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Psique

[Páramos] Risa Histriónica

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La desesperación hace que muchos tomen la vía rápida para paliar sus desdichas.

Entonces, el oro se manchó de carmín

y la enfermedad terminó llegando a carcajadas histriónicas.

 

  • Tipo de trama: investigación.
  • Riesgo de muerte: bajo/medio.
  • Ubicación: Arroyo Claro
  • Objetivo: Determinar la enfermedad que padece Margarita y marcharse de Arroyo Claro.
  • Sesiones planificadas: 11

 

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Índice

- Contexto, STs y sistemas

- Preludio: el Grajo

- Capítulo I: el Buey

- Capítulo II: la Risa

- Interludio: Bebe de este agua

- Capítulo III: la Hiena

- Epílogo: el Corcel

 

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Preludio

Raina mantiene contacto con un indeseable llamado "El Grajo", que sirve de proveedor encubierto de ingredientes y útiles para sus creaciones alquímicas y suministros médicos. Al final, esta relación "profesional" termina mal para ella, pues él y sus matones le roban el maletín médico con todo lo que llevaba. Pide ayuda a Hakim y a Alexandra para solucionar este entuerto, recuperar sus cosas y cobrarse los últimos servicios médicos que le brindó.

Consiguen localizarle en Villa del Tornero, una pequeña aldea situada en las inmediaciones del río sur que hace de frontera natural con Ocaso y Páramos, hogar de pescadores, labradores y otra gente humilde de Elwynn. Al parecer, estaba tramando un círculo de apuestas de las cuales lucrarse. Cualquiera que tenga al menos un cobre en el bolsillo puede jugar, y dicen que la banca tiene un buen depósito. Si ganas, claro.

El trio irrumpe en la habitación, y mientras Raina es retenida por Oporto, Hakim, disfrazado de lugareño, se juega a las cartas lo que el Grajo muestra en su banca. Espera pacientemente a que uno de los elixires de Raina haga efecto en el bandido, uno de los tantos que se ha agenciado de su maletín, hasta que finalmente, cae presa de los terribles efectos secundarios y de una evidente sobredosis. Mientras el Grajo se retuerce en el suelo, ofrecen un trato a cambio de ayudarle: el instrumental médico de Raina le será devuelto, se quedarán con las ganancias de la noche y les dejarán irse sin consecuencias.

Oporto accede al trato, y los tres salen de la habitación, topándose con un parameño llamado Conrado, quien andaba buscando a un barbero clandestino al serle imposible contratar a ninguno del Gremio de Barberos Sangradores. Ofrece una cuantiosa suma a cambio de curar a su hija Margarita, presa de una extraña enfermedad, en Arroyo Claro.

El grupo acepta el cometido.

 

Trama principal

El evento se desarrolla en un recóndito lugar en Páramos de Poniente, es un pueblucho de apenas veinte habitantes, de calle única, con una taberna en el centro y una pequeña ermita en la colina próxima. Arroyo Claro es su nombre, aunque este hace ya tiempo que secó.

Los lugareños miran con sospecha a los recién llegados. El Padre Eustaquio Álvarez, quien parece ser la figura de autoridad en ausencia de cualquier otra, recibe a los forasteros con una pacífica "hostilidad". Desarmados y sometidos a las exigencias del Padre, los personajes se encuentran aislados en la aldea, sin transporte que les acorte el largo viaje a través de un interminable campo de trigo y cebada y desarmados como para poder oponer resistencia alguna.

En los ojos de los lugareños, hay un espectro macabro, cuencas que miran demasiado fijo, como la hiena que espera paciente a que la presa demuestre debilidad. Cobardes, pero no indefensos.

 

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"El Grajo"

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Una figura que en sí misma personifica toda la desgracia humana que se respira en el hoyo más profundo de la sociedad. Curtido a heridas, ninguna gloriosa, como un perro callejero que se pelea con los demás por un triste bocado, ha pasado sus treinta años sacando provecho de otros con apuestas, malversaciones o como matón de turno. Su nombre le es propio como buen ave carroñera, de pelo azabache y ojos avariciosos. En su momento, se desenvolvía en los barrios bajos de Ventormenta, hasta que su cara se hizo demasiado conocida por la Guardia y los ciudadanos, asíque optó por cambiar su zona de acción hacia los pueblos y aldeas del Bosque de Elwynn. Con el tiempo ha ido ganando algo de influencia, y otros pocos esperpentos se han sumado a su grupillo. Tras una escaramuza con la guardia, todos salvo él, Oporto y Pazguato fueron detenidos.

 

Hace poco, sus trucos de apuesta acabaron en pelea y un gancho de derecha le partió la mejilla derecha. Raina fue quien le hizo el arreglo, pero la visita concluyó con el hurto del material médico que llevaba en su maletín y unas cuantas afecciones físicas.

 

 

"Oporto"

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Tal vez el segundo, o el último, la realidad es que cuando se trata de cumplir cuando el Grajo no puede, Oporto es quien le sustituye. De aspecto escualido, pequeño y poca cosa, pero presumiblemente astuto como una comadreja.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"Pazguato"

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Guardaespaldas, matón y marioneta del Grajo. Tiene pocas luces, pero es ancho como un armario y de brazos gordos como dos troncos. No es especialmente listo, pero él solo podría reducir a varios hombre entrenados con facilidad, enarbolando su garrote y haciendo gala de una terrorífica fuerza.

"Mantenlo contento y no habrá nada de lo que temer", y con esa frase, el Grajo no tardó en añadirlo a su séquito de indeseables.

 

 

 

 

 

 

 

Conrado Ramirez

 

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Curtido en el campo, de brazos y piernas gruesos y una barba canosa mal cuidada. Primer contacto del grupo, quien ofreció el trato a cambio de que acudieran en ayuda de su hija, la cual permanece encamada en Páramos, gravemente enferma. Acudió a Ventormenta para contratar los servicios de un barbero de profesión, pero al ser más de lo que pudo permitirse, buscó a uno que ejerciera en la clandestinidad. A pesar de su carácter seco y malhablado, la desesperación que empaña esos ojos cansados habla por sí sola.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Margarita Ramirez

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Hija de Conrado, de unos ocho años de edad, la más pequeña de sus otros dos hermanos, fallecidos. Por lo que se sabe, ha contraído una enfermedad que le ha ulcerado la piel, pintado las retinas de amarillo y la mantiene encamada por una elevada fiebre.

 

 

 

 

 

 

 

Padre Eustaquio Álvarez

 

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Un hombre fofo, de expresión repugnante, labios caídos y papada. Es el encargado de guiar a los feligreses en este pueblo de mal a muerte. Los tiempos desdeñosos y crueles le han granjeado la devoción de todo el pueblo, siendo en consecuencia, la figura de autoridad en el lugar, en una región limada por el viento, los gnolls, los bandidos y la escasa producción de la tierra por las escasas lluvias de los dos años anteriores.

 

 

 

 

 

 

 

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Objetivo: diagnóstico acertado

 

Tras su llegada a Arroyo Claro, tienen una semana para descubrir de qué enfermedad se trata. Se prevén cuatro sesiones de entre 4 y 6 horas, en las cuales, Raina deberá efectuar una tirada de Alquímia, Sanación Hierbas y Anatomía en su comienzo, después se hace la media entre los tres resultados. El objetivo es que logre sumar 56 en total entre todas las tiradas de esos días. Una pifia en cualquiera de esas tiradas retrasa el tratamiento un día.

Los progresos dependen directamente de los descubrimientos del grupo, que será el que deberá investigar qué es lo que ocurre en el asentamiento. No obtener ninguna pista vinculada directamente con la enfermedad, anula las tiradas de Raina el día siguiente y por ende, lo retrasa un día más.

 

 

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Cuando no tienes nombre, cargo ni prestigio, te buscas los recursos como puedes. Y los bajos fondos resultan un hervidero de oportunistas dispuestos a anteponer un par de monedas a su propia integridad física.

La figura de Hakim parecía ser más que suficiente para mantener los problemas lejos de Raina, disuadiendo a los pordioseros de intentar arrancarle de las manos aquella bolsa que llevaba. Los cuchillos hacen heridas feas y los garrotes pueden ayudar, pero son un chiste en comparación a las hojas que él dejaba entre ver en su gabardina.

Llegaron al callejón, situado entre dos casas, donde dos figuras dejadas esperaban junto a la puerta trasera del edificio colindante: un hombre greñudo, delgado, con rostro ratonil llamado Oporto, y el otro, un grandullón de casi los dos metros, de frente provinente y dos barbillas, cuyos brazos eran gruesos como troncos. Ese, era Pazguato.

La capucha mantenía oculta la expresión de Hakim, arrugada y desdeñosa por tener que volver a cruzarse con ellos. Pero ella necesitaba el material.

Oporto sostuvo las tinajas entre sus manos, con poco cuidado. Raina destapó una de ellas e introdujo en el líquido viscoso un utensilio de madera, que comenzó a sisear y a derretirse. Se mordió el labio inferior contemplando la pureza del material, tal vez prefirieron no adulterarlo, lo cual era una buena noticia. La cara de desagrado de Oporto se tornó en una de circunstancia al darse cuenta de que estaba sosteniendo ácido entre sus manos.

- Cógelas.-Le dijo queda a Hakim, que seguía a su espalda.

- Eh, eh... ¿Y nuestra parte? - Como si alguna vez el Grajo dividiera a partes iguales. Primero, se lleva lo que quiere, de lo que queda, se divide su parte y de lo sobrante, la mitad lo reparte entre los suyos.

Raina tiró a los pies de Pazguato la bolsa que llevaba, dejando entrever su contenido. No era dinero, si no algo incluso menos abundante. Los frasco tintinearon al entrechocar entre sí, con a saber qué contenido dentro. Un mero trueque. Oporto dejó las tinajas en los brazos de Hakím y como una soplido, recogió la bolsa que traía Raina, abrazándola como si fuera un tesoro.

- Le mandaré saludos de tu parte, preciosa. ¿Por qué no te quedas y nos cuentas para qué quieres algo así? Pasaremos un buen rato... -Deslizó una mirada perversa.

- No me interesa. Dile que la próxima vez no me haga esperar.- Oporto movió la mano como una señal para el grandote, que seguía mirando el lugar donde la bolsa había caído antes, con un más que evidente retraso. Cogió su garrote y se adelantó unos pasos, ante lo cual, Raina retrocedió otros dos.

- Insisto. Y él... También insistió.

Las cosas empezaban a ponerse tensas, pero una maniobra a tiempo salvó la situación. Hakim evocó una ilusión, representando a un grupo de la guardia en la boca del callejón.

Y aprovechando la distracción, se marcharon. La ilusión se desvaneció al poco, pero para entonces ya se habían marchado.

Desgraciadamente, no hay muchos ladrones que sepan usar ese tipo de trucos.

 

 


 

Offrol

Sesión de introducción de Hakim, interpetado por @Thala.

Tiradas de Hakim: Ilusión básica, advertir/notar, reflejos, callejeo.

Tiradas de Raina: Alquimia, Fauna, callejeo.

 

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Debió doler. Al menos el puñetazo en el ojo debió doler. Mientras Raina se ocupaba de intentar subsanar las heridas de las represarias del Grajo, Hakim no paraba de lanzar ladridos de descontento. Alex sin embargo lucía una calma premeditaba, porque sabía que en este tipo de cuentas pendientes, la balanza puede inclinarse a su favor. Raina les contó que el Grajo la hizo llamar esa mañana para tratarle un corte en la mejilla, se quedó con su maletín y le dejó unos cuantos recuerdos por todo el cuerpo de lo que pasa cuando alguien decide hacerse amigo de un viejo enemigo como era Hakim. Pocos rateros sabían usar sus trucos.

 

Se pusieron en camino para averguar dónde se había metido el Grajo. Las pistas les llevaron hacia una pequeña aldea de pescadores asentada a la orilla del río sur, y allí, estaba él respondiendo a los rumores de ofrecer jugosas bolsas de oro a quien pudiera ganarle en una apuesta. Cualquiera con un cobre en los bolsillos podía ganar, pero en esos ojos grises brillaba una surspicacia nueva que apestaba a cardo presto, al concentrado que Raina llevaba en el maletín y que desgraciadamente había empezado a darle uso. Como les dijo, ese truco le había reportado una sustanciosa ganancia, y poco le importaba tener que lidiar al día siguiente con un punzante dolor en el cerebro. con los bolsillos llenos, la resaca pasa mejor.

 

Hakim y el Grajo se miraron por encima de las cartas, aunque el primero iba disfrazado. La ruidosa entrada de Raina en la sala de las apuestas de la taberna terminó por casi costarle el engaño. Hakim conocía ese concentrado, Raina ya le había ofrecido probarlo y sabía que una sobredosis podría ponerlo en una situación delicada, así que, lo incidó a que abusase, y así hizo. El Grajo comenzó a combulsionarse momentos más tarde, cayéndose al suelo bajo la mirada desternillada de Oporto y Pazguato. Y ahí, salió la comadreja a defender a su amigo con gritos cobardes y movimientos nerviosos.

 

- ¡Ayúdale! -Le exigió a Raina, y esta, que le miraba a traves de un ojo inyectado en sangre y unas ganas infinitas de cobrarse venganza, le respondió.

- Me devolveréis lo que es mio, y me quedaré lo que hayáis ganado esta noche. Ah, y nos dejaréis ir sin represarias. Eso, o...

 

Había miedo en los ojos de la Comadreja, con mucha probabilidad, ese desgraciado era lo único que le quedaba, él y el grandullón que parecía no entender la situación. Incluso las promesas de una vida mejor que le brindó Alexandra las desoyó, nada le importaba si significan dejarle morir. Así que accedió.

 

Raina deslizó por la garganta del moribundo un preparado compuesto por hongo fantasma, un potente vomitivo. Cuando ya no le quedó nada en el estómago por echar, le dio una fuerte patada en las entrañas y dejó sobre la mesa un suero para que se lo administrasen.

 

Seguramente, habría represarias, pero eso era cuestión de tiempo.

 

Cuando abandonaron el cuarto, un hombre de aspecto campechano les detuvo en la puerta, preguntándoles quien de ellos era el responsable de todo aquel festival, el matasanos. Con humildad y súplica, les ofreció un sustancioso trato a cambio de viajar al sur para ayudar a su hija enferma, en Páramos.

 


Offrol

Sesión de introducción de Hakim interpretado por @Thala y Alexandra, interpretada por @Blues.

Tiradas de Hakim: Rumores, Mimetizar imagen.

Tiradas de Alexandra: Rumores, ilusión básica.

Tiradas de Raina: Medicina, Alquimia.

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I

Hacía un calor sofocante, en vísperas de verano. Una brisa corre calentuzca, que no hacía más que acentuar la sensación térmica. Transitaron un camino accidentado tras un desvío, a cada lado, los campos de trigo se extendian hasta donde alcanza la vista, como un mar de oro líquido.

Lástima que la suma de las escrituras de todas esas tierras no alcance ni para una moneda de oro.

Al final del camino, un viejo molino cuyas aspas roídas a penas podían mecerse por el viento sobre una colina próxima, les da la bienvenida. El camino acaba donde empieza un puente de piedra basta, aun que el arroyo sobre el que se construyó está seco como la paja.

Arroyo Claro es un viejo pueblucho perdido en las estepas paramienses, de una única calle. Sus habitantes no llegarán a dos docenas en el mejor de los casos. Las casas son de madera maltratada y piedra encalada. Algunas tienen pinta de estar en un estado deplorable, pero sigue siendo un techo para cobijarse después de todo.

Como buenos habitantes de pueblo, los curiosos no tardan en salir a mirar quien viene, pues visitas, tienen pocas a lo largo del año. Es común que una vez se cosecha, sean los propios labradores quienes lleven lo recolectado al mercado de algún asentamiento mayor, siempre y cuando puedan permitirse vender algo.

Incluso una vieja escondida tras el visillo de su casa observa a los forasteros. Otros no son tan sutiles y directamente, esperan junto a la vivienda de Conrado sin consideración alguna.

Rostros esperpénticos, de piel morena curtida por el sol y una vida consagrada a la tierra, raro es el que parezca preocuparse lo más mínimo por su aspecto. Sus ropas son tan humildes que no tienen ni pigmentación, de tela basta y desgastada. En comparación, podrían tacharles de nobles.

Otros conocían bien cómo se viste la pobreza.

La casa de Conrado es como la de todos los demás, anodina, pobremente planteada, pero parece sostenerse como debe gracias a esos muros de piedra encalada.

Conrado detuvo el carro y bajó de este.

- ¿Cómo está la ratona? ¿Ha comio ya?

- Sí, madre Babua sah ocupao della. ¿Cualo de estos pijos es el matasanos?

- La mujer, la morena. Rina se llama.

- Buah pues, ¿y los demás?

- Iban con ella, mejor pa mi. No hay quien pase tranquilo por estos caminos con los putos gnolls y los bandios por ahí.

Todos asienten como si tuviera más razón que un santo.

- No me gusta un peo el de las greñas. Ni que vayan armaos. Iré a avisar al padre pa que sepa.

- Veste, veste, y que el viento no te lleve. No hay mal que por bien no venga, rufián.

- Ni te pueh fiar de los leones, a esos no les importa una mierda la buena gente del sur. Eso sí, pa abrir la mano y pedir diezmo, tos somos ciudadanos del Imperio. -Escupió a un lado y se encaminó colina arriba hacia la pequeña mezquita que la coronaba. Una casucha como las demás salvo por la modesta cruz de adorna su fachada.

Mientras hablaban, Hakim advirtió en la parte de atrás de la casa un solitario mulo. ¿No mencionó que lo había vendido para poder pagar a un matasanos?

- Está aquí, en su cuarto. La pobre lo ha pasao mu mal y no mejora. Y por mucho que diga la Babúa, tiene de curandera lo que yo de marqués. Pasar, pasar. No eh un palacio pero uno se puede cubrir del jodio sol. Ya podría caer una miaja lluvia, vaya.

 

Raina se dispuso a examinar a la niña, que estaba hecha un obillo en la cama de paja. Conrado les dijo que hacía ya dos semanas que estaba así, que no quería moverse, tenía mucha fiebre y erupciones por todo el cuerpo. Además, mostraba rechazo hacia las fuentes de luz intensas, manteniéndola en penumbra.

- La rabia no tiene cura, Conrado. Es posible que algún animal la haya mordido.

- ¿Rabia? No. Mi niña no se va a morir como un chucho. Vas a curarla, matasanos.

- No tiene cura, no puedo hacer nada si es rabia. -Insistió-.

Cuando la conversación empezó a coger aires hostiles, el barullo que llegaba de fuera alertó a los tres. Fuera les esperaba el madre Eustaquio Alvarez. Un hombre fofo, de expresión repugnante, labios caídos y papada. Es el encargado de guiar a los feligreses en este pueblo de mal a muerte. Los tiempos desdeñosos y crueles le han granjeado la devoción de todo el pueblo, siendo en consecuencia, la figura de autoridad en el lugar, en una región limada por el viento, los gnolls, los bandidos y la escasa producción de la tierra por las paupérrimas lluvias de los dos años anteriores. Con aires grandilocuentes y autosuficientes, les brindó una frígida bienvenida, y les invitó a que depusieran las armas antes de acudir a la misa a la que todos debían acudir, ya cerca de las doce de la mañana. Hakim se reusó a entregar las armas, pero finalmente lo hizo a regañadientes para evitar que esa turba de aldeados hicieran ropa vieja con ellos. Había algo raro en cómo todos le obedecían, como si fuera la única cabeza que le daba sentido y guía a ese rebaño destartalado y desdichado.

 

Caminaron en silencio hacia la pequeña iglesia sobre la colina, y una vez allí, permanecieron en la última fila acompañados de dos aldeados. Los asientos eran para los fieles, y ellos al parecer, no merecían tal privilegio, junto a Conrado que no quería perder de vista a la matasanos y al chucho que la acompañaba. No era un mal hombre, la bondad de corazón es algo que se aprende a ver en las calles, un sexto sentido que muchas veces te ahorra pasar un día de hambre o un mal encuentro, pero tenía miedo, se le veía en los ojos, y no solo por la chiquilla.

 

La figura del Padre se alzó sobre el atril y con frases cargadas de rencor y sentencias escupidas desde el más sentido fanatismo demente, comenzó su apóclifo discurso. En esa verborrea, el padre sobre el atril lanza frases retorcidas de los santos escritos, que como lodo arroja contra quienes escuchan, intentando que nadie pase indiferente. Convencido de cada cosa, por desternillante que sea.

 

- [...] ¡Una manzana podrida, hermanos! ¡Eso es todo cuanto se necesita! ¡Una sola manzana podrida y el barril entero se echará a perder. Eso fue lo que les pasó a nuestros ignorantes vecinos del norte, confiados y seguros, aun cuando la enfermedad comenzó a propagarse sin control.

 

- ¿Entiendes por que ni si quiera un huerfano que se dedica a robar a los imbeciles quiso quedarse en un lugar como Paramos?- Le susurró Hakim a Raina.

- ¡¿Entonces, queréis salvar el barril?! ¡Tirad esa manzana podrida! ¡Desechadla! -Y ante ese último berrido que ensordece a todo aquel que escucha, los aldeanos se miran unos a otros en silencio. Nadie habla, nadie dice. Ni si quiera Raina te contesta, mirando hacia lo alto del atril, a aquel hombre esperpéntico, sin alzar la barbilla con la misma expresión desalmada de siempre. -Pero si no podéis hacerlo... ¿Quién cargará con la culpa?

Continúa con su salmo, habla del pecado, del castigo y de los impenitentes.

Raina desliza su mirada hacia Hakim, por el rabillo del ojo.

- Hasta los perros son más listos que estas ovejas.

- A mi me parece un loco que se ha aprovechado de un pueblo de mala muerte para hacerse el caudillo del lugar... Hasta yo creo en la jodida Luz, pero esto es absurdo, si tengo que tragarme esto dos veces al dia creo que vomitaré en el altar en algun momento. -Se quejó Hakim.

La misa continuó una insufrible hora y media hasta que finalmente cae el medio día. La tarde es todavía más inmisericorde que la mañana, descargando un abrasador sol sobre todos ellos. Salieron fuera de la iglesia, y formaron corro entorno a los recién llegados y Conrado.

- Recemos porque esta misa haya ayudado a estas almas impenitentes. Ahora qe hemos cumplido con nuestra obligación como buenos samaritanos, tenemos tiempo de hablar. ¿Quién era el médico?

- La mujéh.-Le respondió Conrado.

- En tal caso me disculpo, caballero, pero tendréis que partir de inmediato. En este humilde lugar no hay comida para regalar muy desgraciadamente.

- ¿Qué?-Dijo Hakim al entender que se refería a él.-Nadie ha pedido que se me regale nada.

- Tampoco nos agradan los maleantes, y vos, señor mio, tenéis un alma negra y podrida.-Le dedicó una mirada indiferente, como quien entiende que cosas así son parte de la vida y poco remedio tienen. La excusa de quien al pasar junto a un alma castigada, prefiere mirar a otro lado y echarle la culpa al mundo.

- Eso es lo quee tu dices, Padre. No estoy buscado por ningún delito en ningún lugar del Imperio, si deseas expulsarme de esta aldea, espero que no tengas inconveniente en que vaya a contar como se trata a los viajeros en esta iglesia cuando vuelva. Tal vez llame la atención del arzovispado.

Al Padre se le dibujó una sonrisa torcida y amarillenta.

- No me cabe duda de que lo haréis, mas... Esta tierra es peligrosa, y os disponéis a cruzarla a pie, sin ayuda, sin armas y las manos atadas a la espalda. Creedme que si yo fuera vos, no mancillaría más mi alma. Redimíos ahora que aun podéis.-Antes de que Hakim pudiera volver a responder, Conrado intervino.

- Padre, esto es totalmente innecesario. El zagal no es más que una miaja tonto e impredente. Se le ve trigo limpio, sucio, como tos nosotros, pero trigo a fin y al cabo.

- Conrado, Conrado... Amigo mio. Rezo porque la Luz te devuelva la vista, pues estás ciego. fue decisión tuya la de meter a estas dos ratas en el triguero. ¿Qué razón habría para creerte?

- Adelante Padre, soltadme con las manos atadas a la espalda y sin armas, robandome todo mi equipo además de condenarmee a muerte, pero espero que os asegureis de que no llegue con vida a ningún otro lugar, pues sabes que lo que estas haciendo no esta bien, y tendría repercusiones.

- Asegurarme... Asegurarme, ¿muchacho? La Luz decide hacia dónde nos llevan nuestros caminos, y más importante, cómo serán estos. Yo no soy más que un humilde predicador de su palabra que vela por estas nobles y sencillas gentes.-La multitud, como perros mansos, sentados y jadeantes.

- Él es mi ayudante, le necesito para elaborar mis brebajes y remedios. Si le ocurriera algo me temo que poco podré hacer por la cria. Es recolector, mano de obra, y ratón de laboratorio. ¿Acaso alguno de vosotros se ofrece para probar el remedio antes que la cria?

A Hakim no le sorprendió que nadie se pronunciase.

- Padre... De yo a ti -Conrado se arrimó al padre- deja al zagal. Si la lia, yo mismo lo mandaré a que salude a los gnolls.

- Tú lo has traido, Conrado, tú te responsabilizas de ellos. Si en algún momento resultan ser una molestia o una influencia nociva, los tres partireis de este pueblo para no volver, no se si me has entendido. Tu incapacidad de aceptar el sino de la Luz te marchita, amigo mio... Pero yo, como padre de este rebaño, se lo que es permanecer impotente ante la marcha de un hijo. Si piensas que con ellos podrás aliviar la carga de la muerte de tu hija cuando esta falte, sea. Tienes una semana. Después, ambos se marcharán. Depende de sus acciones el cómo lo hagan.

 

Conrado se inclinó casi rozando el suelo con la barbilla, tan propio como cabe esperar de un campesino que poco sabe de esas finuras. Inmediatamente después tiró de ambos, llevándoselos hacia su casa.

 

El diagnóstico más posible era que la cria tuviera la rabia, pero siendo estrictos, podían ser mil cosas. Acordaron intentar investigar más a fondo, aunque fuera para intentar salvarse el pellejo. Algo raro pasaba en ese pueblucho, se notaba en los ojos vacíos de los aldeados, los discursos dementes del padre y la obvia hostilidad generalizada.

 

Hakim se puso la máscara de médico y los guantes de piel de conejo y salió fuera. Madre Barbua había sido quien había cuidado de la cria, tal vez supiera algo.

 


 

Offrol

Mastereada por @Psique como Raina y Hakim interpretado por @Thala.

Tiradas efectuadas:

Hakim: Defensa, advertir/notar.

Raina: Sanación/hierbas, anatomía, alquimia, advertir/notar.

 

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II

Digamos que el paciente es un virtuoso.

Hakim desde luego, le ponía empeño al menos.

 

La anciana paladeaba tranquilamente bajo la sombra del porche. El día era tan inclemente como el que llegaron, con un sol que picaba en la nuca y secaba la boca nada más abrirla. Y allí estaba él, bajo ese sol abrasador en busca de los huevos que las dichosas gallinas de Babua habían decidido poner fuera del gallinero. La anciana tenía ya una muy avanzada edad, con los consecuentes problemas de salud tales como cataratas, problemas de cadera y de memoria. Hakim esperaba conseguir hacerle hablar sobre la cria, de la que supuestamente se encargaba mientras Conrado tiraba el día en el campo. Le daba de comer y la vigilaba, o en teoría. Posiblemente eran los hijos quienes más atentos estaban a los botes de Margarita, pero hoy estaban ausentes.

Ese endemoniado perro no paraba de arremeter y ladrar contra la puerta del cobertizo en el que lo habían encerrado. Barbua le dijo que hasta hace una semana, el perro era bastante tranquilo y manso, de hecho Margaria jugaba mucho con él, pero desde que la niña cayó enferma, el perro había empezado a comportarse de manera agresiva, mordiendo y ladrando a todo cuanto se encontraba, incluidas las gallinas.

¿Dónde están esos malditos huevos?

Mientras Hakim seguía removiendo los escombros y ejerciendo medidas diplomáticas con el gallo del corral al cual no le hacía gracia alguna la tarea que desempeñaba, Barbua volvió a comentar en voz alta.

- Diego, anda, dejate de juegos y veste a buscar a la chiquilla que nos toca bajar al pueblo a despedir a Juan, que se va a la guerra. Esos gnolls...-Hakim la miró con extrañeza, luego sobreentendió que se trataba de otro delirio.

-¿La chiquilla? No la veo.. ¿Onde anda?-Le siguió el juego.

-Pos en su cuarto, anda veste, que muy lejos no habrá ido a gatas.

-¿Su cuarto? ¿Po no que se lo cambiamos el otro dia?

-Qué dices, bribón, no me marees. La cuna está ande siempre, en el cuarto nuestro. ¿Te enteraste de lo de Joaquin? El de la panaderia. Creome que te lo dije.

- ¿Que? Pa nah, ¿capasao con el?

- Pos que resulta que esos perros deformes no nos van a dejar en paz ni cuando se mueran. Lan mordio y se puso malo. Se le fue la cabeza y tuvieron que atarle. Hasta la demencia la pasan mordiendo. El matasanos de Colina dijo que habrá que llevarselo pallí. No me se como llamó lo que tenia.

- ¿Le han mordido los gnols y sa puesto mal? Vaya.. espero que se ponga de bien. Voy a por la cría.

Cubierto de arena, plumas y restregones, Hakim dejó los huevos en la cocina y salió hacia la calle, de nuevo hacia casa de Conrado. ¿Tendría algo que ver lo que le había pasado al panadero hace tantos años con lo que ocurría ahora? Los aldeanos siempre tenían la palabra "gnoll" en la boca, pero desde la última invasión no era tan fácil verlos, y a día de hoy seguía sin haber visto ni a uno por la zona. Conrado había dado vuelta a la llave antes de irse, dejando claro que no quería que ese forastero andubiera cerca de su hija o que aprovechase su hora de labranza para escaparse con la matasanos, pero este chucho ya había estado frente a muchas cerraduras y esta no era especialmente compleja. Una ganzúa y en menos de diez segundos la puerta gruñó al abrirse.

Conforme se encaminaba hacia el sótano, empezó a escuchar los gemidos renqueantes de la cría enferma. Se acercó e intentó que le dijera algo pero la niña parecía encerrada profundamente en su catatonia, tumbada en la cama pegada contra la pared, huyendo de la luz de la vela. Prefirió dejarla a solas y se dispuso a hablar con Raina, la cual parecía leer y releer ese viejo libro de medicina, de páginas amarillas y márgenes plagados de anotaciones, que intentaba tener siempre a mano para sus consultas. Sabía menos de lo que jamás admitiría.

-¿Algo?-Le inquirió tras escucharlo descender por las escaleras sin apartar la vista del libro.

-Algo he descubierto.-Raina soltó aire por la nariz en un siseo, le miró con todas sus malas pulgas preguntándose por qué le parecía buen momento para hacerse de rogar.

-Qué.

-Parece que hace unos cuantos años pasó algo parecido. Al hijo del Panadero le mordió un Gnoll y se puso parecido a la cria, se lo llevaron a Colina por orden del medico de allí, además, el perro de la vieja se ha puesto terriblemente agresivo desde que la niña se puso enferma, incluso mordió a alguien del pueblo. Ah, y la niña esta despierta, pero casi parece estar viendo alucinaciones o pesadillas, estaba ahora mismo consciente, asustada de.. a saber qué.

-¿Ponerse parecido a ella en que sentido?

-Y yo que cojones se, tu eres el medico. Se puso mu enfermo. Se me pega la forma de hablar de estos paletos. Segun la vieja le pegó " la demencia" y luego se puso muy malo.

-No me ayudas diciendo "parecido a ahora" si no me dices en qué se parece, chucho.

-Espera, ahora me tiro un cuesco y viajo al pasado para ver que pasó. Manda cojones.. ¿Cuantos detalles crees que puede dar una vieja que no sabe ni en que año vive? Ya te he dicho que el perro se puso agresivo desde que la niña esta enferma, yo diría que rabioso. Ademas, la cria esta despierta, ve a hablar con ella y preguntale lo que demonios necesites saber con tu puta exactitud.

-No me calientes, Hakim. -Le advirtió con los dientes apretados, luego bajó la mirada de nuevo al libro. Tras una pausa, continuó- Los gnolls también trasmiten la rabia que yo sepa, pero hace mucho que no se les ve por esta zona desde que intentaron invadir la zona norte de Páramos. De todos modos, si es rabia, la chiquilla está muerta, y nosotros también. Buscaré en mi libro alguna referencia de los gnolls, pero necesito más evidencias. Algun sintoma. Espera, los aldeanos mencionaron los bandidos y los gnolls, ¿verdad? Preguntale a ese desgraciado en cuanto vuelva. Voy a ver a la cria.

Ascendieron por las escaleras, y a la orden de Raina, Hakim cerró la puerta de la habitación de Margarita. Seguía en esa posición, con la mirada perdida pero parecía consciente. Raina se colocó la máscara de médico y se retiró uno de los guantes. Los ojos de vidrio de la máscara reflectaban el bailoteo de la vela, la única fuente de luz en el cuarto.

- Está peor que ayer, y veremos qué tal mañana si es que sobrevive. No consigo estabilizarle la fiebre, pero hace un rato parecía catatónica, no alterada de esta forma.

- Cuando he llegado ya estaba así.

- Ya.

Era difícil que Hakim sintiera que estaba ayudando. Raina no era especialmente buena a la hora de hacer sentir recompensado a alguien por sus logros o por su esfuerzo. Sin cuidado alguno y con brusquedad, le giró la cabeza a Margarita y le hizo encarar la vela. Nada más su mano desnuda le retiró la débil protección de su flequillo, empezó a debatirse y a chillar como si fuera una gallina que estaban pelando viva. Un par de forcejeos y seguidamente, Raina se puso en pie tirando la silla al suelo por el movimiento seco y empezó a lanzar maldiciones mientras le acercaba más y más la vela a Margarita.

-¡Malnacida!

Hakim empezó a tirar de ella para sacarla de allí, ¿qué bicho le había picado?

-¡Basta ya! ¿¡Es que quieres que piensen lo que no es?! ¡Vamos fuera!-Le costó unos cuantos tirones sacarla del cuarto, pero lo consiguió finalmente.

-¡¿Pero qué te pasa?! ¡¿Quieres que piensen que le estamos haciendo algo a la cria y nos quemen en la iglesia o qué?!

-Me. Ha. ¡Mordido! A mi nadie me muerde, ni una puta cria, coño.

-¿Pero estás bien? ¿Tienes fiebre?-Su diagnóstico de médico de nombre le empujó a quitarle la máscara a Raina y tomarle la temperatura, gracias a lo cual se llevó un bofetón.- Si sigues así, vamos a tener que salir por patas, ¿lo sabes?

-Me importa una mierda.-Si que se había ofendido, si, y cuando Raina se encabrona pierde todo juicio.

-Pues a mi no me importa una mierda.-La cogió casi en volandas y se la llevó de vuelta al sótano, no sin recibir un par más de manotazos y zarandeos, como si fuera un perro mal enseñado del cual tira de la correa. Ladridos, amenazas e insultos, la tónica de siempre en esa preciosa relación. Pero finalmente, consiguió bajarla al sótano.

La pegó contra la pared, presionándola con su propio cuerpo para inmovilizarla lo mejor que pudo, tanto para evitar que volviera a subir para tomar venganza contra la pobre cria como para evitarse agresiones en las partes más vulnerables.

- Me encanta cuando te pones rabiosa, -posó la mirada sobre la mano herida de Raina, no era la mordida de un perro pero había conseguido abrirle la carne y hacerle sangrar tenuemente, además, tenía todo el dorso pringado de babas como si la hubiera mordido un perro con rabia.-¿Pero estás bien?

-Tsh.-Fue lo más elocuente que dijo al respecto, con los dientes apretados.

-Bien...-aflojó un poco la presa-Éstas son nuestras opciones: se te pasa el cabreo y seguimos el trabajo, te quito el cabreo y seguimos el trabajo o nos piramos en cuanto podamos.

Raina retrajo la mano como si fuera a pegarle un bofetón nada más Hakim aflojó la presa, solo por el placer de verle pegar un respingo para ir a defenderse. Pero el gesto quedó simplemente en recochineo.

-No podemos irnos, ¿a dónde? Estamos a tomar por culo de todas partes.

-Tsh... Pues acabemos el puto trabajo, ya estoy hasta los huevos de Páramos. ¿Te ha servido de algo mirar a la cria entonces?

-No, sigue igual que ayer. Sensibilidad anormal a la luz, las retinas amarillas y úlceras por todo el cuerpo, catatonia, fiebre elevada y salivación profuda. Es puta y jodida rabia.

Los gritos de la cría seguían escuchándose desde el piso de abajo.

-¿Y cómo demonios se cura-no tendría que callarse?!

-¡No tiene cura! -Le gritó en la cara.-Solo si tienes dinero para permitirte que te atiendan en un hospicio religioso siempre y cuando esté en sus primeras fases. Pero no es el caso.

-Me cago en tu puta idea de aceptar trabajos de mierda.-Le reprendió de malas maneras.-¿Y si no tiene cura qué cojones hacemos? Se supone que este tipo de mierdas son tu trabajo, no tengo ni idea de qué hacer con esto.

-Aunque muy probablemente sea rabia, no es una certeza absolita. Mientras siga viva tenemos tiempo. Dijiste...-Armó una pausa, intentando calmarse.-Algo de un perro. Gnolls. Preguntale al idiota de... ¡quien sea! si hay colonias cerca.

-No esperarás que vaya a cazar gnolls sin armas, ¡¿verdad?!

-No. Me haces falta.

-¿Te hago falta para que exactamente?-Se cruzó de brazos a la defensiva.-El pueblo parece un desierto, pero supongo que quedará alguien aparte de la vieja y el cura.

-Necesito que vayas a ver a la vieja, y te fijes en su hijo. Por si ves algún sintoma parecido en él a los de margarita. Y... Joder, alguien tuvo que verla deambular por los alrededores, tal vez fue a algun sitio donde pilló la "rabia". Tienes trabajo que hacer.

 


 

Offrol

Mastereada por @Psique como Raina y Hakim interpretado por @Thala.

Tiradas efectuadas:

Hakim: Advertir/notar, Buscar.

Raina: Sanación/hierbas, anatomía, alquimia, advertir/notar.

 

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III

Tras la misa del amanecer, los aldeanos comenzaron a desperdigarse para atender sus deberes en el campo, desapareciendo así todos los hilos de los que tirar hasta que volviera a caer el sol. El calor seguía siendo sofocante, poco más se puede esperar del verano parameño. Hakim terminó sentándose en la calle principal a la espera de que el bullicio retornase. Para su sorpresa en la entrada del pueblo alumbraron unas figuras, dos jinetes a caballo que parecían bien saber a dónde ir. Recorrieron la calle principal, pasando por su lado no sin quedársele mirando. La colina de la Iglesia resultó ser su destino. Descendieron de los caballos y entraron dentro. Como buen perro chismoso y aburrido, Hakim les siguió con disimulo para ver qué podía ofrecerles un pueblucho como ese a ese duo. Se apegó contra la fachada de la iglesia y alcanzó a oir la conversación.

-[...] La discreción aquí es tan necesaria como ponerle un vestido a una vaca. La mitad de tus paletos no sabe ni contar hasta séis.

- Ya sabes a qué venimos. ¿O te lo tenemos que repetir?

- Hijos, no hay necesidad de andarse con asperezas. Todo está dispuesto y nadie hace preguntas.-Tras la respuesta del padre, los pasos y el eco deshicieron la forma de las palabras mientras se dirigían hacia la parte de atrás, más irregular, como una casa malpegada contra la Iglesia que bien podría ser el hogar del Padre Eustaquio. Hakim se deslizó desde fuera a la parte posterior, encontrando una ventana abierta desde la cual poder seguir escuchándoles.

- [...] Así que murió.

- Desgraciadamente, las fiebres y la edad se lo llevaron. Su hija está desconsolada pero a todos nos llega el momento.

- Me caía bien el viejo tabernero. Lo suficiente para haberle hecho un favor y cortejar a su hija. Mira que es guarra.

El otro hombre rió.

- Caballeros, les pido que moderen su lenguaje en la casa de la Luz.

- Yo solo veo la casa de un viejo que más le vale darse prisa. Tolomé no tiene paciencia, nosotros tampoco.

Luego, sonidos de cosas revolviéndose en un baúl.

- Todo vuestro, y decidle a Tolomé que no se preocupe, me ocuparé de que los recursos lleguen a donde deben.

- ¿Y los paletos?

- No harán preguntas.

- Las ovejas no hacen preguntas, ¿uhm? Estos son los tratos que me gustan, nadie pregunta y todo sale como debe.

Las voces volvieron a dejar de oirse mientras de nuevo, recorrían la iglesia. Hakim asomó la cabeza tras la ventana, y en ese baul entreabierto encontró el brillo del acero que le habían requisado el primer día. No pudo resistir la tentación y con inusitada sutileza, entró dentro y recuperó sus armas. Mientras tanto, los hombres se despidieron del cura en la entrada, se subieron a sus caballos e hicieron escala en la taberna del centro del pueblo antes de volver a partir.

Cuando Hakim entró dentro, encontró a la hija del difunto tabernero arrinconada contra la barra por uno de ellos, mientras el otro se servía libremente de una botella que posiblemente ni había ni iba a pagar. La situación se puso tensa, pero para evitar dar de qué hablar y no perder mucho más el tiempo al ser descubiertos, se marcharon por donde vinieron. La mujer le dedicó una sonrisa cándida empañada por las lágrimas. El chucho había encontrado un sitio donde pasar la noche cómodo y agusto.

Maribel poco sabía sobre Margarita, salvo que hace unos días se había peleado con otro niño y le había arrancado una oreja de un mordisco. Su padre había muerto de unas fiebres repentinas después de volverse medio loco. Cuando le preguntó por los animales o seres que moran el territorio, la palabra gnoll salió a flote. Al parecer hace una semana larga se había avistado a un grupo nómada no muy lejos. Avisaron a Colina del Centinela para que solventase el problema.

Le prometió que volvería después de cenar para no llamar la atención.

De vuelta en casa de Conrado, escuchó a Margarita llamando a su padre. Ese lamento lloroso le encogió el corazón y le convenció para que se acercase. Seguía sin ser capaz de moverse tan siquiera para beber agua, pero presumiblemente volvía a estar consciente.

- No Margarita, no tu padre aun no ha vuelto, volverá pronto

- ... A-agua...-Hakim le sirvió un poco y continuó.

- ¿Crees que podrías responder algunas preguntas Margarita? Margarita.. ¿Puedes decirme si recuerdas que te pasara algo antes de enfermar.. Te mordió algo.. una serpiente, un perro.. te atacó un gnol..? Bebiste o comiste algo diferente o raro?

- ... Debe odiarme... Le dije que... Volvería...

- ¿A dónde?

- ... Ella me da miedo...

- ¿Raina? Entonces habla conmigo.. y no tendrás que verla a ella..

- ... Tengo que...-Comenzó a toser pesadamente-... Pero no puedo... ¿Lo harías...? Por favor... Está solo, me necesita...

- Que quieres que haga..? Dime, yo lo haré por ti.

-... Le dejé solo... Estaba malito... ... No se lo... Digas a papá... El molino... Ahí... ...

No volvió a responderle, una corta conversación era suficiente como para agotarla durante horas. De algo habría servido.

Raina no estaba en el sótano.

Conrado le advirtió que si dejaba que saliera, ya como recomendación, era probable que alguien del pueblo le hiciera daño. La presencia de ambos forasteros no le agradaba al padre, y si a él se le atragantaba alguien, el pueblo hacía suya la molestia. Hakim salió al exterior en su busca, encontrándola con la máscara de médico y hasta las cejas de sangre. Casi parecía que le habían reventado una rata en el pecho.

- Japuta, ¿qué has hecho?-Le inquirió al verla entrar en la casa.

- Ya te dije que iba a por ella, no hay nada de lo que preocuparse, Conrado.

- ¿Cómo que no? ¡Si parece una puta carnicera!

- Fui a ver al chucho de Barbua, el hijo no lo sujetó bien. En este pueblo la demencia corre como el vino, pues no contento con matarlo por habérsele girado para morderle, lo golpetó hasta destrozarlo.

- Vaya... ¿Entonces el perro lo tenía y se lo pasó al dueño?

- ¿Dices que ha triturado al chucho por morderle? ¿El joputa de Gero?-Conrado seguía confundido, sorprendido.

- En algún momento habrá que atar a ese tio a una cama antes de que haga daño a alguien.

 

Raina bajó las escaleras hacia el sótano, Hakim la seguía.

- Cuéntame, chucho.

Hakim le narró todo lo que había pasado en el día, lo que había descubierto, salvo los detalles con la tabernera. Le habló sobre los extraños que se habian reunido con el padre, sobre donde estan las armas, sobre la conversación y todo lo que ha pasado, comentandole que mañana espera que la gente estuviera mas dispuesta a hablar, y le preguntará al niño, tal vez al hijo de Babua y a la hija del tabernero sobre su padre, y cualquier cosa que puedan decirle de los Gnols.

- Del hijo olvídate, tiene peores pulgar el dueño que el perro, y bastante más fuerza.

- ¿Te ha hecho algo ese paleto?

- No, pero amenazó con follarse mi cadáver si lo del perro había sido por nada. Los hombres y vuestras amenazas.

- Solo importan si somos capaes de cumplirlas.

- Todos sois iguales.Necesito más evidencias... Lo del perro me ha jodido bien. Sigue buscando, he encontrado la forma de estabilizar un poco a la pulga de Conrado, lo suficiente para estirar un par de días sin que vaya... Demasiado a peor.

Cuando salga el sol iré a mirar que demonios hay en el Molino, tal vez ahi empezó todo.

- La Luz te oiga.-Raina se cubrió los ojos con la mano, como si le atenazase una insidiosa jaqueca. Movió la mano largando al chucho de vuelta al cobertizo.

- Tomate algo, no vayas a ponerte tu igual que ellos, eh? Si tu te pones malas, estamos jodidos. Y te aviso que me pondré a darte todos los brebajes raros que encuentre, alguno te hará algo.

- No es más que una pequeña infeccion. ¿El chucho se preocupa por la loba? Qué encantador.

Alguien tiene que hacerlo si a la loba no le llega la conciencia minima.

- Cuéntale cuentos de amor a Conrado, le interesan más que a mi. Tendrás valor de decir que no te tengo hasta los huesos. Perrito.

- Que te jodan.-Le ladró, marchándose con malos humos, pero no al cobertizo.

Una vez en la calle miró hacia la taberna. Hoy dormiría cómodo.

 

 


 

Offrol

Mastereada por @Psique como Raina y Hakim interpretado por @Thala.

Habilidades utilizadas:

Hakim: Advertir/notar, Buscar, Sanación/hierbas, Sigilo, Rumores.

Raina: Sanación/hierbas, Anatomía/cirugía (humanoides), Anatomía/cirugía (cánidos), Alquimia.

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I

No le costó demasiado despertarse temprano, años de practica y una cama no demasiado cómoda ayuda, también el casi afisxiarse con los brazos de Maribel abrazandole como si su vida dependiera de el. Se libró como podía de la muchacha tratando por todos los santos que no se despertase.

La ventana que da al sótano debía estar amparada por la penumbra, pero una tímida luz titilante bañaba el sucio vidrio. A esas horas debería haberla apagado, eso quiere decir que seguía despierta.

Raina tiene temperamento, y es tan aleatoria como el resultado de los dados en un cubilete. A veces se comporta como si sus sentimientos fueran eso, aleatoreidad, salvo cuando el insomnio le muerte tan fuerte que hasta el hombre más robusto maldeciría por su suerte. Estaba casi en la misma posición en la que la dejó, echada prácticamente sobre la mesa sentada en esa vieja silla, mirando las mil hojas de un libro que ya no tiene márgenes para amparar la Luz sabe qué reflexiones. Una mano haciendo sombra a sus ojos, la otra frotando entre pulgar e índice la esquina superior de la página que revisa distraidamente.

No le ha oido, ni él mismo se había oido caminar, pero en cierto instante de distración, separa la mano de su frente y sus ojos se caen en los suyos al otro lado del vidrio. Y aun con la imagen deformada que le daba el vidrio de ella, sus ojos casi parecían reflectar el amarillo de la llama del candil.

Ni parpadea, solo le miraba, pero de una manera peculiar. Tal vez sin el vidrio de por medio sería más fácil darle la razón en que esa expresión calma y "humana" que tiene ahora mismo no es más que una apreciación por culpa de la ventana. Que tras él, estarán los mismos ojos que le brindaban tanta clemencia como la peor de las tormentas en la que había decidido perderse.

A Hakim se le dibujó una sonrisa curiosa. Tanto maldecía el "engreído" color ambar de sus ojos y ahora teñían los de ella. Se dejó caer en el suelo del sótano tras abrir la puerta. Se fijó más concretamente en el gris de la mirada de Raina, buscando un retazo de otoño. El gris es un color apático pero envidioso, que encuentra divertido repetir el color frente al que se encuentra. Cuando hay oscuridad, serán negros, cuando los rodeen un denso bosque, verdes. Pero por si solos, no son más que una aburrida indiferencia, carente de carácter propio. Tan vacíos como un largo pasillo que desemboca en una sala llena de negrura. Y allí es donde parecía encontrarse ella, al otro lado de ese camino otoñal, ámbar, que son los de él.

Lo miraba con una fijeza inclemente, en mudo silencio.

- ¿Te rehuye el sueño? -Le preguntó con voz grave mientras ladeaba la cabeza. - ¿O es que ahora eres la madrugadora de los dos?

Raina frunció el labio inferior, tira de él con sus dientes apartando la vista un momento para incorporarse. Cerca, demasiado cerca. Ni un parpadeo le regalaba su mirada, una que por ser peculiar el día de hoy, diferente a otros días, parece trasmitir un algo que por desconocimiento, Hakim no sabía ni qué es. ¿En qué cara habrán caido hoy los dados? Porque hoy parece extrañamente... "menos ella". Se le acercó con suavidad, como si destapase lentamente a un niño, sin querer sobresaltarle. Sus ojos se quedaron en sus labios, o en su nariz, o en su barbilla. Luego notó su mano contra el vientre, y escuchó su respiración que despuntaba en dos quedas inhalaciones, como si oliera algo en él.

Hakim le miraba algo ensimismado, al menos hasta que empiezó a olisquearle. Entonces te sujetó la mano y le acarició el dorso.

- No creo que ni la puta Luz sepa que te has tenido que tomar esta noche, ¿uh?

Raina alzó mucho la barbilla mirándole con los ojos entornados en agudas espinas. Casi roza su barbilla contra la de él. Ya desde esa distancia, al chucho le llegaba el inconfundible olor a whisky. Tal vez estaba borracha. Pero ya la había visto ebria antes, y nunca, jamás, era así. Ni tampoco tan callada.

La mano que sujetaba se desliza suavemente por la suya, pidiendo permiso no para golpearte, ni para quitartela de un manotazo sino para entrelazar sus dedos contra los tuyos. Hakim no le negó el gesto, acortando incluso la distancia entre ambos.

- Vaya.. ¿la loba quiere arrumacos..? Creo que has probado algo nuevo.

Raina deshace el suave balanceo de su cabeza, de su barbilla, apegando su nariz contra el dorso de la de él, cruzando ambos rostros para... ¿olerle? Respira su aroma con los ojos cerrados, dejándose cautivar por él como si fuera un ramo de flores silvestres, o más bien, un aroma único. Un perfume. No es ruidosa, ni brusca, sino fluida y abstraida, blanda.

Algo quería, o pretendía. Ese perro callejero ya la conocía lo suficiente como para notar la mala espina. Guardó una leve distancia mirándola extrañado.

- ¿Ahora es cuando me dices que necesito un baño? -Su mirada voló hacia la mesa, intentando ver qué se había tomado, por si acaso aún le quedaba algo que pudiera agenciarse. Pero sobre la mesa no parecía haber nada sospechoso. Los alambiques burbujeaban y derramaban su contenido a través de sus cuellos deformes. Cosas de la loba. Al retirarse, ella le siguió como si estuviera siguiendo su estela.

 

Empezaba a sentirse inquieto, incluso cuando era agradable con él daba mal rollo.

- ¿Raina? - Raina deslizó su nariz a través de su cuello hasta el filo de su mandíbula, volviendo a encontrársela de frente tras ese errático paseo por su piel, con los ojos entornados en ese bosque otoñal que tanto despreciaba.

- Hakim. - Le respondió en un susurro ronco, dejando que su aliento se posase contra sus labios, invitándole a buscarlos. Y así hizo, respondiéndole en un roce que a medio camino rectificó volviendo a centrarse.

- Dime...

- Hueles... -Y volvió a bañarse en su aroma, como un perro buscando el conejo. Estaba rara. Demasiado.

- ¿A... qué? -Decidió seguirle el juego, pasivo, dejándose oler.

- A quien. - Hakim sonrió sarcástico, entendiendo, pero aún así era raro que lo tuviera tan claro. ¿De dónde esa hipersensibilidad olfativa?

- ¿Acaso importa?

Se esperaba un mordisco, un ladrido, pero Raina lo único que hizo fue retirar su hocico y volver a mirarle. Le titubea la mirada, como si lo dicho hubiera conseguido enturbiarla por culpa de una pregunta nacida de la inercia y la nula premeditación. El único hallazco que desde que la conocía parecía haberle perturbado esa expresión imperecedera. No responde. Su ceño se frunce de rabia, ¿o de decepción? O tal vez la apena, mientras Hakim tan solo ve como le palpita el desconcierto. Una mezcla de todo que decidió dejar ir o morir, así que se la arranca con el primer brillo de impulsividad arrojándose contra él en un beso furibundo. Envidioso. Como su mirada. Como el gris.

Quién sabe si por sorpresa o culpabilidad le siguió el beso. Podría preguntar un por qué, pero, ¿para qué serviría? Era odiosa la mayoría del tiempo y cuando se dignaba a contestar lo hacía de manera confusa y retorcida, un desprecio al que ya estaba acostumbrado, así que simplemente aceptó el regalo que parecía haberle tocado hoy. No se cuestiona por qué los dados le sonríen en su noche ganadora.

Tan flaca, tan poca cosa, que podría resumirse en dos ojos enormes y muy malas intenciones. Cada uno de sus huesos descritos bajo la fina piel buscaba apulañarle o repelerle mientras tiraba de ella. Y se lo preguntarían si supieran qué vio en tan desgraciada criatura que pudiera llegar a gustarle. Tal vez ella ya se lo había preguntado, pero incluso después el reflejo inmediato de su pensamiento sería verla reirse cruelmente de él, de sus sentimientos, de su desgracia. Es la dicha del perro apaleado. Una costilla rota es poca cosa en comparación al vacío que deja el hambre, y ella sabía tan bien rompérselas como cosérselas, y mantenerlo enganchado ofreciéndole cosas que a nadie más se le ocurriría.

Un trago, un chute, una muerte lenta o una rápida. Y ahora, justo ahora por algún motivo, actuaba como una amante que no quiere que su amigo olvide el sabor de sus labios al notar el regusto de los de otra.

¿Por qué tenía que ser siempre así?

Siempre dándole un segundo motivo que ahogar en el fondo de un vaso.

Pero ya le reprocharía o le preguntaría más tarde si llegase el caso. Era mejor capear el temporal primero. Pero desde luego no dejó pasar la situación sin divertirse. Raina parecía estar atrapada en un bucle del que no salía, tropezándose con sus labios cuando en otras situaciones ya hubieran pasado a devorarse como lobos. Y empezó a negarle el tropiezo.

Un desaire hizo que le clavase la palma en la frente, obligándole a pegar la nuca contra la pared del sótano, impidiendo que siguera rehuyéndola. Hakim vio que el brazo de Raina, el cual había vendado hace unos días por el mordisco que le dio la niña, ahora el ventaje le subía hasta casi el hombro.

- ¿Estás bien? Eso no tiene buena pinta.-Con el candil ahora iluminando directamente el rostro de Raina, vio una pigmentación en sus retinas, amarillenta, como la de los borrachos, pero es algo que se cultiva con los años no de la noche a la mañana. La pregunta bastó para que cediera la presa y ganase distancia con él.

Se había contagiado.

Recuperó su camisa y se marchó con malos humos y susurrando maldiciones.

- No salgas de aquí, volveré pronto.

- Ten cuidado.

- Sí, el mismo que tú.-Respondió en un bramido, era lo que le faltaba.- Más te vale que no hayas pillado lo que estos desgraciados. Más te vale que sólo tengas algo raro de cosas del clima, porque como caigas tú también te juro que te asfixiaré hasta matarte y me follaré tu cadáver hasta que se te caiga la piel, jodida loba de mierda.

Saltó hacia la ventana al ras de la calle para salir airado hacia el pueblo.

- Yo también te quiero, chucho.-Voz ronca, cansada, menuda se pillaría aquella noche. O tal vez estaba peor de lo que parecía como para decir tal cosa sin propósito de burla.

- Duerme de una puta vez. - Es lo ultimo que oyó antes de que desapareciera.

 


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Mastereada por @Psique como Raina y Hakim interpretado por @Thala

Tiradas efectuadas:

Hakim: Advertir/notar, Buscar, Sanación/Hierbas, Sigilo.

 

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II

El tañir de la vieja campana anunciaba el inicio del nuevo día, poco antes del alba y de que las gentes humildes acudieran a atender sus castigadas y entregadas vidas a la tierra yerma. El oceano de trigo se mecía con la brisa calentuzca que soplaba. Hakim no tuvo más remedio que posponer sus planes de seguir investigando, pues aunque ahora el tiempo resultaba apremiante, la ley del pastor es indiscutible para su ganado. Junto al resto de ovejas, acudió a la humilde mezquita de la colina, frente a cuya puerta esperaba el inclemente diligente de toda aquella demencia.

Había aprendido algo de la loba. Mucho, de hecho.

Ya no le echaba la culpa a la edad o a males de ojos a las afecciones. Ahora entendía cómo se transmitían las enfermedades más típicas, y qué es un síntoma de lo que no lo es.

Los pueblerinos acudían con ojos amplios y ojerosos.

Retinas amarillentas.

La hostilidad les perseguía como la miseria.

Tal vez era cuestión de tiempo de que acabase enfermo, así que siguió sus indicaciones. Se tapó la boca con un pañuelo y no tocó nada ni a nadie sin guantes. Lamentablemente lo primero era algo que sacrificar en la casa de la Luz.

Las primeras filas estaban ya ocupadas por los más entregados, y el fondo, frente a la puerta, custodiado por los dos paletos más toscos del pueblo. Y allí iba él, quedándose junto a Conrado cuando este apareció sujetando el brazo de Raina, la cual tenía la mirada ausente y el rostro prendido por las fiebres.

Pero estar enfermo no era excusa para desatender las demandas del padre.

En todos aquellos rostros perdidos pudo empezar a imaginar la cadena que esparció la enfermedad. La niña trajo la enfermedad, la cual contagió al perro de Babua y la extendió a sus hijos. Al estar en contacto con todos los del pueblo en las misas, todos compartiendo el vino consagrado. La saliva, la sangre, los fluidos, todo es un conducto de transmisión para la enfermedad y la podredumbre.

La niña trajo la peste y la fé la extendió.

Nadie había cuyos ojos no insinuasen una incipiente enfermedad. En algunos casos incluso mostraban sarpullidos en los brazos.

Hakim contuvo la respiración.

La misa comenzó como es usual, y ninguna de esas monsergas deformadas llamaron su atención, salvo…

- [...] ¿Cuánto ha de pasar para que nuestros ojos se enclarezcan y vean? Todos nosotros, estamos manchados por la mácula del pecado y la indecencia. La tentación es el peor de los consejeros. Y me apena que cada vez más y más de mis hijos sucumban ante sus apetentes encantos ponzoñosos. ¡La Luz nos está poniendo a prueba, hijos mios! Desde el momento en el que el mal adoptó una forma inocente, las desgracias se han sucedido sin pausa alguna. Nuestro querido hermano Auguste, cuya hija aún llora por la demencia de sus últimos días y muerte inmisericorde, aún pesa sobre nuestra alma. El hijo de los Olivar, hoy ausente, reposa en cama presa de una terrible fiebre. Nuestros animales enloquecen y se atacan entre ellos. Muerden la mano que les da de comer. Y la sequía y el sol hostigan nuestros campos. -Los cuchicheos comenzaron al momento.- Pero, ¿qué hay de nuestra alma cuando el cuerpo enferma? La desesperación hace que algunos tomen decisiones irracionales y peligrosas que atentan contra la seguridad y bienestar de este poblado. -Sus ojos lechosos cayeron sobre Conrado.- Atraen la fábula e indecencia de la ciudad, la injusticia y vicio de las calles. Nos las arroja y contamina. Es el precio a pagar por querer sanar al árbol enfermo en lugar de aceptar que no hay salvación posible. Maribel... ¿Qué tienes que decirnos?

Si había una mínima probabilidad de haberse ganado su favor, se esfumó de golpe. La muchacha con los ojos pesarosos y nublados se dispuso frente al altar y con voz quebrada comenzó con sus lamentos.

- Estoy aquí, frente a vosotros... Para suplicaros vuestro perdón. - Curioso era que los labios del Padre casi invisibles se deslizasen como los gusanos en la carne al son de los de Maribel. Esa monserga tenía un artífice y no era esa muchacha. -Porque soy débil y miserable, y he pecado. He cedido a la lujuria y he... He…- Sollozó. -Manchado mi virtud y mi alma con un desconocido..

A momentos desesperados, medidas desesperadas. Prediciendo lo que sucedería tras la evidencia, se apresuró a tejer un hechizo en voz baja. Nadie, ni siquiera Raina se percató del sencillo hechizo que desencadenaría el caos consecutivamente.

- ¿Quién? ¿Quién es el esclavo de la maldad que te instó a ello, Maribel? Dínoslo.

Mientras el tímido dedo de Maribel se alzaba para señalar a Hakim, las sombras que proyectaban las velas en la lúgubre iglesia comenzaron a danzar. La sombra del Padre se alzó indómita y maliciosa, monstruosa, mientras su dedo se alzaba como lo hacia el de Maribel, como si la muchacha no fuera más que una marioneta. Ante la tremebunda representación, empezaron los gritos y se desencadenó la histeria colectiva. Todos se levantaron de sus asientos, hasta los más fieles y corrieron hacia la puerta por sus vidas, mientras Hakim vociferaba que el maligno que habitaba entre ellos era el que hablaba de fé y esperanza en realidad.

- ¡No, hijos mios! ¡Quedáos conmigo! ¡NO, NO, NO!-No entendía lo que había ocurrido a sus espaldas, pero más ilustrado que un puñado de campechanos que en su vida habían visto magia alguna, no tardó en imaginar el ardiz de Hakim. Pero era tan fuerte como la unión de su pueblo, la misma que corría como pollo sin cabeza al resguardo de sus hogares.

Desgraciadamente lo que ya no le pertenecía por medio de la fé, seguían siendo suyo por dinero, y los dos bandidos habían vuelto, reposando junto a la valla con sus dos caballos esperando que la misa se disipase para tratar asuntos con el Padre. Aunque no esperaban semejante espectáculo.

- ¡Cogedlo, matadlo! ¡Ya habrá tiempo para explicaciones después!

Eustaquio azuzó a sus perros, y los dos bandidos corrieron tras Hakim para darle caza. La Luz sabe que Hakim por suerte, corrían más que ellos. Corrió como un diablo entre las casas y consiguió encerrarse en la de Conrado, el cual le dejó pasar, cómo no.

- ¡Qué ocho cuartos haces, mamonazo! -Contuvo la puerta con su ancha espalda mientras los bandidos seguían golpeándola intentando entrar.-¿Es que no tienes cabeza? ¡Que van armaos, joputa!

Como si eso importase -Hizo girar una de sus espadas cortas en la mano para darle más énfasis a sus palabras- Suelta la puerta y corre como un maldito galgo, yo me encargo.

- ¡Estás loco!-Es lo único que le bramó y tras unos instantes de duda salió corriendo hacia el cuarto de Margarita, tomándola en brazos y saliendo de la casa por la puerta trasera.

Los bandidos seguían intentando tirar abajo la puerta, así que mientras las viejas visagras daban sus últimos momentos por la causa, Hakim se situó a un lado, esperando.

La madera vieja no tardó en troncarse y caer con un estruendo seco contra el suelo. Aprovechando la distracción de la puerta trasera abierta, Hakim se deslizó tras uno y le atravesó con su espada las entrañas.

- Jo-joder… -Dijo el otro mientras veía como su compañero caía al suelo con la barriga abierta. La pistola de chispa que llevaba en la mano izquierda cayó al suelo con un ruido quedo cuando le faltaron fuerzas para mantenerla en vilo. Atacó, presumiblemente, al que debía.-¡Vas a desear no haber nacido!

Uno fuera, quedaba el otro, y aunque no tenía armas de fuego, se movía tan ágil como él. Entre rateros había poca diferencia al menos en este caso. Pero finalmente el arma del bandido abrió una herida fea en el costado de Hakim, clavando su arma de paso en la pared de detrás. Lo tenía…

Se le dibujó una sonrisa triunfante, un tajo y estaba acabado, pero perdió de vista la gemela y con ella, Hakim le dio una muerte tan miserable como a su compañero.

Quedó erguido, manchado de sangre, suya y ajena.

Un puto loco adicto a la adrenalina.

 


 

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Mastereada por @Psique como Raina y Hakim interpretado por @thala

Habilidades utilizadas:

Hakim: Advertir/notar, Sanación/Hierbas, Defensa, Reflejos, Ilusión básica, Espada ligera, Atletismo.

 

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III

Una punzada de dolor, un mareo repentino. Borrones y sombras. Ruidos y palabras.

Pocas veces le dolió tanto subir a la superficie de un sueño profundo. Un bofetón en herida abierta. Fuego en los pulmones. Se queja y se revuelve. Mira, se pierde.

Pero alumbra.

- ¿Qué ha... pasado? A-agua...

Allí está ella, intuye. Una caricia que tira de su pelo, de su párpado derecho. Raina se desliza a un lado cogiendo un vaso de la mesa, poniéndoselo entre los dedos y empujándolo un poco hacia arriba como indicación final.

- No es momento de putos arrumacos, joder.-Ladra Conrado, con los brazos cruzados y la espalda contra la pared. Raina gira la cabeza con un barrido repentino de su cabellera. Le mira mal, y responde a su ladrido.

- ¿Por qué no te callas la boca, puto paleto? Te estoy escuchando, ostia.

- Relaja, yegua, no empieces con las coces.

Hakim halla un oasis en el desierto. Cuando se le moja la garganta y sus labios agrietados por las fiebres se mojan, casi halla placer en la simplicidad más anodina.

- ¿Qué... ha pasado? ¿Cuánto?

- Llevas echándote la siesta día y medio. -Responde Conrado hosco.

- ¿Un día...? ¿Y los bandidos? ¿Y el cabrón del cura? -Hakim abre mucho los ojos cuando el torrente de recuerdos vuelve a él, buscando incorporarse con tal brusquedad que hace daño.-¡El molino! Tengo que ir... al molino.-Gruñe entre dientes, no hizo falta que Raina le instase a tumbarse de nuevo. El dolor hablaba por sí mismo.

- Los bandidos están tos muertos, zagal, menuda tunda. Eh, no grites ostia. Qué dices de molino.

- El cura intentó escapar, pero se lo impedimos. Lleva encerrado en la iglesia desde entonces. Lástima del penco que usó para marcharse.

- To el pueblo sigue cagandose con pensar en acercarsele. Yo lo quemaba en la puta plaza, pero son una sarta de cobardes.-Dio un trago a morro de la botella que llevaba en la mano, que aferraba con tanta fuerza como si ni soltarla pudiera.

- Urg... Que se muera de hambre... O yo... Yo lo sacaré a rrastrás si hace falta... La cura... el molino... tiene la respuesta... ¿lo mirasteis? - Miró a Raina la cual niega ipso facto.

- Entonces... ¿Aun no sabes la cura..?

- No.

- Tendré que ir... Yo. - Hizo ademán de sentarse en la cama, pero ya estaba ahí la mano de Raina para impedirselo.

- Vas a hacer lo que yo te diga, chucho.

- ¿Cuándo? - Pregunta ya implorante.

- Hablamos luego de eso.- Tras la advertencia, miró hacia Conrado. - ¿Qué piensas hacer, Conrado?

- Quita tus putos ojos de bruja matasanos de mi, borrega. No sabes qué coño me estás ofreciendo.

- ¿De qué habláis? -No entendía nada, miraba a uno y a otro. Sólo pudo paladear unas expresiones tensas y un silencio en respuesta que se prolongó durante eternos segundos. - Joder... ¿Tengo pinta de... un jodido adivino?

- Margarita se está muriendo.-Respondió Raina, interrumpida por el bramido de Conrado.

- No se está nada, rata.

- Se. Muere. - Le insistió. - Ha entrado en combulsiones, he tenido que dormirla para que no se retuerza de agonía. No va a despertarse como si nada. Hazle un favor, se un buen padre y dejala morir sin dolor.

- ¡Voy a partirte la boca como vuelvas a decir nah de eso, hija de la grandísima! - Se despegó de la pared agresivamente, y Raina se alzó de la silla preparándose para una embestida. Pero no había tanta hostilidad como imploro en Conrado, que con ojos amplios de retinas amarillentas miraba a la mujer esperando un compasivo "aún no es tarde" o "se pondrá bien". Con la voz rajada, rota. - ¡No es más que una niña! ¡Es todo cuanto me queda!

Raina alzó la mano pidiendo tranquilidad.

- Conrado, es tarde. - Calideció su tono por prudencia más que por empatía. Conrado ahoga un sollozo tan bien como puede, pero al cubrirse la boca con la mano nerviosamente se le empiezan a caer las lágrimas sin control, mirando hacia la ventana que da a la calle. Su llanto era una melodía extraña, la de un hombre sencillo que no llora, que es fuerte y no sabe cómo. Cuando el motivo se desvanece, sólo queda el lamento. - Si hubiera podido... Pedir ayuda antes...

- Ella seguiría viva. - Completó Raina alentado el fuego. La ira impulsa, el miedo encoge.

- Ella, y seguramente otros cuantos... El demonio de la Iglesía os ha estado usando... Aun no sé para qué.

Conrado niega. Asiente, niega. Solloza. Da una cabezada seca finalmente y su vista empañada por el horror se clava en un frasco que reposa sobre la mesa.

- ¿Le... Le dolerá? - Pregunta, esperando a menos ese alivio en la mujer.

- No. - Responde ella. Conrado frunce los labios y camina hacia la mesa. Recoge el frasco con la diestra, lo aprieta, y pega el puño a los labios, cerrando los ojos... Luego se vira hacia las escaleras de subida, recogiendo su tridente con paso abatido. - Pero a él sí, y mucho.

- Se hará justicia... La de verdad. - Respalda Hakim desde su paupérrimo lecho. Los ojos de Conrado se posan en él, amarillos. Está enfermo y ni parece saberlo, o importarle. Tal vez Raina no se lo dijo. Y aún cuando la demencia inherente en la enfermedad cala sus ojos, de ellos lo que nace es la locura más peligrosa: la del perro acorralado que ya no tiene qué perder.

- Ya no tenís nah que hacer aqui... Iros. Estamos en paz.

La madera gruñía con cada paso. Y al llegar al piso superior se hacía fácil intuir su primera parada en este viaje cuyo fin sólo podía ser demencial: el cuarto de Margarita. La madera ya le estaba contando lo que quería oir, así que miró a Raina.

- ¿Y ahora qué? No podemos irnos sin saber cómo curarte.

- Iremos al molino y rezaremos porque allí se encuentre la respuesta. Hay un caballo fuera, el que no abatimos.

- ¿Podré... Montar?

- Tendré que sostenerse, así que pon de tu parte. - Miró hacia los utensilios que se había traido. Se incorporó pesadamente y en lugar de coger nada de la mesa, rebuscó en su bolsa a conciencia, extrayendo algo de un bolsillo oculto. Lo miró con duda, no estaba segura de querer gastar algo así ahora, con él, pero no había muchas más alternativas. Le tendió el pequeño frasco a Hakim.- Bebe. Te sentirás como una mierda después, pero es o esto o esperar a la tormenta que se nos viene.

Le miró mientras se lo metía de lleno en la garganta. A estas alturas cosa que le ponía en las manos, cosa que se tomaba sin preguntas. Por norma general eran cosas "divertidas".

- Te sentirás peor que en tu puta vida. Es veneno. Y... - Apretó los puños hasta ponerlos blancos, farfulló maldiciones por lo bajo.- Tu nunca piensas las putas cosas. Ni puta idea tienes de planes. Pero... Ese caballo... ¿Cómo estabas tan seguro de que valía la pena arriesgarse? Eres un mierdas. - Parecía movida porque todos sus desvaríos le hubieran salido bien, apostó fuerte y terminó ganando ni la Luz sabe cómo. - Y ese... Ese demonio... No me puedo creer que ese cura sea un puto brujo. - Hasta ella se ha merendado el embuste. - Es más mierdas incluso que tu. Pura escoria.

- El único veneno que me preocupa tiene nombre y coño. - Le sonrió sagaz y encantado de la vida, el disfrute del ganador. - Y de lo único que estaba seguro es que esos dos eran matones del cura, o los quitabamos del medio, o darían problemas... Y lo del cura... - Su silencio terminó crispándola. No le entendía. El dolor comenzó a menguar en poco tiempo.

- Luego te lo explico. ¡Vamos, joder, recoge lo que necesites! - Le ladró mientras buscaba su gabardina. La loba tenía algo valioso entre los dedos, algo que pudo vender por unas cuantas platas, pero que terminó tirando a la boca del chucho. Y cómo le jodía.

Lo veía todo con sumo detalle, ni la oscuridad es un problema. El roce de la gabardina sobre la piel al ponertela, el tintineo de sus dagas al entrechocar, hasta el sonido que hace la ropa que lleva Raina es sumamente evidente y podria decir qué hace con tan solo oirla. El olor a mierda de gallina, a sangre... A ella.

Todo se le clava en la nariz como un perfume pesado. Y allí fue él a clavar la nariz, contra su cuello, porque sí, porque quería, por qué si no. Hasta podía notarle el pulso con un roce de sus labios. Raina tragó saliva.

- Hakim.

- Qué.

- No me dejes morir en agonía.- Le pidió tras segundos de silencio, mientras intentaba elegir de entre todo lo que se había traido qué llevarse. No podía llevarse todo, esta vez no tenían el carro de Conrado.

- Si alguna vez te mueres, será por que yo mismo te mataré, ni antes, ni después.

- ...Esto me va a salir MUY caro.-Ladró al no saber qué coger, pero esforzándose.

- Habrá que apechugar.. ya timaré a unos cuantos imbeciles a las cartas más adelante para recuperar algo.

 

Subieron las escaleras en silencio. La única luz que alumbraba estaba en el cuarto de Margarita. Al pasar frente a él, y a través de la puerta entornada, Hakim pudo escuchar los sollozos sueltos de Conrado. El frasco estaba vacío y tumbado sobre la mesilla auxiliar. El hombre acunaba a la niña entre sus brazos, con el rostro lleno de pústulas, pero finalmente, tranquila. Ningún padre debería ver morir a su hijo, y mucho menos verse obligado a tomar partido de ello. El llanto olía a lamentación, a imploro, a un alma desgarrada.

 

La horca esperaba fuera de la habitación, apoyada contra la pared.

 


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Mastereada por @Psique como Raina y Hakim interpretado por @thala

Habilidades utilizadas:

Hakim: Advertir/notar.

Raina: Anatomía/Cirujía, Alquimia, Sanación/hierbas, "Sueño dulce" (aprendiendo).

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Sé de la Luz por lo que mi madre rezaba,

sé de la Oscuridad por los pecados de mi ser.

Bebe de este agua si quieres ser salvado,

todo es agua mientras no corra libre.

Si no tienes dinero, tu alma no puede ser salvada.
 

Hacía años que no contemplaba un amanecer sin que este fuera la aguja de un reloj que le indicase el nuevo día de labranza. No es que su belleza le sedujera, es que dejó la vista parada en la nada apegado al segundero. El camposanto no era más que un puñado de tumbas desordenadas que a penas sobrepasaban la treintena. Arroyo Claro se fundó hace decadas con la esperanza de encontrar una vida digna y laboriosa, para acabar siendo pasto de bandidos e indeseables. No era esto lo que ella quería, ni ninguno de sus hijos se lo merecía.

 

Ningún padre debería enterrar a sus hijos, pero este ya era el último que podía entregarle a la tierra.

Le gustaban las amapolas, las margaritas... Y allí dejó un ramo para ella. Su vida lo mantenía ocupado y a ella desatendida, pero al menos esos detalles demostraban su sincero interés en conocerla.

 

Tomó la horca, y tras un último sollozo ya a lágrimas secas que tiraban de su castigados párpados, comenzó a alejarse. La pequeña iglesia estaba justo subiendo la colina del cementerio, guarecido por esta. El sol a su espalda, naciente y prometedor. Lástima que a él jamás le prometiera nada, salvo castigo.

 

Empujó la puerta con el pie, y sus ojos le buscaron en la oscuridad. Como un ratón escondido del gato, en su madriguera.

 

Lo arrastró fuera miembras bramaba atención a sus vecinos, que con miedo observaban en la seguridad de los hogares a través del vidrio sucio.

 

Conrado arrojó al padre en la plaza junto al pozo seco de un empujón.

 

- ¡A mi, mi mae no me enseñó que la Luz fuera mala, pero sí me enseñó argo: si la oscuridá trae miseria, aquí tenís a vuestro culpable!

 

Cinco años de malas cosechas, un sol abrasador que quemó la cosecha en dos ocasiones, un granizo que esperaba a caer cuando los brotes empezaban a verse verdes, hostigadores de pañuelos rojos que tomaban cuanto querían de la vaca famélica que ya era Arroyo Claro, los gnolls acabando con los labradores en mitad de sus jornadas en las tierras más alejadas. Luego, enfermedad y miseria, la que se llevó al tabernero, al muchacho de los de las harinas y después, a su hija Margarita, incluso al perro de Gero. La que se llevaría a todos por delante mientras con ojos de retinas amarillas y pústulas en el cuerpo, miraban al amanecer implorando auxilio. Y parecía más que claro por qué la Luz no respondía a sus plegarias: había un demonio entre todos ellos, y la Luz no ampara al hereje y al prófugo en su casa.

 

Y los vecinos, salieron. Salieron de sus casas con horcas, oces y cuchillos. Salieron a hacer su propia justicia contra el demonio vestido de cátedra, viejo y encogido, esperpéntico como el que más cuando en lugar de arrodillarse ante un altar, clavaba la rodilla en la tierra batida. Conrado le cogió por el cuello de la toga y lo levantó a pulso.

 

- ¡Margarita ha muerto! - Le ladró, escupiéndole en el rostro.- To porque no quisiste traer a un médico antes. ¡Tu vida no vale lo que esa chiquilla, era buena, pero tú, demonio, te vienes al infierno conmigo!

- ¡No soy un demonio! -Le respondió medio ahogado entre sus manos antes de que le golpease. - No soy... Un demonio... Por favor...

- Demuestralo.

 

Lo dejó caer sobre el suelo, a sabiendas de que necesitaba un último motivo para que no fuera él el único que tirase la piedra.

 

Eustaquio no era una buena persona. Es difícil serlo en una tierra olvidada y hostigada, no era algo que le disculpase, pero sí podía explicarse de ese modo. Los contratos de los Defias para desviar parte de la producción a su séquito y el aislacionismo fueron una medida arriesgada, pero era mejor eso que soportar su visita y que arramblasen con todo cuanto hubiera para sí. No tomó las mejores decisiones, y por su culpa murieron más de séis personas, y las que quedaban. Pero era un precio bajo con tal de no destapar el engaño que le mantenía a salvo en esta tierra, el cual también les protegía a ellos. Buscó con la mirada el caballo que no tomó para intentar huir la última vez, encontrando su ausencia. Luego buscó los rostros de los forasteros encontrando también aire.

 

Tal vez aún podría salvarse si bebía de ese agua.

 

Rezó con más devoción que en toda su vida, aferrado al rosario. Rezó como si un puñado de palabras pudieran purgar la oscuridad de su alma. La Luz brilló en ella, aunque moribunda y sutil. Pero allí estaba.

 

Conrado lo miró consternado, sin entender lo que acaba de ver.

 

- ¡Ya nos engañó un millón de veces, y lo está haciendo otra vez! ¡No os dejéis engañar!

- La manzana podrida... -Dijo Eustaquio encogido sobre el suelo mientras la Luz sofocaba.- La manzana podrida... Siempre fuiste tú.

 

Los cuchicheos callaron al momento, cuando el último escalón fue salvado. Pero ahora había una división, el pueblo estaba dividido entre a quién creer y obedecer, como ovejas sin cerebro teniendo que elegir entre el pastor o el mal necesario que era el perro.

 

- ... Todo cuanto hice... Fue por vosotros. Yo os procuré la tranquilidad, os mantuve a salvo.

- ¡Nos trajiste miseria y malestar! ¡Nos has hecho enfermar a todos!-Rugió Conrado descubriéndose el brazo vendado, cubierto de pústulas. Sus ojos de retinas amarillas buscaron a las ovejas que miraban con la misma demencia. - ¡No me digáis que no os suena! ¡Todos las tenéis! ¡Margarita las tenía, yo las tengo, Gero las tiene! ¡Todos!

 

Y mientras la turba comenzaba a discutir entre ella, las nubes anunciantes de la tormenta de verano se posicionaron sobre ellos. Una gota fría y repentina comenzó a bañar la escena. Todos enmudecieron, con los ojos amplios y dementes, mirando la lluvia, que en otro momento sería una buena noticia, ahora mojaba los campos de trigo haciendo imposible su recogida hasta que el suelo arcilloso se secase, lo cual tardaría demasiado tiempo como para poder acudir con la cosecha al mercado de verano del asentamiento más próximo.

Se miraron unos a otros, como si aquello hubiera sido voluntad divina, o el pistoletazo de salida.

 

Cuando los aldeanos empezaron a pelearse ya no había bandos que defender, solo histeria que sacar a carcajadas histriónicas.

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I

- Puto brujo.-Raina escupió a un lado, mientras en su camino al paso sobre el caballo terminaba de acercarles a las faldas de la colina donde se encontraba el viejo molino abandonado.

- Es magia, ma-gia, lo mismo que estudian esos pijos niños de papa en las academias reales.

- Los niños pijos de las academias invocan bolas de fuego y hacen aparecer conejos en una chistera. Se lo que he visto, y esas sombras no es cosa de magos. Eres un puto brujo y punto.

Mucho sabía de sus ciencias y probetas, poco sobre el mundo en general. Intentar convencerla de que lo del cura había sido simple ilusionismo era como intentar explicarle a un perro por qué no debía llorar cuando su dueño salía de casa. Una paleta en tierra de paletos.

Al bajar del penco, Hakim le instó a permanecer tras él, claro, él había recuperado sus armas de la casa del pastor, pero no las de Raina.

- Ya podrías haber cogido las mias, capullo.

- Ni se me ocurrió.

La puerta gruñó al abrirse, de madera vieja y basta, deshidratada y abombada por estar expuesta a la intemperie. El molino no era más que un edificio ruinoso de aspas rasgadas. Estaba abandonado desde hace mucho tiempo. La penumbra respondió al atrevimiento revelando una sarta de relieves ásperos e irregulares de los escombros que guarecía, con a penas difusos lustros de luz que se filtraban a través de las piedras. Raina alumbró con el farol que había cogido del sótano, y mientras se adentraban, unos quejidos erráticos sonaron con nervio. Había un deje cacofónico en ellos, como una risa atragantada.

Hakim se aproximó a la esquina de donde venía el sonido, y cuando la lámpara la alumbró, descubrió apoyado contra ella una criatura menuda, deforme, de hocico sobresaliente y colmillos afilados expuestos por el temblar de sus mandíbulas, presa de un sudor frío y febril. El hedor a enfermedad y a tumor, rancio y cargado le llegó a la nariz. La criatura miraba a Hakim con ojos amplios, sin párpados ya carcomido en su mayor parte por la enfermedad que le daría muerte más pronto que tarde, amarillos e inyectados en sangre. Tenía miedo. Y aunque no era mayor que un perro de tamaño medio, habría peleado por el espacio si no fuera porque era presa de una atroz catatonia.

- Jo-der... Un puto gnoll... La niña venía a darle de comer a un jodido Gnoll... ¿Esto te explica algo?

- No es rabia.

- ¿Qué es?

- Mátalo. Si se defiende, te lo diré.

Hakim obedeció la demanda como un perro servicial, adelantando las espadas para trincharlo.

El ser no se movió más allá del temblor que ya tenía, y cuando cedió al frío de la muerte, sus ojos seguían fijos en su agresor. No pudo defenderse.

A su espalda sonó el arrastrar del acero cuando Raina dejó el candil sobre el suelo, el gruñido de las tapas de un libro viejo y el pasar de las hojas hacia atrás. Cuando se giró para verla, leía con el índice clavado en un párrafo rápidamente, como si pelease por tomar oxígeno tras hunderse en las aguas de la incertidumbre.

Raina por fin dio con el diagnóstico que buscaba, con la expresión mordida por la incredulidad, como si le doliera lo que leía.


La Rabia Histriónica (o demencia gnoll, coloquialmente conocida), es una variación de la rabia convencional que ha mutado al ser transferida a los seres mitad hombre mitad bestia conocidos como gnolls. Hace casi un siglo, este mal se extendió por Páramos y devastó tanto a algunas agrupaciones gnolls como a localidades del Imperio de tamaño pequeño-medio. A día de hoy, tiene cura si se detecta con los primeros síntomas, pero es incurable y mortal si el brote se ha asentado y extendido al sistema nervioso. Se le puso este nombre dado que quienes extendieron esta enfermedad en las colonias parameñas fueron los gnolls, cuya risa de hiena es más que característica y le da nombre a esta mutación viral.

 

El periodo de incubación de la rabia histriónica suele ser de 1 a 3 meses, pero puede oscilar entre una semana y un año, dependiendo de factores como la localización del punto de inoculación y la carga vírica. Las primeras manifestaciones son la fiebre acompañada de dolor o parestesias en el lugar de la herida. La parestesia es una sensación de hormigueo, picor o quemazón inusual o no explicable por otra causa. A medida que el virus se propaga por el sistema nervioso central, se produce una inflamación progresiva del cerebro y la médula espinal que acaba produciendo la muerte.

 

Los enfermos presentan signos de hiperactividad, excitación, hidrofobia (miedo al agua) y, paranoia, arrebatos impulsivos, violentos y territoriales, y en su última etapa, se produce la muerte por la inflamación del cerebro y de la médula espinal, si bien este último dato sólo se pudo determinar al someter bajo estudio a sujetos aislados, ya que entre las manadas de gnolls contagiados, la propia enfermedad termina provocando una masacre desenfrenada mucho antes de que la enfermedad mate por sí misma.


 

Métodos de transmisión

1- Mordida directa.

2- Intercambio de fluidos.

3- Entrando en contacto directo con la sangre del individuo afectado.

4- A través de la pus de las pústulas que aparecen durante la segunda fase.


 

Progresión de la enfermedad

 

Primera semana: el virus comienza su estado de incubación. Parestesia en la zona afectada. Aparece la fiebre a los pocos días acompañada por cefaléas intensas. La retina se inyecta en sangre y las pupilas se dilatan.

Segunda y tercera semana: comienza la paranoia y las alucinaciones. Hiperactividad, excitación, hidrofobia, arrebatos sádicos y territoriales. Aparecen las primeras pústulas.

Mes: la rabia adopta su forma paralítica. El individuo comienza a perder movilidad y dos semanas después como máximo, el virus ya ha invadido el cerebro y produce la muerte por inflamación nerviosa.


 

Remedio

 

El procedimiento conocido como variolización fue lo que salvó a cientos de personas de contraer la enfermedad. El procedimiento se basa en efectuar un corte en la persona a la que se quiere proteger y frotar contra ella la pus de una pústula reciente del enfermo. De esta manera, el sujeto a proteger contraía la enfermedad de manera leve y tras su presumiblemente rápida recuperación, ayudada por un tratamiento basado en estimulantes del sistema inmunilógico tales como la hierba cardenal que aceleran el proceso, el sujeto genera inmunidad a la enfermedad. La intervención además de un sacerdote de la Luz puede garantizar y ayudar al paciente a que este padecimiento forzoso no se complique.

 

Ésta práctica tiene sus riesgos, ya que se somete al paciente al contagio de la cepa. Puede resultar exitosa o por el contrario, que el tratamiento resulte fútil y que se convierta en un contagiado más. Es por eso que las facultades médicas imperiales en colaboración con la Iglesia exigen que el proceso se supervise por un sacerdote.

 

No se han vuelto a registrar casos de enfermos de rabia histriónica en ciudades y pueblos grandes desde hace más de un siglo, si bien en territorios más alejados donde no se cuenta con tanta protección contra las agresiones gnolls, o con médicos experimentados o miembros de la Iglesia conocedores tanto de la enfermedad como del procedimiento a seguir, esta enfermedad se sigue dejando ver cada cierto tiempo, en especial en los territorios más al sur, donde la ignorancia del pueblo campestre es caldo de cultivo no solo para este virus, si no para diversas enfermedades, cuyo remedio y tratamiento es conocido en las capitales. Además, dado que sus síntomas son semejantes a los de la rabia convencional, se suele diagnosticar equívocamente.


 

Prevención

 

Exterminar a las bestias afectadas por esta enfermedad suele ser lo más recomendable. Localizar la colonia de infectados es el primer paso para purgarla. Si bien otros animales más pequeños también pueden transmitirla, en ellos solo se aprecian los síntomas propios de la rabia común (salivación intensa o espumosa, hiperactividad, agresividad…).

 


 

- Todos... Todos están contagiados.

- Joder...y luego el brujo soy yo. Pero tu aun estas a tiempo, y si yo lo tengo también, ¿no? Como cojones se cura.

Raina se retiró la manga de la camisa de un tirón, descubriendo el vendaje que cubría la úlcera que le había salido tras que le mordiera Margarita. Tenía fiebre y esa coloración peculiar en las retinas, pero aún parecía estar libre de los demás síntomas.

- Por variolización controlada... Con medicina y Luz. ... En mi puta y jodida vida he oido hablar de esta mierda... Si llegamos a Colina del Centinela... Y seguramente a donde vayamos tampoco. Si fue en paramos, alguien debe saber algo. - Cerró el libro con un movimiento apático. -Debemos avisar a las autoridades. Si alguien sale de aquí y se extiende...

Se retira la manga de la camisa de un tirón y mira la mordida que le dejó margarita. Ya hay indicios de ulceras entorno a ellas. Por suerte, no se ha extendido más allá a grandes rasgos, salvo por la coloración de los ojos y la fiebre.

- Pues más razón para darnos prisa, pero que historia vamos a contar? Tenemos que estar de acuerdo de antemano por si acaso.

No le respondió.

- Joder.. sube, algo se me ocurrirá de camino.

Tomó su mano y se subió al caballo.

 


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Mastereada por @Psique como Raina y Hakim interpretado por @Thala

Habilidades utilizadas:

Hakim: Advertir/notar, cabalgar, Sanación/hierbas, Tradición/historia.

Raina: Anatomía/Cirujía (Humanoides), Alquimia, Sanación/hierbas, cabalgar, Advertir/Notar, Anatomía/Cirujía(Cánidos), Tradición/historia.

 

 

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Le dijo veneno, y posiblemente haya sido de los peores que se haya tomado, aunque también el más dulce. Si las heridas ya le ardían en el lecho de paja, cuando el efecto del loto negro dejó de pudrirte las venas, ahí si empezó a conocer el dolor. Por algún motivo, y sin esperarlo, tenía un bravo efecto anticoagulante que hizo que sus heridas comenzasen a sangrar alarmantemente mientras cabalgaban hacia Colina del Centinela. Tal vez no fuera otra cosa que matarratas aguado. El resto lo recuerdó por lo poco que le contó el médico de turno que tuvo que llevar a cabo no se cuantísimas intervenciones de nombres rarísimos que no solo no le enclarecieron nada, sino que además hizo la visita más tediosa.

Cuando preguntó por Raina, este te dijo que la aislaron en una sala de la casa de curas, y que como medida preventiva mientras trataban su afección, nadie podía visitarla hasta dentro de unos días, lo cual se tradujo en una espera aburrida en mitad de la estepa parameña.

Podría haber vendido el caballo que los trajo hasta aquí y marcharse con la bolsa que le dieron a cambio, que si bien por sus nulas cualidades comerciales malvendió, pesaba tanto que su avaricia hizo el resto por contentarte. Tenía ahora mismo más dinero del que tuvo, tenía y posiblemente, tendría nunca. Y desde luego no estaba la loba como para controlar en qué lo gastaba. Puede que el asentamiento no fuera Ventormenta, pero había el suficiente bullicio como para atraer a mercaderes y desde luego, un alcohol decente. Las rameras y la comida eran las hijas bastardas de esa epifanía en mitad del salvaje verano.

Le cuesta manejar cifras grandes, pero escuchando las quince mil piezas de cobre que te dieron a cambio del caballo, entendió que era mucho. Gastó casi la mitad entre unas cosas y otras, y recuperó un tercio del valor original con sus trucos. Lamentablemente para él, en aquel lugar el dinero no era abundante, y ganarse un pellizco suponía largas partidas e incluso alguna que otra pelea. Pronto su fama se hizo conocer y no quedaba nadie que quisiera apostar, por destreza o por trampas. Consiguió un par de trabajillos cuales quiera, pero aún estaba lejos de recuperar su inversión. El terreno estaba tan seco como los bolsillos de muchos pero bueno. Un día mientras daba un paseo por la zona central, escuchó a un par de milicianos conversar. Raina antes de ser internada contó lo que había pasado, y al parecer, un pequeño grupo de soldados acudieron a Arroyo Claro hacía un par de días.

 

- [...] ¿Entonces fueron los gnolls?

- No, para nada. Encontramos una manada asentada no muy lejos, o bueno, lo que quedaba de ella. Es como si se hubieran enzarzado en una guerra colectiva. Los cadáveres estaban destrozados, igual que en ese pueblucho de mierda, ni un alma quedó en pie.

- ¿Y el sacerdote?

- Encontramos unos documentos curiosos en su casa, al parecer... ¡Eh, tú! ¿Qué coño miras?

- Perdonad.. pero la historia es curiosa como minimo... -Dijo Hakim con las manos en rendición.

- Si no quieres nada, tenemos cosas de hacer.

- Claro... claro, con la luz.

- Lo que te decía... No era trigo limpio, tenía tratos con los indeseables. Pero no queda nadie para dar testimonio, y poca justicia le cae a un muerto.

- Putos Defias.

 


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Mastereada por @Psique como Raina y Hakim interpretado por @Thala

Habilidades utilizadas:

Hakim: Advertir/notar, Comercio, Sanación/hierbas, Ilusión básica, Robar bolsillos, Sigilo, Reflejos, Cuchillos, Atletismo, Espada ligera, Mimetizar imagen, Oscuridad Visual, Rumores, Callejeo, Buscar, Tradición/historia.

 

Aquí está la conclusión de esta extensa trama.

 

Consecuencias:

- Hakim y Raina no lograron diagnosticar la enfermedad a tiempo, por lo que Arroyo Claro es ahora pasto de los buitres.

- El rumor de la masacre de Arroyo Claro se extendería por Elwynn y Ocaso meses más tarde (aplicable desde ya, ya que la trama lleva acabada meses pero me daba flojera postear).

- Hakim ha sumado unas 8 platas tras despilfarrar lo demás que ganó malvendiendo el caballo a la Milicia.

- El brote de Demencia Gnoll se reaviva en páramos, con opción a que otros personajes utilicen la excusa para investigar y hacer trama en Páramos de Poniente.

- Se retoman las medidas para enfrentar la enfermedad tras siglos sin brotes graves.

- Algunas manadas dispersas de gnolls se han visto afectadas.

 

 

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