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Roleros Destacados


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Showing content with the highest reputation on 08/06/18 en todas las áreas

  1. 12 points
    Un grupo de usuarios que se dediquen a hacer decoraciones permanentes para ambientar, y que dichas decoraciones sean subidas a un post para tenerlas en cuenta para posibles roles. Y listo.
  2. 2 points
    La idea era mía, así que te doy like. Apoyo la idea.
  3. 2 points
  4. 1 point
    Dios sabe que lo necesito.
  5. 1 point
    Añadido BugGrabber y BugSack.
  6. 1 point
    Personajes. El grupo de comerciantes.: Desde su llegada a Costasur, este grupo de tres individuos llamó la atención de las autoridades. Apenas en su primer día ya habían acudido a solicitar ayuda de una agotada y desmoralizada milicia. A pesar de haberse negado a prestar ayuda militar, acordaron en resguardar un cofre negro y pesado dentro del cuartel, con una pequeña tarifa por día de resguardo. Este singular grupo de individuos destaca por sus peculiares atributos individuales. ACTUALMENTE: Santiago de Sveri ha logrado llegar a un acuerdo con Loras, el comerciante le ha advertido al Cabo que la misión a la que se han encomendado es de alto peligro, y por lo tanto, mejor que haga sus preparativos antes de partir con rumbo a la entrega. Loras, el comerciante. Loras es un misterioso comerciante que llegó una mañana por el puerto acompañado de dos Condotieros que cargaban un cofre negro de tapas duras. Tiene un acento algo extraño, con esa manera que tienen los habitantes de las islas de tragarse los sonidos con "R" o con "Ñ". Tiene una voz dulce, persuasiva, que nunca cambia su tono, como si siempre estuviera tratando de convencer a quién habla con él. No porta armas a la vista, pero siempre va acompañado de sus dos guardaespaldas, los cuales compensan con creces cualquier arma que el pueda tener. Sin embargo, Santiago, durante la conversación de ambos, descubrió que Loras es capaz de usar energía Arcana. Por lo que, es lógico pensar que no es tan indefenso como se ve. Mucho aun se desconoce de él, sobretodo de la carga que transporta con tanto recelo. Por ahora, no goza de la confianza de santiago, a pesar que este ultimó demostró por si mismo la legitimidad de sus documentos como comerciante y representante de una casa de nobles comerciantes marìtimos aun por identificar. Actualmente espera en Costasur a que Santiago le informe que se encuentra listo para partir a la entrega. Loras, también se está preparando para dicho momento. Condotiero de sombrero ridiculo En la dura vida del mar se necesitan hombres de todas las habilidades posibles. Muchas veces, el trabajo de guardaespaldas o mercenarios recae en los famosos Condotieros. Para ser un condotiero no se necesita pertenecer a ningún gremio o hermandad. De hecho, cualquiera puede adjudicarse el tìtulo de Condotiero si está listo para afrontar las consecuencias (Y presuntos beneficios) de ser uno. Eso sì, para todos es claro que un Condotiero que se respete al menos sabe como disparar a una carta mientras vuela o al menos, conocer uno o dos trucos de navegación. Estos individuos se caracterizan por ser muy profesionales con sus contratos (Hay excepciones) y terminar el trabajo hasta el final. Eso sì, se les paga todo por adelantado. El mercenario que acompaña a Loras es un desconocido. Lo poco que se sabe es que porta un par de pistolas de chispa encima y tiene un acento demasiado gracioso. Sin embargo su voz es tan profunda como un pozo de mineria. ACTUALMENTE: Acompaña a Loras en su misión. Solo ha intercambiado palabras con Santiago hasta el momento. Condotiero fortachon Poco o nada se sabe de este mercenario encargado de la proteccion de Loras y su carga. Es alto, mucho màs alto que el promedio y se ve curtido por la batalla. Su mirada es pesada y fuerte, en su cinto pueden verse un par de espadas curvas con un par de joyas rojas en el pomo de las mismas. Hasta ahora, solo se le ha visto interactuar con su compañero, y siempre en silencio. Habitantes de Costasur: Sinceramente no hay mucho que decir de un grupo de habitantes desmoralizados, mal equipados quienes además, cada vez más fantasean con pesimismo el día en el que los renegados se dignen a venir. No obstante, puede que haya uno que otro individuo que valga la pena intentar reclutar o ganarse su favor. Es cuestión de acercarse y conocer a la gente. Claro, si están dispuestas a recibirte. Banda de milicianos desmoralizados: Estos pobres diablos solo esperan el día en que los renegados o los bandidos acaben con sus vidas. La moral es nefasta, y el hecho que no tengan armas en condiciones ni equipo solo hace que su situación sea aun mas deprimente. Sin embargo, no hace mucho, un extraño miembro de la iglesia, de cabello rubio que se hacia llamar Elegost Faler vino y, con una carisma que sorprendió hasta el màs amargado, logró levantar el animo a una pequeña banda de milicianos. ACTUALMENTE: Elegost ha hecho amistad con un grupo de milicianos quienes compartieron alguna que otra informacion util con el capellan. Como nombres de oficiales, estado muy general de la milicia, lugares de interes en el bosque cercano y lugares secretos de caza que usaban ellos antes de unirse a la milicia. Ademàs, que Elegost ahora es bienvenido entre los agotados soldados. Es posible, que pueda usarse ese vinculo en el futuro.
  7. 1 point
    Una pesca común y corriente sin nada fuera de lo habitual ni locuras delirantes -Vamos a pescar- Es lo que había dicho el Montaraz del Norte hacía unos minutos. Dirigirse a pescar era lo que hacían ahora. Se estaban quedando sin comida y, si nadie daba un paso al frente para conseguirla luego del fracaso de caza de Elegost, ellos dos tendrían que hacer algo. Dirigiéndose a la orilla del río cercano al Campamento de avanzada militar falverino de la Luz, ambos montaraces comenzaron las preparaciones. Mientras Santiago se dedicaba a buscar un buen banco de peces, Elegost se dedicó a buscar carnada. Cuando ambos habían localizado lo que necesitaba, siguió la realización de algo para pescar. Caminaron hasta un enorme árbol caído cerca del que buscaron y rapiñaron buenas ramas y madera, la cual aunque Elegost obtuvo con facilidad Santiago tuvo que dedicarse un buen rato a ello ya que el hacha no dejaba de quedarse enterrada en la madera, siendo incapaz varias veces de desatorarla. Mientras tanto, Elegost se fabricó una excelente caña de pescar junto con un anzuelo que poseía en su mochila de explorador, y Santiago le siguió con una caña de una calidad algo inferior pero utilizable. Con eso dicho, comenzaron a pescar. Se dirigieron hacia el banco de peces que Santiago había localizado, colocaron la carnada y arrojaron los anzuelos al agua. Al comienzo la espera se hizo larga. Elegost acabó sucumbiendo y se durmió en el sitio. En cierto momento algo picó en la caña de Santiago... Demasiado pesado para sus endebles brazos. Para cuando Elegost despertó Santiago ya no se encontraba allí, pero Elegost no pareció notarlo quien creyó que su compañero simplemente seguía por ahí. Con paciencia continuó su pesca. Su primera captura fue un pequeño pescado del tamaño de una mano. El Montaraz luego de esa pesca, que al menos había sido algo, continuó. Durante uno o dos intentos solo se dedicó a perder más carnada. Sin embargo fue entonces cuando el GRAN MONSTRUO del río se desveló ante los ojos del montaraz. La caña jaló y se retorció, pero su calidad de construcción resistió. Los músculos del hombre se tensaron, peros su brazos resistieron. Comenzó a retroceder, paso a paso y de manera lenta mientras luchaba con lo que fuese que aferraba su caña de pescar, amenazando con arrastrarlo y hundirlo al fondo del agua si por un solo momento cedía en sus esfuerzos. Otro paso. Las manos le sudaban. Otro paso. Los músculos le ardían. Otro paso. Y otro. Y otro. Y finalmente, logró sacar a tierra aquello que había sido aferrado por el anzuelo. Se trataba de nada más ni nada menos que un gigantesco pez del tamaño de un hombre del cual era imposible explicarse cómo había siquiera llegado en primer lugar al río. Pero Elegost no se detuvo a hacerse esas preguntas, su primer instinto fue aferrar su hacha y correr para tratar de darle al pez y evitar que este volviese al agua. Pero no solo falló, pues el enorme monstruo se encontraba dando saltos y retorciéndose en su desesperación por volver a respirar. Si no que además recibió un coletazo en la cara que casi le hizo caer. El montaraz estaba determinado a no permitir que ese pez se escapase a como diese lugar. Arrojó el hacha a un lado y se arrojó a propinarle un puñetazo al pez.... Una idea que solo a Elegost en toda su insensatez se le habría ocurrido. Luego de un breve intercambio de golpes y coletazos, el pescado acabó demasiado cerca de la costa e, impulsándose de un salto y con una maravillosa voltereta en el aire, volvió al agua salpicando completamente al estupefacto montaraz. Luego de eso, mientras Elegost aún se encontraba congelado observando el agua a donde su enorme presa se había escapado, Santiago salió de entre el agua luchando con un pequeño múrloc que le llegaba a las rodillas en altura al cabo. Aparentemente había sido arrastrado dentro del agua por el pequeño ser infernal mientras pescaba y recién ahora lograba escapar. Agotado remató al pequeño múrloc (Quizás una cría abandonada) y se tomó un segundo para recuperar el aliento ignorando su estupefacto compañero, pues ambos habían sufrido experiencias increíbles y dolorosas a su propia manera. En ese momento llegó Pecas, quien comiendo bayas tranquilamente se dedicó a observar al par. Santiago luego de aquella experiencia con el múrloc decidió que no pescaría más ese día, pero Elegost siguió adelante desalentado completamente por la pérdida del gran monstruo del r- Y entonces, volvió a picar. ELEGOST LO SINTIÓ, Y VOLVIÓ A INCORPORARSE LLENO DE VIGOR. Comenzó a jalar de la caña y visto como el agotado Montaraz no se las arreglaba tan bien esta vez, Santiago corrió a echarle una mano. Entre ambos aferraron la caña y comenzaron a retroceder, acercando al gran monstruo a la costa. Y finalmente allí estaba de nuevo para dar guerra a Elegost. Pecas y Santiago se mantuvieron al margen sin estar seguros si el pez sería de la clase "Come-hombres". Pero Elegost en su determinación infranqueable por conseguir esa suculenta fuente de alimento y en una casi muestra de locura se lanzó con los puños contra el gran monstruo. Por un segundo intercambió un par de golpes y un coletazo. Pero esta vez, cuando el gran monstruo se acercó a la costa preparándose para huir de nuevo Elegost lo tomó de la cola con fuerza y comenzó a jalar, arrastrándolo más y más lejos. Luego se le arrojó encima para inmovilizarlo e, increíblemente, lo logró. Inmovilizada la enorme monstruosidad solo fue mantenerla en ese estado hasta que finalmente murió de asfixia. Elegost se había hecho con el Monstruo del río. Luego de eso el montaraz trató de seguir pescando, pero cuando una vez más se encontró con una extraña criatura marítima jalando con fuerza de su caña, decidió que era mejor soltar la caña y olvidar lo de la pesca. Ya tenía un pez gigante. Era suficiente. No necesitaba más. Los tres charlaron por un rato. Pecas comentó a Santiago de un extraño comerciante en ropajes blancos y con acento extranjero que había pasado por el campamento junto a dos guardaespaldas hacía rato, afirmando que quería hablar con "el líder del campamento" y que se estaría hospedando en la posada de Costasur. Santiago interrogó durante un par de minutos a la muchacha sobre el mercader, antes de acabar afirmando que tendría que dirigirse a Costasur cuando tuviese tiempo. Finalmente entre charlas, enfados y otras cosas diversas el grupo se dirigió de nuevo al campamento, en donde el agotado cabo acabaría recurriendo a una de las poticosmos de Elegost para aliviar su dolor y armando un alboroto en el campamento, haciendo volar varios de los estandartes de Lordaeron y asustando a las novicias. Un día común y corriente sin nada fuera de lo habitual ni locuras delirantes. // Rol de una tarde para obtener comida. Gracias a la racha de dieces y la perseverancia de Elegost ahora se cuenta con un enorme pescado del tamaño de una persona entre los suministros de comida y dos pescados más pequeños del tamaño de una mano. Además Pecas ahora odia a Santiago. Master: @SwordsMaster Participantes/Habilidades usadas: @Stannis the Mannis como Elegost Faler: Supervivencia - Buscar - Carpintería - Reflejos - Combate desarmado - Defensa - Pesca - Alquimia (Poticosmos) - Esencia sagrada @SwordsMaster como Santiago de Sveri: Supervivencia - Buscar - Carpintería - Reflejos - Pesca - Nadar - Arcanokinesis - Defensa @Blues como Audrey "Pecas" Lee: Esencia sagrada - Defensa
  8. 1 point
    Suministros por aquí, suministros por allá. Santiago y Jared estaban reunidos en el improvisado campamento en el interior de Costasur. Hablaban sobre defensas, ataques, estrategias... lo que normalmente era el tema central tanto del Cabo como del Escudero. Finalmente se pusieron manos a la obra y comenzaron a mover la carreta de suministros a la aldea más próxima a Costasur, a a unas pocas horas de camino usando el camino Imperial. Pero el Cabo no usaría ese paso, usaría uno más escondido más alejado de las vistas y de posibles ataques. Pues de momento las fuerzas para proteger dicho cargamento eran escasas. Finalmente el grupo formado por el mercenario Kaileth, el Cabo Santiago, la Novicia Audrey y el Escudero Jared, se equiparon y pertrecharon adecuadamente para salir con la carreta de suministros. Prontamente alcanzaron el camino secundario que Santiago le hizo saber a Jared, era un camino casi olvidado, comido por la maleza, además del estado irregular y los innumerable baches que había provocó que la burra, llamada Roberta, intentase ir por dicho sendero, aunque Santiago hábilmente consiguió mantener bien a raya al animal en todo momento. Poco después el grupo tuvo que detenerse para descansar, beber algo de agua, para poder así proseguir con la marcha, aunque, Kaileth advirtió algo en la maleza, Santiago sin pensarlo de demasiado disparó hacia donde provenía dicho ruido. Quizá fue suerte o quizá sea cierta la habilidad magistral con el arco de los Montaraces, pero Santiago acertó un disparo a un conejo justo en el aire. Tras una breve charla y con el nuevo trofeo el grupo se dispuso a partir nuevamente hacia su destino. Pero fue entonces cuando una figura a lo lejos, se acercaba hacia el grupo. Una vez que estaba más cerca, se trata de un hombre, con bastantes inviernos a sus espaldas, de ropas sencillas y sucias, con una espesa barba gris en su rostro y una espada que le colgaba del cinto, se presentó a los demás como el "Mercader Mike". Era un hombre un tanto peculiar y sospechoso, pero aún así el grupo aceptó que marchara con ellos hacia la aldea vecina, pues compartían el mismo destino. Tras unas charlas y más largas presentaciones, el grupo se topó con su primer obstáculo, un enorme árbol interponía la llegada a la aldea, el Mercader Mike, aseguraba que esto se debía a unas tormentas y que él conocía un camino, pero que tendrían que dar un rodeo e internarse en el bosque. A Santiago no le gustaba la idea y no solo porque no confiara en Mike, si no, que además nunca ocurrían cosas buenas. Rechazaron dicha propuesta, pero como no había más alternativa. Kaileth se ofreció para acompañar a Mike, poco después tanto Mike como Kaileth, se perdieron por el bosque, mientras que Santiago, Audrey y Jared se quedaron con el carro. El joven mercenario cada vez, sospechaba más de Mike, además de que también se sentía observado, sin pensarlo mucho desenfundó su pistola de chispa y apuntó a Mike, el cual se descubrió a si mismo como cabecilla de un grupo de maleantes y tras decirlo unos tres más salieron de la maleza directos a Kaileth, el joven no lo dudó y disparó a uno de sus emboscadores, el disparo erró por escaso metros y el combate parecía inevitable. Pero gracias al enorme estruendo, el grupo de Santiago pudo oírlo. Mientras que Jared se quedó vigilando la carreta, Audrey y Santiago fueron en busca de Kaileth, allí encontraron al muchacho combatiendo y defendiéndose como podía de sus agresores. La escaramuza se decantó rápidamente a favor del grupo, aún así escaparon un par de bandidos, entre ellos Mike. Mientras que Santiago y Kaileth tenían una discusión moral sobre asesinar a bandidos. Aún así no todo lo que dijo Mike era mentira, pues si que había un camino para rodear dicho árbol y es el que el grupo usó para finalmente llegar a la aldea. La cual mantenía un estado precario, con apenas defensas, se notaba que la vida era difícil por esta modesta y humilde aldea. Más tarde conocieron al anciano que "dirige" la aldea, planearon como repartir todos los suministros y tras un pequeño desorden y caos, todo el mundo pudo recibir su justa parte o eso es lo que el grupo pensaba. La gente de la aldea no tenía palabras suficientes para agradecer esta pequeña ayuda. Además de eso, el grupo acordó ayudar a quitar ese árbol caído para así mejorar las comunicaciones de la aldea y a posteriori, asegurar todo el paso. Allí estaban todos los trabajadores reunidos, esperando que Santiago les dijese cómo proceder para cortar el árbol. Fue en ese entonces cuando el Montaraz escuchó un leve siseo y él conocía de sobra ese siseo, por ello se agachó automáticamente, rozándole una flecha la cabeza e impactando en el árbol. Habían caído en una emboscada o más bien una trampa, la cual había orquestado Mike. Unos cuantos mozos cayeron muertos debido a la lluvia de flechas, mientras que el grupo, gracias al carro de los suministros vacíos pudo protegerse, finalmente llegaron a una cobertura y la lluvia de flechas cesó. El grupo fue rápidamente hasta la aldea, allí presenciaron un horror, pues los maleantes estaban provocando el caos y la discordia por toda el lugar. Santiago y Audrey se vinieron un poco abajo, pero Jared rápidamente pudo alentar a ambos y se pusieron a trabajar. Mientras Audrey y Jared distraían al grosor de maleantes, Santiago se infiltraría para darle fin a Mike. No todo salió como se había planeado, se había complicado un poco más, pues resultaron ser más de los avistados poniendo en serios aprietos tanto a Audrey como a Jared. Por otro lado, Santiago tuvo que hacer gala de sus mejores habilidades de sigilo y atletismo para poder llegar a Mike y acabar con él. Los trabajadores que habían sobrevivido a la emboscada en el árbol llegaron con refuerzos y así poco a poco la situación fue controlándose, hasta que los bandidos y maleantes restantes se rindieron. Los aldeanos volvieron a agradecer al grupo, por haberlos salvado de esos crueles desalmados. Todos salieron notablemente afectados emocionalmente, pues había sido un gran momento de estrés y nervios a flor de pie, pero esto sólo sería el comienzo de lo que les espera por Trabalomas. // Master @Kario Duración: 7-8h aproximadas. Participantes - habilidades. @SwordsMaster como Santiago -> Atletismo, Advertir/notar, Fauna, Cabalgar, Reflejos, Evocación Básica, Arco, Espada, Sigilo, Defensa, Callejeo, Rastrear @ILUSDN como Kaileth -> Atletismo, Advertir/notar, Reflejos, Pistola de chispa, Espada ligera, Defensa @Blues como Audrey -> Atletismo, Purificar agua, Reprender Esencia, Crear Luz, Maza ligera, Defensa, Sigilo, Rastrear, Reflejos, Advertir/notar @Kario como Jared -> Atletismo, Crear Luz, Esencia Sagrada, Maza de guerra, Defensa, Reflejos, Advertir/notar
  9. 1 point
    El Montaraz contra el bosque El montaraz se despertó finalmente. El agotamiento había sido intenso, y solo cuando despertó, hambriento y desorientado, entendió que había estado horas allí y que había comenzado a anochecer. Viendo que le esperaría una noche dura se puso inmediatamente manos a la obra. Escaló el árbol más cercano, estando a nada de caerse cuando una rama se rompió bajo sus pies. Ya un par de metros más arriba Elegost tomó su cuchillo y comenzó a debilitar la base de las ramas, para posteriormente aplicar fuerza y hacerlas caer. Luego de un par se tornó ambicioso, tratando de ascender más en el árbol. Aquella fue su perdición, pues una mala pisada y la rama bajo sus pies se rompió, luego la otra y finalmente en la que se aferraba con las manos. Para cuando llegó al suelo había caído sobre su propia pila de ramas, rompiéndolas todas en el proceso y dejándolas en un estado inútil para montar ninguna clase de tienda. Sin embargo al menos pudo usar la madera del pino para encenderse una hoguera juntando algo de yesca de los alrededores. Seguido a eso comenzó a abrir y vaciar el ciervo que había cazado ese mismo día. Metía hacha, sacaba tripa, metía hacha, sacaba tripa. Todo lo que no servía lo apartó, y con lo que servía tomó una parte, armó unas brochetas y comenzó a calentar la carne sobre la hoguera. Un buen rato después, al fin se encontraba comiendo para reponer algo de energías, pues había dormido todo el día y se había saltado todas las comidas. La noche ya había caído, y un viento bastante fuerte comenzaba a alzarse con la llegada de nubes que cubrían parte de las estrellas del cielo nocturno. El montaraz, viendo que con ese viento y la mala calidad de los recursos de la zona no podría montar una tienda en condiciones, decidió recurrir a otra forma alternativa aprovechando que el ciervo se encontraba ya vacío, pero habiéndole dejado las costillas. Buscó por los alrededores durante un corto tiempo usando el hacha imbuida en Luz sagrada para poder guiarse en la oscuridad. Cuando regresó a donde su animal muerto y su hoguera lo hizo junto a varias ramas de pino robustas y resistentes. Con destreza y sin amedrentarse comenzó a usar las ramas para estirar el interior del ciervo, con sumo cuidado de no romper ni las ramas ni la piel. Tras unos minutos lo había logrado, y ese sería su saco de dormir aquella noche. Antes de ello, sin embargo, se retiró hasta su hoguera y se sentó frente a esta, agotado. Las llamas danzaban fieramente impulsadas por la fuerza del viento. Su baile era casi hipnótico, y pronto estas dejaron inmerso al agotado montaraz en su baile y sus pensamientos, ajeno a la realidad que le rodeaba. Y maldita la hora que se había tomado un descanso, pues pudo sentir algo penetrándolo por encima de la bota, en la pierna. Un mosquito, fue su primer pensamiento, antes de comenzar a sentir el terrible ardor y darse cuenta de una verdad más terrible, mientras algo se escurría por entre la espesura. Cuando alzó la tela del pantalón se encontró con una escena totalmente desalentadora: la marca de dos colmillos. Sin perder ni un segundo tomó su cuchillo y se realizó un corte por encima de la altura del mordisco, tratando de retrasar que el veneno llegase al corazón, pero quien sabe si no era tarde ya. Mientras rebuscaba por vendas y hierbas medicinales en su mochila las posibilidades cruzaron la mente del capellán. ¿Serpientes letales? Sabía de una por esta zona, pero sus síntomas no encajaban del todo con su veneno. Eso dejó como posibilidad varios tipos de serpientes no letales, pero todas podrían acarrear consecuencias nada agradables. Habiendo dado con vendas y hierbas se puso presto manos a la obra. Lo primero fue vendar el corte que se había realizado, mientras mascaba las hierbas que se aplicaría. Seguido a eso se retiró las hojas y plantas de la boca y las aplicó sobre el mordisco, vendando por encima de este para que las hierbas mascadas se quedaran allí. No había hecho demasiado para aliviar su dolor. El rato pasó, con el insoportable ardor en la pierna. El viento era ya bastante fuerte y las nubes cubrían el cielo nocturno completamente, mientras un sudor frío comenzaba a recorrer el rostro del montaraz. Había pasado el día, pero nadie había venido a por él. ¿Quizás a nadie le preocupara? No... Él tenía fe. Tendría fe hasta el último momento de que irían a por él. Se movió con dolor y a duras penas hasta su improvisado y no muy agradable interior de ciervo para refugiarse del viento, pero si una cosa estaba clara es que poco sueño podría reconciliar. Las horas pasaban. Insoportables, extrañas y ajenas. El mareo era constante e iba a peor con cada minuto que pasaba. ¿O quizás eran horas? A veces su consciencia amenazaba con desvanecerse, o quizás lo hacía pero tan poco cambiaba en el interior de aquel ciervo que le era imposible darse cuenta. Podía sentir la fiebre que tenía y el sudor frío recorriendo todo su cuerpo. Horas luego llegaron los delirios. Una voz, una canción, una canción y una voz. ¿Un viejo amigo? Viejos amigos, gente viva, gente muerta. Más fiebre, más mareo. La noche se había vuelto un desfile insoportable de fiebre y locura. Y entonces, nada. Solo él, la fiebre y su sudor frío una vez más. Pasó un rato. El viento se oía algo menos feroz que lo que lo era anoche. Cuando asomó la mirada fuera del ciervo pudo ver un cielo matutino totalmente nublado, con nubes grises. Salió lentamente del animal, deshecho y agotado. Nadie había venido. A nadie le importaba. No era importante. Nadie había movido un dedo por él en más de 24 horas. Todo cuanto pudo atinar a hacer cuando vio que algún animal nocturno había aprovechado mientras deliraba para hacerse un festín con la carne del venado, fue tomar un par de hojas de su mochila, volver a encender la hoguera y con algo de agua realizar un té. Sabía a poca cosa. Tampoco había hecho mucho para aliviarlo. La pierna le ardía, le ardía tanto. El montaraz comenzó a juntar sus cosas y se colgó su mochila a espaldas. Comenzó a avanzar sin revisar la dirección o saber a donde. Unos arbustos sonaron detrás suyo, algo había a sus espaldas, pero el montaraz solo siguió avanzando, hasta que alguien se paró en frente suyo y le posó la mano en le frente... Santiago acabó de realizar una infusión para Elegost, que con cuidado ayudó a beber pues no estaba en ninguna condición de hacer nada. Seguido a eso, le rodeó con el brazo y le ayudó a ponerse de pie y lo guió de nuevo hasta los pies de la ciudad de Costasur. El mundo solo había movido un dedo por él, y solo al último momento. // Rol final de Elegost, que habría ocurrido desde el inicio del viaje de Santiago, Kaileth, Pecas y Jared (El cual aún debe ser posteado) a una aldea fronteriza hasta la mañana del día siguiente. @Stannis the Mannis como Elegost Faler: Supervivencia - Sanación/Hierbas - Buscar - Advertir/Notar - Fauna - Escalar - Crear Luz @SwordsMaster como Santiago de Sveri sobre el final: Rastrear - Sanación/Hierbas
  10. 1 point
    Adiestramiento Montaraz de grado Principiante: Nivel 1 Pupilo 02: Audrey Lee El sol había asomado hacía ya un par de horas, comenzando su rutina de iluminación sobre los reinos del este. Varias cajas se apilaban a un lado resguardadas bajo un par de lonas sujetadas con palos, pero su cantidad era notablemente menos que el primer día. La comida se estaba agotando. Era una situación delicada, que requería ser manejada con tacto sin atemorizar a los voluntarios en el campamento. Así que Santiago decidió gritarle a Elegost que se estaba agotando la comida. Y como eso no funcionó, Santiago se encaminó al puesto de vigilancia montaraz de Elegost junto a Pecas. Y entonces, bloqueándole la vista al mar, se lo volvió a repetir. Quedaba poca comida. Por supuesto, Elegost ante esa situación poco pudo hacer ya para ignorar a Santiago. Con pesadez se dirigió a su rincón de pieles al que llamaba "tienda", y se cambió colocándose ropa adecuada para el bosque junto con su arco Artamir. Elegost entonces decidió que saldrían de caza para traer algo por el momento, y que de paso llevarían a Audrey al bosque para enseñarle a hacerlo. Santiago decidió prestar su arco a la muchacha para la ocasión, pues él podría arreglárselas para obtener algo de comida por otros métodos y era una buena ocasión para que Elegost le diese un par de lecciones de arquería. Lentamente se dirigieron a la salida de la ciudad, en donde tomaron el camino que salía de Costasur y poco más adelante, se adentraron al bosque por la derecha del camino. Antes de avanzar más, Elegost hizo que Santiago y Audrey se revolcaran un poco por tierra y césped para quitarse el olor a civilización. Los dos primeros lo hicieron con bastante naturalidad, claramente habiéndolo hecho varias veces antes. La muchacha, por otro lado, apenas logró hacer un trabajo decente, y ahora se encontraba sucia por algo que solo le había salido medio bien. Cuando el montaraz del norte dio la señal, el grupo siguió avanzando. Por un buen tramo Elegost y Santiago lideraron la marcha, buscando rastros. Al comienzo rastros fríos, pero finalmente dieron con algo. Sin embargo, dejaron lugar a Pecas para ver si podría darse cuenta por ella misma. Dubitativa y sin saber exactamente qué buscaba, la muchacha acabó encontrando las marcas en el árbol de las astas de un ciervo. Con algo más de esfuerzo, Pecas pudo incluso ver algunas ramas rotas y más marcas en un árbol más lejos hacia el norte. Habiendo encontrado Elegost heces del animal ya frías (pero no endurecidas aún) y estando tan temprano en la mañana, hizo la suposición de que el animal habría pasado allí la noche, lo cual parecía tener cierto sentido. El grupo siguió avanzando al norte hasta las marcas que la chica había logrado avistar. Allí se dividieron, buscando cada uno rastros en distintos sitios de la zona. Aunque Audrey intentó duramente, lo cierto es que más allá de las marcas en el árbol que pudo ver desde lejos fue incapaz de encontrar la continuación del rastro del animal, si había alguno. Elegost sin embargo tuvo más suerte, y en un terreno algo más elevado que el que se encontraba Pecas logró encontrar más heces, pero esta vez aún ligeramente tibias, y logró retomar el rastro hacia el este. Los tres cazadores avanzaron otro buen tramo, antes de que Elegost se detuviese para avisar de que se adelantaría. Quedando Santiago y Pecas atrás, el joven montaraz arcano lo consideró una buena oportunidad para enseñarle un par de trucos a la joven. Al comienzo se limitaron a recoger algunas ramas del sitio, pero luego Santiago se hizo cargo de esa tarea para dejar a Pecas buscar algún arbusto con bayas cercano. Como la muchacha no sabía identificar qué bayas eran malas, decidieron que si encontraba llamaría a Santiago para que lo hiciera. Así, mientras Santiago recogía ramas y conseguía fibra para improvisar algo similar a una cuerda, Pecas se dedicó a buscar arbustos con bayas. Y en un comienzo, lo logró. Detrás de dos arbustos y bien escondido encontró un tercer arbusto lleno de unas bayas bastante gordas y apetitosas, que llamaban a la hambrienta novicia a comer. Sin embargo, ésta acabó tomando la decisión más sabia y llamó a Santiago para que pudiera decirle si eran comestibles. Tras inspeccionarlas un momento, el cabo tuvo que informarle para desgracia de la muchacha hambrienta que eran, de hecho, una clase de bayas que causaban estreñimiento... Quedando descartadas del menú. Sin embargo eso no fue obstáculo para la joven terca, que continuó su búsqueda de bayas. Tras otro largo rato, volvió a llamar a Santiago esta vez rebosante de felicidad y alegría. Lo tomó y jaló de su mano llevándole a la fuente de su felicidad: No uno, no dos, si no tres arbustos de bayas uno al lado del otro había encontrado. Y para mayor fortuna, Santiago pudo afirmar que se trataban de bayas totalmente comestibles. Sin dudarlo mucho comenzaron a llenar sus bolsas y mochilas con bayas, y aprovecharon a saciar su apetito hasta que a los pobres arbustos poco más que hojas y ramas les quedó. Volviendo a la trampa, Santiago le explicó a Audrey su funcionamiento en detalle, y le mostró paso a paso como montarla. Se trataba de algo diminuto para encerrar liebres, conejos, ardillas o incluso ratas; cualquier alimaña del tamaño adecuado. No era una trampa capaz de matar en sí misma, pero podía encerrar algo dentro que se pudiese comer y eso era lo más importante. Sin embargo, Santiago deshizo la trampa cuando acabó de explicarle para incredulidad de la muchacha. A fin de cuentas, no se quedarían allí el tiempo necesario para atrapar algo, tampoco volverían tan adentrados al bosque... Y dejar la trampa puesta solo sería condenar a alguna alimaña del bosque a morir encerrada por ningún motivo particular. Finalmente, como Elegost no volvía de su caza, Santiago decidió explicarle a la joven como volver a Costasur, y aunque con algo de ayuda dejó que esta se diese cuenta por sí misma que, en realidad, volver a la ciudad era bastante simple en donde se encontraban. Se habían alejado hacia el norte por el camino de Costasur, y luego habían avanzado por la derecha del camino hacia el bosque; o sea, se adentraron al este del mismo. Además sabían que Costasur era una ciudad costera, y que la costa se encontraba al sur. Lo que finalmente dejaba dos opciones: por un lado podían avanzar por el bosque en dirección sur hasta alcanzar la costa, y luego avanzar hacia el oeste por la costa hasta alcanzar la ciudad. O, como también sabían que no habían cruzado el camino principal que dividía norte y sur de Trabalomas, y que por ende se encontraban en la zona sur, podían dirigirse al oeste hasta dar con el camino principal de Costasur, y luego avanzar al sur por el mismo hasta dar con la ciudad. Pecas decidió, sabiamente, que la opción más segura era alcanzar primero el camino, y tras explicarle a pecas como obtener la dirección del este durante el día, y con este el norte y el sur, se pusieron rumbo al oeste. Ambos dieron con el camino, y comenzaron su marcha al sur para volver a la ciudad, con las bolsas y mochilas cargadas de bayas. No era mucho, pero al menos sería un suplemento a lo que sea que Elegost acabase trayendo de su caza... Si traía algo. ------------------------------------------------------------ Mientras tanto... El montaraz del norte continuó avanzando al este, alejándose más y más de donde se había separado de Santiago y Audrey. No tardó en oírlo. Aunque el sonido se encontraba increíblemente lejos y era bastante difícil de oír, el experimentado oído de Elegost logró captarlo, y con su conocimiento sobre fauna descifró el sonido. Había localizado a su ciervo, pues eran sonidos de apareamiento. Raudo y veloz comenzó a avanzar en dirección al sonido, hasta que un largo tramo más adelante logró dar con su presa. Con una increíble demostración de habilidad (Que desafortunadamente nadie más que los árboles verían ese día), Elegost logró avanzar y esconderse cerca de los ciervos, hasta estar escondido a apenas un par de metros sin ser detectado, más de lo que varios cazadores podrían jactarse jamás. El montaraz esperó pacientemente. El animal se encontraba procreando, y la vida era algo que sin duda apreciaba, por lo que dejó que el animal acabara. Y cuando al fin estuvo a solas con su presa de nuevo, cargo una flecha. Por desgracia no se había tratado del mejor disparo del montaraz, que apenas rozó al animal lo suficiente para generarle un pequeño tajo a un lado. El animal, naturalmente, se dio a la huida con una velocidad increíble. Sin embargo Elegost había logrado acercarse bastante al animal antes, por lo que este no llegó a alejarse demasiado antes de que otra flecha volase hasta él, esta vez enterrándose en el muslo y dificultándole el seguir corriendo. Sin embargo ese era su instinto, y rápidamente el animal continuó su huida del cazador, que ni lento ni perezoso comenzó a correr detrás del animal. La carrera era algo muy reñido entre Elegost. A pesar de tratarse de un animal herido, un ciervo incluso en ese estado era bastante veloz, y si el montaraz no hubiese estado en tan buen estado físico el animal seguramente habría logrado escaparse a los pocos segundos de persecución. Pero no fue el caso, y el entrenado cazador mantuvo la marcha corriendo detrás una distancia digna de maratón, e incluso logrando recortar una pequeña distancia de tramo en tramo, que aprovechaba para detenerse y disparar antes de seguir corriendo para no perderle de vista. Una flecha más fue todo lo que el montaraz logró dar al ciervo, que se resistía rotundamente a morir. Llegado a un punto, Elegost decidió que no valía la pena seguir corriendo, y se detuvo a retomar el aliento. Y durante varios minutos, eso fue todo lo que hizo: Retomar el aliento. En frente suyo se escurría un rastro de sangre que el animal herido por varias flechas había dejado. Comenzó a seguir el evidente rastro de sangre a un paso lento, andando por el bosque. La caminata fue algo larga, pero acabó dando con el animal muerto a la distancia por las heridas y la pérdida de sangre. La hembra que el ciervo había preñado hace apenas un rato se encontraba allí, pero Elegost decidió simplemente espantarla, pues ante todo era un cazador con principios. Finalmente alcanzando su presa, el montaraz se desplomó sobre el suelo y apoyó la espalda sobre el animal ensangrentado. Cerró los ojos un momento cansado... Y antes de que pudiese darse cuenta, había quedado dormido en medio del bosque usando un animal muerto como almohada. // Rol de una noche (Aunque on-rol era de mañana temprano) Master: @SwordsMaster Participantes y habilidades usadas: @Blues como Audrey "Pecas" Lee: Supervivencia - Buscar - Rastrear - Trampas - Fauna @SwordsMaster como Santiago de Sveri: Supervivencia - Trampas - Sanación/Hierbas - Fauna @Stannis the Mannis como Elegost Friederich Faler Faleri von Falveri: Atletismo - Arco Largo - Supervivencia - Rastrear - Buscar - Fauna - Sigilo
  11. 1 point
    Glosario de misiones completadas. Fase I. Aldea Nueva Brisa. Atalaya Esperanza Radiante. Trabalomas.
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