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Thala

[Historia] Daith Buscasol

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  • Nombre del Personaje J6jjmPr.png
    Daith Buscasol
  • Raza
    Sin'dorei
  • Sexo
    Hombre
  • Edad
    135
  • Altura
    1,68
  • Peso
    63
  • Lugar de Nacimiento
    Brisa Oculta (Tierras Fantasma)
  • Ocupación
    Forestal
  • Descripción Física

    Daith es un elfo de rostro anguloso y rasgos afilados, con el cabello largo y grisáceo que suele dejar suelto libremente. Es pequeño y escueto y sus movimientos resultan sutiles y ágiles, es obvio a simple viste que carece de la fuerza y potencia física de la que gozan otros elfos y elfas lo compensa con su rapidez. Suele vestir con prendas de cuero prietas y capas de color pardo, muy desentonan te en comparación a la moda de los civiles.

  • Descripción Psíquica

    Daith es un elfo algo huraño, poco acostumbrado a las normas de la etiqueta y los modales tras pasar alejado de los principales núcleos elficos años, suele preferir mantenerse callado ante lo que no conoce y prestar atención a quien le habla. Las aglomeraciones le ponen nervioso y pocas cosas disfruta más que descansar apaciblemente sobre la rama de un arbol en mitad de un bosque.

Editado por Thala
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La luz del Sol atravesaba el ventanal del despacho del oficial de los Forestales, orgullosa, imponente y cegadora, dejando claro que aquel era su reino, que sus habitantes, eran sus hijos, los pocos retratos y la unica estanteria repleta de tomos viejos eran la única decoración que la sala ofrecía al elfo que se hallaba sentado, calmado y meditabundo frente al imponente escritorio de madera.

 

-Según veo en estos informes, ya fue miembro de nuestra gloriosa orden en el pasado. *Levantó unos ojos frios del papel, directos al que podía ser un nuevo recluta, un antiguo soldado que abandonó sus deberes y se retiró* Podría indicarme cuál fue el motivo?

 

Daith permaneció en silencio un largo minuto, tal vez intentando poner nervioso al oficial, o simplemente intentando encontrar una respuesta que creyese que aquel elfo, que iba a decidir si era admitido o no, le pudiera gustar.

 

-En cuanto el ejército del príncipe maldito abandonó nuestras tierras y pudimos reagruparnos en la capital quería volver a mi ciudad natal y tratar de encontrar a mi familia, tras aquello, necesité un tiempo para mi, señor. *Respondió con voz calmada y pausada, siendo sincero, más sin desvelar toda la verdad, esperaba que fuese suficiente*

 

-Entiende que, en caso de ser admitido de nuevo en nuestras fuerzas, comenzará como un recluta más, verdad? *Su tono no se salía de la etiqueta, más a pesar de sus palabras educada, su mirada decía más que cualquier lengua viperina, no estaba de acuerdo con lo que había hecho.*

 

-No esperaba menos, señor.*Respondió con un leve cabeceo sin apartar la mirada de aquellos ojos frios que le juzgaban sin cesar, no es que le importase o no pudiese entender los sentimientos de aquel elfo*

 

-De acuerdo. *Gruñó el oficial finalmente tras unos momentos de silencio incómodo en los apretaba tanto la mandíbula que se podría haber roto un diente. Todo elfo dispuesto a combatir y arriesgar su vida por el Alto Reino era valioso, y eso lo sabía perfectamente.* Tome este formulario.*Prácticamente arrojó los papeles por encima de la mesa* Rellenelo y presentelo en la oficina central, en la puerta por la que ha entrado a la izquierda. Ahora, si me disculpa, tengo trabajo que hacer.

 

Daith no tardó en marcharse, rellenar el formulario e ir a entregarlo. Recorría los pasillos buscando con la mirada a sus antiguos conocidos, sus viejos amigos, sin embargo tras el escritorio donde entregó el formulario no vió la cara afable de Fer’lorn, ni su característico mechón de pelo blanco que siempre parecía querer molestarle metiendosele en los ojos, en su lugar se encontraba una completa desconocida que esbozaba una sonrisa amable y educada, tampoco guardaba la puerta el frío e irascible Cer’thin, y por extraño que pareciese sintió nostalgia al no notar esos ojos que jamás confiaban en nadie en su nuca mientras salía del edificio. Eran pocos, muy pocos, tampoco podía sorprenderle, la misma situación se encontraba en cada aldea y ciudad por la que había pasado, sin embargo algo en su interior le decía que Lunargenta sería diferente, que tras años alejado del norte, viviendo entre aldeas y los bosques de las Tierras Fantasma, encontraría la capital, brillante, vibrante, llena de vida.. y si, era cierto, en comparación a la desolación que acaeció tras el ataque de la Plaga, la ciudad volvía a ser una maravilla, pero las calles vacías, los enormes mercados que jamás se podrían llenar enteros y los barrios y casas vacíos eran testigos mudos del declive de lo que un dia fue una gloriosa raza y una gran reino.

No dudó en acudir a ver a los reclutas y soldados entrenar con una sonrisa nostálgica y decaída en los labios, aquellos días donde cada niño y niña se debatían entre ser unos grandes magos por el honor y el prestigio de su familia o unirse a los Forestales y llegar a ser uno de los famosos Errantes y protagonizar alguna de las muchas historias y canciones que llenaban todas las tabernas sobre ellos. Cuánto había cambiado todo.. el mundo avanzaba, su querido pueblo también, y él sentía que seguía anclado en un pasado que jamás iba a volver. Ahora los campos de entrenamiento tenían espacio de sobra para todos los reclutas que había en la sede, y existían los caballeros de sangre, por los que sentía una curiosidad innata, pues jamás había conocido a ninguno desde que se fundó la Orden de Sangre, pero desde que había vuelto a la capital,había visto a varios a los lejos, y a los ciudadanos comentando rumores sobre ellos, no le gustaba el protagonismo que parecían tener.. después de todo, fueron los Forestales quienes han luchado siempre contra los Amani, no?

 

Un nuevo suspiro, un nuevo futuro, un pasado anclado.

 

Se encaminó nuevamente por las calles de la ciudad, pues no tenía hogar, hacía muchos años que fue arrasado por la plaga sin dejar si quiera una triste piedra que poder enterrar y honrar, al menos había donde elegir. Cruzó la mirada con uno de los Golems Arcanos, a diferencia de la Orden de Sangre, ellos si le despertaban simpatía, una maravilla autómata creada por los Magísters y Magistrix, de que serían capaces un ejército al completo de aquellos constructos? A pesar de sus extrañas proclamas que le decían que debía ser feliz, se sentía mucho más seguro cuando esas moles se encontraban cerca.

 

Puede que el nuevo futuro no fuese tan horrible como el lo veía.. solo el tiempo podría decirlo.

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