconfiada del hombre, pero vio como Hanns bajaba el arco poco a poco mostrándose más amigable con el hombre. - Supongo que ahora somos amigos. - Se quito la capucha dejando mostrar una barba larga, bien marcada con los adornos característico de los enanos. - No me consideres tal, no daré mi vida o la de mis aliados por ti. - Hanns respondía. - Vamos chico, no tienes que ser tan serio. Hanns al ver como todos estaban cansados incluyéndose, decidieron hacer un campamento mientras el cazaba algo con el hombre misterioso Amanda, Sarah y Samuel se quedaron en el punto de encuentro preparándolo todo, haciendo una fogata para hacer la carne, preparando algunas cuerdas para dormir encima de los arboles, una idea que se le ocurrió a Samuel previniendo que los animales salvajes lograran alcanzarles mientras dormían, y aunque en un principio fue incomodo, era mejor que dormir cerca de peligros. - ¿Me vas a decir como te llamas chico? - El enano pregunto a Hanns. - Me llamo Hanns. - No apartaba la vista del ciervo que se encontraba a unos metros de ellos, intentando hacer el menor ruido posible. - Encantado, mi nombre es Gerd. - Miro al ciervo. - Me alegro. - Soltó la flecha haciendo que el ciervo cayese muerto haciendo un ruido en los alrededores. - Volvamos ahora. - Fue donde el ciervo sin quitar la flecha del estomago para así prevenir el sangrado y fueron de nuevo al punto de encuentro. Hanns y Gerd estaban de camino, se desplazaron unos cuantos minutos hasta una reserva donde habían varios ciervos por si no lograban cazar, cuando se aproximan escuchan un grito, era de Amanda y estaba pidiendo auxilio. - No perderé a más seres queridos – Hanns empezó a correr a gran velocidad casi dejando atrás a Gerd. Cuando llegan ven como hay seis bandidos, uno se encargaba de contener a Samuel y Sarah, y otro por Amanda, los demás miraban entre las mochilas por cosas útiles o valiosas. Antes de que Hanns hiciese algo estúpido le tapo la boca y le dijo algo al oído. - Esos son quienes estaban en la frontera… Puede que sepan donde están mis camaradas. - Soltó a Hanns poco a poco. - Maldición – Asiente con la cabeza. Ambos se movieron entre los arbustos siguiendo a los bandidos intentando no ser oidos, algunas veces los bandidos veían a hacia atrás por el ruido que causaban pero el líder simplemente dijo que era normal que lo más probable fuese un animal en un tono burlón riéndose de sus esbirros, llegaron a una casa en pleno bosque, parecía con mucha gente debido al ruido que de ella provenía, casi parecía una taberna. - Una taberna llena de victimas y bandidos, debe de ser una broma. - Dijo Gerd. - No es una broma, y tampoco va a ser una broma el que yo clave una flecha entre ceja y ceja a quien haya tocado a mis acompañantes. Ambos miraron a la taberna, en el exterior solo habían dos personas en la puerta, viendo hacia el camino más cercano, habían carruajes y varios caballos. Hanns preparo una flecha y Gerd desenfundaba su espada. Gerd tiro una piedra a uno de los arbustos que hizo que los guardias estuviesen en guardia y fuesen a ver que habia sido, cuando estaban lo suficientemente cerca, Gerd cogió a uno del cuello y con un golpe de gracia lo dejo inconsciente en el suelo, el otro quedo inconsciente gracias a que Hanns con una patada le fracturo la pierna. - Buena chico - No hay tiempo para charlar. Los dos movieron los cuerpos fuera de allí ocultándolos en unos arbustos y se acercaron a la parte de atrás mientras veían entre las ventanas a chicas sirviendo con una expresión de horror mientras que los bandidos bailaban y alzaban sus espadas. Entraron por atrás, estaban en la cocina y parece que los que servían allí estaban prisioneros de aquellos bandidos ya que hacían la vista gorda de su presencia, bajaron al sótano donde tenían a todos los prisioneros, pero faltaba alguien, Amanda. - ¿Donde esta Amanda? - Mientras Hanns le quitaba la mordaza a su hermano y Sarah pregunto. - Se la llevaron, no sabemos nada de ella. - Respondía Samuel. - Maldición. Gerd quito las mordazas a sus aliados. - ¿Estáis bien? - Si señor, debemos buscar a la chica. Samuel y Sarah se quedaron en el sótano mientras que los hombres de Gerd y Hanns subian por las escaleras, vieron a través de la ventanilla de la cocina, aprovecharon al ver que todos los hombres de alli estaban ebrios y vieron a su vez las armas apartadas en una esquina del comedor, aunque algunos de ellos portaban dagas para mantener a raya a las camareras. -Veo varias espadas en esa esquina, si nos movemos rápido podemos tomarlas y rodearlos – Hanns. - No me parece mal, aunque también debemos andarnos con ojo con esas dagas – Gerd. Los hombres de Gerd asintieron y se prepararon para la inminente batalla, cruzaron por la puerta y fueron rápido a por las armas, los bandidos no se esperaban esto por lo que fue fácil rodearles y que se rindiesen con miedo a perder sus vidas. Mientras que los hombres de Gerd mantenían a los bandidos bajo control, Hanns y él subían las escaleras en busca de Amanda. - Venga chica no te resistas – Se podía escuchar al hombre hablando en un tono grave con Amanda, el más viejo de los bandidos. - ¡Suéltame, suéltame, suéltame! - Amanda estaba casi llorando por ello. Gerd y Hanns interrumpieron, el hombre vio como entraban y Amanda aprovechando la situación le dio un puñetazo para separarlo de su cuerpo, Gerd coloco la espada en el cuello del hombre y este simplemente se rindió. - No pude protegeros de ellos, no pude ayudar a mi madre, no pude ayudar a mi padre. Soy una deshonra… - Hanns cada vez estaba más cerca de Amanda, ella estaba muy asustada. Hanns se acerco más hasta darle un abrazo a Amanda, sintiendo una tristeza profunda, Gerd estaba presente viendo la escena. Amanda le cubrió con sus brazos, ella estaba muy asustada, el calor que daba Hanns le conforto haciéndola sentir segura aun con lo que había pasado. - No tienes que disculparte, si tu no hubieses estado cuando paso todo, yo hubiese muerto, si tu no hubieses llegado cuando más te necesitaba… - Amanda le acariciaba el pelo, como una madre a su hijo, incluso Hanns mancho el vestido hecho trizas de Amanda de sangre. - Lamento interrumpir este encuentro, pero tenemos que irnos a un lugar seguro. - Dijo Gerd interrumpiendo la escena y dejando inconsciente al hombre con un puñetazo. - Si – Asintieron los dos. Bajaron por las escaleras, los hombres de Gerd estaban esperando, mientras que Samuel y Sarah habían subido del sótano al no escuchar ningun ruido, tenían mucho miedo cogiéndose al brazo de uno de los hombres de Gerd. - ¿Los empleados? - Dijo Gerd. - Están allí. - Quiero que todos ellos sean evacuados, el norte se ha vuelto un infierno. - Si señor. Todos prepararon los carruajes y los caballos, los empleados cogieron también sus cosas y todos subieron a los carruajes, ese fue el momento en el que más tranquilidad hubo en ese viaje. Amanda apoyo la cabeza en el hombro de Hanns mientras el carruaje se ponía en marcha hacia Dun Morogh, algunas veces paraban para comer, pero en carruaje se iba mucho más rápido, entre la preparación y la llegada pasaron unas cuantas horas, momento en el que Sarah, Samuel, Hanns y Amanda pudieron descansar. El carruaje tuvo que tomar otro camino llegando a Dun Mogr en Humedales, un pueblo cercano a la frontera de Stromgarde que los separaba el puente Thandol. Allí los enanos indicaban a los supervivientes de la plaga el camino hacia Forjaz. Tenían que atravesar Los Humedales, luego pasar por Dun Algaz para llegar a Loch Modan. - Mejor que os vayáis amigos, esta zona es muy conflictiva – Uno de los enanos encargados de la frontera en estación de Algaz hablo con el representante de la caravana donde estaban todos, - Bien, así lo haremos- Decía Gerd. Cuando cruzaron vieron la fina capa de nieve, habían muchas caravanas que se dirigían hasta allí, tardaron varias horas por la nieve que no dejaba avanzar a los caballos no acostumbrados a moverse por la nieve. Las puertas de Forjaz eran grandes, el subterráneo estaba más ajetreado ese día y muchos siguientes que llegaban supervivientes de la plaga, esperaron unas horas para subirse en los vagones, Gerd se despidió de sus nuevos amigos y partió al centro de Forjaz donde se apuntaría a la Liga de Expedicionarios. Tras subirse en uno de los vagones, Sarah al ver como era el subterráneo se le puso los pelos de punta, le encantaba la ingeniería y quería aprender como los gnomos hacían de las suyas, después de unos minutos llegarían a Ventormenta. - Ya estamos aquí… - Dijo Hanns bajándose del vagón. - Si – Respondió Amanda mirándole. - Pero, ¿ahora que hacemos? - Mi tío si mal no lo recuerdo vivía en el Bosque del Elwynn, quizás podemos ir allí. - ¿Vamos a ver al tío Gil? - Preguntaba Samuel. - Con suerte, lo más probable. Cogieron sus mochilas, al llegar a Ventormenta era por la tarde, los niños jugaban en las plazas y se podían ver los mercados aun vendiendo las ultimas pieles y/o comida del día. La casa de Gil se encontraba cerca de la frontera con el Aserradero de la Vega, era una casa grande, era una finca y tenia algunas cosas peculiares, en el patio trasero tenia un campo de entrenamiento, donde se practicaban la agilidad, equilibrio y precisión, también algunos muñecos para entrenar la fuerza y los reflejos; más allá del campo de entrenamiento tenia una granja de tamaño reducido. Hanns toco la puerta, habían dos caballos en el exterior, el tío se sobresalto al ver a sus dos sobrinos acompañados de dos chicas guapas. - Lo más recomendable hubiese sido mandarme un cuervo antes de venir, tengo la casa muy desordenada – Gil abraza a los dos chicos casi dejándolos sin aire, poseía mucha fuerza. - Lo hubiésemos hecho, pero – Hanns bajo los ánimos haciendo ver su tristeza – Tío, Lordaeron fue asolada por una plaga, madre y padre… - coge aire y se queda callado unos segundos – Murieron. Se torno un momento triste, Gil abrazo a los chicos y tras un momento de silencio, intento subir los ánimos a los que estaban allí. - Estoy aquí para lo que ustedes necesiten, esto es grande, no me importa compartirlo con nadie, incluido vuestras amigas – Levanto la vista hacia las dos chicas. - Muchas gracias señor, mi nombre es Amanda, ella es mi hermana, Sarah. - Ambas hicieron una reverencia. - No tengáis formalidades conmigo chiquillas, podéis tratarme como vuestro tío si queréis. Sarah y Amanda ocuparon una de las habitaciones superiores, Hanns y Samuel la inferior. Hanns empezó a ayudar al tío en su vida cotidiana, vendiendo hierbas y cazando alguna que otro animal para vender su piel y usar la carne como alimento, Amanda también ayudaba en ese momento, era quien daba la cara al publico siempre con una sonrisa blanca en la cara, Sarah aprendió herboristeria y usar las plantas como medicina u otros usos, y Samuel empezó a ser discípulo de Gil. - Venga chico – Gil le sometía a algunos entrenamientos para mejorar sus reflejos y agilidad. - Ya voy – El ritmo era muy rápido para él. Muchas veces se les podía ver un día en el que no hubiese trabajo entrenando desde que sale hasta que cae el sol, algunas veces cambiando las circunstancias para amoldarse a la situación. Los entrenamientos consistían en desplazarse por unos troncos de madera elevados, golpear un muñeco de madera repetidas veces, usar una venda en los ojos para mejorar la audición inclusive con combate, y otras cosas. Al principio todo fue mucho para Samuel, empezar siendo un simple cazador junto a su familia, a entrenarse en el arte del combate cercano y los movimientos rápidos. - Vamos a seguir con el combate a ciegas – Decía Gil un día de entrenamiento a Samuel. - ¿Es necesario? - Respondió. - Aunque no lo creas, existen muchas formas de ver, solo hay que entrenarlas una a una. El entrenamiento era sencillo, escuchar los pasos del oponente y cubrir o esquivar cuando se escuche el flujo de aire que recorre el palo antes de intentar golpear al individuo. Pasaron años de entrenamiento, la familia no se adentraba en guerras por lo que fue una vida llevadera. Conforme Samuel crecía se hacia más fuerte, y ágil. Intentando ayudar en lo posible a los pueblos cercanos a él, se volvió una persona conocida ya que el dinero que recaudaba por sus acciones lo donaba a la iglesia, aunque no era muy devoto hacia ella sabia que si le daba el dinero podría contribuir a que muchas personas fuesen tratadas con medicamentos y cosas varias. Un día, regresando de Ventormenta era de noche, los grillos frotaban sus patas haciendo el ruido característico que muchos toman como relajante, cuando escucho a una chica siendo acorralada por unos lobos salvajes, este con su espada que pertenecía a Gil decidió ir tras ellos cubriendo a la chica mientras esta huida, siendo herido varias veces, cuando los cazadores cercanos se acercaron y le dieron apoyo con sus flechas, cazando a cada uno de ellos, al terminar Samuel estaba cubierto de su propia sangre, casi no se podía mantener en pie por lo que tras unos días en la enfermería logro recuperarse.
  4. Atributos 6 Físico 8 Destreza 6 Inteligencia 6 Percepción Valores de combate 24 Puntos de vida 18 Mana 6 Iniciativa 10 Ataque a Distancia (Arco largo) 10 Ataque CC Sutil (Espada ligera) 10 Defensa Habilidades Físico 1 Atletismo Destreza 2 Arco largo 2 Espada ligera 1 Cabalgar 2 Escalar 2 Defensa 1 Nadar 1 Sigilo 1 Trampas/Cerraduras Inteligencia 2 Fauna 2 Supervivencia/Cazar Percepción 2 Rastrear
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