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Taendris

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El pelo trenzado que deja caer a lo bajo de su hombro por la parte del pecho, con un color pardo, suelte estar despeinado con la constante acción en la vida cotidiana de Taendris. Su piel se se a vuelto morena, más de lo que cabría esperar para un alto elfo de ciudad, ya que tiene por costumbre trabajar en el exterior, o eso dice su rostro y manos. Rasgos del rostro sutiles, con trazos firmes, su mirada denota cierto ingenio y agilidad mental.

Cuando no viste su ropa diaria, se cubre con pieles de cuero abrigadas o una simple pechera de piel que lleva en sus entrenamientos. Es ligeramente más alta que la media de los altos elfos, parece hacer honor al nombre de su raza. Tiene un cuerpo digno de un atleta, uno que mantiene con ejercicios rutinarios y marcado por unos músculos merecedores de halagos. ¿Como arma? Un arco forrado con cuero acolchado, con un carcaj marrón oscuro en el que deposita sus flechas, caracterizadas por el color blanco de la madera de su munición.

Siempre ha sido una chica curiosa en cuanto a la exploración del mundo, estar tan aislada de los lugares bonitos de Azeroth ha avivado en ella una pasión por la aventura. A parte, tiene tendencia a ser solitaria, por lo que no trabaja bien en equipo con cualquier persona, y necesita a alguien con el que se entienda muy bien como para poder idear planes juntos, por eso puede llegar a cometer actos arrogantes en momentos importantes, sin embargo, eso no significa que haga cosas estúpidas, ya que medita con antelación sus movimientos y actúa con inteligencia.

Le es difícil apegarse a la gente y le es prácticamente imposible sentir una verdadera empatía por las demás personas, cualquiera diría que ve las vidas de cualquier raza como simples molestias, incluso a los propios elfos: eso le da un cierto aire de superioridad. Posiblemente todas sus amistades se den debido a que algo de esas personas le conviene a ella, no por pura bondad. Taendris está constantemente libre de remordimientos, por muchas acciones horribles que llegue a cometer, esto podría ser una característica digna de un criminal, o digna de un buen líder. Posiblemente tenga algún trastorno de personalidad, si eres un entendido en ese campo incluso posiblemente sepas que le ocurre por la mente.

 

Historia off-rol

Spoiler

Capítulo I: Orígenes

Al principio todo era más sencillo. Los antiguos bosques de Quel'thalas transmitían la calma eterna que siempre había amado mi familia, mis padres preferían lugares tranquilos alejados de la gran ciudad de Lunargenta para practicar su magia sin interrupciones. Por aquel entonces vivíamos en una aldea costera al suroeste del bosque, yo no era más que una niña pequeña, pero mi hermana mayor; Johanna, me intentaba enseñar hechizos sencillos para tener un poco de experiencia antes de adentrarme más profundo en el mundo de la magia arcana.

Tanto padre como madre eran magos de batalla, siempre dispuestos a participar en las luchas por su patria, cuando esto ocurría mi hermana y yo nos quedábamos solas en nuestro hogar, con más libertad que nunca, pues las normas de nuestra casa eran demasiado estrictas y el uso de la magia sin supervisión estaba castigado, al igual que salir de la aldea. Aún así, las ansias de aventura corrían por nuestras venas aquel día: habíamos quedado descuidadas durante dos semanas y decidimos adentrarnos en el bosque para explorarlo, un grave error. Aquella tarde nos perdimos en la densidad de los árboles, nos desorientamos totalmente sin poder encontrar el camino de vuelta hasta que se hizo de noche, al oscurecer llegó un punto en el que nos vimos rodeadas por unos linces de la zona bastante agresivos. Sin armas con las que defendernos quedamos acorraladas, Johanna me puso tras ella para cubrirme de aquellos animales y de lo que iba a hacer. Cuando las bestias se lanzaron hacía delante, mi hermana lanzó una llamarada de fuego con su magia para espantar a los felinos, pero el fuego era descontrolado y ella no dominaba todavía este tipo de hechizos, lo que resultó en un estallido de llamas frente suya. Aunque yo salí casi ilesa de la explosión, mi hermana no tuvo la misma suerte, quemándose entre otras cosas las retinas de los ojos; desde aquel momento quedó con una ceguera parcial bastante grave.

A la vuelta de nuestros padres, obviamente estuvimos castigadas ambas, pero eso no quitó la preocupación de ellos sobre mi hermana, que apenas era capaz de distinguir formas y luces. Se le dio una educación especializada, ya que le era imposible leer por si misma y muchas veces tenía que ayudarla yo con tareas sencillas, llegó un punto en el que yo cuidaba de ella en vez de ella a mi, aunque no fuese más que una chiquilla.

Con la llegada de la segunda guerra, mis padres partieron de nuevo a luchar en nombre de Quel'thalas contra la amenaza orco y trol que quemaba nuestros bosques. El día que partieron volvimos a quedar solas en casa, pero desgraciadamente ese fue el último día que los vimos. Tres días más tarde llegó un mensajero a las puertas de nuestra casa entregando a mi hermana un sobre sellado.Tuve que leérselo yo misma en voz alta: nuestra madre cayó en combate y no llegaron a encontrar nunca el cuerpo de nuestro padre, así que le dieron por muerto también. La pena inundó nuestros corazones, y los vivos bosques de Quel'thalas se veían azules por tanta tristeza. Los años pasaban y costaba superar la pérdida, pero no era el único problema puesto que Johanna estaba incapacitada para trabajar, por lo que tuve que buscarme oficios sencillos que una niña pudiese hacer, ganando una miseria. Alquilamos nuestra casa a viajeros para recaudar algo más de dinero, viviendo en una más pequeña en los exteriores de la aldea que nos resultaba mucho más cómoda que la anterior realmente.

Pasados ciertos años, ya había alcanzado la pre-adolescencia. Por esta etapa Johanna pudo notar en mi una indiferencia creciente atribuida por algún tipo de depresión según ella, sin embargo yo no lo veía de esa forma, simplemente ocurría: no sentía tanta empatía como antes, aquellos momentos en los que me equivocaba o hacía algo mal no sentía culpa aunque mi hermana me reprimiese, no veía un motivo por el cual fuese a tener yo que sentir remordimientos por mis acciones, las veía bien. Esta situación ocurría cada vez más a menudo, hacía lo que era necesario hacer aunque el resto de personas no lo viesen con buenos ojos. Yo misma era consciente de mi falta de empatía, pero simplemente no la veía mal.

Sobre el año 20 tras la apertura del portal, Arthas llegó a Quel'thalas arrasando con todo para alcanzar la Fuente del Sol, historia que ya muchos conocen. En aquel momento yo seguía siendo una joven inmadura, incapaz de pelear. Mi hermana había ido a visitar Lunargenta con unos amigos suyos mientras yo estaba cuidando la casa en el momento que el ataque ocurrió, así que aprovechando la situación costera de nuestro poblado todos los civiles subimos a los barcos tomando rumbo a Ventormenta huyendo por la salvación, habíamos oído rumores sobre el ataque en Lordaeron, pero nadie esperaba uno directamente a Quel'thalas. Desde aquel momento nunca más supe de lo que le ocurrió a mi hermana, quizás huyó, quizás murió.

Llegué a la actual capital del Imperio con unos sesenta años, por aquel entonces no era más que una joven debido al lento crecimiento de los elfos, por lo que, al no tener una familia, amigos o algún adulto que quisiera hacerse responsable de mí acabé en una comunidad de refugiados elfos en un barrio bajo de Ventormenta. Pasé un par de años allí perdiendo el tiempo, acostumbrándome a la nueva vida en el Imperio humano mientras trabajaba como cuidadora en una casa de acogida de elfos a cambio de un sitio para dormir y comida, pero esto no me permitía ganarme el dinero para tener ciertos lujos que me habría gustado, además de que nunca caí bien a los niños. Cuando tuve la oportunidad me marché por mi propia cuenta a Villadorada, dejando la vida de Ventormenta atrás.

Allí el comienzo fue difícil, habían pocas oportunidad pero había que aprovecharlas todas para ganarse algo de dinero, incluso alguna que otra vez llegué a robar algo de dinero. Más tarde conocí a una pareja de ancianos granjeros que pasaban por el sitio que necesitaban un par de manos nuevas que les ayudase con las tareas más difíciles, así que ellos me dieron trabajo en su granja. Nunca fui una chica de rancho, pero cualquier cosa era mejor que seguir muriendo del asco en Villadorada, que al final no resultaba ser un lugar tan bueno cómo había oído. En este periodo tuve que laborar duro cada día, esforzarme llevando cargamentos de alimentos pesados, dar de comer a los animales que tenía mi nuevo jefe, Tobías. Incluso tuve la oportunidad de aprender a montar a caballo, pues tenían uno que ayudaba a llevar los cargamentos a Villadorada, pues la granja estaba alejada al este del centro del comercio y un animal de transporte facilitaba el traslado de las mercancías.

Desgraciadamente, esta lejanía de los grandes núcleos de población hacía que fuésemos blanco fácil para los asaltos de bandidos que rondaban por la zona, y una vez al mes aparecía siempre el mismo grupo reclamando siempre la misma cantidad de comida, siendo mínimo cuatro personas. Por supuesto este inconveniente hacía perder ganancias a la granja y era un problema que había que solucionar, pero a Tobías y su mujer les daba miedo enfrentarse a esos matones de pacotilla: el único que sabía manejarse era el jefecillo de esos rateros, mientras que los otros apenas sabían lo que hacían. Por eso mismo decidí empezar a entrenarme. Cogí el viejo arco de caza que usaba Tobías años atrás para aprender a usarlo, tenía un mes hasta que volviesen pidiendo la comida que querían esos bandidos, así que tenía poco tiempo y mucho que aprender.

Treinta días después volvieron como de costumbre, cuando ya estaban en el proceso de descargar la comida en el carro tomé mi arco, me situé en el tejado del granero y apunté al jefe de aquellos desvalijadores. Listos, apunten, fuego. Un disparo limpio atravesó su cabeza de lado a lado, haciéndole caer al suelo de inmediato y provocando una huida de temor por los niñatos que seguían a ese ahora-muerto líder. No hubo remordimientos, no hubo dudas, simplemente se tenía que hacer.

 

 

Editado por Taendris
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