Thorch 360 Denunciar mensaje Publicado November 20, 2018 (editado) Nombre del Personaje Iojan Vanderzar Raza Humano Sexo Hombre Edad 40 Altura 1.78 mts. Peso 80 Kgs. Lugar de Nacimiento Gilneas Ocupación Médico, Barbero/Sangrador Descripción Física Cabellos cortos, lacios y oscuros. Bigote acorde y bien cuidado, cejas pobladas. Piel extremadamente blanca y suave, casi pálida. Labios finos, dentadura irregular. Ojos grandes color avellana, mirada melancólica. Complexión física media, cuerpo proporcional, porte elegante. Descripción Psíquica Spoiler Aparenta ser un ciudadano honesto y educado. Intenta mostrarse como un gilneano leal y productivo, un hombre de ciencias. En realidad, es un psicópata asesino y adepto a las artes arcanas. Busca el poder y le agrada codearse con los notables, para lograr obtener impunidad en sus horrendos crímenes. Ficha Rápida No (1000 palabras mínimo) Historia Spoiler Nací en Gilneas mis padres fueron ejecutados por orden del noble regente. A nadie pareció importarle las lágrimas derramadas por aquel pequeño, que sufría al ver en el patíbulo a modo de escarnio público, los cuerpos sin vida de su familia. Crecí como un mendigo, sobreviví donde ni una rata podría hacerlo. Viví oculto y olvidado por todos. Poco me importaban las rencillas internas y los problemas del reino. Soporté en las oscuras calles frío, hambre, humillaciones, golpes y vejaciones. Sin embargo, eso cambió, cuando descubrí lo fascinante que puede ser el dolor. La agonía es diferente en cada víctima, no existen dos personas que rueguen y supliquen de la misma forma, al ser despojados lentamente de su vida. El sufrimiento y tormento de otros, constituía mi placer. Sin embargo, ni en mis más disfrutables pesadillas de horror y sangre, pude imaginar lo que estaría por pasar. Todo comenzó una oscura noche, me encontraba en las catacumbas que servían como hogar y escondite. Arriba los soldados luchaban contra aquellos asesinos admirables, y las calles empedradas se encontraban adornadas por despojos, dignos de la más implacable carnicería. Sujetos a los grilletes en mi sala de rituales y experimentos, se encontraban indefensos cuatro chiquillos esperando probar los elementos de tortura. En realidad, resultaba demasiado fácil darles caza en esos tiempos convulsionados, los adultos apenas podían brindarles los cuidados adecuados, ocupados entre intrigas, revueltas internas, y guerras ambiciosas. Tomé a uno que vestía ropajes de buena hechura y lo conduje a la mesa de operaciones, sus chillidos me resultaban molestos, por lo que debí aplicar un par de procedimientos previos para acallarle. El ritual se encontraba bastante avanzado, cuando decidí interrumpir la paciente labor para limpiar mi daga ceremonial. Gracias a las incesantes ofrendas, los dones adquiridos aumentaban, al igual que el misterioso poder (eso creía sin darme cuenta lo insignificante y patético que era). Quizás los estruendos de la batalla sin tregua que se desarrollaba, no permitieron percatarme de lo que sucedía a mi alrededor. Me sentí paralizado al observar que los sujetos de prueba restantes, habían sido atacados con mayor pericia que la mas excelsa de mis obras. Admirado y confundido observé como de entre las sombras emergió aquella enorme fiera, mientras sus ojos sanguíneos brillaban lúgubremente. El instinto de supervivencia me llevó a luchar, sin embargo, ni siquiera mis poderes fueron suficientes. El imponente hombre lobo, abrió sus fauces y sus afilados colmillos pero instantes antes de llegar a morderme el sonido de un disparo retumbó en el recinto, luego varios más. La sangre de la bestia salpicó mi rostro, pero la maldición no me llegó a tocar. Sano y salvo, sin rasguños ni mordidas, recibí de todos modos esmerados cuidados por parte del gremio de alquimistas. Fui tratado como un héroe, al escuchar los científicos y guardias, mi valeroso relato. Un valiente y ejemplar sujeto que arriesgó su vida intentando salvar de tan despiadadas bestias marcadas, a aquellos desafortunados pequeños. Sus adinerados padres encomendaron al citado gremio, mi manutención temporal. Con el tiempo los alquimistas accedieron a proporcionarme la educación básica que no tenía, llegando incluso a iniciarme en sus conocimientos. Llegó el día en que decidí apartarme de las comodidades, en mi propia búsqueda del poder. Sin mirar atrás, ni siquiera dar las gracias, decidí partir, y volver a las calles. Afortunadamente mis conocimientos en anatomía tanto teóricos, como prácticos me sirvieron para obtener una licencia en el gremio de los barberos/sangradores, asistiendo a las diferentes levas como médico en tiempos de guerra, así como obteniendo cobres y clientes en tiempos de paz, brindando servicios de peluquería a domicilio y afines. En estos tiempos de muerte y destrucción, hay que procurar no solo acrecentar los conocimientos, también hay que comer. Acaso alguien podría sorprenderse al hallar un cadáver destripado entre las oscuras callejuelas, más aún si el mismo es irreconocible, y pertenece a una sucia prostituta o desnutrido granjero. La oscura senda es larga para un patético humano, más estoy seguro que ser marcado con esa supuesta maldición, constituiría una ventaja, el camino corto. Sin embargo no es momento aún, vivir en esas perreras, como marcado es peor que la cárcel. Deberé conservar mi humanidad, evitar el contagio, hasta que la situación cambie. La fórmula del atajo aún no me ha sido revelada, pero sigo trabajando, experimentando, y haciendo rituales. Siento que estoy cerca de lograr, lo que ningún grimorio ni mortal ha podido aún. Quizás sea el momento propicio para apartarse de la soledad, los misterios arcanos parecen jugar con mi mente. Me han susurrado que hay otros dispuestos a servirles, no soy la única semilla corruptora tras la derruida muralla. No es mi momento aún, estoy débil y carezco de respaldo, mi tapadera como médico no tiene peso. Más la etapa de siembra se abre ante mí, redoblar esfuerzos es preciso cuando la ambición crece sin cesar. Los invasores son un buen botín, humanos enlatados ya muertos de antemano al partir de sus lejanos hogares, en nombre de un prepotente y decadente imperio. Su destrucción es una obra de bien para Gilneas, que cosa más conveniente. Por otro lado, los oscuros y fascinantes muertos vivientes, almas subyugadas y atadas a un cuerpo putrefacto. No sienten dolor, más su sola existencia constituye un objeto de estudios desconocidos para mi mente inquieta. Por este motivo compensan con creces, la monotonía de al no escuchar sus alaridos, ni percibir sufrimiento al destruirles. También se pueden montar obras excepcionales con sus extremidades, ya que al igual que ciertos animales de sangre caliente al ser desmembrados. Mantienen movilidad refleja por cierto tiempo, y hasta presentan implantes de lo más adelantados y estrambóticos. Un sobreviviente, sabe como obtener la mejor tajada, incluso en las peores situaciones. Editado November 22, 2018 por Thorch 1 Quote Compartir este post Enlace al mensaje