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Janorey

Érika (Muerta)

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Érika

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Nombre: Érika

Raza: Humano

Sexo: Mujer

Edad: 22 años

Estatura: 1.68 Mts.

Peso: 60 Kgs.

Lugar de Nacimiento: Bosque del Ocaso

Ocupación: Vendedora ambulante

 

Descripción física:

Su apariencia no se aleja mucho de una veinteañera típica, entre la adolescencia y la adultez, pelirroja, de piel clara, atributos discretos y facciones afiladas, quizá lo más llamativo de ella sean sus ojos de iris profundamente oscuros que denotan cierta malicia. 

 

Descripción psicológica 

 

 

 

 

 

 

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La Raíz del Mal 

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Durante una tenebrosa noche de invierno, en lo profundo del que hoy es conocido como Bosque del Ocaso, un par de comadronas discutían que hacer con las criaturas que acababan de traer al mundo.

-Son bebés enfermizas y débiles, ¡y los ojos de esta son negros como la maldad! arrojémoslas al río y ya, ahoguémoslas.-Sentencio la comadrona Nana.

-El río está lejos y es tarde, ya mañana que lo haga esta-Chillo la vieja Agnes señalando con el mentón a la madre de la criatura que yacía inerte frente a ellas...demasiado inerte tal vez,envuelta en sabanas grasientas y ensangrentadas, comprobaron con pesar que estaba muerta producto de las complicaciones del parto.

Las niñas, bautizadas como Alessa y Érika eran la sexta y séptima hija de una familia de palurdos que a su vez formaban parte de una pequeña y cerrada comunidad de fanáticos religiosos que vivían en el bosque prácticamente aislados de la demás gente, dirigidos por un viejo sacerdote que se autodenominaba el “Gran Profeta” y que no paraba de repetir que había que tener cuidado con «Los Otros» que vivían fuera de la comunidad, por lo mismo nadie tenia permitido salir de ella y a los forasteros que tenían la desgracia de ser capturados generalmente se les daba la opción de unirse a la comunidad jurando fidelidad eterna al Gran Profeta o ser purgados en la hoguera. El padre de las niñas, Ungluck, era un borracho holgazán que había sido persuadido por su esposa Dahlia de unirse a la comunidad, donde no tardo demasiado en ser convertido en un autentico devoto religioso gracias a las palabras del Profeta y su mente primitiva y voluble, convirtiéndose de esta forma en un fanático bebedor y ademas lleno de odio a sus hijas menores a las que culpaba de la muerte de su esposa, envenenando también con estos sentimientos las mentes de sus otros hijos.

Por lo mismo la  familia siempre trato a las gemelas con desprecio y crueldad, culpándolas de haber matado a su madre durante el parto. El trato que le dispensaba el resto del pueblo no era tampoco mucho mejor, considerándolas una maldición enviada por la Luz, ademas los ojos negros de Érika tampoco ayudaban siendo considerados como un mal augurio que traería desgracia e infortunio por lo que creció acostumbrada al desprecio y al rechazo de todos menos de su gemela. Las dos hermanas crecieron solas y unidas, con no mas amigos que la una de la otra, por lo mismo al crecer Alessa y mostrar signos claros de ser una débil mental Érika se hizo aun mas unida a ella, protegiéndola del resto de habitantes del pueblo que obviamente veían también esto como una Maldición de la Luz. Solían salir a jugar en los pocos ratos libres de los que disponían, en los arroyos, en los bosques, en las montañas o donde quiere que fuesen, siendo también un modo de escapar de los maltratos y desprecios de su propia familia.

Todo esto duro hasta el día en que las niñas cumplieron 7 años, durante una tarde lúgubre y fría en la que el viejo Ungluck regreso de uno de los discursos del Gran Profeta, y sintió a las niñas jugar en el patio, al acercarse descubrió que las pequeñas jugaban con un cachorro de lobo herido que habían encontrado en el bosque, una buena excusa para alguno de sus arbitrarios castigos, solo que esta vez fue mucho mas haya, y armándose con el hacha con la que cortaba leña se acerco adonde jugaban sus hijas y en un acto de extrema crueldad, descargo sin remordimiento alguno el hacha sobre la cabeza del indefenso cachorro sin tener siquiera la sutileza de apartar antes a las niñas, que fueron salpicadas con la sangre de la criatura a la que intentaban ayudar.

-¡No quiero bestias inmundas en mi casa! ¡Como castigo voy a zurrarlas duro miserables mocosas!-Ladro el borracho mientras amenazaba a las niñas con su puño, acto seguido tomo a Alessa por el pelo y se dispuso a arrastrarla a la letrina para encerrarla, pero su hermana en un acto reflejo mordió la mano de su padre y la libero para luego cogerla de un brazo y salir corriendo en busca de algún refugio, que creyeron encontrar en la trampilla del granero que daba al sótano donde se guardaba el grano.

Pero fue entonces cuando la tragedia se cernió sobre aquel lugar de forma aun mas cruel y escabrosa. Al bajar por las escaleras Alessa tropezó y cayo aparatosamente por estas yendo a parar al oscuro suelo de la bodega. A Érika se le heló la sangre, la visión de su hermana al final de los escalones inerte en una cama de sangre no le permitió reaccionar, tuvo que llegar Ungluck quien de una fuerte patada hizo también caer a su hija por las escaleras, con algo mas de suerte que su hermana, la niña se arrastro por el suelo e intento alcanzar la ensangrentada mano de su hermana, pero cuando estaba a punto de lograrlo fue arrastrada de una pierna por su padre

-¡¿Ves lo que has hecho zorrilla?!- Clamo el borracho -¡Mataste a tu hermana!-

Érika lloraba y temblaba sin comprender, ciertamente para una niña de 7 años no era fácil asimilar todo lo que estaba pasando en ese momento, pero esas 4 palabras, «Mataste a tu hermana», esas 4 simples palabras hacían que su joven mente empezara a asimilar todo.

-No...yo no...no quería...-Balbuceo la niña.

-¡No me engañaras con esa sucia boca tuya! ¡La luz me maldijo enviándome un demonio que me arrebato a mi Dahlia! ¡Eso es lo que eres, un castigo de la Luz! ¡Una criatura maléfica y asesina! ¡Lleváis la maldad en la sangre! ¡Mas te valdría no haber nacido!-Ungluck descargaba en ese momento toda la rabia y el rencor que sentía contra su propia hija, y no se compadecía en lo mas mínimo, pues llevaba ese visceral odio desde el momento en que la niña nació y los años no habían hecho sino emponzoñarlo mas y mas.

Érika se fue a un rincón y se llevo las manos a los oídos, esforzándose por oír mas, apretando sus sucios y grasientos mechones pelirrojos contra sus pequeñas orejas, pero era inútil, prefería mil veces recibir una paliza que escuchar lo que estaba oyendo.

-Basta...- Musito la niña.

-¡Estáis maldita demonia! ¡Maldita asesina de tu propia sangre! ¡Primero me quitas a mi Dahlia...!-Siguió su emponzoñado monologo.

-¡Basta!- La niña se hizo un ovillo y resguardo su cabeza entre sus piernas, comenzando a llorar, aunque ni esto fue suficiente para evitar escuchar las envenenadas palabras de su padre.

-¡Y ahora matas a tu propia hermana! ¡Monstruo! ¡Monstruo!- El hombre tomo con tanta fuerza a la niña del brazo izquierdo que a punto estuvo de partirselo y la levanto para poder gritarle directamente en la cara, buscaba vengarse de ese pequeño ser despreciable, buscaba herirla, dañarla tanto como sentía que el lo estaba.

-¡Basta! ¡Basta! ¡BASTA!- Érika no pudo contenerse mas, un impulso animal se apodero de ella, tal vez el dolor y frustración oprimidos durante toda su corta vida, se revolvió como una fiera atrapada y propino una fuerte patada al hombre en su entrepierna que fue suficiente para que soltara a la niña y para que cayera de rodillas al suelo fruto del dolor, llena de rabia por lo que había dicho su cruel progenitor tomo un viejo cuchillo que sobresalía de la repisa junto a ella y con este apuñalo a su padre en la panza, una y otra vez, el viejo perdió el equilibrio y se fue hacia atrás, vomitando sangre mientras veía a su hija con una miraba que no mostraba mas que puro terror.

-¡Espera! ¡Espera! ¡Esper...Agh!- Suplicaba y chillaba como un gorrino el viejo Ungluck.

Pero la niña no lo oía, no sentía, no era ella, y no era a un patético borracho suplicante a quien veía enfrente, sino al ser que durante toda su vida la había culpado por algo que no estaba en su poder cambiar, no veía su rostro y gesto de suplica, solo su boca que jamas le dedico un «Te quiero» sino solo sus acusaciones e insultos, sus manos que jamas le dieron una caricia o un abrazo sino solo golpes sin piedad contra ella y su hermana. Ella misma ahora, también sin ningún atisbo de piedad siguió clavando el cuchillo, en estomago, pecho, garganta, cara, una y otra vez hasta que no quedo nada mas del viejo Ungluck que su hinchado y enrojecido cadáver supurando sangre.

La niña se levanto, cubierta por completo de la sangre de su padre, con mirada inexpresiva, inmóvil y totalmente ausente estuvo por espacio de varios minutos, lo que había pasado había sobrepasado todos los limites del horror. No tardo demasiado para que la grotesca escena fuera descubierta por otros fieles de la comunidad.

Estaba bastante claro lo que había pasado, aquel pequeño ser ruin y despreciable había, conforme a su malvada naturaleza, matado cruelmente a su padre y hermana, no sin antes haber reventado de un hachazo la cabeza de un pequeño perro por puro sadismo. Nadie reparo en los múltiples moretones y magulladuras de Érika, ni en la sutileza de que el hacha pesaba casi mas que la misma niña, mucho menos de que se trataba de un cachorro de lobo en lugar de un perro.

El Gran Profeta determino que el castigo de Érika sea ser arrastrada al bosque y enterrada viva, algo que la multitud se dispuso a cumplir con presteza, incluyendo sus propios hermanos, deseosos de vengar la muerte de su padre. La niña fue arrastrada de un brazo al bosque entre golpes, patadas e insultos, no dijo una sola palabra, pues sabia de antemano que de nada serviría, cuando la enfurecida turba de fanáticos encontró un claro adecuado para la ejecución de la sentencia se pusieron manos a la obra para ejecutar su grotesco cometido, no tardaron demasiado en cavar un agujero de un par de metros que se convertiría en la tumba de la niña, que fue empujada sin mucho esfuerzo hasta los bordes, un fuerte golpe en la cabeza con la misma pala usada para cavar su sepultura la derribo e hizo caer hasta lo profundo del agujero, con la vista nublada por la sangre, ya semiconsciente y medio muerta pudo ver como entre todos comenzaban a echar tierra sobre ella, sus hermanos eran los mas afanados, incluso creyó ver que reían, y un odio enfermizo comenzó a brotar desde lo mas profundo de su alma.

La Vieja Tata

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Tal vez fue el mismo odio, el miedo, la desesperación por respirar tierra en vez de aire, el caso es que un ardiente deseo de seguir viviendo hizo que desde lo mas profundo de su triste entierro la niña volviera a emerger a la superficie, con boca, nariz y oídos cubiertos de tierra, las uñas destrozadas y brotando abundante sangre de su cabeza fruto del golpe...pero viva, al salir solo se encontró con la negra noche del bosque, y los fanáticos ya habían abandonado el lugar hacia horas, estaba sola, a merced del frió, las bestias y el hambre, su único instinto fue caminar, y deambulo sola por el bosque hasta que sus pies sangraron, como un alma en pena, enferma de miedo y buscando infructuosamente un refugio.

La tercera noche dando vueltas por el bosque fue aún más oscura que las dos anteriores y los árboles y arbustos parecieron cobrar vida con siniestras sombras que se movían furtivas por entre ellos, mientras el gélido soplido del viento hacía parecer que el bosque mismo estuviese gritando, el sonido de un arroyo cercano era reconfortante en cierta medida pero poco a poco fue diluyéndose para dar paso a los primeros aullidos de los lobos que la siguieron acompañando en su periplo, y ya bien entrada la noche podía hasta vislumbrar las figuras de los lobos a la luz de la luna entre los arboles como si fuesen espectros, esperando la oportunidad para caerle encima y desprenderle la carne de los huesos. Lo que no sabía era que algo mucho más siniestro que los lobos la venía acechando desde hacía días. 

Finalmente cayo de rodillas, sollozando de rabia y dolor, ya no se volvería a levantar, sola y moribunda, intento gritar por ayuda desesperadamente, pero estaba muy debilitada y ademas su lengua y garganta estaban congeladas por el frió. Intento levantarse otra vez pero incapaz ya de caminar, se desplomo sobre las podridas hojas, extenuada y malherida. Con la siniestra noche del bosque como el único testigo del final de su vida, esta se cernió sobre ella, y sus esperanzas desaparecieron por completo, solo atino a romper a llorar desconsoladamente.

De improviso, de entre la penumbra un lobo salto sobre Érika apresando su brazo con sus fauces, intento revolverse débilmente con el lobo sobre ella mientras las demás fieras se abalanzaban, parecía no haber escapatoria…

Lo primero que oyó fue el crujido de ramas al romperse, algo grande y pesado aterrizó en un abeto, y cayó gimoteando al suelo. Otro lobo se estrelló contra el tronco de un árbol. Luego, se hizo el silencio. 

Érika se arrastró abriéndose camino por entre las ramas y hojas podridas dejando un rastro de sangre tras ella. Advirtió que las hojas estaban aplastadas en un círculo purpura. Unos cuantos lobos yacían en los límites, o muertos o inteligentemente decididos a no moverse. En el centro había una siniestra figura que no podía distinguir con claridad, junto a lo que parecía ser una vieja escoba en la que se apoyaba. La niña no entendía nada de lo que estaba pasando, observo aterrorizada a la figura mientras se le acercaba, se arrodillaba y ponía la mano sobre su cabeza, entonces pudo verla bien, se trataba de una anciana de afiladas nariz y barbilla, sus ojos claros y profundos se clavaron en ella y eran tan penetrantes que sintió que se le paraba el corazón en ese momento.

La niña estiro la mano hasta la anciana, como si suplicara su ayuda, esta no pronuncio palabra alguna y solo creyó distinguir que hacía un gesto con la mano, luego no supo nada más...

Miel…definitivamente era miel, podía sentir como el penetrante y exquisito dulzor se esparcía por su boca, hacía tiempo que no probaba algo tan delicioso, de hecho hacía tiempo que no probaba absolutamente nada así que quiso devorar todas las toneladas de dorada y dulce miel que tenía ante sí, derritiéndose de forma tentadora hasta llegar a sus pies, estiro la mano para tomar un poco más pero extrañamente no la alcanzaba como si alguna desconocida fuerza le aferrase firmemente el brazo, con desesperación vio como las montañas de miel comenzaban ahora a ennegrecer hasta formar una asquerosa masa de inmundicia derrumbándose sobre ella mientras el dolor de su brazo aumentaba, aterrorizada solo pudo gritar…

Despertó  en una habitación oscura llena de telarañas que parecía ser un sótano, era ya noche cerrada y algunos haces de la luz de la luna se colaban por el techo, se dio cuenta de que estaba encadenada y a sus pies había una mesa con viejas velas apoyadas en un cráneo, al fondo de la sala un gato negro grande y viejo la miraba fijamente.

El gato la saludo con un apagado maullido y camino desinteresado hasta las escaleras por las que en ese momento bajaba la anciana que había visto la noche anterior, se apoyaba en un viejo cayado talado con extraños símbolos y en la otra mano portaba un oxidado cuchillo de carnicero, se acercó lentamente a la cama en la que estaba Érika y se sentó sobre ella mientras miraba fijamente a la joven.

-Muy bien, ahora hablaremos largo y tendido tú y yo jovencita- Susurro la anciana.

-¿Dónde estoy?-Pregunto la niña.

-Las preguntas las hago yo, así que más te vale que pongas atención o te devolveré al lugar del que te recogí...sin duda los lobos me lo agradecerían.- Contesto la anciana mientras esbozaba una siniestra sonrisa.

Se trataba de Tata Ogg, una vieja solitaria sin más compañía que un viejo y grande gato negro que no hacía otra cosa que dormir y lamerse. La anciana se dedicaba a cuidar sus pociones traídas desde lejos y las cientos de hierbas exóticas de su invernadero, extrañas plantas, filamentosas, gruesas, aplastadas, enredadas, con extrañas flores, o llamativos frutos, o desagradables protuberancias. También recolectaba miel de las abejas para preparar hidromiel y ordeñar a su cabra para hacer queso. 

Lo que nadie sabía era que también era una bruja y no una cualquiera si no una de prodigiosa habilidad que había logrado superar a la mismísima vieja Peta, considerada la bruja más poderosa de la zona hasta que unos niños desconsiderados la metieron en un horno. El interés de la vieja en la joven era a causa de la gran aversión que esta sentía por la  comunidad a la que Érika pertenecía, específicamente a Jedebiah, el que se hacia llamar el Gran Profeta, sin duda un visceral y profundo odio vinculaba a la bruja a ese lugar, aunque la causa de este nunca le fue rebelado a la niña. Aun así la astuta bruja al ser capaz de percibir el odio de la niña por su lugar de procedencia no dudo en convertirla en su nueva pupila, enseñándole los secretos de la brujería, Èrika no tuvo opción, era sujetarse al hierro ardiente o caer al vació, solo tenia a la bruja, y no podría escapar de ella.

Tata Ogg tampoco destacaba mucho por su paciencia y las cachetadas y arañazos eran cosa de todos los días durante sus lecciones, además de enviarla a arrancar malas hierbas o a trepar arboles cubiertos de muérdago en busca de huevos de pájaro. La vieja dominaba la  obtenetración y era capaz de pudrir sembrados enteros en una noche, aunque procuraba servirse lo menos posible de la hechicería para evitar levantar sospechas, una virtud que transmitió a Érika, la brujería debía ser siempre el último recurso. También a menudo decía poder ver el futuro y que sabía cómo acabaría todo para ellas aunque Érika nunca supo si lo decía en serio o solo para intimidarla.

El Juego de la Bruja

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Los años pasaron para la joven, entre penosas lecciones y cumpliendo los caprichos de la bruja, que podían ir desde recolectar bayas en las cercanías hasta ir en busca de leña a zonas infestadas de lobos, como fuera, debía cumplir si no quería enfrentar la ira de su mentora. Entre todo esto la curiosidad empezó a picarle, pues había en la cabaña un sótano al que no le estaba permitido entrar bajo amenaza de que le arrancarían ojos y lengua, todo lo que sabia de el es que la bruja se encerraba por las noches durante horas y podía escuchar siniestras voces hablando en lenguas ininteligibles provenir de el. Dos veces Èrika había preguntado que escondía la bruja allí dentro, y las dos veces había recibido sendas bofetadas que a punto estuvieron de arrancarle los dientes, pero la tercera vez fue diferente, y la bruja accedió a mostrarle los misterios que albergaba en las entrañas de su hogar, a condición de jugar un juego, debía demostrar que era digna de acceder a los conocimientos almacenados allí, y para ello debía conjurar sombra 10 veces seguidas sin fallar ninguna vez...o perdería un dedo. La incauta aprendiz no se lo pensó dos veces, y acepto.

La vieja bruja fue hacia la mesa y cogió un oxidado cuchillo de carnicero, volvió y se puso junto a la mesa donde la esperaba la joven, empuñando con firmeza el arma cortante.

-¿Preparada?-dijo mientras sonreía en forma siniestra- Puedes comenzar cuando quieras.

Érika estaba sentada sin moverse ni decir una palabra, con la mano derecha extendida mirando el cuchillo. La bruja la miraba. A unos metros sobre el desván el enorme gato miraba exultante con el único ojo que aun le quedaba, su cola se balanceaba de un lado a otro y la joven en ese momento habría podido jurar que disfrutaba lo que estaba viendo. 

-¿Estás preparada ratoncita? –Volvió a preguntar.

La joven sudaba frío y comenzó a sentirse cada vez más desamparada y débil, su ánimo flaqueaba y le costaba cada vez más respirar, pero ya era tarde para echarse para atrás.

-¿Preparada?- Repitió la bruja por tercera vez.

Érika se limitó a asentir, sin ser capaz ya de articular palabras.

La vieja Tata levantó el cuchillo al aire y comenzó a revolotearlo delante de la muchacha, dispuesta a cortar, ella le observaba sin mover un miembro de su cuerpo, simplemente frunció las cejas y la miró ceñudamente.

-Muy bien-dije la vieja-empieza.

Érika volvió a asentir, cerro su mano y se concentró lo mejor que pudo, entonces al abrirla un fuego fatuo color purpura iluminaba tenuemente la palma de esta.

-Uno…te quedan nueve-dijo la bruja sin desdibujar su siniestra sonrisa.

La joven asintió, cerro nuevamente su mano y esperó unos segundos antes de volverlo a intentar.

Volvió a abrirla y de nuevo apareció la pequeña llama sobre la palma de su mano.

-Dos- Susurro la bruja apenas rompiendo el insoportable silencio del momento.

El silencio era total. Érika tenía los ojos puestos en su mano, la bruja tenía el cuchillo en el aire y la miraba expectante.

-Tres-

-Cuatro-

-Cinco-

-Seis-

-Siete-

-Ocho-

-Nueve-

Una mas, solo faltaba una mas y se acabaría, el corazón de la joven latía con fuerza, el aire era extraño y sus manos estaban húmedas. La joven repitió el proceso, cerro su mano, se concentro en la conjuración y volvió a abrirla.

El cuchillo de carnicero cayo con fuerza contra la mesa, los gritos pudieron oírse varias leguas a la redonda.

Setas del Bosque

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Tras el incidente del juego del cuchillo pasaron 2 años en los que la joven no volvió a tocar el tema del sótano, había aprendido bien la lección, haber perdido el meñique de la mano derecha había ayudado a enseñársela. Lo que no sabia es que su retorcida maestra tenia preparada nuevas y aun mas duras lecciones para ella.

Cierta mañana al bajar se encontró con algo insólito, una taza de te sobre la mesa, preparada por la bruja para ella. Lo que no hizo mas que levantar sus sospechas;

-¿Que es esto?- Pregunto la joven con desconfianza.

-Pues te de hierbas del bosque, ¿que otra cosa iba a ser?- Le contesto la bruja.

La muchacha se quedo mirando a la bruja y luego al te de hierbas, cientos de pensamientos pasaban por su cabeza, en 10 años la vieja jamas había tenido un gesto con ella por lo que esto no podía sino llenarla de dudas, ¿veneno quizá? tal vez la bruja se había cansado de ella y haya decidido poner fin a su vida, no le extrañaría nada, de todas formas fuera o no veneno sus opciones se reducían a solo una, callar, acatar y beber, como había hecho siempre.

Dio el primer trago, y nada, no paso nada, ni con el segundo, ni con el tercero, ni cuando se lo hubo terminado, todo indicaba que la vieja hablaba con la verdad...por ahora.

-¿Ves? eso te costaba tanto- Se burlo la bruja al tiempo que se levantaba y se encaminaba hasta la puerta-Necesito algunas setas, ve por ellas al bosque- Ordeno antes de retirarse de la cocina.

La joven suspiro aliviada, como hacia cada vez que la bruja salia de su presencia, pues bastaba solo esta para mantenerla tensa y alerta ante cualquier movimiento que ejecutara, sea para reprenderla de una bofetada, o simplemente para preparar sus brebajes.

Se apresto entonces a cumplir la orden, saliendo con una canasta en busca de las setas, a la media hora ya había conseguido llenar la mitad del cesto, por lo que animada siguió en su búsqueda y fue entonces cuando tropezó con un andrajoso hombre que se la quedo mirando mientras dibujaba una grotesca sonrisa que delataba su podrida dentadura, la joven quiso evitarse problemas por lo que se dio media vuelta y echo a caminar con intención de largarse, pero entonces se choco de frenton con otro tipo, rechoncho, repulsivo y que olía muy mal, todo en su aspecto inspiraba repugnancia.

-Vale, tengamos la fiesta en paz, ustedes en lo suyo y yo en lo mio- Dijo la joven mientras intentaba escabullirse por los flancos del gordo.

-No vas a ningún lado, ¿o quieres dejarnos así?- El gordo tomo a la joven de un brazo mientras con su otra mano descubría sin pudor su propia entrepierna, pero Érika reacciono rápido y lo golpeo con el canasto, aprovechando el medio segundo de confusión para intentar salir corriendo. Por desgracia su carrera no duro demasiado pues dos hombres mas le cortaron la huida mientras el otro par le daba alcance, rodeándola, un quinto tipo apareció, mostrando una irritante sonrisa que no hacia si no resaltar la expresión estúpida de su cara.

-Vaya, vaya, pues si que era bastante guapilla, nos la vamos a pasar en grande contigo mujercita- Se burlo.

-No quiero problemas- Respondió con nerviosismo la joven.

-No los tendrás si te portas bien-

El gordo intento inmovilizarla abrazándola desde atrás, pero consiguió zafarse y coger una piedra con la que arranco varios dientes a su celador de un golpe, por desgracia este movimiento hizo que bajara la guardia y no viera venir el feroz puñetazo desde la derecha que la derribo.

Intento levantarse, tras escupir la sangre a un lado, pero extrañamente las piernas le temblaron y volvió al suelo, pronto se dio cuenta que las manos apenas le respondían y ya no sentía los dedos, ¿que le estaba pasando?

Entonces recordó, ¡El te! era eso, la bruja se la había jugado una vez mas y había puesto alguna hierba extraña en el, y una vez mas se había superado a si misma en crueldad, aunque pareciese imposible. De una patada en el costado que le arranco el aire de los pulmones la joven quedo tirada boca arriba, ya no podía mover un musculo, pero para su desesperación seguía estando consciente de todo lo que pasaba a su alrededor, podía ver a los cinco tipos que sin duda la bruja había enviado a por ella, mirándola con sus malolientes sonrisas que dejaban ver sus amarillos y podridos dientes, el único que no sonreía era el gordo, que no paraba de escupir sangre, en un arranque de ira tomo la misma piedra con la que Érika lo había agredido e intento represaliar la agresión haciéndola pagar con la misma moneda.

-¡No imbécil, que la dejaras fea!- Lo detuvo el que parecía ser el líder justo a tiempo -Bueno, yo iré primero- Sonrió tetricamente mientras volvía la vista a su indefensa victima.

Luego, uno a uno y sin absolutamente ningún apuro cada hombre sacio su lujuria con la joven, que quiso luchar, gritar y patalear con todas sus fuerzas, pero no podía, una gran amargura e impotencia la inundo y finalmente solo pudo llorar, abundantes lagrimas brotaron de sus ojos en lo que duraba su padecimiento, para diversión de sus atacantes.

Tras someterla a toda clase de vejámenes hasta el hartazgo, el grupo de miserables se marcho, una vez satisfecha su perfidia, seguramente se emborracharían en alguna villa cercana y olvidarían todo para el día siguiente. La que no lo olvidaría tan rápido seria la joven Èrika, cuando su cuerpo finalmente comenzó a reaccionar, se cubrió como pudo con los jirones de ropa que le quedaban y marcho, demasiado conmocionada para recoger las setas. Estaba quebrada, totalmente derrotada, había vuelto a ser esa frágil niña débil de antaño, un estropajo, un simple juguete en manos de su destino.

Al llegar a la cabaña, camino en silencio hasta la cocina y se sentó, sollozando de rabia, la bruja llego al rato y se sentó también, observando a su pupila, la que por primera vez le devolvió una mirada de feroz rencor, segundos de incomodo silencio siguieron al intercambio de miradas.

-¿Por que?- Pregunto finalmente Érika.

-El odio y el miedo son lo que nos mantienen con vida en este mundo de traiciones y engaños, si no temes ni odias lo suficiente no me sirves- Respondió la bruja -Te he hecho un favor y te he dado otra oportunidad sucia cachorrita, así que deja de mirarme así y no me falles otra vez o puede que empiece a cansarme de ti- Finalizo amenazante antes de retirarse rumbo al sótano secreto que antaño despertara la curiosidad de Érika.

La joven se mordió los labios hasta hacérselos sangrar, repleta de rabia e impotencia, el rencor se revolvía como una serpiente en su dentror, ansioso de sangre, deseo con todas sus fuerzas matar a la vieja bruja con sus propias manos, pero no, no podía, no estaba preparada...aun.

La Bruja, el Profeta y la Venganza

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Con la llegada de la temporada de cosechas la hora de la venganza sonaba, había llegado el momento, el momento tan esperado tanto por la bruja como por Érika, el momento en que arrancarían de raíz todo despojo de luz del cada vez mas lánguido y siniestro bosque, el momento en que el Gran Profeta y sus acólitos padecerían la justicia de la sombra.

Al amparo de una oscura noche, ambas acólitas de la oscuridad se escurrieron furtivamente por entre la niebla, llegando a los lindes de la comunidad, todos dormían, incluyendo al vigía que de buena gana se había echado una siesta bajo el árbol, por lo que no tuvieron demasiados problemas en llegar hasta los sembrados repletos de trigo, patatas y cebada. Nada mas llegar la vieja Tata metió sus huesudos dedos bajo la tierra, luego sonrió con malicia y recito;

-¡Por la palabra de esta bruja has que todo lo que esta en este campo cruja!-

Casi al momento Érika pudo ver como los tallos de la cebada que tenia enfrente se agrietaban y torcían al tiempo que un espantoso hedor invadía su nariz, la vieja Tata había podrido toda la cosecha de ese sector, y luego lo hizo con el siguiente, y luego el siguiente hasta que no quedo una sola patata que pudiese ser comestible.

No contenta con ello, la bruja se dirigió a los graneros donde se almacenaba lo que recientemente habían podido cosechar los apóstoles, nada mas tocar el candado este comenzó a oxidarse hasta que no quedo mas que herrumbre que se disolvió fácilmente, dentro siguió el mismo procedimiento. Luego llego el turno de los animales, una tarea en la que Érika pudo participar, armadas con cuchillos de carnicero, maestra y aprendiz degollaron una a una a las ovejas y gallinas guarecidas en los corrales, una tarea para la que la joven necesito armarse de valor, pero no se iba a echar para atrás ahora. Basto un conjuro de la bruja para que los cuerpos se convirtieran en hervideros de podredumbre incomestibles. La tarea estaba hecha, para cuando ambas se marcharon al alba un infecto hedor cubría toda la comunidad iniciando de esta forma el irreversible infortunio.

El hambre asolo de forma implacable a la comunidad, encima en medio de un invierno frío, duro y largo, noches más tenebrosas que las tinieblas y cada uno de los días más gris que el día anterior. los fanáticos languidecían y morían en sus tristes chozas. Viejos, débiles y niños eran abandonados en el bosque para que murieran, las madres ahogaban a sus hijos con almohadas para no verlos morir de hambre, y luego ellas mismas se ahorcaban en los graneros. Al final solo un puñado de fanáticos consiguieron sobrevivir, entre los que se encontraba Jedebiah, el Gran Profeta, que consiguió descubrir la ubicación de la cabaña de la bruja al seguir las huellas que llevaban al bosque. Junto a otro puñado de fieles entre los que se encontraban dos hermanos de Érika fueron a la cabaña de la bruja con intención de poner fin a su maldad, lo que no sabían es que solo la perdición y la desdicha les esperaba en ese lugar maldito.

La turba llego frente a la lúgubre cabaña encantada por el horror, aquella que albergaba la causa de sus desgracias, una decena de aldeanos desnutridos y famélicos armados con teas que ya habían alertado a las habitantes del lugar se aproximaron, el Gran Profeta Jedebiah se adelanto y exigió la salida de la bruja.

-¡Salid ahora ser impío y afronta la justicia de la Luz!- Clamo.

La puerta se abrió al compás de un siniestro chirrido, una fría niebla salio del umbral de esta y una sensación de temor y desosiego se apodero de los aldeanos, las piernas les temblaban y sudaban frió. La siniestra niebla pareció hechizar la atmósfera con su frió y aletargado reptar por entre malezas, arbustos y arboles, tras disiparse la aun mas siniestra figura de la vieja Tata se recorto en el umbral de la puerta, sus ojos estaban encendidos con una alegría demencial mientras su boca dibujaba una maliciosa sonrisa cargada de sorna.

-Por fin volvemos a encontrarnos...querido prometido mio.- Grazno triunfal la anciana.

El Gran Profeta palideció, perdiendo el equilibrio unos instantes retrocedió dos pasos, no podía creer lo que estaba viendo, ¡Era ella! ¡Su prometida! ¡La ponzoñosa serpiente que le había robado el corazón con alguno de sus maléficos conjuros! ¡¿Pero por que estaba viva?! ¡Debía estar muerta! ¡El mismo la había enviado a la hoguera!

-¿Que no te alegras de verme bien amado mio?- Se burlo la bruja -Creí que nos pondríamos al día con una buena taza de te, han pasado 50 años después de todo.-La bruja sonrió de forma aun mas retorcida, y basto solo esto para que Jedebiah retrocediera aun mas.

-Tu...¡Monstruo!- Clamo el viejo tras al fin conseguir reunir el suficiente valor para enfrentar a su otrora prometida.

-Oh, vamos, ¿después de medio siglo eso es todo lo que tienes que decir? me decepcionas querido mio...- Contesto la anciana en tono apático.

-Lo único que tengo que decir es que tu perfidia se acabara aquí y ahora, ¡Acabaremos contigo en nombre de la sagrada Luz!- Sentencio Jedebiah mientras alzaba su tea.

-Ja! no me digas que piensas lograrlo, ¡Pero si tus patéticos fieles están muertos de miedo!- Contesto la bruja con sorna.

La bruja hizo un gesto con su afilado mentón indicando al Profeta que mirase tras de si, en efecto, sus apóstoles temblaban, a algunos les rechinaban los dientes y otros tenían la mandíbula desencajada, sus ojos no mostraban mas que puro pavor, habían perdido toda voluntad de lucha, ya estaban derrotados. Uno de ellos no pudo resistir mas y salio corriendo, sus agónicos chillidos se oyeron pocos segundos después, había tropezado con alguien o algo que le había propinado una muerte horrible, pero la oscuridad no permitía ver de que se trataba.

-¡Ya basta! ¡Se acabo!- Jedebiah cargo contra su antigua prometida con los ojos encendidos de furia, pero cuando estaba a punto de asestarle el primer golpe sintió un gran ardor en sus entrañas, sentía que se quemaba por dentro mientras apenas unos centímetros sobre su cabeza los ojos de la bruja brillaban con un oscuro fulgor que hacia que tuviese la impresión de estar mirando un autentico demonio.

-Bah...en verdad esperaba jugar un poco mas contigo...que decepción.- Comento la bruja con tono de aburrimiento, y luego desvió la vista al aterrorizado grupo -En cuanto a ustedes...-

La bruja comenzó a silbar. Fue un silbido que pareció inofensivo en un principio, pero que no tardo en revelar su atroz propósito; los fieles comenzaron a ver que estaban rodeados por perros feroces e infernales, con desespero intentaron defenderse usando sus teas y rastrillos. La bruja controlaba todo a placer con sus afilados dedos a modo de titiritera mientras hacia una horrible mueca, saboreando cada instante del baño de sangre. El intento de ajusticiamiento de los fieles había degenerado en un abominable carnaval de muerte. Jedebiah no podía hacer otra cosa que observar impotente y maldecir a la bruja.

La bruja bajo la mano y el puñado de desgraciados que seguía con vida pudo comprobar con horror que nunca habían habido perros si no que no era mas que una alucinación de la vieja. Con horror comprobaron que habían estado peleando entre ellos, media decena de hombres yacían muertos destripados o quemados, y la otra mitad estaba ya demasiado herida para presentar cualquier resistencia, incluyendo los dos hermanos de Érika.

En ese momento fue cuando la joven Érika apareció, saliendo de la casa mientras contemplaba la masacre con fría indiferencia.

-Hola Fried.- Saludo de forma indolente a uno de sus hermanos.

-¡Tu! ¡¿Pero como?! ¡Te matamos!- Grito incrédulo su hermano, tenia una fea herida en la rodilla y no podía levantarse.

-Así es mi amigo, la pobre, débil e indefensa hermanita que enterrasteis bajo tierra- Dijo la bruja en tono melodramático mientras se ponía tras Érika y llevaba sus huesudas manos a sus hombros.

La vieja bajo luego la mirada hasta Jedebiah que se arrastraba debajo de ella.

-Y así es como termina mi querido, tu bajo mi bota y tus fieles como abono para mi jardín.- Se burlo de el mientras sonreía pletórica.

La bruja tomo a Jedebiah de un pie y lo llevo dentro de la cabaña, jamas volvió a saberse de el. Érika por su parte sabia bien lo que tenia que hacer, cogió un rastrillo y lo uso a modo de arma para cuan verdugo dar muerte a sangre fría a cada uno de los desgraciados que agonizaban frente a ella, no sintió la menor compasión pues estaba llena de odio contra todos ellos, incluidos sus hermanos a los que masacro con mas saña aun, primero Fried y luego el otro, Wilas.

-Siempre supimos que eras un monstruo.- Le dijo el moribundo Wilas mientras escupía sangre a sus pies antes de seguir el mismo destino que los demás.

Nidiah

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Estaba hecho, la venganza estaba completa, la comunidad de fanáticos religiosos del Gran Profeta Jedebiah había sido aniquilada. Días después tanto la vieja Tata como Erika hicieron una visita al triste cementerio en que se había convertido.

Decenas de cuervos y buitres revoloteaban sobre la zona, dándose un banquete con los cuerpos en estado de descomposición de los fanáticos. Bruja y aprendiz inspeccionaron el macabro escenario, había realmente muy poco que rescatar, el escenario era lúgubre y triste, cadáveres hinchados colgando de arboles, otros tantos con la piel pegada a los huesos esparcidos por el campo. Un poco mas allá algo negro llamo la atención de la joven, aunque al acercarse desvió la vista y se alejo rápidamente, lo que había visto era un bebé carbonizado ennegrecido en un espetón, a medio comer, sin cabeza, y destripado.

El periplo siguió hasta llegar a la que alguna vez fue la casa de Érika, igual de simplona y sucia que como la recordaba, vio el granero donde había pasado todo, recordó a su hermana, Alessa, y estuvo a punto de llorar, aunque una sonrisa llena de malicia se dibujo en su rostro cuando recordó a su padre, el viejo Unlguck, sin duda ver desangrarse lentamente a ese cruel cerdo era el recuerdo mas hermoso de su vida. Al entrar a su antigua casa lo primero que sintió fue una peste que emanaba una de las esquinas, al aproximarse se topo con el raquítico cadáver de Vidkun, su hermano mayor, tenia una dolorosa expresión en el entramado de venas y amarillenta piel que era su rostro y sus vacíos ojos apuntaban hacia el cielo, como clamandole a la luz por que había enviado tamaña desgracia, de su boca sin labios emanaban varios hilos de sangre seca y pudo darse cuenta de que el infeliz había intentado comerse sus propios dedos. La joven no sintió la mas mínima lastima y dejo el cuerpo tal como estaba para que se convierta en alimento para los gusanos. Por un momento se pregunto que habrá sido de sus otros dos hermanos cuyo paradero desconocía, aunque rápidamente otros pensamientos ocuparon su mente, nada podía importarle menos.

La voz de la bruja la saco de sus pensamientos, al parecer había encontrado un subterráneo secreto oculto bajo la iglesia, este daba a una oscura y húmeda catacumba donde el silencio era abrumador. Al avanzar bruja y aprendiz pudieron dar con la razón de esa entrada secreta, casi una decena de cuerpos encadenados y con señales de haber sido atormentados de las formas mas crueles y variopintas, extremidades torcidas, genitales cercenados, despellejamientos, hasta una oxidada doncella de hierro se veía en el fondo, todo en nombre de la luz.

-Jah!, esta todavía esta viva.- Comento la bruja mientras miraba a una joven encadenada a la pared, estaba vestida en harapos y tenia marcas de latigazos por todo el cuerpo, ademas de la piel del estomago pegada al espinazo. Sin mas interés en la moribunda la bruja siguió revisando el lugar, aunque Érika si que pareció mas interesada en ella, acercándose a constatar como estaba.

-¿Puede venir con nosotras?- Pregunto de pronto mirando a la bruja.

-Por supuesto que no, ya me sobra una inútil, no veo razón para agregar otra, ademas esta prácticamente muerta. Larguémonos, aquí no hay nada interesante.- Contesto la vieja con indiferencia.

-¡Por favor, yo la cuidare!-

La bruja lo medito por unos segundos, finalmente una sonrisa cargada de crueldad se dibujo en su rostro y contesto.

-Esta bien...pero tendrá un precio, ya lo sabrás a su debido tiempo.- La bruja emitió una desagradable risotada y se apresto a salir de la maloliente tumba subterránea.

Érika soltó como pudo las cadenas que aprisionaban a la joven, luego la arrastro hasta la salida, estaba pálida, helada y no se movía, pero aun respiraba.

La joven que había rescatado se llamaba Nidiah y era aprendiz de la torre arcana, tuvo la desdicha de ser capturada por los fanáticos de la comunidad cuando iba rumbo a Villa Oscura junto a su padre y fue torturada durante meses acusada de ser una bruja, dejándola malnutrida y al borde de la muerte, aunque pasados unos meses se había restablecido por completo.

Habia demostrado tener un espíritu rebelde y vital, al contrario de la sumisa Érika y constantemente animaba a esta a que escaparan juntas de la tiranía de la bruja.

-Irnos, debemos irnos de este asqueroso lugar y dejar que esa vieja se pudra aquí sola.-

-¡Nunca le llaméis así! -Corrigió Érika con una urgencia en su voz que extraño a Nidiah. -¡Ama Tata!, ¡No vieja, nunca vieja, nunca! debes recordar su nombre o te hará daño-

-Puede intentarlo, me da igual el nombre que use, escapare de aquí de una forma u otra y tu vendrás conmigo- Respondió Nidiah con convicción.

-No lo entiendes, debemos obedecer al ama- Dijo Érika en tono de total sumisión.

-Que pesada eres, ¡que la vieja no es ama de nadie! abre los ojos, hay un mundo ahí afuera, ¿sabes?-

A pesar de sus caracteres totalmente distintos, Érika y Nidiah llegaron a hacerse muy cercanos, tanto que casi se consideraban hermanas. Tampoco fue muy difícil cuando el único otro contacto humano que tenían era con la funesta vieja Tata que no veía con buenos ojos que ambas jóvenes hiciesen causa común. Por lo mismo ya empezaba a planear su siguiente movimiento.

La Prueba Final

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Una oscura mañana, ambas aprendices vigilaban un gran caldero en la cocina que bullía y emanaba un verdoso liquido que escapaba por sus bordes, mientras charlaban en la mesa de sus propias esperanzas y sueños, muchos para Nidiah, casi ninguno para Érika, como de costumbre la aprendiz de maga intentaba convencer a la aprendiz de bruja;

-En serio, creo que podrías ser una buena maga, ademas mi familia tiene influencias en la torre.- La chica le guiño un ojo a Érika.

-No lo se, tengo que pensarlo.- Contesto Érika meditabunda.

-Siempre dices lo mismo, «no se esto, no se aquello» tienes que decidirte o te pudrirás aquí sola con la vieja.- Nidiah sonaba convincente, tanto que el germen de la esperanza y una nueva vida comenzaba a aparecer en Érika.

-¡Buen día!- Grazno la bruja de buen humor, interrumpiendo la conversación de las jóvenes.

Erika se levanto y agacho servilmente la cabeza, completamente a merced de la dominante voluntad de su ama, Nidiah a su vez se limito a quedarse en su asiento y sostenerle la mirada con ceño desafiante.

La bruja sonrió.

-Insolente, se ve que esta otra no te ha enseñado como debe ser.- La bruja miro a Érika con gesto de reprobación, esta bajo aun mas la mirada.

-Déjala en paz, ¿que paso ahora?- Pregunto Nidiah claramente tensa.

-Has de saber que cuando te sacamos de esa mazmorra maloliente, le dije a esta que tendría un precio, ¿lo recuerdas cachorrita?- La bruja se acerco a Érika y le levanto el mentón con los dedos, esta la miro, con los ojos llenos de miedo y desesperanza, ¿que enfermizo precio seria el que cobraría esta vez su ama?

-Pues llego el momento de cobrarme ese precio, esto sera sencillo, si alguna de ustedes dos sale de este cuarto sin la cabeza de la otra, la matare, si salen las dos juntas las matare también, ¿quedo claro?- La bruja explico las reglas de su macabro juego con absoluta naturalidad, dejando ver que no le importaban en lo mas mínimo las vidas de las jóvenes. Acto seguido se retiro de la habitación, cerrando la puerta por fuera, y dejando la cocina solo con el ruido que hacia el hirviente y enorme caldero del centro.

Las dos jóvenes se quedaron estupefactas y con la mandíbula desencajada, tardaron unos minutos en racionalizar la orden de la bruja, ambas se miraron sin mover un musculo, de forma tensa, temerosas y dudando, sabían que pasaría, que ambas se enfrentarían, era inevitable pues la palabra de la vieja era ley, pero, ¿cual de las dos haría el primer movimiento?

Èrika se adelanto, de forma rápida aparto la tapa del caldero de un manotazo manando abundante vapor verdoso y espeso de este, que fue suficiente para nublar la vista de Nidiah, rápidamente la joven conjuro una descarga de sombras que lanzo a Nidiah, quien a su vez no perdió el tiempo y lanzo una descarga de energía arcana.

Al disiparse el vapor solo una de las jóvenes estaba de pie, la otra yacía malherida en el suelo. Quedo claro quien había triunfado en el duelo.

Èrika se arrastraba por el suelo mientras la vida escapaba poco a poco de su maltrecho cuerpo, había recibido la descarga de energía arcana en un costado y esta le había producido heridas internas de consideración, tocia de forma repetitiva y su boca sabia a sangre y vomito. Nidiah observaba del otro lado del caldero, sin decidirse si ayudarla o no.

De repente, la bruja apareció a su lado observando y riéndose con
incontrolable y satisfecha agitación.

-¡Bien! ¡Era débil, estaba acabada! ¡Ahora mátala! ¡Tu odio te ha hecho poderosa! ¡Ahora has de completar tu sino y tomar el puesto de esta perdedora junto a mí!-

Nidiah miro a la excitada bruja, y luego a Érika, que apenas podía moverse en el suelo, por un momento, y solo por un momento la duda lleno sus pensamientos.

Pero esta duda se disipo rápidamente, ella iba a ser una maga de la torre arcana, como había sido su madre y la madre de su madre antes que ella o moriría en el intento, ella no se convertiría en una bruja nunca, el ciclo terminaría aquí y ahora.

-No lo haré- Respondió Nidiah mientras miraba a la bruja con desafiante desicion.

El júbilo de la vieja se tornó en áspera rabia, con los labios pegados a los dientes dijo dos palabras que habrían helado la sangre del mas valiente.

-Muere entonces-

La bruja alzó sus huesudos brazos en la dirección a Nidiah. Cegadores ases de sombría energía brotaron de sus dedos, cruzaron la habitación como luces hechiceras y
comenzaron a desgarrar las entrañas de la muchacha. La joven hechicera sintió una instantánea y agónica desesperación. 

Pero si esas sombras estaban generadas por la magia podrían ser repelidas por la
magia. Nidiah alzó sus brazos para desviar la corrupta energía. Al principio tuvo éxito y la sombra rebotó de sus puños, yendo a chocar, inerte, contra las paredes. Sin embargo, pronto las oleadas surgieron con tal velocidad y poder, envolviéndole y penetrando en ella, que comenzó a encogerse ante ellas, convulsionando por el dolor, las rodillas doblándose y sus poderes en reflujo.

Atormentada más allá de la razón, acometida por una debilidad que resecaba sus más íntimas esencias, Nidiah no esperaba más que someterse a la nada hacia la que caía.

La bruja sonrió torvamente a la exhausta joven, mientras que Érika, al
lado de su ama, luchaba por ponerse en pie.

-¡Joven loca!- Tata se mofó de Nidiah -¡Sólo ahora, al final, comienzas a
comprender! ¡Tus pueriles habilidades no pueden competir con el poder de la madre sombra! ¡Has pagado un precio por tu falta de visión! ¡Ahora, jovencita
terminarás de pagarlo completamente! ¡Vas a morir!-

La vieja bruja se rió demencialmente y, aunque no parecía posible para Nidiah, la sombra que manaba de los sus dedos aumento de intensidad. El sonido rechinaba
por toda la habitación y la sombría corrupción asesina de las ráfagas era abrumadora.

El cuerpo de Nidiah decayó y, finalmente, se plegó bajo la espantosa barrera de corrupción. Dejó de moverse hasta parecer totalmente inánime. La bruja siseó
malévolamente.

En ese preciso instante, Érika brincó y aferró a su mentora desde atrás, sujetando
sus brazos, más débil de lo que jamás había estado, Érika había yacido
inmóvil durante los últimos minutos, concentrando toda la energía de su ser para ese
acto, quizá la última acción de su vida, ignorando el dolor de sus costillas siendo partidas por la antinatural fuerza de la bruja, ignorando su vergüenza y debilidad, sin hacer caso del ruido de sus huesos al romperse, enfocó ciegamente toda su voluntad en su inmenso deseo de derrotar al demonio que albergaba el cuerpo de la bruja.

Tata luchó contra el abrazo insensible de Érika,  sus manos aún arrojaban
oleadas de corrupción en todas direcciones. En su salvaje forcejeo, las sombrías energías rasgaron el habitáculo y rebotaron sobre Érika, que a punto estuvo de desfallecer e irse al suelo condenandola a horribles sufrimientos a ella y a Nidiah.

Pese a todo, Érika no soltó su presa y, tambaleándose, la arrastró hasta el gargantuesco caldero que bullía hirviendo y vomitando un viscoso liquido verde en ese momento. Con sus ultimas fuerzas Érika sostuvo a su aullante celadora por encima de su cabeza y, con las últimas gotas de su fuerza, la arrojó al caldero.

La bruja, vomitando aún rayos de corrupción, se revolvió fuera de control dentro del caldero, chillando horriblemente mientras lo hacia ofreciendo un espectáculo espeluznante. Finalmente su lucha ceso, y sus manos ya desprovistas de carne y nervios se hundieron dentro de la masa viscosa que comenzaba a tornarse de un supurante y viciado carmesí, luego...oscuridad y silencio.

Érika, gravemente herida,  se derrumbó al lado del enorme caldero, a unos metros, Nidiah también yacía agonizante en el suelo, ambas demasiado débiles para
moverse y demasiado conmovidas para hablar.

Por fin eran libre las dos.

La Bruja

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Los días fueron pasando, días de incertidumbre y desvelo, Nidiah insistía en que debían marcharse cuanto antes de la cabaña e instalarse en su casa en Ventormenta ofreciendo a Érika entrar también en la Torre arcana, pero esta aun no se decidía, abrumada por su repentina libertad, no se atrevía a abandonar el que después de todo había sido su hogar de toda la vida. Su mundo se reducía a la cabaña de la bruja y la comunidad de fanáticos donde había nacido, la vieja jamas le permitió visitar los pueblos ni alejarse mucho de la cabaña sin su compañía, por lo que hacerlo ahora la llenaba de miedo.

- Lo que tu quieres es convertirte en la nueva vieja Tata- Le recriminaba Nidiah.

-No es eso...-

-Entonces no entiendo que seguimos haciendo en esta choza.- Volvió a arremeter la joven maga.

-¿Te iras?- Pregunto Érika.

-No tonta, pero sigo diciendo que hay que largarnos.- Le espeto la maga.

-Hay que esperar- Fue todo lo que dijo Érika.

-Vamos a volvernos locas aquí, al final va a ser cierto que acabaremos matándonos entre nosotras.- Bromeo Nidiah.

Erika la miro, seria.

-Yo nunca te matare Nidiah, te lo juro- Le aseguro.

Nidiah la tomo de las manos.

-Ya lo se, ni yo te abandonare, por eso quiero que nos vayamos juntas.- Insistió la joven.

-No estoy lista Nidiah, todavía no.- Sentencio Érika.

La curiosidad de Érika por lo que sea que había en el sótano de la cabaña le podía mas que los reclamos de Nidiah, aunque esta curiosidad con el tiempo se había ido convirtiendo en franco terror, ni aun con la bruja muerta y las llaves en su poder se había atrevido a abrir las puertas y aun sin su presencia se seguían oyendo ruidos extraños provenir de ahí por las noches, pasos que bajaban y subían las escaleras y la manilla de la puerta comenzaba a girar inexplicablemente a ciertas horas de la madrugada como si alguien o algo quisiera entrar a la cabaña. La presencia de un siniestro cuervo que desde la muerte de la bruja merodeaba la cabaña a distintas horas del día la inquietaba también. A pesar de todo, se sentía incapaz de abandonar su hogar.

Las semanas transcurrieron, Nidiah comenzó a ausentarse cada vez mas de la cabaña, con la excusa de ir a comprar víveres, salia por días y noches enteras, algo que ponía nerviosa a Érika, temía que un día ya no volviera mas, que la abandonara, y en sus noches de soledad estos pensamientos no la dejaban dormir y llenaron su mente de paranoias, Nidiah era suya, solo suya y nadie se la quitaría.

Una noche se armo de valor y se decidió a seguir a su amiga hasta donde sea que fuese, sus pasos la llevaron hasta Villa Oscura donde la joven maga comenzó a hablar con un anciano vestido con lo que parecían ser togas finas con el que después se metió en la posada no pudiendo ver mas, tampoco es que lo necesitara, estaba mas claro que el agua, estaba planeando su marcha a sus espaldas. La bruja rechino los dientes por la rabia mientras la insoportable sensación de estar siendo traicionada lleno su alma y pensamientos.

¡Esa arpía!¡La había engañado!, ¡Iba a abandonarla!,  ¡Pero no la dejaría ir a ningún lado!, ¿Quien seria ese tipo? ¡Tal vez alguien con quien planeaba su propio asesinato! ¡Pero se había vuelto loca si lo pensaba! No iba a dejar que nadie mas jugase con ella...jamas.

Nidiah regreso a la cabaña por la noche, nada mas entrar se encontró con Érika mirándola con ojos de depredador, un escalofrió le recorrió el cuerpo entero y sintió en ese momento que mas que su amiga estaba frente a un monstruo.

-¡Te quise demasiado para poder verte...Para ver lo que eras!- 

Y el drama comenzó, con sus ojos llenos de ira y crueldad la bruja se lanzo sobre la que consideraba su hermana, ambas se enzarzaron en una feroz lucha, abundaron puñetazos, rasguños y patadas, no hubo tiempo para la magia, Nidiah intentaba razonar con Érika, explicarle pero le era imposible, al final un descuido hizo que la bruja se le lanzase encima rodeando el frágil cuello de la muchacha quien ya no pudo respirar, quería gritar, suplicar, aullar: "No Érika, perdona.... te quiero...", pero su constreñida garganta estranguló sus pensamientos y estos se sumieron en la oscuridad.

La bruja soltó el cuello de la joven solo cuando su cuerpo comenzó a enfriarse, fue entonces cuando de entre sus ropas cayo un sobre, «Seguro es lo que recibió esta rata a cambio de entregarme!» pensó la bruja, pero al abrirlo descubrió con horror lo equivocada que estaba, se trataba de una carta de recomendación de la torre arcana para ella. Solo entonces se dio cuenta de lo que había hecho, completamente arrepentida intento reanimar a su amiga, pero ya era tarde.

¿Nidiah? ¿Dónde estás?

La bruja tenia la mirada desencajada, incrédula, abrazó a Nidiah contra su pecho y la acunó durante un largo rato, sacudió con desesperación el cadáver de la muchacha, muerta, pálida, sucia, y con acusadores y acuosos ojos abiertos. ¡No podía haber muerto! ¡No podía! Volvió a apartarla, mirándola a los ojos, rogando en silencio que le respondiera. Pero en ellos seguía sin haber luz, ni vida. La abrazó con más fuerza, meciéndola, y fue en ese momento en que su cordura desapareció completamente y solo lloro enloquecida de dolor maldiciéndose a si misma, le dolía mucho más que un cuchillo, la quería y la querría siempre, nunca podría desear su muerte, nunca. 

Pero lo recordaba todo, recordaba sus mentiras al prometerle que no la mataría, recordaba las veces que rieron juntas y miraban con esperanza el futuro, recordaba su propia furia al verla llegar al pueblo y el virulento odio con el que la ataco hace solo unos segundos...Y entonces hubo un momento de claridad en el que por fin comprendió que no había nadie más a quien culpar, nadie más que a ella misma. En ese momento incluso creyó escuchar la estridente y desagradable risotada de la vieja bruja resonar por toda la casa, había ganado, el juego había terminado.  

Está muerta…por tu culpa.

Eres tu, lo hiciste tu.

Tu misma la mataste.

La bruja enloqueció aun mas, grito, o mas bien aulló de rabia, lanzo candelabros, libros, encurtidos y lo que encontrara en dirección a las burlonas risotadas, deseaba destruir definitivamente a ese ser fruto de la Oscuridad, que la había llevado a matar a la que consideraba su hermana, esa cosa a la que antes llamaba maestra, esa cosa que era...ella.

Entonces Érika comprendió.

Comprendió que ella era la bruja mala de la historia.

Por que ella la mató.

Ella la mató porque cuando podría haberse ido con ella y haber pensado en ella, estaba pensando en ella misma. Y ahora aunque llorara, gritara y buscara en la luz aplastar a la sombra que la había destruido, ya no había más luz para ella pues la quemaba y siempre lo haría. Al final, la sombra es lo único que tenía. Porque la sombra la comprendía, la sombra la perdonaba, la sombra la aceptaba en ella...Y en el abrazador horror que supondría de ahora en adelante su existencia...

La oscuridad es generosa, es paciente…y siempre gana... 

La noche es pura y perfecta.

Editado por Janorey
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El Horror de Villa Oscura

Ocaso agonizaba, Villa Oscura ardía y se sentía feliz, o así era como esperaba sentirse...

Los gritos eran espantosos y un desagradable y penetrante aroma a hollín apenas le permitía respirar. Por allí y por allá bandas de necrófagos desprendían la carne de los huesos de mujeres y niños aún vivos, los ogros derribaban casas enteras y luego molían a mazazos a los aterrorizados aldeanos que yacían bajo los escombros, pudo ver a unos metros a un anciano medio despellejado por el fuego que caminaba en forma rara, al acercarse un poco pudo ver que era por que le faltaban ambos pies, bajo los muñones en carne viva podía ver los huesos quebrados de las piernas echando sangre a borbotones, En ese momento sólo un pensamiento cruzaba su cabeza, ¿Es que acaso estaba en el infierno?

De pronto Érika sintió que algo atenazo firmemente su mano izquierda, espantada y con los mas negros temores pasando por su mente en menos de un segundo volvió su vista hacía la izquierda sólo para encontrarse con una niña, una chiquilla rubia hermosa, vestida con un abrigo de pieles blanco, todo ensangrentado. La chica tenía un agujero en el cuello y no dejaba de vomitar sangre aunque consiguió articular algunas palabras para pedir agua. Entonces empezó a convulsionar y vomitar terriblemente. Cuando el humo se hubo disipado un poco Érika pudo ver con horror que la niña estaba partida a la mitad y podía ver la columna vertebral emergiendo del torso junto a intestinos y entrañas. Espantada, la bruja intento soltarse del fuerte agarre de la chica, consiguiéndolo con no pocos esfuerzos, alejándose luego rápidamente mientras oía como la desdichada niña gritaba una y otra vez: ¡Madre, dame la vuelta, dame la vuelta!

Salio del destrozado poblado, sintiéndose asqueada, desorientada, abatida y cada vez mas desprotegida, miro sus manos manchadas de sangre y comenzó a llorar como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Un inesperado pensamiento cruzo entonces su mente:

Elegost...¿donde estás?

 

Editado por Janorey
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La Despedida

¿Qué estoy haciendo?

Se preguntaba Érika mientras presenciaba el Concilio de Ocaso, acompañando al hechicero Jasón, la mano derecha de Dieter. El mentado concilio se celebraba en el bosque negro tras la caída de Villa Oscura y por ende el último bastión de la alianza en el lugar. Ahora todos, cual buitres, se habían reunido para repartirse los despojos aunque todo había terminado dejando más intrigas que respuestas pues este había reunido a cuanta alimaña y granuja de la peor calaña habitaba Ocaso, a cada cual más ruin y traicionero que el otro. Los de la plaga deseaban acabar con los cultistas del Lobo, y estos con los demonologos que a su vez ansiaban aniquilar a sus camaradas los cazadores de bestias. Hasta sintió que todo estaba mejor con la presencia de la alianza obligando a todos a hacer causa común. Finalmente el testa de ciervo termino señalando los resultados del concilio y toda la carroña que se había congregado reemprendió su camino internándose en el bosque.

Tras arribar a la iglesia abandonada que usaban como escondrijo, Jasón se retiró indicando que mataría al testa de ciervo tras hacer que le revele a la fuerza todos los secretos que ocultaba dejando a Érika junto a los dos nuevos inquilinos que no eran especialmente simpáticos, un tipejo tuerto que inspiraba muy mal rollo y una indiferente muchacha llamada Alondra.

Las oscuras noches fueron pasando y Érika se recluyo en la vieja mina abandonada siguiendo al pie de la letra las indicaciones que le había dado Jasón  para levantar a aquel lobo que ella misma había matado, pero los intentos no habían sido más que frustrantes fracasos. Y de nuevo la mediocre bruja se preguntaba, ¿Qué estaba haciendo allí? No servía ni para bruja, ¿Cuál era su lugar? Frustrada la joven abandono aquella catacumba para dirigirse a su cabaña, al menos ahí sentía cierta familiaridad.

La bruja arribo a su cabaña ya bien entrada la madrugada, al entrar fue recibida por un asustado Ele II que corrió a esconderse tras una silla, desde lo de Villa Oscura su relación se había quebrado y el perrillo la evitaba siempre que podía agachando las orejas y ocultando la cola entre las piernas en su presencia, como si fuera una amenaza. Esta vez la bruja intento acercársele.

-Vamos, no voy a comerte…- Intento calmarlo mientras acercaba una mano al can, algo que fue respondido con un mordisco en uno de sus dedos.

-¡Maldito hijo de perra!- La bruja respondió propinándole un guantazo al perrito, que se echó a llorar y salió corriendo hacía una esquina.

Frustrada y sin culpa alguna Érika se levantó y se cruzó de brazos, “¿Qué hare contigo?” se decía más a ella misma que a Ele II, al final eso de que un perro te es fiel en las buenas y en las malas había acabado siendo una vil mentira aunque la bruja seguía queriendo al estúpido perro, y ahora con el señor Lensherr merodeando por ahí el futuro del perrito en Ocaso no se veía muy auspicioso.

Érika se dejó caer en la añeja mecedora de la vieja Tata y se puso a pensar, aparte de ella sólo había dos personas con las que Ele II estaba a gusto, una estaba a miles de kilómetros de allí y la otra…era una chiquilla que consideraba especialmente fastidiosa, pero era la única opción.

No había amanecido cuando Érika surco los tétricos paisajes del bosque negro cargando únicamente con una improvisada jaula de madera en la que estaba el perrillo pues sabía que se negaría a seguirla esta vez. En el camino le fue hablando de todo lo que habían vivido, de cómo se conocieron cuando aquellos chiquillos intentaron lanzarlo vivo al río, de cómo habían compartido los tres aquella navidad con el montaraz, de cómo habían resuelto el misterio del fantasma del puente…y de cómo acabaría todo ahora.

Lylia estaba sentada en las escaleras de la enorme casa que ahora habitaba, estaba algo menos famélica y bastante más limpia de lo que solía estar vistiendo ahora un vestido marrón claro y un sombrero de mimbre. Miraba pasar a los variopintos transeúntes del camino que unía Villadorada y Ventormenta, Guardias, comerciantes, lujosas carrozas y la carreta del lechero, aunque lo que más capto su atención fue un mozo con cara de inocentón que llevaba en la cintura una bolsita de lo que parecían ser monedas. A la niña le brillaron los ojitos, era una oportunidad y aunque ahora llevara vestidos bonitos y estuviese limpia las costumbres difícilmente cambiaban, se levantó y camino hasta el mozo mientras su cabeza ideaba artimañas para hacerse con aquellas monedas, pero nada más había dado 3 pasos alguien le quito su sombrero de mimbre.

-Aunque la rata se vista de seda rata se queda- Se burló Érika.

La niña levanto la cabeza y la miro.

-Anda si es la bru…-

-No lo digas- Érika no le permitió acabar la frase.

-Elegost no está- Dijo la niña guardando las distancias y mirando con desconfianza a Érika.

-Lo sé, ahora no hay nadie que me impida cocerte en un caldero con algunas zanahorias, o puede que en el horno- La bruja sonrío con malicia.

-Ya no cuela, ¿me das mi sombrero?- Lylia estiro la mano a lo que Érika respondió volviendo a colocar el sombrero en su cabeza con algo de brusquedad, decepcionada por el poco efecto que su broma había tenido en la niña.

Lylia se reacomodo el sombrero, fijándose entonces en la caja que estaba detrás de Érika, dentro estaba Ele II, que también reparo en ella. Ambos parecieron alegrarse cuando se vieron el uno al otro, con la niña corriendo hasta donde estaba y el animalito ladrando de felicidad, más aun cuando fue liberado de su prisión y abrazado cariñosamente por Lylia. Un amago de sonrisa se dibujó en Érika por una fracción de segundo, aunque se desvaneció rápidamente. Su oscura presencia acentuada por la gran capa y sombrero negro que usaba desentonaba con aquel bonito jardín florido en medio del cual la niña abrazaba al perrito amparados por el majestuoso caserón que era el hogar del montaraz, casi parecía que la misma casa le pedía a gritos que se largara para que no siguiera disonando allí.

-Es tuyo- Dijo Érika.

La niña miro a la bruja sin soltar al perrito, que le lamía las mejillas. Se había quedado pillada y no entendía la repentina buena acción de la pelirroja, Érika suspiro y antes de que la niña dijera o preguntara algo se acomodó el sombrero, se dio media vuelta y echó a andar, aunque se detuvo al poco, mirando a Lylia de soslayo.

-Que duerma en el sofá, le gustan- Érika le guiño un ojo a la niña.

-¿Y tú adonde iras?- Pregunto Lylia sin soltar a Ele II.

-A buscar mi final de cuento de hadas- La bruja se encogió de hombros.

-Pero…las brujas no tienen finales felices-

Érika aparto la mirada, dirigiéndola hacía el enorme caserón del que era dueño el montaraz, la inocente y a la vez cruel afirmación de la niña había revelado de sopetón la verdad incontestable, era una infeliz y una perdedora, y lo peor es que se lo había buscado ella misma.

-Lo sé- Fue todo lo que pudo decir.

La chiquilla desvió la vista hacía la casa intentando descifrar que era lo que tanto miraba Érika, pero al no encontrar ningún cambio en especial devolvió la vista a la inesperada invitada solo para descubrir que esta ya no estaba.

-Si será bruja…- Se dijo Lylia y tomo al ahora feliz Ele II y regreso con el dentro de la casa.

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Esperanza

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¿Como llegaste a este momento?

¿Tuviste alguna vez la opción de elegir?

Que fácil sería culpar al destino de todas tus desventuras...

Pero no es cierto...

Estas aquí por tu culpa...

No hay ídolos detrás de los que esconderse...

Tu elegiste tu camino...

Ahora llegaste al final.

Viniste a buscarlo a él, quisiste creer que de verdad podías hacer que te ame, que de verdad podías hacerlo feliz pero ahora es cuando te das cuenta de que no tienes ni nunca tuviste nada que ofrecerle, ¿Quién te creíste que eras? Nadie nunca ha dado ni dará nada por ti por que tu tampoco has sacrificado nunca nada por nadie. Ahora lo perderías para siempre, y en el proceso también se te iría la vida, ¿Sirves para algo en esta existencia?

Quisiste escapar de la oscuridad pero no te diste cuenta de que ya formas parte de ella y que tu lugar sólo puede estar en las sombras más profundas del abismo, no puedes salir de el ni podrás nunca por que cuando lo haces la luz te apunta y te quema, no hay espacio para alimañas como tú en su arcoíris por que tu alma esta sucia y tu conciencia perturbada, no eres de aquí.

Ahora ya no te quedan fuerzas ni para gritar ni para pelear. Ya no quieres más, estas agotada de ser una efímera y triste sombra  peregrina que tiembla con la angustia de la indecisión entre la oscuridad y la luz, estas agobiada de la soledad, enferma de miedo y abatida por el rechazo...pero sobretodo estas cansada de la esperanza.

Oh, la esperanza...que tantas veces te hizo levantarte una y otra vez solo para caminar hacía nuevas desdichas...

Oh, esperanza...¿tienes acaso un cuello por el que estrangularte?

Oh, esperanza...¿puedo escapar de ti?

Si puedes.

Camina hasta los lindes de la gran muralla, abajo esta el abismo al que perteneces. Tu querido precipicio, el que te acepta y te abraza en el, un paso más y no más sufrimiento ni soledad...ni esperanza.

Pero entonces algo te impide hacerlo, y por más que caigas de rodillas y llores bajo la lluvia sabes que no podrás dar ese paso pues esa idea cruel y monstruosa de la que eres esclava te lo impide, y la maldices con todas tus fuerzas por que sabes que es la principal responsable de tus tragedias.

La brutal y despiadada esperanza.

Editado por Janorey
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Las Brujas no tienen finales felices

Estaba derrotada, rechazada, humillada y lo más desquiciado de todo...aún viva. 

En lo que para ella fue un grotesco e ignominioso vórtice de acontecimientos había acabado como siempre, conservando una vida que no valía la pena ser vivida. Lo había apostado todo en una única jugada y como consecuencia lo había perdido todo, tanto su lugar como protegida del gran brujo de Ocaso así como su pérdida más dolorosa, los sueños que había albergado de tener una vida alejada de toda la oscuridad que la había rodeado hasta ahora. En su lugar recibió una dolorosa dosis de realidad de parte de la persona con la que había esperado hacer realidad sus sueños. El mensaje no podía ser más claro, "No eres una de nosotros". Debió haberlo sabido.

Fue entregada a la iglesia y encadenada como un animal mientras era transportada a Ventormenta en el carguero de un barco. No fue algo especialmente doloroso pues estaba acostumbrada a no ser tratada como un ser humano. Además sabía que merecía su destino y estaba lista para morir.

Pero estar lista para morir era algo muy distinto a facilitarle tal tarea a su propio verdugo y al menos por su parte no les iba a dar nada ni iban a extraer la más mínima gota de verdad de ella. De hecho sentía curiosidad por saber como se las arreglarían para enviarla a la hoguera...si no tenían nada.

Mintió.

Y cuándo le volvieron a preguntar simplemente mintió otra vez.

Y por ello recibió un castigo peor que la muerte ya que fue arrojada de vuelta a un mundo que la había rechazado hasta el hartazgo y a fin de cuentas el único fin que había perseguido toda su vida no era ni el poder ni la gloria, era simplemente ser aceptada y formar parte de algo, el mero hecho de pertenecer. 

Sólo había una cosa que hacer y era regresar a los arrabales y enterrarse para siempre en la oscuridad. Ya no lucharía más contra su destino, pues le había quedado claro que era imposible. Simplemente lo aceptaría mansamente y con ello esperaba que ya no se cebara con ella.

Sólo quería dormir y ya nunca despertar.

 

 

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¿Y la Bruja? En la vida de una Bruja no hay un “después”, ni un “para siempre”, ni un “vivieron felices”; en la historia de una Bruja, no hay epílogo. De otra parte que queda más allá de la historia vital, más allá de la vida, no hay nada (por desgracia, o tal vez por fortuna) nada que decir. La Bruja estaba muerta, muerta y enterrada, y lo único que quedó de ella fue el envoltorio exterior de su fama de malvada.

Gregory Maguire

 

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