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Roleros Destacados


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  1. 3 points
    Nombre: Hollard Bolster Raza: Humano. Sexo: Hombre. Edad: 46 años. Altura: 1'77 metros. Peso: 82 kilogramos. Lugar de Nacimiento: Risco Pálido, Montañas de Crestagrana. Ocupación: Marino, espada libre, vividor. Historia completa Descripción física: Descripción psíquica: Historia:
  2. 2 points
    Mensajeros parten desde Costasur hasta las ciudades y aldeas de Stromgarde y Ventormenta. De entre muchos mensajes y cartas personales... hay varios sobres que recitan siempre lo mismo y tienen el sello del Imperio. En cada cuartel o lugar habitual de los soldados (Aunque eso no quita que otros ajenos al ejército se enteren de esto) se deja uno de estos mensajes que indica lo siguiente... Escrito por: Cabo Elegost Friederich Faler von Falveri. XIII Legión. IX Compañía. Soldados del Imperio, hijos de Thoradin. Mis hermanos. Yo os reclamo. En el norte del imperio, en las tierras fronterizas de Trabalomas se libra una batalla. Una batalla no sólo contra los Renegados de la Usurpadora Sylvanas, sino contra traidores, disidentes, subversivos... Sé que hay otros frentes, sé que mucho se ha perdido en el sur, pero si no controlamos las fronteras del norte, el Imperio caerá, los inocentes sufrirán y el enemigo triunfará. El grueso del Ejército Renegado está a dos semanas de Costasur. Este pueblo de la frontera DEBE ser defendido. Costasur está indefensa, Costasur languidece y sino se actúa rápido, podríamos perderla... Por eso yo os reclamo. ¡Defensores de la patria! ¡Os ata un juramento, darle ahora cumplimiento! ¡Afronta el poder de los Renegados y ayúdanos a cambiar el curso de la historia! Acudid a mi llamada, marchar al norte, hacia Costasur. Cuando os pregunten: "¿Por qué luchasteis con tanto valor?" responderéis: "Yo luché en Lordaeron" Por la libertad Y por la gloria del Imperio. La Luz está con nosotros. Por la Luz. Por el imperio. Por la Emperatriz //Es hora de unir a los soldados diseminados. El imperio contraataca. El que quiera usar a sus soldados (O algún otro que vea los mensajes), que vengan que tenemos roles y eventos entre manos.
  3. 1 point
    "Tiene su desafío hallar la belleza en las cosas, pero no te preocupes. Voy a tomarme el tiempo necesario para hacer de ti algo hermoso." Nombre: Wolfgang Gustaf Mikelovitch Raza: Renegado Sexo: Hombre Edad: 31 Altura: 1,79 Peso: 41 Lugar de Nacimiento: Lordaeron Ocupación: Servidor de la Real Sociedad de Boticarios Sonata: Descripción física: Su aspecto le hace justicia a su condición, en constante estado de putrefacción solo retenida por los químicos que le impregnan y evitan que se caiga a trozos, la mayor parte de sus órganos se han ido retirando lo que le ha convertido en un efectivo ágil y ligero. Su piel de un tono pálido y verdoso como un moho joven es áspera, rasposa y en algunos puntos rodeada de estigmas, minúsculas pústulas e implantes metálicos para sostener las partes frágiles de su cuerpo después de que queden inutilizables tras sus diversas tareas. Su rostro es una máscara icónica del renegado, con ojos lechosos de un color casi ámbar y carentes de energía alguna mas allá de la que le mantiene en pié. A pesar de todo, su rostro parece todavía estar apenas conservado, con una dentadura amarillenta que apenas se sostiene y se cobija dentro de unos labios podridos y resecos. Sus gestos no suelen ser bruscos y sin mucha premeditación, es de un andar tosco rozando lo extraño y por lo general se encuentra en un estado de letargo voluntario o larga habladuría. Descripción psíquica: Con cada batalla, cada golpe y cada movimiento; una pieza más del engranaje empieza a moverse. Sus adicciones pasadas y fetiches culposos todavía le siguen aun después de su renacer, al igual que sus recuerdos del pasado. Aunque estos últimos se encuentran bien fragmentados y guardados en los agujeros mas profundos de su mente, donde por su propio bien es mejor no encontrarlos. Por lo general se muestra su forma de actuar como la de una persona aún viva, claro, esa es su actitud. Mantiene los modales de alguien que habría pertenecido a una corte noble y por lo general es amable, dócil y letrado. No intenta intimidar o al menos no parece querer intentarlo, la mayoría de sus acciones no son muy premeditadas y eso suele generar incongruencias en sus objetivos o errores en sus tareas mundanas. Un poco apegado a sus viejas costumbres, amante de la música y el arte aunque a primera instancia parezca un bruto sin cerebro, se considera a si mismo un "director de operas", y a sus asesinatos y pruebas les suele atribuir el nombre de "muestras de teatral talento". Obsesionado con las bellas artes y la perfección. Cosa que contrasta bastante bien con su manera de actuar algo tosca y descarriada. Es bastante servicial y fiel como un can, por lo que la única resistencia que puede oponer a una orden son un par de dudas y una negación no bastante segura de si misma. Por lo que ha resultado un aliado bastante considerable para cualquiera que tenga que trabajar con él. Es vicioso y extraño, el único sentimiento fuerte que le ha acompañado mas allá de la tumba es el que le tiene a su fetiche con las manos ajenas, femeninas, tratándolas como a su dueño después de removerlas y quedárselas para él mismo, la única forma de verdaderamente ver su lado afectuoso... y defectuoso. Viaje mental Un destello se le apareció cuando escuchó otro golpeteo en sus sienes, y la oscuridad seguía rodeando el lugar. —Otra vez está pasando.— Se removió un poco y escuchó un tintinear en la distancia, un cosquilleo en su cabeza, éxtasis ante la sensación de ser nuevamente impregnado por los medios necesarios para mantenerlo atado al mundo y una sensación de júbilo al sentir de nuevo cómo todo empezaba a cobrar sentido, había caído otra vez. No, no por primera vez, ya vendría siendo la tercera, la cuarta o la décima. De nuevo había quedado casi inutilizable en su misión. —Pero es la única forma de alcanzar el verdadero progreso, la perfección. — No se sentía culpable. No sentía en lo absoluto a decir verdad, parpadeó una vez y se encontraba lúcido en un campo de batalla. ¿Cuando había cambiado todo tan rápido? Se sentía como un espectador de si mismo, como en un sueño que no puedes detener y solo puedes observar cómo se va repitiendo la escena una y otra vez. Ahí estaba él. —Bastante atractivo a decir verdad—. Rió un poco, avergonzado de sí mismo. Se encontraba ataviado con armaduras ligeras, una escolta y un tabardo impecable, sus cabellos ondeaban al viento pero en su rostro se paseaba una mueca de desagrado, odio y una pizca de horror. —No era un guerrero, era un parásito—. Estaba en un campo de batalla. —Tiene cierto aspecto pintoresco el ambiente, los vivos cargan contra la amenaza, como una trágica comedia. — Pensó para si mismo, antes de volver al recuerdo. Cargaba con un caballo hacia una horda enorme de sombras, las sombras alzaban picas de horripilante aspecto y anormal longitud, tenían un aspecto de garras o brazos enormes rodeados de bocas hambrientas. El caballo irrumpió entre creando una cicatriz de muerte, y junto a él una tropa entera de caballería. —Parecía un hombre de mucho poder, sí. — El noble combatió con la valentía y la fiereza de un león, pero a pesar de todo, no era su campo. Tenía desgana, otros propósitos, otras metas más que combatir una lucha perdida. Vio como una enorme y punzante extremidad de color negro le atravesaba el pecho y caía al suelo, un golpeteo retumbó en su cabeza y todo volvió a ser oscuridad. Una oscuridad que le engullía e iba consumiendo el cielo, la tierra, los rostros borrosos que eran diezmados por las criaturas del recuerdo. Todo desaparecía como el sol ocultándose en el ocaso. Daba una sensación melancólica. Se sentía incomodo, nadando a oscuras en un océano de incertidumbre, otra luz se mostró ante él. Estaba en una enorme casa solariega, parecía estar a solas, observando por una ventana. Parecía de noche, una noche eterna que había engullido el exterior, algo acariciaba y aferraba con cariño, era una mano, la de una mujer. ¿Pero dónde estaba ella?. Goteaba aún y se sentía cálida al tacto, era un sentimiento reconfortante y placentero. Se giró para observar su cama, era enorme y en ella yacía una bella mujer. Parecía descansar y estaba bien arropada, era la dueña de la mano que ahora el sostiene con añoro. —Es una figura hermosa, una muestra de artística belleza. Trágico, romántico, puro. — Su vida no estaba destinada a las batallas, el más joven de los tres hijos de un Lord dueño de unas pocas tierras, no obstante, el favorito. Participó en las cortes nobles y asistió a innumerables festines, estudió en academias que solo él podía costear y disfrutaba de la vida llena de privilegios, pero eso no le importaba, era incapaz de encontrar el verdadero amor, era tan momentáneo, tan dependiente del entendimiento de una pareja. No podía soportarlo, siempre se vio atraído por las manos femeninas, las tersas, suaves, pequeñas y delicadas manos de una hermosa dama, solo atesorándolas podía realmente conservar la esencia más pura de una mujer, el recuerdo más hermoso de una duradera compañera, pero aún así, el tiempo terminaba llevándoselas a pesar de sus esfuerzos por embalsamarlas. No le molestaba demasiado eso, siempre podía encontrar más amores, hay muchos peces en el mar. La puerta se batió con un golpe y solo pudo oírse a si mismo exclamar con incomodidad frustrada que se espere a que esté listo. La puerta dejó de batirse con la orden, y solo pudo observar por unos segundos más a la bella mujer, pero no se centró en ella. —No, ella no fue siempre la misma, pero todavía te conservo, conservo lo mejor de ti. Tu tacto amoroso.— Acarició la mano ajena de la dama una última vez y el éxtasis fue casi instantáneo. Cuando la dejó sobre la cama y se acercó a la puerta otro estruendoso golpeteo irrumpió en su cabeza, la visión se tornó roja por un defecto en la ilusión y de un momento a otro solo había oscuridad. Se removió con un espasmo y volvió a si mismo. Se encontraba sobre una tabla, con los brazos y piernas bien sujetos, mientras que dos boticarios le iban retirando mangueras y uniendo sus partes con piezas de negruzco metal. Escuchó una congratulación de su maestro, resulta que la prueba de los venenos en la última misión que le fue encomendada fue todo un éxito, y eso era algo bueno. Un agujero algo pequeño fue taponado en su cabeza y reemplazado con un remache de metal algo oxidado. Cuando le dejaron libre se levantó y miró sus manos. — ¿Cuánto tiempo llevo en este estado? No. La verdadera pregunta es si eso acaso importa. — Se dijo a si mismo mientras iba pertrechándose para continuar su servidumbre. Un par de dagas enormes, una guerrera que cubría bien su costillar y el resto de ropajes eran necesarios, se puso varios cinturones con botellas y cuchillos. Cortesía de sus tan apreciados maestros y compañeros. Él era una herramienta, una extensión más del inmenso poder de los renegados, de la Dama Oscura, no se encontraba disgustado por ello. De hecho, lo adoraba. Desde que fue alzado se mostró como un leal servidor a la Real Sociedad de Boticarios, quienes vieron en él una oportunidad para hacer progresos en cuanto al área alquímica se refiere, en los casos más extremos se le propinan tareas de búsqueda, captura o asesinato. Todo por el avance de las obras de sus maestros y de la Dama Oscura. Además de que servía como apoyo y buen ayudante para los boticarios expertos y los neófitos aspirantes. Solo ahí, en la no-muerte, tiene el tiempo suficiente para cumplir todos sus placeres. Solo en la no-muerte puede hallar el verdadero significado de la servidumbre, de una causa muchísimo más grande que todas las demás.
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