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Imperator

Harry

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  • Descripción Psíquica

    Harry es un hombre quebrado, que expresa sus sentimientos en ira, agresividad, sexo, odio y alcohol. No está bien, no suele tratar bien con la gente y a menudo es hiriente o despreocupado, salvo con una persona en especial. 

  • Ficha Rápida
    No (1000 palabras mínimo)
  • Historia

    Aquel día pensaba constantemente en lo mismo. La jarra de cerveza casi vacía, siendo la cuarta que acompañaba en esta velada. El sol todavía estaba en lo alto, y tenía oro suficiente como para mantener esta vida por lo menos un mes.

    ¿Luego? Quien sabe, luego podría morir y ya. No era el mejor plan del mundo, pero tampoco tenía mucho que decir o hacer ya. Fue tras ese último trago a la jarra, que decidí estirar las piernas y dar una vuelta por la ciudad.

    Bahía del Botín era la ciudad del pecado, creada exclusivamente para los grandes gremios, cárteles y quien sabe que más escoria podía esconderse aquí. Sí, eso me incluía a mí también, pero aunque soy muchas cosas, jamás he sido un hipócrita o al menos, solo un poco.

    Hacía calor, y humedad. Este sitio era un estercolero en cuanto a todo, al menos a gusto personal y para alguien de mi estatus, aunque cualquier sitio lo era ahora para mí. Nada me llamaba demasiado la atención.

    Tenía una bolsa repleta de oro y nada me hacía querer gastarlo. Solo quería una cosa, una persona, pero había decido darme la espalda, junto a todos aquellos a los que consideraba una familia.

    Al menos habían tenido la dignidad de darme algo de la recompensa, aunque la patada había sido tan dolorosa que ni el peso de las monedas era suficiente para sanar la herida.

    Sin embargo, algo llamó mi atención en aquel puerto, en uno de los muelles más transitados. Un barco con bandera negra, algo que podía simbolizar lo peor del mar. A veces muchos de estos barcos que mantenían buenas relaciones con la ciudad atracaban, sobornando a los señores del lugar, así como ofreciendo mercancías “exóticas” aquellos que tenían estómago para comprar lo que podían ofrecer.

    Por suerte, este día tenía estómago y así, me encaminé directo hacia el barco. Había una fauna bastante extraña, incluso pude vislumbrar una de esas vacas con cuernos del nuevo mundo. Parecía poco amistosa, y sinceramente, no quería comprobarlo.

    Para la sorpresa de nadie, la mercancía no era otra que esclavos. Un capitán goblin, escoltado por unas extrañas criaturas de gran tamaño pero faltante de inteligencia lo escoltaban, así como otra tripulación variopinta a la cual ni iba a prestar demasiada atención.

    La mayoría de esclavos estaban bastante debilitados y cubiertos de trapos que pocas vergüenzas podían tapar. Sus miradas eran esquivas, así como su semblante no era otro de personas rotas, sin alma. No me gustaba este tipo de cosas, pero por alguna extraña razón sentía una curiosidad poco honorable.

    Uno de los que ofrecían, me señaló unos hombres, que según el comerciante, tenían futuro como guardaespaldas. Mi negativa no detuvo las intenciones del hombre de vaciar mi bolsa, cruzando una línea un poco arriesgada. Aquellos esclavos, señalando tanto algunos hombres como mujeres, eran de un objetivo sexual. Mi mueca de desagrado alejó rapidamente al mercader, sinceramente, no tenía tanto estómago como para comprar un esclavo con ningún fin.

    Más mis ojos se clavaron en una muchacha cuando ya me disponía a marchar. Su tez era bronceada, así como sus ojos verdes todavía emitían cierto brillo resplandeciente. No voy a describir su estado, ni que es lo que pensé en aquel momento o que me llevó a ello, más mi bolsa, con la mayoría de mi oro fueron a parar a las manos de aquel comerciante.

    Mi bolsa, antes pesada, ahora era ligera como una pluma. A duras penas tenía para mantenerme a mí, mucho menos para mantener a dos. Su belleza fue rota en el momento que abrió la boca. Tenía un acento bastante marcado, así como su voz era extrañamente nasal.

    Su primer impulso fue cumplir con su deber, pero rapidamente mi arrepentimiento tomó partida y cesó cualquier movimiento. Tras un largo suspiro, la dije que era libre, que se marchara. No dudó demasiado en cuanto recibió la moneda de plata.

    Corrió, descalza y con unas pocas telas cubriendo sus vergüenzas. Corrió y pensé que no la volvería a ver jamás. Cuan equivocado estaba de aquel pensamiento, pero mi mente solo pensaba en una cosa. Mi bolsa estaba vacía, había que volver al trabajo.

     

    Fue a los pocos días, mientras dedicaba unos últimos golpes aquel mercante de armas que se negó a pagar el importe de protección del Cartel, cuando divisé de nuevo a la muchacha.

    Me observaba escondida a duras penas, con una mirada más curiosa que aterrada, incluso tenía unas ropas modestas que me llevaron a pensar que no habían sido pagadas. Cuando acabé de zurrar aquel tipo, me aproximé a ella y curioso, la pregunté que quería, pues era libre en su destino y no estaba ligada a nadie.

    La muchacha estaba tan perdida, sola y rota como yo, sin embargo, el brillo de sus ojos no parecía apagarse en ningún momento. Su sonrisa hizo inevitablemente que yo sonriera de medio lado ante sus inocentes palabras.  Era extraño, pero aunque los dos estabamos rotos, sentí que al menos, podíamos juntar nuestros pedazos.

    La pregunté si quería aprender a pegar a la gente, incluso a como matarla. Ella asintió de forma efusiva, como si de verdad la idea la entusiasmara de verdad. No parecía ser una persona con grandes pretensiones, incluso el hecho de que alguien pudiera cuidar de ella era mejor noticia que un cofre lleno de oro, y siendo sinceros, su presencia para mi era igual de importante, pero eso no le incumbía.

    Su nombre era Grace, el mío era Harry. Fue quizás una de las peores presentaciones de la historia, incluso el primer día no sabíamos muy bien de que hablar. Ella era de las islas, como yo, así que teníamos la sal y el mar en las venas.

    Desde aquel día y los cinco años por siguientes, aquella muchacha de tez oscura sería lo único que me mantendría cuerdo y atado a este mundo, una joya que valía muchas como aquella bolsa de oro que pagué en aquel puerto, más eso era algo que no estaba dispuesto a contar nunca.

  • Spoiler

    Eventos masteados: Canción de fuego y carretillas

    Eventos asistidos: 

     

Editado por Imperator
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