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SwordsMaster

[Muerto] Robbers Barathor

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Nombre del Personaje: Robbers Barathor

Raza: Humano

Sexo: Hombre

Edad de muerte: 24 años

Altura: 1'75 m

Peso: 65 kg

Lugar de Nacimiento: Hacienda Barathor, Antiguo Reino de LordaeronRobbers.png

 

Descripción Física: Robbers es un humano joven, con un oscuro cabello negro acompañado de una barba corta y ojos grises. Tiene un cuerpo ligeramente atlético debido al entrenamiento marcial que se le dio en su familia mientras crecía y maduraba, aunque no demasiado debido a un tiempo de descuida físico y oxidación.
Tiene una mirada dura y centrada, la de alguien que no solo ha matado, también ha perdido, y mucho le han humillado.
La ropa de cuero que porta parece tener ciertas ornamentaciones ya viejas y desgastadas que denotan que alguna vez fue una armadura de calidad, aunque el desgaste, los remiendos y el tiempo de uso no le han vuelto mucho mejor que cualquier otro trozo de cuero disponible. Guarda con recelo en su cintura también la vieja espada que su padre portó, y su abuelo antes que su padre, y del mismo modo que su armadura aunque parece que alguna vez podría haber sido de calidad, ahora no es más que una simple espada de acero ligeramente ornamentada en el pomo, únicamente exaltada por el valor sentimental que le da Robbers.

Descripción Psíquica: Robbers Barathor fue entrenado y educado para ser el heredero perfecto: Eficiente, buen combatiente y despiadado con sus enemigos; conocedor de protocolos, matemáticas, las leyes de su tierra y el idioma de las monedas. Se le dejó claro que el cómo debía ser ya había sido decidido por él incluso antes de nacer, y no teniendo otra opción se aseguró de por lo menos estar a la altura.
Sin embargo tal vida, tal educación poco lugar le dio al desarrollo emocional, a diferencia de su hermana, y con las terribles experiencias de su vida solo pareció esconderse más y más en una fachada de aparente frialdad.
Sin embargo está lejos de ser cruel, o desinteresado por sus aliados, la muerte y la pérdida le pesan como a cualquier otro incluso si no lo deja ver, y su deseo de restaurar aunque sea una fracción de la gloria que solía tener su patria parece sincero, aunque no el único, pues su ambiciones son muchas. Sin embargo su mente es pragmática ante todo, pues gente ha muerto de camino a completar sus ambiciones, y más morirán, una verdad tan cruda como ineludible.
Aún es desconocido cómo pueda afectarle la reciente muerte de su hermana.

 








El linaje ensangrentado

La antorcha envuelta en llamas anaranjadas se acercó a la pared de piedra del túnel, revelando otra de las marcas dejadas por la exploradora Alondra, que le indicaron que iba por el buen camino. ¿El resto de su expedición? Todos muertos, hasta donde sabía... Su hermana incluida. Nadie le oyó cuando les advirtió de la inminente emboscada, y cuando la hora de correr llegó... Incluso su hermana le desoyó. Reilynda, cabezota, buena para nada... Se había quedado a una muerte segura, le había dejado toda la carga de ser el último de su linaje... Y había sacrificado la única cosa que quedaba en el mundo que le importase.
Acercó la antorcha a la pared, revelando otra de las marcas. No era estúpido, había oído mientras corría a la horda de arañas y... Horrores arrojarse sobre su grupo, y rato más tarde la explosión. Desaceleró el paso, esperando quizás... Que su hermana apareciera junto al resto, diciendo que la misión había sido un éxito, llamándole un cobarde por no quedarse. Ya llevaba horas caminando, y nadie le había alcanzado.
Había cruzado hace ya horas la sala donde tuvieron que cavar, el olor a quemado... Su hermana no había dejado de repetirle en aquel momento que le recordaba a Aguas Turbias. No le quería responder, pero... En realidad, tenía razón. Tenía su parecido. Envueltos entre llamas y humo, con el olor de los muertos en el aire, sofocante, el calor abrasador mientras cavaban su camino a través de la tierra, solo que en Aguas Turbias más que cavar fue dos chicos apartando gente para llegar primeros al último bote de evacuación... La primera vez que corrieron, aunque no la última, dejando gente atrás, mientras el Reino que les había visto crecer se sumía en el caos y descendía a las terribles garras de los no-muertos... Tras haber tomado a casi toda su familia. Bueno, casi... Hoy, había acabado de arrebatársela. Tal parecía a los no-muertos no les gustaba dejar trabajos a medio hacer. Pero eso es lo que diferencia a los muertos de los vivos...
La luz de la antorcha se extendió a los lados, revelando una sala más amplia. Pudo reconocer por los restos de hollín que allí había sido donde Sir Ian y el Escudero Miller casi habían muerto, antes de que él llegara. Solo había oído detalles, pero le era suficiente para no poder evitar pensar... Que quizás sus órdenes no hacían las cosas del todo bien. Eran, de hecho, ineficientes... ¿Qué encajaba él ayudando a valientes cruzados y afamados paladines de infinita bondad? En un principio había sido un explorador escarlata, junto a su hermana, con el deseo ardiente en el corazón de ayudar a los únicos que prometían hacer algo contra su patria. Cuando los "traidores" del Alba Argenta se separaron de la Cruzada Escarlata... La idealista de su hermana estuvo entre ellos, y él se había visto arrastrado si no quería perderle de vista. Pero ahora mismo sabía que ni siquiera en la Cruzada Escarlata acabaría de encajar.
La boca del túnel se abrió ante él, revelando una luz que al comienzo le cegó completamente, pues su vista durante horas, y horas, y horas, y horas habían estado bajo la completa oscuridad, únicamente acompañado de su tenue antorcha, la cual ya sobre el final amenazaba con acabarse, tal y como se le había acabado ya la comida y el agua hacía varias horas. Cuando sus ojos se adaptaron pudo notar de nuevo el césped mortecino debajo de sus botas, y el aire volvió a ser el normal... Cargado de muerte y mal augurio, como aquella tierra solía estarlo.
¿Qué haría al volver? Tendría que explicar como toda su expedición había muerto... Pero al menos los explosivos parecían haber hecho su trabajo. Probablemente contaría la verdad, luego aceptaría el castigo del Protector, intentaría explicarle... Por qué no valía la pena ejecutarle, llegado el caso... Y luego tendría que solicitar dejar las filas del Alba Argenta. Claro que ahora tenía una razón personal para arrasar hasta el último de aquellos desgraciados nigromantes, corruptos y repulsivos en Scholomance, pero no lo haría bajo el estandarte del Alba Argenta... Lo haría bajo su propio nombre, como voluntario, gritando a todo pulmón el linaje por el que tantos familiares habían muerto. Aquellos días de paz junto a su familia, en la modesta hacienda Barathor, parecían haber llegado a su fin para siempre, y su linaje, incluso si antes ya de por sí era uno pequeño, ahora sencillamente no significaba nada con su patria destruida de aquel modo. En la hacienda... En aquellos días, todo era mejor. Era una vida dura, su padre era muy exigente, no tanto con Reilynda... Si no con él, como futuro heredero, pues debía ser el heredero. Pero incluso bajo la exigencia, era una buena vida, disfrutaba el entrenamiento en arquería y esgrima, las clases de lectura, matemáticas, las cenas en familia, las charlas y juegos con su hermana...
Su hermana. Reilynda. Reilynda Barathor, hija de Steffan Barathor, la única familia que le quedaba... Siempre había asumido que un día uno de los dos debería morir, y él valientemente se sacrificaría para que ella huyera, ella correría, y entonces Reilynda sería la última de los Barathor... Maduraría, entendería su responsabilidad y honraría su memoria.
...
Cuan cruel e irónico era el destino. Aún podía recordar el forcejeo, mientras intentaba sacarle de aquel lugar, el cual sería su tumba... Pero Reilynda se negó. Robbers hacía fuerza, ella hacía fuerza y si seguían así, les devorarían a ambos.
Mientras sujetaba a su padre en sus últimos momentos de vida, hacía ya tantos años, su único deseo... El único favor que alguna vez le había pedido Steffan a su hijo voluntariamente, en lugar de forzarlo a aceptar: que su legado no muriese. Aquello fue lo último que Robbers había oído a su padre decir antes de que la vida le abandonara, aún entre sus brazos, y el comandante de los Barathor diese con el joven primogénito, sacándolo de allí junto a su hermana directos hacia Aguas Turbias para ser evacuados.
Cuando soltó a Reilynda en aquel momento, con lágrimas en los ojos... O sus dos hijos morían o al menos él sobrevivía, así pues se aseguró de cumplir el deseo de su padre, su legado viviría, los Barathor perdurarían...

...
...

¿Pero a qué precio?

Editado por SwordsMaster
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