Bastián 217 Denunciar mensaje Publicado December 6, 2021 (editado) Nombre del Personaje Livia Raza Humano Sexo Mujer Edad 18 Altura 1,66 Peso 43kg Lugar de Nacimiento Ciudad de Saint, noreste de Gilneas Ocupación Cazarratas/Charratera Descripción Física Humana mujer de talla pequeña, de piel pálida con algunas manchas oscuras y cicatrices de arañazos y mordeduras en los brazos, hombros y cuello. Tiene el rostro de una joven cansada de la vida, con algunas pecas salpicándole la cara, sus ojos de un color azul sin brillos tienen marcadas ojeras, que acompañan una nariz y labios pequeños, estos últimos secos y cortados. Su cabello crece descuidado y sucio en una melena castaño oscuro. No es alguien higiénica, incluso antes de caer a la perrera, y tiene ciertos manerismos y costumbres algo desagradables. En forma feral es una criatura chepuda y de pelaje pardo, con largas garras y dientes, de ojos del azul sin brillo que le caracteriza, de contextura consumida y mal nutrida. Descripción Psíquica Es alguien que intenta resolver los problemas con astucia e inteligencia, aunque a veces peca de ser asustadiza o cobarde. Aunque la inocencia fue algo que perdió en el gueto, a veces puede comportarse como una niña y mostrar fugaces destellos de alegría. Prefiere esconder sus sentimientos pero no es raro que pierda el temple y por lo tanto saque fuera todo lo que guarda. No le gusta adoptar la forma huargen, por lo que sabe como sobrevivir sin ella perfectamente y así lo prefiere. Pese a su principal oficio, le gustan las ratas. Ficha Rápida No (600 palabras mínimo) Historia Gilneas, a unas dos horas de la pequeña ciudad de Saint, en el noreste de la región, estaba la casa de la abuela. Una humilde cabaña metida dentro del bosque y donde siempre hacía fresco, el viento aullaba como si fuera una bestia y cortaba como una. La niña hizo una pala con las manos y las metió en la tierra húmeda, sacando una pequeña montaña de tierra donde se retorcía algunos insectos: gusanos, escarabajos y otros. Empezó a reírse sola como una tonta, aunque a otros les dieran asco, a ella le gustaban estas criaturas, eran pequeñas y curiosas y se retorcía de formas divertidas. - Livia, ¿qué haces? - Una voz ronca, madura, interrumpió a la pequeña que no superaba los doce o trece años. - Juego. - Contestó con simpleza e inocencia. - Despídete de la abuela, debemos irnos antes de que anochezca. - Dijo aquel hombre mientras se cargaba encima una pesada mochila. La joven, Livia como era llamada por todos, hizo pucheros que no fueron respondidos, suspiró y al ver a la abuela salir de la casa corrió a abrazarla. Le gustaba el bosque y como era una niña que solo veía el blanco y el negro de las cosas, en dualidad odiaba la ciudad. Con un cariñoso abrazo, la anciana besó a la joven en la frente y se despidió con unas cuantas lágrimas, como era de esperarse. Prácticamente ella la crió, pero una vez cada tantas semanas, puesto que Saint era una ciudad pobre y el dinero no abundaba, su padre se llevaba a Livia consigo a trabajar de la profesión más noble que podrían haber aspirado en su situación: cazadores de ratas. Después de la triste despedida, la muchacha siguió al padre cargando una mochila más pequeña que la suya. Llevaba lo justo y necesario, comida, bebida, materiales para trampas, un palo y una muñeca que su propia abuela le había hecho. La caminata iba a ser larga y aburrida, aún así se las ingeniaba para inventarse juegos mientras seguía a su padre, como había hecho desde muy pequeña. Su relación con el autoproclamado mejor cazarratas de Saint siempre fue complicada, pero aunque no pasaban mucho tiempo juntos, Livia en su inocencia lograba conmover al hombre que era su padre y este siempre tenía las ocurrencias perfectas para hacerla estallar en carcajadas. Al verla jugar, esbozó una tierna sonrisa y fue hablándole del trabajo que había conseguido, aunque no fuera de especial interés a la pequeñaja, iba ser de lo que viviría en un futuro y tenía que aprender del negocio si iba querer ganarse el pan. “¿Me estás escuchando, Liv?” dijo su padre. La niña asintió, aunque con claro desinterés. “¿Sabes algo? Cuando estemos en la ciudad, te llevaré a una quesería, comeremos de ese queso que tanto te gusta, el ri-....” “¡AAHHHH!” Un grito de puro terror interrumpió al padre, la niña asustada gritó al ver como un monstruo lupino corría hacia ellos, este la atrapó con sus garras como un gato a un ratón y sus dientes se clavaron donde estaban sus clavículas, de haber apretado un poco más, habría acabado con ella en un instante. Mas el oportuno disparo de una pistola de chispa que llevaba su padre para defenderse de ladronzuelos y truhanes, salvó su vida. La bestia se echó hacia atrás por la explosión de plomo y gruñendo centró su atención en el hombre, este astutamente arrojó una de las bombas que contenían veneno para ratas y cobró algo de tiempo para recoger a la niña y encaminarla hacia la ciudad. “¡Corre! ¡No te detengas!” Fue lo último que dijo , herida pero dominada por el miedo, entre lágrimas y sollozos corrió hacia los senderos que llevaban a Saint mientras que su padre distrajo a la bestia para que pudiera huir. No lo volvería a ver hasta entonces. Se desmayó antes de llegar a la ciudad pero despertaría al día siguiente en una camilla, sus heridas le dolían y apenas podía moverse. La voz de un hombre, un viejo médico, que discutía agitadamente con lo que parecían unos soldados de Cringris, fue lo que la despertó. “¡Pero es tan solo una niña!” les dijo. Estos no parecieron oírlo o no les importaba, pues entraron y tomaron a la joven malherida, esta intentó forcejear, desesperada y asustada ¿dónde es que la llevaban? No se lo dijeron Editado October 5, 2022 por Bastián 2 1 Quote Compartir este post Enlace al mensaje