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Blues

Ashram Aegneris Fallah

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Haz que valga la pena...

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Por todo lo que se ha manchado en el mundo;Lo que es bueno, lo que es malo

No hay retornos, no hay atajos. Esto es todo lo que tenemos y podemos llegar a aspirar

Le dije esto una vez a un joven; Mucho más antiguo que tú, pero igual de inmaduro.

Haz que valga la pena.

Porque no tenemos la oportunidad de dar marcha atrás.

 

 

 

 

 

 

Descripción física:

Fruto de las tradiciones militares suele guardar una figura esbelta y atlética, poniendo gran parte de su tiempo libre en entrenamiento o trabajos manuales para mantenerse activa y ser de ayuda

Es ligeramente más alta que el promedio de estatura de una Quel’dorei, tiene una cicatriz que corre de forma horizontal debajo de su ojo derecho, más es pequeña y tiene aspecto de haber ocurrido hace mucho tiempo. Su piel es de color claro, tiene callos en las manos y ha perdido una parte de su oreja izquierda, que se ve ligeramente más corta que la derecha.

Tiene un rostro severo y de facciones rectas; una nariz sin mucho puente, un poco pequeña para su cara y con algunas pecas sobre las mejillas, que hay que ver con mucho cuidado. Sus labios son delgados y tienen un color apagado, una cicatriz vertical es visible en el extremo derecho de su boca. Su cabello es corto, de un color castaño muy claro, recogido del lado derecho.  

Siempre va con una armadura ligera hecha de cuero grueso que ha visto mucho castigo, más que una orgullosa armadura, es una amalgama de equipo remendado y que ha sido reparado en varias oportunidades, como únicas protecciones de metal tiene los antebrazos, placas sobre los guantes de cuero y rodilleras de acero rasguñado.

Descripción psicológica:

Disciplina, honor y deber son aristas muy importantes en su vida, fruto de su experiencia como militar. Carga con su propio peso y cree que solamente las decisiones individuales deberían dictar la suerte de una persona, no obstante, entiende que hay lugar para la bondad, la paciencia y la piedad. Trata de no ser solamente un arma contra la oscuridad, si no también una diácono en las escrituras y llevar su vida de acuerdo a los designios de la fe, honrando cada vida. 

Es una mujer de ideas muy cimentadas, cree firmemente en sus principios y es celosa con sus secretos, propios o ajenos. A pesar de ello, no es una persona de mente cerrada y puede aceptar o tolerar el modo de ver de otros; aunque se puede sentir ofendida si no recibe en reciprocidad el trato.

Tiene ideas muy firmes sobre su fé y el propósito de su campaña, es una devota seguidora de la filosofía de la luz y deja que rija sus acciones, vida y relaciones, en pos de seguir al pie de la letra sus postulados más sagrados ha renunciado a sus tradicionales armas como ex-errante y ha adoptado las armas de contundencia, para cumplir con las filosofías del no derramamiento de sangre y la violencia innecesaria. 

Ocho años de constante lucha ayudando como voluntaria en las tierras plagadas ha hecho que su corazón se volviera áspero y duro de leer. Su forma directa de decir las cosas la ha hecho pragmática, y a pesar de la experiencia, aún se sorprende y horroriza de ver las maquinaciones de la no-muerte, trayendo con frecuencia recuerdos de batallas pasadas o compañeros caídos que la persiguen.

 

Datos Rápidos:

 

Estatura: 1.80 Ocupación: Novicia de la iglesia de la luz Lugar de nacimiento: Palavel-Quel'thalas Zonas relacionadas: Quel'danil, Tierras apestadas, Trabalomas Eventos Asistidos: 7
Peso 55 Ocupación pasada: Ex-forestal Residencia actual: Quel'danil Edad: 290 años humanos Masteos realizados: 0

 

Lista de Eventos Asistidos/Masteados:

La petición de Krausser

De aquellos lodos

El último estandarte

La furia del Hermano

Abrirse a la luz, cerrarse a la ira

Los que moran en lo profundo

La Batalla de Caer Darrow

Historia:

Spoiler

Palavel era una pequeña aldea ubicada en las praderas verdes del oeste del alto reino, cercana a la más grande Kaelaram, la cual era el centro de comercio en la región, con caravanas que salían diariamente con dirección a Brisapura y la capital misma del alto reino, las aldeas cercanas a la ciudad proveían con artesanías a los mercaderes, y de ahí, al resto del alto reino.

Aegneris nació en un periodo de prosperidad para los habitantes de Palavel, sus padres se dedicaban al comercio de telas y otros insumos para la fabricación de alfombras, cojines e incluso vestidos. Desde pequeña estuvo acostumbrada a la vida sobre una carreta, acompañando a su madre a la ciudad de Kaelaram cada 3 semanas para vender los productos de la familia.

A su tierna edad de veinte años, sus padres le dieron la noticia que la familia se haría más numerosa. y en ese verano conoció a los hermanos gemelos de la familia, Daethras y Doromir. Rápidamente se hizo evidente que la pequeña casa de campo en la que habían llevado su plácida vida se estaba volviendo pequeña; Los negocios iban bien, y entonces la familia decidió mudarse a la ciudad de Kaelaram, donde las academias se encontraban y los negocios podían expandirse.

Ashram rápidamente se acostumbró a la ciudad, y al tener la edad suficiente su padre deseó que ella siguiera el verdadero camino a la cúspide de la sociedad, estudiando magia en alguna de las prestigiosas escuelas de magia en la ciudad de brisapura, pues la capital aún estaba muy lejos de lo que podía costearse su padre.

Sin embargo, grande fue la sorpresa de su padre cuando Ashram no decidió seguir el camino que él había trabajado tan arduamente por construir para ella; en su lugar, apenas la chica terminó con la educación básica buscó enrolarse con los errantes.

Sus motivos, incomprensibles para su querido padre, eran bastante sencillos. Desde pequeña pudo ver que las patrullas de los errantes quienes siempre iban y venían de aquí para allá, conociendo los rincones del reino, trayendo historias con ellos, además de disfrutar del respeto y admiración del pueblo élfico, consideró que la vida militar era más noble, humilde y práctica que dedicarse a estudiar complicadas teorías mágicas, la vida encerrada simplemente no era para ella.

Aquello fue el comienzo de una grieta en la relación con sus padres, quienes se sintieron el gesto de su hija como una muestra de ingratitud y una prueba de rebeldía que no planeaban tolerar. Con dolor en su corazón, Ashram se mantuvo firme en su decisión y abandonó su hogar a la edad de 70 años.

Mientras la chica montaba de camino a brisapura para empezar su entrenamiento, no pudo evitar sentir un golpe en el estómago, su deseo siempre había sido viajar y conocer más del reino que tanto le había dado, conocer que tipo de mercancías existían en otros lugares, y también marchar con orgullo usando el emblema del honroso ejército.

Pero en aquella travesía, se dio cuenta que estaba experimentando algo que la acompañaría por una buena parte de su vida, la soledad de un camino largo e interminable.

Su carrera militar no estuvo llena de méritos ni de ascensos, pero era una vida honrada y disciplinada. Cumplió en parte con su sueño de conocer más regiones del alto reino, pero también vio lo peor en las escaramuzas de las fronteras, que aunque raras, estaban presentes.

Sirvió a su reino por un periodo de 60 años antes de retirarse, sintió que ya había tenido todo lo que había querido de la vida con el uniforme, para cuando presentó su baja en el ejército, ya tenía 130 años de edad.

Fue entonces que pensó en que podía regresar a su hogar y tratar de hacer las pases con su pasado, pero algo dentro de ella le decía que no podía regresar, no aún, pues con la edad vino la sabiduría y ella también sintió pena de sí misma cuando comprendió la razón del enojo de sus padres.

Sintió que lo mejor era empezar una nueva vida, como lo había hecho antes, y decidió probar suerte en la capital, usando lo que había aprendido al ver a su padre comerciar desde su infancia.

Pronto se dio cuenta que la vida tampoco era sencilla en la capital, las estrategias de negocio aprendidas de su padre simplemente eran demasiado pueblerinas para de verdad tener éxito en un ambiente más urbano.

Pronto se vió endeudada, sola, y con un negocio de telas que nada nuevo ofrecía al mercado de la ciudad. Se vio obligada a trabajar como camarera en una casa de té para pagar sus deudas contraídas por su negocio fallido, y atrás quedaron sus sueños de viaje y una vida libre.

Durante 50 años no volvió a tocar sus espadas ni a tener contacto con la vida militar que tanto añoro en su infancia, pero las costumbres de disciplina, servicio y honor se quedaron con ella, y pronto comenzó a destacar en su empleo, llegando a ser la asistente del dueño del local.

Su vida vio poca mejora durante ese tiempo, vivía en un pequeño cuarto rentado sobre una panadería en la avenida de clamasol, en el centro de la ciudad; La renta le asfixiaba y pocos lujos pudo permitirse, pero al menos, no pasó hambre y hasta pudo costearse con sus ahorros uno que otro viaje a distintas partes del reino.

A sus 180 años se dio cuenta que tenía un siglo sin presentarse ante sus padres ni volver a su hogar, la nostalgia que había ignorado por la verguenza desde hace muchas décadas por fín logró forzarla a tomar la iniciativa y volver buscando sus huellas.

Renunció a su trabajo en la capital, pues sus deudas hace tiempo que estaban pagadas y nada la ataba en realidad a la capital. Uso sus ahorros para regresar a su ciudad natal, y quizá, poder probar suerte en el negocio de las casas de té en su modesta ciudad, había aprendido mucho sobre ese negocio.

Al regresar sus Padres la reconocieron al instante, Ashram había cambiado, ahora llevaba su cabello corto, tenía una cicatriz debajo de su ojo derecho y estaba un poco más alta, pero seguía siendo ella. La familia se reconcilió tras escuchar que había sido de la vida de la primogénita.

Ashram rápidamente busco un buen lugar donde podía vivir tranquila y dedicarse a la idea de su negocio, se instaló cerca del centro de la ciudad y se asoció con un comerciante de especias.

Ya con la experiencia de primera mano en el mundo del té, pudo hacer florecer su casa de té, comenzando a ganar un considerable ingreso. Su vida pintaba bien a sus 190 años de edad, y volvió a plantearse la idea de retomar su sueño de viajar y explorar.

Durante aquella década, conoció a quien sería en un futuro su esposo y compañero, Daemethrias, quien era un talentoso mago, lleno de ideas y ganas de ver el mundo. No tardaron mucho en consumar su matrimonio.

Ashram conoció el gozo y la paz a la edad de 210 años, tiempo en el que se planteó sentar cabeza en alguna de las grandes ciudades del reino y construir una familia.

La vida le daría una vuelta cuando a su esposo se le presentó la oportunidad de ostentar un cargo político menor en el puesto diplomático de Quel’danil, no era nada importante más que un pasante más, pero era una oportunidad de ascender en la carrera política.

La pareja vendió el negocio de té, aseguraron su casa en la ciudad y partieron hacia el puesto fronterizo, animados por la promesa de aventura y un comienzo nuevo.

Quel’danil prometió demostró ser lo que prometía y un poco más. Con lo que habían ganado de la venta de su negocio, la pareja compró una casa en el puesto y se establecieron allí, seguros que siempre tendrían un lugar a donde volver en el alto reino. Ashram volvió a vivir un poco la vida militar, pues ahora servía como guardia y ayudante de su esposo cuando este salía del puesto fronterizo a tierras humanas y extrañas.

Durante aquellos viajes, la pareja conoció lo que era la vida, costumbres y modos de los humanos. Encontraron que, aunque salvajes en muchas de sus formas, había cierta nobleza en su modo de vivir, sobretodo en su forma de fé, cuya filosofía fueron aceptando poco a poco y con el paso de los años.

Para la edad de 240 años, el matrimonio había conocido buena parte del reino de los humanos y casi perfeccionado el idioma común, incluso lograron visitar la capital de Lordaeron en más de una ocasión, y estaban satisfechos con haber visto más allá de las tierras del alto reino.

Tras casi 30 años de residencia en Quel’danil, el matrimonio decidió que habian viajado lo suficiente y era hora de regresar y pensar en consolidar una familia en el alto reino.

A pesar de los esfuerzos, la familia que añoraban no llegaba, y poco a poco fue creando una fricción en la pareja, Ashram había fallado en muchas cosas en su vida, y ahora, estaba fracasando en lo más importante.

Pronto llegaron noticias preocupantes al alto reino, sobre una guerra en los reinos humanos del sur, causada por la aparición de una nueva especie de bestia que asolaba a los reinos humanos. Muchos elfos desestimaron los rumores, creyendo que aquellas amenazas jamás llegarian a las puertas del alto reino.

Pero lo hicieron, tarde o temprano, quemando los bosques de Quel’thalas y la vida no volvería a ser la misma.

Ashram sintió el llamado a las armas, puede que pasara un siglo sin haber sido regular en su labor en el ejército, pero el deseo por proteger su hogar era más fuerte por las preocupaciones.

La pareja fue tomando distancia cada vez más y más, fraccionada por su frustrado deseo por tener una familia, pero ahora separada por los deberes militares de Ashram.

El corazón de la soldado se fue haciendo más duro y severo, sustituyendo poco a poco sus viejos sueños y esperanzas por el nuevo objetivo de cumplir su deber para con el reino.

Pero ni toda la preparación pudo prepararla para la nube negra que estaba a punto de cubrir los cielos de Quel’thalas…

La caída del alto reino ocurrió en muchos niveles. Ashram vivió una de las partes más crudas, de cara a cara mientras la muerte avanzaba, y compañeros, elfos de gran estima, fueron cayendo asalto tras asalto, retirada tras retirada. Las pocas y diminutas batallas que se ganaron fueron a un alto precio, y las imágenes de las masacres quedaron para siempre grabadas en la mente de Ashram.

Mientras la oscuridad avanzaba, sus únicos pensamientos estaban para con su esposo y su familia, pues desde los primeros ataques no había sabido nada de ellos.

Finalmente llegó el momento en donde el asalto simplemente fue demasiado, y toda formación en su unidad se rompió tras un poderoso ataque del enemigo. De su unidad, Ashram fue la única superviviente al esconderse en las profundidades de un bosque, tratando de salvar a un joven soldado herido. Durante 3 días completos permanecieron ocultos debajo de la raíz de un árbol, cerca de un pequeño claro de agua.

A pesar de sus esfuerzos, el joven soldado murió por sus heridas a los dos días, dejándola sola, encogida y aterrada, con la única meta en su mente por sobrevivir.

Finalmente emergió de su escondite, al comprobar que todo estaba seguro, dio una mediocre sepultura al joven soldado y se prometió a ella misma que no dejaría caer ni a uno más, sin haber caído primero ella misma.

Pero el mundo había cambiado, el alto reino ya no era más, y el enemigo había conseguido su objetivo. Durante mucho tiempo vagó, se unió a pequeñas unidades de resistencia, luego trato de buscar sobrevivientes en las aldeas, las ciudades, todo lo que hubiera quedado detrás del ataque.

cuando por fin se enteró de lo que había pasado en realidad, solo pudo pensar en sus seres queridos y cuál había sido su destino, en cuanto pudo, buscó sus huellas en su ciudad natal. Lo único que encontró fue el nombre de todos y cada uno en una larga lista de decesos.

La vida había cambiado para ella desde aquel momento, todo lo que había sido bueno, bello, o confortable para ella no existía más. Tras comprobar que toda su vida se encontraba en ruinas, tanto espiritual como físicamente, decidió que no existía sentido en portar más el uniforme y dio su baja definitiva.

Sin embargo, la lucha no terminó para ella, fue solamente el comienzo de un largo camino, uno demasiado largo para ser transitado en una sola vida, incluso si se trata de la vida de los elfos.

Tras el final de la tercera guerra, decidió que no podía habitar en el alto reino nunca más, era la tierra que había fallado en proteger, y sus seres queridos ya no lo eran más, la verguenza y la culpa tomaron lo mejor de su ser, y de nuevo, sin nada, decidió volver a Quel’danil, a pasar el resto de sus días en contemplación, hasta que la muerte, la enfermedad u otra guerra por fin se la llevase al seno de la luz.

En quel’danil retomó la casa que había comprado con su fallecido esposo, y se encerró en ella, los tiempos fueron duros, y en más de una ocasión contempló la idea del suicidio, pues nada más le quedaba. Durante ese tiempo, atrapada en la soledad con sus recuerdos, también recordó las enseñanzas de la luz y el temple de sus enseñanzas.

Pronto se dio cuenta que no todo estaba perdido, Quel’danil aún existía, y el alto reino se recuperaría con caras nuevas y jovenes, Poco a poco se recuperó de todas sus pérdidas, aunque el dolor de los recuerdos seguiría acosandola por el resto de sus días y sus noches, fue así que decidió emprender de nuevo un viaje, esta vez a tierras humanas, donde aprendería las enseñanzas de la luz, ofreciendo su vida y su alma por completo a las enseñanzas santas de la voluntad divina. 

Cuando ocurrio el exilio de los Quel’dorei, ella ya se encontraba viviendo en el monasterio de Karasvir, en trabalomas. . La noticia la devastó, pero, entendió que era quizá lo mejor. encontró alegría al ver a sus hermanos elfos encontrar su vida en tierras humanas, e hizo una promesa, por evitar que la desgracia de la no-muerte, o cualquier otra desgracia, cayera bajo el pueblo Quel’dorei, y si eso significaba renunciar a su felicidad o bienestar, entonces, sería el designio de la luz.

Desde hace 2 años que Ashram lucha en las tierras plagadas, tratando de volver a aprender las artes de la guerra con armas desconocidas y extrañas a su puño, al igual que mantener en una llama viva las enseñanzas que por años aprendió en el monasterio. No ha sido un camino fácil, y solamente hasta ahora es que por fin su espíritu se ha elevado para llamar a las energías sagradas, pero le falta un largo camino que recorrer. 

Su corazón se ha vuelto un tanto áspero  y serio tras presenciar mucha muerte y miseria, con frecuencia piensa si sus seres queridos la observan en el seno de la luz, el pensamiento la deprime, pues seguramente estarían tristes de ver los amaneceres naranjas de las tierras de la peste, y las muertes horribles que se repiten una y otra vez.

El camino es demasiado largo, y quizás Ashram no vivirá para ver el final del mismo; pero, ya no hay otra forma. Y si la luz lo desea, algún día vivirá para ver el final y por fin, la redención hacia su felicidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

Editado por Blues
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