El soldado caído.
Ya hacia tiempo que había vuelto de Tierras de la Peste, pero simplemente su cabeza lo recuerda como si fuese ayer. En sus sueños, aún está en el campo de batalla, aún pelea contra las hordas de no muertos, contra sus amigos levantados, contra el mal.
El rostro de sus camaradas, pidiendo ayuda, y él... Él simplemente parado, ahí. Paralizado, sin poder hacer nada, impotente. Busca moverse, poder ayudarles pero su cabeza se resiste, hace que no se pueda mover y que cada vez le pesé más la armadura.
De repente todo esta en silencio. La batalla ha terminado, han ganado pero a un costo demasiado alto. Camina pisando los cadaveres putridos y los que no están tan pútridos.Y de repente... La ve, la ve a ellá. Parada a unos metros de él, lleva el atuendo común que utilizaba, la ultima vez que vio antes de que la ahorcaran.
Eso le fulmina, se esfuerza por no llorar y lo expresa con ira. Pero desde siempre se ha movido más por las emociones y su cuerpo falla, le duele el corazón y eso desenvuelve en el la perdida de su voluntad. Cae de rodillas al tiempo que ellá se acerca a él, con una sonrisa y un andar lento. Ya están juntos, Terenar rodea la cintura con sus brazos y la aprieta contra su pecho en busca de tranquilidad y cariño. Y lo recibe, ellá le acaricia la cabeza y le dice que todo irá bien, pero esa satisfacción se desvanece a los segundos pues un grito irrumpe en su mente.
Se remueve por la cama, jadeando, chorreando pura adrenalina.
-¡Erika! -Grita sonambulo-
La ve, a ellá siendo ahorcada. Ve como su ultimo aliento se disipa de su boca y le dedica una ultima mirada. Escucha otro grito, alguien se le acerca. La figura, borrosa, se acerca gritándole. De repente, cuando ya esta nariz a nariz reconoce el rostro que le ordena que se levante. Le toma del brazo y de un tirón ya esta de pie, otra vez frente al campo de batalla, esa imagen horrorifíca de nuevo, parpadea un par de veces y se da la vuelta.
Horror, miedo, terror... Inundan el corazón de Terenar al ver una carga de no muertos enemigos mientras le ordenan que vuelva a la fila. No le da tiempo a ponerse en la fila y algo le embiste mientras le araña en casco y le grita con voz de ultratumba y...
Se despierta. Hiperventila, su corazón le va a mil por hora. Se oprime el pecho, otra vez ese maldito sueño. Mira por la ventana, ya es de dia y su turno empezará pronto. Es hora de trabajar.