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Izuriel

[Historia] Draethis Silverpath

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  • Nombre del Personaje
    Draethis Silverpath
  • Raza
    Quel'dorei
  • Sexo
    Hombre
  • Edad
    100
  • Altura
    1.80
  • Peso
    80 kg
  • Lugar de Nacimiento
    Lunargenta
  • Ocupación
    Trovador
  • Descripción Física

    Un elfo esbelto y musculado, de cabello blanco y lacio. su piel es pálida pues realmente pasa mas tiempo encerrado que en el exterior. Sus ojos demuestran un fulgor azul cián sobre unos iris grises. Usualmente viste togas de colores azules aunque las cambiará por su armadura laminada si ha de entrar en liza 

  • Descripción Psíquica

    Draethis es un elfo tranquilo, con gran afán por saber que hay en los sueños de la gente y en lo que el piensa que es el plano en el que éstos se desarrollan. Debido a sus vivencias pasadas y a tener que abandonar la relativa seguridad del alto reino ahora está dispuesto a hacer lo que sea necesario para su propio bien o el común

  • Ficha Rápida
    Si (300 palabras mínimo)
  • Historia

    Nací en lo que algunos dirian que es una casa pequeña, la realidad es que al estar adosada a la biblioteca el edificio real era mayor de lo que parecía. Desde pequeño la cantidad de libros tan elevada que tenía al alcance hizo que desarrollara un interes por todo aquel conocimiento que se encontraba a la espera de ser leido.

    los primeros años de mi infancia leía ocio sobre todo. Novelas teatro y música eran de mi agrado pero si bien este arte me gustaba mucho acabé decantandome por la magia de la adivinación. Creía que esta escuela podría serme muy útil a futuro aunque de primera mano no supiera exactamente a qué se dedicaba.

    Cuando llegué a la pubertad mis estudios y los deseos de mi padre me llevaron a estudiar tambien la historia de nuestro pueblo pues deseaban que me especializara en historia para ayudarles en su biblioteca y suplir las carencias de mis padres, pues cada uno estaba especializado en cosas diferentes.

    Los años fueron pasando entre páginas y páginas, libros, estanterías... hasta que Arthas llegó a las puertas de Lunargenta. mi familia y yo mismo fuimos evacuados de la capital, supongo que esa fué nuestra suerte. Me uní a la milicia de la aldea pues los no-muertos aun se encontraban por gran parte del territorio, además que elló me ayudaría para las futuras batallas que pretendía librar.

    El estudio de los hechizos de adivinación me tenían completamente enfrascado, no eran una magia simple en absoluto, pero ello solo hacía crecer mi determinación a dominar ese aspecto mágico pues seguramente dada su dificultad me podría brindar un mejor estatus dentro de la ciudad.

     

    Todo cambió cuando Arthas atacó Lunargenta. mi familia y yo fuímos evacuados a tiempo, lo que se podría tomar como un golpe de suerte ya que lo unico que realmente perdimos fueron bienes materiales. Una vez pasado todo ese horror me alisté en la milicia, mis conocimientos mágicos ayudaban al ejército a encontrar desaparecidos y bandas de no-muertos errantes que poder atacar, desviar o lo que el soldado a cargo decidiese.

     

    Fué ahí donde adquirí mi armadura y mis armas, también mi padre, que ya no podía combatir, me entregó la espada familiar. no obstante cuando la sed de magia dividió a nuestro pueblo tomé uno de los zancudos y viajé con el resto a Quel’Danil.

     

    Los siguientes años de estudio y servicio en Quel’danil me aburrían enormemente. La pasividad de los que allí nos refugiábamos lamiéndonos las heridas y compadeciéndonos de nosotros mismos provocó que tomara mi zancudo y viajara mas hacia el sur en busca de algo que pudiera hacer.

     

    realmente me encontraba muy perdido, sin un lugar en el que quedarme a pasar la noche si no era con otro elfo al que le fuese mejor que a mí. Mi viaje me llevó incluso hasta Theramoore donde me asenté un tiempo gracias a un amigo que hice en Elwynn, del cual aprendí muchísimas cosas.

     

    En el tiempo que estuve en Theramoore retomé mi afán por las artes convistiendome en trovador y recitando mis obras entre la gente de bien de aquel lugar. pero pronto aquella ciudad se me quedó pequeña y el recuerdo de los orcos tan cerca de aquel remanso de paz no era agradable, estar en una ciénaga tampoco ayudaba lo más mínimo por lo que en cuanto pude tomé otro barco directo a Ventormenta.

     

    Allí me “asenté” de posada en posada viviendo de lo que conseguía con mi poesía y música, teniendo como única compañía mi fiel zancudo.

Editado por Izuriel

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