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IsildurJenkins

[Laderas de Trabalomas] Las cinco pesadillas

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Y la población local lloraba y temblaba ante la imagen de las primeras luces de la mañana...

 

—Luz... por qué permites que ocurra esto...

—Los monstruos han vuelto esta noche.

—Santa Luz, quién haría semejante atrocidad...

—Si los guardias no están a salvo, ¿qué vamos a hacer nosotros? ¡Solo somos campesinos!

—¿Qué está pasando? ¡¿Qué narices está pasando?!

—La Sombra se cierne sobre nosotros mientras la Luz nos abandona...

—No... Mi Anthony... Mi querido Anthony...

 

No solo se derramaban las lágrimas de la gente. También la sangre de los brazos, de las piernas, de los torsos y de las cabezas de los colgados rompían el poco silencio que quedaba entre llantos de pena y los vómitos por imágenes tan grotescas...

Los primeros albores de un cielo lleno de cuervos despertaron a la gente este día. Costasur estaba como loca, y en los pequeños asentamientos humanos de Trabalomas la gente volvió aterrorizada a sus casas en cuanto pisaron la vía principal que cruza la provincia de este a oeste. La guardia intentaba que la población no viese los resultados de un crimen sin nombre ni autor, un crimen firmado por el horror, la demencia y la ausencia absoluta de moral y empatía... Y es que cinco son las encrucijadas principales de ese camino, cinco son los carteles que señalizan y orientan a través de estas, y cinco son los árboles de los que cuelgan las extremidades de varias patrullas que salieron por la noche en una rutina de trabajo.

Esto no era obra de uno solo. Era imposible que una sola persona —o ser— fuese capaz de acabar con varias patrullas a la vez en medio de la noche sin que saltase ninguna alarma. Los guardias tienen instrucciones de avisar a las patrullas cercanas en caso de peligro, y no hubo aviso alguno desde que el Sol se puso hasta que relevó a la Luna para mostrar a casi todos los integrantes de esas patrullas seccionados, con los brazos, las piernas y las cabezas separados de sus torsos, y con todas estas "piezas" colgando de los árboles en esos cinco cruces de caminos que hay con la vía principal de Trabalomas.

Los pocos que no fueron seccionados y colgados por partes sufrieron otro destino: relevar a los postes con las señales. Sus dedos muertos y agarrotados, duros por la muerte, señalaban los caminos con los carteles clavados en los brazos, y con su expresión sin vida, tras una clara muerte agónica, miraban con mirada vacía a cualquiera que buscase orientación en esas encrucijadas. Se mantenían ahí, erguidos de la manera más extravagante posible, con clavos y madera atravesándoles para mantenerlos en esas posturas grotescas, con las armaduras destrozadas y los tabardos rasgados.

Los cuervos no callan mientras Trabalomas intenta limpiar y olvidar lo visto durante el día, pero los rumores no se pueden silenciar. Para acallar un rumor, has de matarlo de raíz, pero...

 

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Editado por IsildurJenkins
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