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[Guía] Los Pandaren y Pandaria.

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Los Pandaren y Pandaria

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Historia:

La Edad de los 100 Reyes

 

SlNn3Me.jpgPoco o nada saben los Pandaren, ni el más sabio y anciano de los Eremitas, respecto a la época previa al tiránico mandato de los Mogu. Toda la historia y cultura Pandaren, registrada durante miles de años previa a esa época, fue perdida, quemada por los tiránicos Mogu, los ancianos que la recordaban, directamente ejecutados.
Pero antes de que toda Pandaria se viese sumida en la más absoluta oscuridad y opresión, las distintas razas conocían cierto margen de paz y autonomía, fruto de que los Mogu, la raza de gigantes sedientos de guerra, vivieron durante siglos inmersos en una guerra constante y eterna por el poder.


No hay registros de qué llevó a los Mogu a quedar tan fragmentados, ni siquiera hay registros de si alguna vez no lo fueron, pero lo que sí se recuerda es que durante la época de los 100 Reyes, nombre en referencia a los numerosos clanes y señores de la guerra Mogu que se alzaban al poder para luchar unos contra otros, los únicos periodos de paz que conocían estos seres era durante las periódicas invasiones mántides que ocurren una vez cada cien años.


Más este periodo no estaba destinado a durar eternamente, pues un Mogu se alzaría de entre sus semejantes para gobernarlos a todos. Lei Shen nació hijo de un Señor de la Guerra en la caótica edad de los 100 Reyes. 
Desde joven, Lei Shen vio las batallas internas entre los Mogu como una vergüenza, una traición hacia su gran potencial como amos y señores de Pandaria y el mundo entero. Pese a eso, se mantuvo como un leal vasallo de su padre, hasta que varias décadas más tarde, este fue asesinado por uno de sus consejeros más leales, un traidor pagado por otro clan. 

 

La muerte de su padre fraccionó y rompió su clan, haciendo que la mayoría de Mogus del mismo buscasen refugio bajo el amparo de otros señores de la guerra. 
Apenas una semana tras la muerte de su padre, Lei-Shen se encontró solo, con apenas una docena de leales guerreros a su servicio. El recuerdo de su padre, olvidado, todo su esfuerzo, erradicado por la cobarde traición, efímera y sin sentido.
Lei-Shen adoptó una postura que le ganó el desprecio de sus coetáneos. En vez de buscar venganza por la muerte de su padre y continuar el ciclo infinito de matanza y oido que llevaba consumiendo a los Mogu, optó por alejarse de todo eso. Marchando al exilio, buscando meditar en las montañas, el resto de Mogu le tacharon de loco, seguros de que jamás amenazaría la posición de poder de algún señor de la Guerra en el futuro.
Estaban terriblemente equivocados.

 

Tirano y Consejero:

El Maestro de los Rayos Vu fue, en vida, el consejero de más confianza de Lei Shen.
Nacidos en el mismo clan, ambos Mogu crecieron unidos como hermanos. Como niños, jugaron, se pelearon, y se desafiaron el uno al otro. Se dice que fue esta rivalidad tan temprana lo que inició las llamas de la sed de poder de Lei Shen. Vu, por otro lado, luchó siempre con lealtad para ayudar a Lei-Shen en su persecución por el trono de Pandaria.

No mucho después de que Lei Shen ganase renombre en su búsqueda por el poder, Vu fue capturado por asesinos, enviados por sus enemigos, y su lengua fue cortada. La opinión popular fue que, pese a todo, no fue otro si no Lei Shen el responsable de esto, un movimiento político para silenciar para siempre el Mogu que conocía sus mayores secretos. Pese a eso, nadie osó defender tal cosa en voz alta en los largos años en los cuales Lei Shen se alzó como Emperador Mogu.
Su hermandad fue, a su vez, una mina infinita de conjetura y rumores. Las masas campesinas amaban escribir historias sobre ellos una vez caido el Imperio Mogu, incluyendo una famosa saga respecto a su duelo por el amor de una dama mogu.
Fue de estas historias la más famosa, la escrita por la Eremita Yun, la cual eliminó a la dama mogu de la previamente mencionada saga romántica (Dejando como únicos protagonistas del relato a Lei Shen y Vu), dándole un giro que sus eremitas coetáneos llamaron fantasioso y carente de rigurosidad histórica, aunque con un valor estético apreciable.

Pese a esto, con el paso de los siglos, fue la historia de la Eremita Yun la que perduró en el folclore popular de Pandaria, quedando la saga original relegada a pergaminos olvidados.

Lei-Shen era tan fuerte como cualquiera de sus hermanos Mogu, y experto en las artes de la guerra. Pero a diferencia de sus coetaneos, él no solo tenía la conquista como su objetivo último. Las leyendas de sus antepasados calaron ondo en sí, y ya alcanzada la mayoría de edad, aun bajo las órdenes de su padre, había decretado que su objetivo era despertar a los dioses durmientes que hacía siglos, habían abandonado a los Mogu, causando su estado actual de lucha interna.

Fue en su exilio y meditación que Lei-Shen por fin encontró las cámaras donde sus dioses reposaban. Nadie sabe qué ocurrió exactamente ahí dentro, pero tras largas semanas, el que una vez entró como un joven Mogu sediento de poder y gloria, salio convertido en un Semidios, capaz de doblegar los cielos y los rayos a su voluntad. 
Rápidamente, su nombre creció y se expandió como la fina pólvora negra.
 

Armado con el poder de la tempestad, Lei Shen, conocido ahora como el Rey Trueno, llamó a sus seguidores, ascendiendo meteóricamente al poder de la manera Mogu. Matando a sus rivales, uno por uno. La mayoría de Señores de la Guerra Mogu rechazaron su autoridad. Los afortunados, fueron vaporizados por sus ilimitados poderes sobre los rayos. Otros, fueron aplastados por sus siempre crecientes legiones.
Los más desafortunados, fueron envueltos en cadenas, que clavadas a su carne, los arrastraban tras la marcha de los ejércitos de Lei Shen, hasta que el Rey Trueno consideraba que ya estaban lo suficientemente rotos.

"Con lealtad esperaron durante semanas los guardias de su padre, y ante la salida del Rey Dios, cayeron arrodillados "¡Te llamaremos el Rey Rayo!", gritaron, en sumisión.
Mas la negativa de Lei Shen resonó, grave como la propia tempestad. "El Rayo golpea en un instante, y en apenas un flash, desaparece. ¡Pero el Trueno! ¡El Trueno! ¡El trueno proclama la llegada de la tormenta, el trueno quiebra los cielos mucho antes de que lleguen los rayos, y el trueno resuena por las colinas y las montañas mucho después de que el rayo haya agotado sus energías. Es el Trueno lo que hace que los animales huyan por las colinas, y llena los corazones de los campesinos con temor. ¡Que el Trueno sea mi Heraldo! Que mi poder se sienta por toda la tierra."

-Del Nacimiento de la Tempestad, Eremita Tao, 1345 A.d.S.
 

 Pese a esto, muchos Mogu vieron en Lei Shen la unidad y   objetivo que su raza había añorado desde que sus Dioses   cayeron en silencio hacia generaciones. Rápidamente se   agolparon como buitres a la carroña alrededor de la figura del   Rey Trueno, dispuestos con fanatismo absoluto a cumplir la   voluntad de su tiránico líder.


 Rápidamente se dispusieron para obedecer sus designios,   mientras Lei Shen esclavizaba las razas menores de Pandaria,   pues para él, el destino manifiesto de los Mogu era suplantar a   sus antiguos Dioses. Y las razas menores les servirían a ellos,   como ellos habían servido en el pasado a sus maestros.
 

Una por una, las razas que se habían asentado en Pandaria cayeron bajo la bota de la esclavitud, pues para Lei Shen todos los que habitaban las tierras que bordeaban su reino, el Valle de la Flor Eterna, eran sus siervos por derecho.

Una vez unificados los Mogu, con la muerte de la última Reina de los Mogu, Monara, el tirano puso su atención en los Imperios de los Hozen y los Jinyu.
Aunque los Jinyu, ancestrales hombres pez de costumbres pacíficas lucharon con valentía, acabaron sucumbiendo, fruto de la traición de sus aliados Hozen, los cuales en la esperanza vana de ganar trato preferencial bajo el mandato del Rey Trueno (Promesa que jamás fue cumplida, no por Lei Shen, no por sus sucesores), traicionaron a los Jinyu tras haber declarado su lealtad en secreto a los Mogu.
Fue en ese momento tan oscuro, que nació la rivalidad que aun a día de hoy perdura entre estas dos razas nativas del Bosque de Jade.

 

El Duelo del Trueno y la Fuerza

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El Rey Trueno necesitaba esclavos para construir las ciudades y fortalezas de su naciente imperio, lo que le hizo girar su vista de conquistador hacia la cima de Kun Lai. Pese a ello, el Rey Trueno se sorprendió ante la desafiante y valerosa población que vivía en este territorio, y previendo una larga y costosa campaña de subyugación, prefirió lanzar un desafío.

Si un guerrero le derrotaba en un combate individual, él y sus legiones darian media vuelta, y abandonarían esas tierras por siempre.
Aunque grandes guerreros Pandaren discutieron respecto a quién deberia aceptar su desafio, no fue otro que Xuen, el Gran Tigre Blanco, protector de la Cima de Kun Lai y uno de los Cuatro Augustos Celestiales, el que aceptó el desafio, pues llevaba años observando las conquistas de Lei Sen, las torturas, matanzas, y la esclavitud que había desatado en una tierra antaño pacífica, y no podía tolerarlo por más tiempo.

Las figuras legendarias lucharon durante treinta dias y treinta noches, grandes rayos quebrando los cielos y fragmentando las rocas bajo ellos fruto de su furia. Pese a semejante demostración de poder, el Emperador Mogu prevaleció, y Xuen cayó derrotado bajo su infinito poder.
"¡Tu magia campesina no es rival para mi poder, burdo intento de Tigre!" Grito el Rey Trueno. "Reconozco tu tenacidad, más tu desafio no ha de quedar sin castigo", dijo antes de girarse hacia los horrorizados habitantes de Kun Lai, su voz, retumbando por las montañas arrastrada por las tormentas que él mismo controlaba.
"¡Que sea oída mi voluntad, pues aquellos que osen desafiarme sentirán la totalidad de mi Ira! ¡Esta criatura no conocerá la piedad de la muerte! ¡En esta montañas, se construirá una prisión que le encerrará por toda la eternidad! ¡Desde este pináculo, observará y se lamentará en su fracaso, pues vosotros y vuestros hijos servireis como esclavos en mi imperio!" 

Pese a toda su crueldad e infinito poder, Lei Shen no era un bruto, y bajo su mandato estableció un Imperio funcional que habría de durar por miles de años. Fundado en el año 15000 antes de la apertura del Portal Oscuro, el Imperio Mogu se extendió por la parte sur del antaño unificado continente de Kalimdor.
En su poder, Lei Shen unificó los lenguajes de su Imperio, prohibiendo a todas las razas esclavas siquiera hablar en sus idiomas natales, y castigando con la muerte a aquellos que osasen escribir o leer. Todos los líderes, filósofos y sabios de los Pandaren y otras razas fueron ejecutados, y toda su literatura y escritura, quemada y destruida. Toda cultura Hozen, Pandaren, Jinyu o Yaungol previa al Imperio Mogu fue perdida, e incluso sus lenguas fueron olvidadas, substituidas por el Mogu, siendo el idioma Pandaren actual derivado de la lengua de sus esclavizadores, pues su lengua original hace miles de años que fue olvidada.
También estableció sistemas de peso y medición estándares, así como una moneda común a toda Pandaria, que aun a día de hoy se usan. A su vez, Lei Shen fue pionero en escribir el primer sistema de leyes de todo Azeroth, el cual a diferencia de otras de sus obras, no fue conservado por el Imperio Pandaren que substituyó a su régimen de tiranos. Esto era debido a que el sistema de leyes Mogu ponía a los susodichos por encima de todas las demás razas de Pandaria, y la primera de todas las leyes es que la rebelión, la sedición y la insurrección eran castigadas con destripamiento público, para hacer de los esclavos desafiantes un mensaje para todos aquellos que pudiesen intentar seguir sus pasos.

Lei Shen no era solo un conquistador, si no también un gran estadista, y en todo su poder infinito, supo que hubo una raza que jamás se doblegaría ante su voluntad, pues su lealtad pertenecía a seres más antiguos y poderosos que el propio Lei Shen. Los Mántides.
Fue por esto que Lei Shen ordenó a sus esclavos construir la Muralla del Espinazo del Dragón, una inmensa muralla que cruzó todo su imperio de Norte a Sur. Su construcción llevó muchas generaciones, pero Lei Shen sabía que el miedo haría que sus esclavos trabajasen con ahínco. Y así fue. El terror a las hordas mántides movió montañas, alzó ejércitos, aseguró su imperio y construyó la muralla.
Fue en esta época, tras más de cien años en el trono del Imperio Mogu, que Lei Shen forjó una alianza con los trol Zandalari, dirigidos por Zulathra el Rey Sol, cuyo imperio se extendía al Norte del propio Imperio Mogu. Fue fruto de la gran habilidad diplomática de Lei Shen que esta alianza duraría miles de años, incluso después de que el Rey Trueno hubiese ya fallecido. 

Esta alianza se mantuvo bajo una promesa, que una gran porción al norte del Valle de la Flor Eterna, hogar y capital ancestral del Imperio Mogu, pertenecería siempre a los Zandalari. De la misma manera, Lei Shen, sabiendo que sus vasallos no eran dignos, dejó en los Zandalari las artes secretas que serían necesarias para su resurrección, pues el Rey Trueno sabía que pese a todo su poder, sus días llegarían a su fin, más no estaba en su disposición doblegarse a las limitaciones del mundo, y la muerte no era más que otro desafío que, como todos los anteriores, superaría a futuro.

Y fue así, como, tras más de doscientos cincuenta años en el trono, los días de Lei Shen llegaron a su fin. Aunque las leyendas Pandaren cuentan como su muerte fue pacífica, fruto de su larga edad, pues el paso del tiempo puede incluso extinguir el rayo más intenso, la realidad fue que en su afán infinito de Conquista, Lei Shen cayó en tierras lejanas al Este de su Imperio, donde él y sus aliados Zandalari sucumbieron a las artes de los Tol'vir, que usando la tecnología de los Dioses que Lei Shen decidió suplantar, arrasaron las legiones de ambos imperios invasores, matando al Rey Trueno y gran parte de su ejército.
Pese a esto, el cuerpo del gran tirano fue recuperado por sus seguidores, y enterrado con toda la fanfarria y respeto Mogu en la Tumba de los Conquistadores. 

Tras su fallecimiento, el Imperio Mogu duraría por casi tres mil años más, pero pese a que muchos Emperadores Mogu le sucedieron, unos más cruentos, otros más inteligentes, otros más fuertes, los Mogu jamás recuperaron el apogeo que experimentaron bajo el mandato de Lei Shen, el Primer Emperador Mogu, pues ninguno de sus sucesores llegó jamás a igualarsele.

 

 

La Revuelta Pandaren


"¡Nuestras espaldas están endurecidas por los látigos de los Mogu! Nuestros brazos, fortalecidos por construir sus fortalezas. Nuestra mente, afilada, fruto de trabajar junto a nuestros enemigos. ¿Pensáis que los Mogu son más fuertes? ¡YO DIGO QUE NOSOTROS SOMOS SU FUERZA!"
-Kang, el Puño del Primer Alba.


Tras la muerte del Rey Trueno, el Imperio Mogu entró en un periodo de ocaso, perdiendo gran parte de sus territorios y tierras que antaño le pertenecieron. Pese a ello, su poder permaneció lo suficientemente consolidado para mantener grandes extensiones de terreno en el sur de Kalimdor, y mantuvo su puño de hierro sobre una gran variedad de razas esclavas que usaba para toda clase de tareas a lo largo y ancho de su territorio.

Los emperadores que sucedieron a Lei Shen, en contrapartida, se volvieron cada vez más crueles a la vez que su mandato se volvía cada vez más débil. Distintas dinastías gobernaron el Imperio Mogu con el paso de los siglos, como la Dinastía Shen, la dinastía Wai o la dinastía Qiang.  
Segun pasaron los siglos, el trato recibido por los esclavos se volvió cada vez más despiadado e inmisericorde, llegando a su máximo exponente con el último emperador Mogu, Lao-Fe, conocido apenas ascendió al trono como el "Subyugador de Esclavos", que ascendería al trono en las últimas décadas del Imperio Mogu, 12000 años antes de la apertura del Portal Oscuro.

"Una gran lista de emperadores Mogu predecio a nuestro Imperio, todos ellos horribles y cruentos, entre los cuales se encuentran nombres tan infames como el emperador Meng el Loco, el Mogu más maníaco que jamás se sentó en el trono, afamado por su afán por devorar a sus propios esclavos o dar puestos de responsabilidad a sus mascotas Qilen, o Subetai el Rápido, el Rey Bandido, conocido por su afán por robar al rico y quedarselo todo para si mismo, maestro del arco de los cuatro vientos.
Más pese a mi afirmación previa, ha de remarcarse la excepción a tres mil años de brutalismo y barbarie. El Emperador Tsao, que gobernó del año 3780 A.d.S. al año 3730 A.d.S, fue probablemente, uno de los pocos Mogu cuyo corazón no estaba lleno de odio y furia. 
Fue famoso, pues por sus edictos imperiales, los esclavos Imperiales recuperaron muchos de sus derechos perdidos, permitiendo a los Pandaren escribir, leer, e incluso fundar sus propias escuelas. Pese a que su obra fue rápidamente erradicada por sus sucesores, nosotros los Pandaren recordamos su memoria, pues la bondad ha de ser valorada y honrada, provenga de donde provenga. Es por ello que, a diferencia de la mayoria de estatuas que conmemoraban a otros tiránicos Emperadores Mogu, las cuales fueron destruidas tras la revuelta Pandaren, aun se puede ver, hoy en día, la Estatua del Emperador Tsao "El Amado", o el Débil para los Mogu, en el Bosque de Jade."

-De la Historia de la Dinastía Guo-Lai, por el Eremita Zhuen.

 Para mantener la obediencia de los esclavos a lo largo y ancho del   Imperio, Lao-Fe era conocido  por romper familias, incluso por   transgresiones menores o irrelevantes. Uno de los castigos más   comunes era enviar los hijos de esclavos que se consideraban   desobedientes o desafiantes, por mínima que fuese la muestra de   rebeldía,  a la Muralla del Espinazo del Dragón, para ser usados  como   carne de cañón ante los inmensos enjambres Mántides.

 Este fue el destino del hijo de un pandaren maestro cervecero, conocido   como Kang. Su esposa,  asesinada cuando intentó evitar que los Mogu   se llevasen a su pequeño.
 Destrozado por esto, Kang se preguntaba. ¿Como era posible que los   Mogu infligiesen tanto dolor  de manera intencionada?
 Tras mucha meditación, Kang llegó a una conclusión radical. La extrema   crueldad que los Mogu dirigían contra sus esclavos no era una muestra   de su fortaleza y superioridad. Era un síntoma de su debilidad. Con el   paso de los milenios, los Mogu habían crecido totalmente dependientes   de sus esclavos, sin ellos, no eran nada. Kang decidió en su exilio y   meditación, que dedicaría su vida a exponer la debilidad de los Mogu,   por mucho tiempo que le llevase, e independientemente de cualquier   coste personal para su propia vida, pues no tenía ya nada que perder.

 Esto no se presentaba como un desafío simple, pues, con excepción de   los enviados a la Muralla del Espinazo del Dragón, los esclavos   tenían terminantemente prohibido empuñar o siquiera tocar armas bajo pena de muerte. Fue por esto que Kang, concluyó, sus armas serían sus propios cuerpos, endurecidos por sus vidas como esclavos. Para ocultar esto de los siempre vigilantes Mogu, Kang ocultó sus prácticas como meras danzas artísticas.
Tras perfeccionar estas habilidades, tras años de práctica, Kang decidió que era hora de extenderlas a sus hermanos y hermanas pandaren, esclavos como él. Los desafió a que le golpeasen. Ninguno estuvo siquiera cercano a lograrlo, y sus movimientos ágiles le permitían evitar cualquier tipo de daño cuando era atacado. 

Tal fue la impresión causada por Kang en sus compañeros esclavos, que a sus pies se tiraron, suplicantes por que les enseñase las artes que había creado. Kang no titubeó a la hora de instruirles, y con el paso del tiempo, este nuevo estilo de combate se extendió a lo largo y ancho del imperio, el sentimiento de que, tal vez, lograsen la libertad, fue el combustible que impulsó a los pandaren a aceptar con velocidad las enseñanzas de Kang.
Fue así como, bajo la ignorante vista de sus amos esclavistas Mogu, los Pandaren dieron nacimiento a la que a futuro sería conocida como la senda del Monje.

Más, segun las artes del monje se extendían por Pandaria, así lo hizo el miedo de que los Mogu, que se habían empezado a percatar de la verdadera naturaleza bajo la "danza artística" inventada por Kang, tomarían represalias, veloces y brutales, como hacían siempre los Mogu.
En respuesta a esto, Kang y sus aprendices se apartaron de la vista de sus amos y marcharon a los altos picos de la Cima de Kun-Lai. Fue allí que construyeron un pequeño monasterio, continuando su entrenamiento en secreto. 


En los nevados picos, Kang encontró algo que no se esperaba. La prisión de Xuen, el Tigre Blanco, que había sido encerrado por el Rey Trueno hacia tres mil años. Fue ahí donde, tras semanas de comunión con el Augusto Celestial, Xuen transmitió a Kang las enseñanzas para despertar la fortaleza interior que reside en el corazón de todo ser vivo. Kang instruyó en estos artes a sus discípulos, y fue en ese momento donde supo que ya estaban listos para luchar.


La edad de los Mogu llegaría a su fin.

Hace muchas generaciones, un general del Shado-Pan se mantenía firme sobre la muralla del Espinazo del Dragón, esperando por el enjambre Mántide. Un joven Grúmel se acercó para dejar los últimos de sus suministros, y preguntó al general si creia que la batalla iria bien.
"Si la fortuna nos favorece, ganaremos el día", respondió el General, oteando el horizonte.
Ahí, habló de un tema que el Grúmel conocía íntimamente bien. "¡La fortuna es tan voluble! ¿Como sabes que os favorecerá a vosotros?" Preguntó.
Guiñando un ojo, el General retiró una moneda de su bolsillo. "¡Veamos en qué dirección sopla el viento!" Dijo, lanzando la moneda al aire. "Si sale cara, nuestra defensa resistirá. Si sale cruz, la muralla sucumbirá".
En ese punto, muchos de sus pandaren se habían acercado para ver el resultado, y un grupo de soldados se apretujaba impaciente para ver como caía la moneda. Rebotó y giró, antes de quedarse quieta. ¡Cara! Los vítores comenzaron.
El siguiente día se libró la batalla. Los Mántides invadieron, y los defensores prevalecieron. Sobrepasados treinta a uno, los defensores fueron victoriosos.
El Grúmel estaba impresionado por la confianza del General y su buena fortuna.
"¡Apostaste con la moral de tus hombres!" Dijo. "¿Como podías estar tan seguro?"
Sonriendo, el general retiró la moneda de su bolsillo y se la enseñó al Grúmel para que este la inspeccionase. Ambos lados eran Caras. 
"En mi experiencia, todos nosotros forjamos nuestra propia suerte", respondió

-El General y el Grúmel, Eremita Mun

El primer objetivo de esta nueva, pequeña, pero decidida revolución fueron las antiguas cámaras de Mogu'Shan, donde se guardaba, entre otros muchos artefactos, el poderoso Instrumento de Nalak'Sha. Fue ahí donde los Pandaren consiguieron su primera victoria, y cortaron de tajo la conexión de los Mogu con sus artes ancestrales de corromper y reformar la carne. Este golpe sorpresa fue devastadoramente exitoso, deteniendo al instante la creación de cualquier otro de los retorcidos constructos de carne Mogu, un golpe significativo a su poder.
Además de mejorar la moral de los monjes pandaren, la victoria también atrajo a otras numerosas razas esclavizadas para su causa.
Los Jinyu, los Grúmels, los Hozen e incluso los Yaungol, todos se unieron a la rebelión con el objetivo de derrocar de una vez por todas el tiránico Imperio Mogu. 
Pese a los intentos desesperados de los Mogu, con ejecuciones públicas y muestras cada vez más grandes de crueldad y violencia, la revolución creció cada vez más rápido en alcance y tamaño. Y así fue como Kang demostró estar en lo correcto. Los Mogu habían, en su vanagloria y prepotencia, crecido demasiado dependientes de sus esclavos.


Mientras más y más esclavos se rebelaban, el Imperio cayó en el caos. Los pequeños y resistentes Grúmels, responsables de la mayoría de las comunicaciones dentro del Imperio, sabotearon las lineas de comunicación y de suministros Mogu. Los Yaungol, usados durante siglos como carne de cañón contra los Mántides, lanzaron escaramuzas efectivas contra las fuerzas imperiales en el Noroeste del Imperio. Los astutos Hozen usaron sus habilidades para excavar e infiltrarse incluso en las fortalezas Mogu más impenetrables, volviendolas inútiles. Los sabios Jinyu usaron sus artes místicas para leer el flujo de las aguas y las corrientes de los ríos, prediciendo el futuro y avisando a Kang y a sus fuerzas rebeldes de cuando atacar, y cuando retirarse.

Incapaz de aplastar la rebelión, el Emperador Lao-Fe y sus ejércitos se retiraron al interior del Valle de la Flor Eterna, la capital real del poder Mogu. Consciente del hecho de que los Mogu podrían resistir dentro del Valle de manera indefinida, Kang decidió que los rebeldes tendrían que, de una vez por todas, enfrentarse a los Mogu en campo abierto.


Fue así como la alianza multirracial de antiguos esclavos lanzó un asalto masivo al valle, forzando a los Mogu a una batalla decisiva. Kang dirigió la carga en persona, alcanzando a la gran figura del Emperador y enfrentándose a él en combate singular. Tras una batalla brutal, Kang fue capaz de acabar con la vida del tiránico Lao-Fe, más recibió heridas mortales en la batalla que pronto se cobrarían su vida.
Las fuerzas Mogu restantes, desmoralizadas tras la muerte de su Emperador, se rindieron, o huyeron hacia el Norte.


Exaltados con la victoria, muchos esclavos, ahora libres, contemplaron buscar venganza contra sus torturadores y amos, matándolos como habían hecho ellos con sus esclavos por generaciones.
Pese a eso, se alzó la voz de uno de los estudiantes más prometedores de Kang, Song, un guardián secreto de la historia y conocimientos ancestrales Pandaren. Fue él el que calmó la sed de sangre de los ahora libres esclavos. Habiendo memorizado y asimilado muchas de las historias y filosofía detrás de las enseñanzas del Maestro Kang, Song se las contó de nuevo, una y otra vez, a los ahora libres esclavos, recordandoles que la justicia, no la venganza, demostraría que podían alzarse por encima de la crueldad sin sentido, algo que los Mogu no podían hacer.


Esa sería la prueba definitiva de su fuerza moral frente a la debilidad degeneradora y crueldad de sus amos previos. 
Fue así que los restantes Mogu fueron desterrados por siempre, bajo pena de muerte, huyendo estos junto al resto de su pueblo, para perderse por miles de años en las catacumbas y ruinas de su antiguo Imperio, entre las grandes grietas y cordilleras de la Cima Kun-Lai.
Tras el éxito de la revolución, una época de prosperidad comenzó en y alrededor del Valle de la Flor Eterna. Todas las razas que habían ganado su liberación con sangre y esfuerzo, establecieron sus propias naciones, autónomas, y prosperaron gracias a su bien merecida libertad.
Los pandaren establecieron su propio imperio, pero a diferencia de los Mogu, el suyo estaba construido en los principios de la justicia, sabiduría, y la benevolencia.  Los pandaren se dedicaron a mantener la paz entre las razas liberadas que habían luchado codo con codo por la libertad de todos. Gracias a su aprecio por sus valores y filosofía, lograron este objetivo, y las razas libres coexistieron en Pandaria durante miles de años en paz y armonía.


La revolución Pandaren cambió el contexto político y social del sur de Kalimdor. Muchas de las razas recien liberadas decidieron seguir sus propios caminos, dando lugar a sucesos como la gran migración Yaungol, donde muchos Yaungol migraron al Norte, siguiendo las pistas de sus antepasados, buscando reconectar con un Semidios de la Naturaleza que antaño instruyó a los Yaungol, permitiendoles manipular la naturaleza, antes de sucumbir bajo el yugo Mogu.
Un siglo después de haber logrado su independencia frente a los Mogu, sin embargo, los aliados ancestrales de los Mogu, los trol Zandalari, declararon la guerra y atacaron al aun nasciente Imperio Pandaren, dando comienzo a la Invasión Zandalari, poniendo en vilo el destino de las razas que apenas un siglo antes habían logrado su libertad.


 

La Invasión Zandalari

A09pNah.pngLos Zandalari y los Mogu eran dueños de los imperios más poderoso de todo Azeroth en los tiempos primordiales, y en su alianza, evitaron entrar en un conflicto que podría haber abierto la puerta a que nuevos poderes les quitasen ese trono.
Sin embargo, la crueldad infinita de los Mogu hacia las razas que habían esclavizado, como los Pandaren, los Hozen o los Jinyu, o incluso razas que crearon ellos mismos como los Grúmel, precipitó su caída.

Pese a su alianza, Mogu y Zandalari se despreciaban. Los Zandalari se creían por encima de los Mogu fruto de dos razones: A diferencia de los Mogu, sin guía espiritual alguna, ellos contaban con sus Loa, grandes espíritus animales que evitaron que los trols degenerasen en un régimen de crueldad infinita sin propósito alguno. Así mismo, los Zandalari no usaban esclavos en su Imperio, lo cual resultó en una ventaja frente a la raza esclavista de sus aliados.
Pese a esto, el desprecio de ambos pueblos no pasó más allá de educada indiferencia. Confiaban en que su aliado no les atacaría, pues ambos imperios estaban seguros de su victoria sobre su aliado de darse el caso. Mientras ambos imperios permanecieron espalda con espalda, ninguno invirtió tiempo en supervisar al otro, y por ello no llegaron a ver desfallecer a su antiguo aliado.

Aunque los zandalari siempre mantuvieron una relación distante con los Mogu tras la muerte de Lei Shen, el Rey Trueno (Pues los trols despreciaban la inestabilidad interna del Imperio Mogu, fruto de las luchas entre clanes y dinastías por establecerse como la casa dominante Imperial), los trols nunca olvidaron la promesa que Lei Shen les había hecho hacía más de tres mil años, una gran porción de terreno al norte del Valle de la Flor Eterna.
Cuando los Mogu cayeron fruto de la revolución Pandaren, los Zandalari vieron la oportunidad perfecta para aprovechar su ventaja y reclamar el territorio que les pertenecía por derecho, más no actuaron inmediatamente. El debate interno estalló entre los muros de Zuldazar, pues los Zandalari no eran capaces de ponerse de acuerdo si debían tomar estas tierras mediante la fuerza o mediante la diplomacia

Al final, fue Mengazi, descendiente de Zulathra, el Rey Sol, el que convenció a los demás que los Zandalari habían de tomar estas tierras por la fuerza, pues no existía posibilidad alguna de que los antiguos esclavos, ahora libres, honrasen el pacto realizado antaño por sus amos los Mogu.
Con esto, tras pertrecharse y armar a sus bestias y dinosaurios de guerra, los trols marcharon al sur, imbuidos en poderes místicos. La primera de sus víctimas fue una población al norte de las montañas de Kun-Lai. Apenas una villa pandaren de unas pocas docenas de habitantes, de la cual no quedó nada salvo un niño que los Zandalari dejaron con vida para anunciar de su llegada.


La legión dorada Zandalari marchó hacia el Bosque de Jade, sus armas de obsidiana adornadas con oro y metales preciosos, sus grandes coronas emplunadas brillando bajo el Sol con intensidad. Los Zandalari eran conquistadores, y como tales marcharon sobre las tierras pandaren, sin miedo alguno en sus corazones.
En el Bosque de Jade se encontraba el corazón del floreciente Imperio Pandaren, sus habitantes, huyendo presa del pánico frente a las legiones Zandalari. La única fuerza militar con la que contaban los Pandaren por aquel entonces, era una orden de monjes que había jurado proteger el muro del Espinazo del Dragón, al oeste. Estos, se encontraron rápidamente superados en numero y en tácticas por las legiones Zandalari, destacando sobre todo su uso de los gigantescos Murciélagos y los Pterrorala.

Las legiones Zandalari eran inmensas, y luchaban de una manera para la cual los Pandaren no tenían respuesta. No fue si no las acciones de una joven pandaren, conocida como Jiang, la que cambiaría el curso de la guerra.
Jiang era una joven pandaren de Floralba, una de las aldeas más grandes del Bosque de Jade. Un día, mientras caminaba por el Arboretum escuchó un ruido. Un pequeño dragón nimbo, grandes reptiles voladores que surcaban los cielos de Pandaria desde tiempos inmemoriales, se encontraba en el suelo, herido y a las puertas de la muerte. Con la amabilidad de una madre, Jiang recogió al pequeño dragón nimbo y se lo llevó en brazos, dispuesta a cuidarlo y sanarlo.
Lo nombró Lo, "El Afortunado", en Pandaren, y rápidamente entablaron una amistad que duraría hasta el final de sus días, pues los dragones nimbo no son meros animales, más inteligentes que cualquier pandaren, pese a que carezcan de la capacidad del habla.
Pese a esto, sus vecinos rechazaron la idea de Jiang y le suplicaron que se librase de Lo, antes de que se hiciese lo suficiente mayor para hacerle daño, pues hasta ese momento los dragones nimbo eran bestias salvajes que vivían en las altas montañas, y no traían más que muerte a los Pandaren lo suficiente insensatos para acercarse a ellos.
Sin embargo, cuando las fuerzas Zandalari llegaron a las puertas del Imperio Pandaren, Jiang marchó a luchar por su pueblo acudiendo a la llamada a las armas. Luchó en las playas y en los bosques contra los invasores trol, hasta que en una batalla estuvo cerca de la muerte. Derribada y desarmada, la lanza de un guerrero zandalari estaba a apenas unos centímetros de su corazón. Lo que la salvó fue un familiar rugido. Lo salió de entre la espesura, en mitad del caos de la batalla. Pese a ser apenas un dragón nimbo joven, se abalanzó sobre el guerrero trol y lo descuartizó, miembro por miembro. Tras ello, se enroscó alrededor de la herida Jiang y voló con ella, alejándola de la batalla. 
Tras que Jiang lograse sanar sus heridas con la ayuda de un Eremita en las espesuras del Bosque de Jade, esta acudió con presteza a los líderes de las defensas Pandaren, los monjes guerreros que defendían las tierras de los trols y otros peligros. Intentó explicarles como los dragones nimbo podían ayudarles, como Lo la había salvado y como ella conocía la manera de dar la vuelta a la guerra. Más sus advertencias y consejos cayeron en oídos sordos. Los monjes, anquilosados en su propia sabiduría, eligieron continuar sus defensas en la manera que consideraban más apropiada, más su negativa no hizo si no aumentar la voluntad de Jiang.

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Varios días después, los Zandalari habían roto al fin las defensas a nivel de playa y avanzaban imparables por los bosques, preparados para enfrentarse a los defensores pandaren en los puentes y pasos montañosos cercanos a Floralba, la ciudad natal de Jiang. Los numeros Zandalari eran muy superiores, y sus jinetes de murciélago luchaban sin dar margen de respuesta a los Pandaren, pues volaban demasiado rápido para los arcos pandaren, dejando caer sobre sus cabezas odres llenos de aceite ardiente que no se apagaba siquiera con agua. 

Pero pese a esto, cuando la batalla parecía perdida, Jiang apareció, cruzando los cielos como una centella a lomos de Lo, destrozando las lineas zandalari con el aliento de rayos de su dragón nimbo, aprovechando los estrechos pasos naturales que los defensores Pandaren habían escogido para hacer un cuello de botella a las tropas invasoras. Así mismo, los jinetes de murciélago se vieron sorprendidos, sus bestias aterradas ante los rugidos del dragón que se abalanzaba sobre ellos, huyendo la mayoría de los animales sin consideración alguna por sus jinetes zandalari, muchos de los cuales se despeñaron al vacío entre gritos.


Tras esa batalla decisiva, el curso de la guerra había virado. Aun se tardarían muchos meses en ganar la guerra, pero los Pandaren ganaron una ventaja que no dejaron pasar. Rápidamente, Jiang comenzó a instruir a otros pandaren en el arte de montar dragones nimbo, tal y como había hecho ella. Con prontitud, un pequeño ejército fue formado. Volando con Jiang y Lo a la cabeza, estos jinetes de dragones fueron conocidos como la Orden del Dragón Nimbo.

Tras esto, los trols se dieron cuenta de que poco podían hacer para ganar por medios convencionales, pues perdida su superioridad aérea estaban a la merced de los dragones nimbo. Fue por esto que Mengazi, descendiente de Zulathra, y comandante de la Legion Dorada zandalari decidió recurrir a un último recurso: Resucitar a Lei Shen, el Primer Emperador, el cual, con sus poderes sobre la tormenta y los rayos, podría derribar sin dificultad a los jinetes de dragón pandaren.
Con velocidad, los Zandalari marcharon hacia la Tumba de los Conquistadores. Los pandaren, ignorantes del verdadero objetivo de los Zandalari, les persiguieron, acosando a sus tropas y reduciendo sus números, a la vez que mantenían las distancias para evitar pérdidas entre sus propias filas.
Pese a esto, una vez alcanzada la tumba, los Pandaren vieron que los Zandalari se preparaban para realizar un ritual oscuro y antiguo. Aunque no sabían exactamente cual era su objetivo, el poder que acumularon los sacerdotes Zandalari, con Mengazi a la cabeza, dejó claro a los Pandaren que si se salían con la suya, la guerra estaría perdida. 

Fue en las montañas de Kun Lai, en el Valle de los Emperadores, donde ocurrió la batalla final de la Invasión Zandalari. En ella, Jiang dio su vida en una carga a lomos de Lo, para matar al líder zandalari, Mengazi, antes de que este pudiese concluir su ritual y revivir a Lei Shen.

Con su líder muerto, sus suministros limitados, y tras casi tres años lejos de su hogar, las restantes tropas Zandalari huyeron al norte, de nuevo a su Imperio, derrotados y desmoralizados. Los pandaren no les persiguieron una vez se aseguraron de que hasta el último zandalari abandonaba las fronteras de sus tierras.
Una gran celebración estalló por todo el Imperio Pandaren, pero también duelo, por las muertes de todos los valientes pandaren que habían dado sus vidas, pero sobre todo por el sacrificio de Jiang. Su Dragón Nimbo y amigo, Lo, surcó los cielos del bosque de Jade durante décadas, tras la guerra, buscando infructuosamente por su jinete y amiga. El resto de jinetes de Dragón honraron la memoria de la que había sido la primera de ellos, codificando sus enseñanzas y oficializando, para los milenios venideros, la Orden del Dragón Nimbo.

 

El Imperio Pandaren

"Mientras Shaohao reflexionaba en su viaje, observó la tierra y vio un pétalo solitario. "No importa las cargas a las que haga frente", pensó, "La tierra me provee de guía. Pero las respuestas más verdaderas siempre provienen del interior". Y entonces, quedó claro. "Estaba destinado a una larga vida, y a un reino prospero. Pero yo soy más que un mero emperador. Ahora sé lo que tengo que hacer. Puesto que yo... soy el corazón de Pandaria"
-Las Cargas de Shaohao, Eremita Cho.

 

El Imperio Pandaren fue una época de prosperidad desconocida previamente en las tierras del sur de Kalimdor. La paz reinó mientras los Pandaren velaron por la seguridad y armonía, y aunque conflictos estallaron con regularidad, como las invasiones mántide, los Saurok en el sur, o los Yaungol en el Noroeste, tras reafirmar su existencia al repeler la invasión trol, no había desafío al cual , el Imperio Pandaren no pudiese hacer frente.
La lista de emperadores Pandaren es larga, y en ella se incluyen incluso varios de otras razas como Hozen o Jinyu, como el emperador Rikktik, un hozen cuyo reinado corto y tumultuoso fue manchado por una gran fiebre que sacudió el Valle de los Cuatro Vientos, y que acabaría por cobrarse su vida. 
Pese a esto, todo emperador del Imperio Pandaren es honrado y recordado, pues aunque unos gobernaron con más sabiduría que otros, todos dieron sus vidas por el bienestar de las gentes a su cargo, y de todas sus experiencias vitales se pueden destilar enseñanzas.
Más no hay emperador más amado y más recordado, que Shaohao, el Último emperador de Pandaria, y el responsable de la creación del mismo continente.

Habiendo estudiado en el Monasterio de Tian, Shaohao fue coronado 10.000 años antes de la apertura del portal oscuro. Siguiendo la tradición, consultó al Gran Hablante del Agua de los Jinyu, el líder espiritual de este ancestral pueblo acuático. Por desgracia, no fueron buenas noticias las profecías del líder Jinyu, si no un terrible presagio: Un reino de hechiceros, al norte del Imperio Pandaren, llamaba y clamaba por la llegada de una gran hueste de demonios a través de una gran poza. Fuego verde caería de los cielos, y el continente del mundo sería fragmentado y destruido.

"Hace mucho tiempo, solo un par de años antes de la Guerra de los Ancestros, el Rey Mono se había vuelto el líder de un pueblo ingobernable. Ascendió al poder sin derramar ni una sola gota de sangre y era amado por toda tribu Hozen, a pesar de que los Hozen pelean constantemente, sin fin, por la más nímia de las razones. Cualquier desacuerdo implicaba violencia física, pero el Rey Mono era consciente de esto. Por ello, dijo a las tribus Hozen, "Yo soy el Rey Mono. Vuestra tribu me apoya con todo su corazón". Cuando un Hozen cualquiera cuestionase su afirmación, él les diría que el lider de su tribu ya había estado de acuerdo con él de antemano. Ningún Hozen quería desafiar a su líder por un capricho (Y entrar en una pelea), así que dijeron "Tú eres el Rey Mono".
Cuando los líderes de las tribus oyeron sobre él, todos sus vasallos le llamaban ya por el nombre de Rey Mono. Estaban confundidos, pero no querían enfrentarse a su propia gente, asi que tampoco ellos lo desafiaron. La loca afirmación del Rey Mono, su mentira, rápidamente se convirtió en verdad porque ningún Hozen se atrevió a cuestionarle. Rápidamente, las peleas entre las tribus cesaron. El Rey Mono resolvía toda disputa, y los Hozen le obedecían. El Dragón de Jade Yu'Lon podía ver las motivaciones del Rey Mono. Era simple: Odiaba la visión de la sangre. Al nivel más fundamental y espiritual, era una criatura que odiaba la batalla y amaba la paz. Y fue por esto, que logró lo que ningún otro Hozen había logrado nunca."

- Viaje al Oeste, Eremita Wu Chen'gen, 2323 D.d.S


Desamparado y sin esperanza, el último emperador escaló la escarpada pendiente del monte Nieverest. Dagas de frío se deslizaban bajo sus ropas de seda, y el viento cortante dificultó con dolor su viaje. Fue tan solo en la cima donde Shaohao encontró silencio y consuelo. Fue ahí donde habló con el Dragón de Jade, el espiritu de la sabiduría. El Dragón de Jade urgió a Shaohao a despojarse de sus cargas, a purificar su espíritu, y a hacerse uno con la tierra. 


El Emperador se quedó perplejado por las palabras del gran Dragón, más no encontró más respuesta en el nevado pico. Abatido, el Emperador desanduvo su camino y descendió la montaña para acudir y consultar a su amigo y compañero, el Rey Mono.

Shaohao meditó por tres días y tres noches, puesto que el consejo del Dragón de Jade no estaba claro.  ¿Como podía uno purgarse de toda duda? Agotado de esperar, el compañero de Shaohao, el Rey Mono, talló una máscara siniestra de bambú. Animó al emperador a ponerse la Máscara de la Duda.

Pese a que la única intención del Rey Mono era reírse un poco a costa de su amigo, la máscara funcionó. Así como Shaohao se retiraba la máscara, sus dudas tomaron una forma física. Durante siete horas, lucharon contra la criatura de sombra y oscuridad, hasta que el Sha de la Duda fue enterrado.
A partir de ese momento, Shaohao supo lo que tenía que hacer, y su viaje para purgarse de sus emociones negativas comenzó. Viajó a cada uno de los cuatro templos de los Augustos Celestiales, purgándose con la ayuda del Rey Mono y de los Guardianes Espirituales de Pandaria, encerrando a los Sha de la Duda, la Desesperación, el Miedo, la Furia, el Odio y la Violencia bajo tierra.

Tras derrotar a los Sha, el emperador estableció al Shado-Pan, discipulos de Xuen el Tigre Blanco para que continuasen la eterna vigilia y protegiesen a su pueblo de la amenaza de los Sha. 

Shaohao fue cambiado por siempre, y así como se aproximaba al final de su viaje, era una criatura de fé, coraje, paciencia, amor y paz, una criatura de luz pura.
Al ocaso del último día, los cielos se tiñeron de verde, y el propio suelo temblaba con terror. Pero el Emperador no tenía miedo. Su mente estaba totalmente clara, fuese de duda o de desesperación. Celebró y cantó mientras el cielo se quebraba sobre su cabeza. Viendo miedo y duda en su gente, Shaohao les tranquilizó, transmitiendo las enseñanzas que había aprendido. Uno debía vivir cada día en su plenitud, como si fuese el último, y acostarse cada día con la paz de una mente libre de cargas.
Tras decir eso, consciente de lo que debía de hacer para proteger a su gente, descendió a la Veranda de la Primavera Eterna.

Se dice que todos los árboles del valle florecieron a su llegada, y aun florecen a día de hoy. Su objetivo era separar Pandaria del resto del mundo, protegiendo a su gente del fuego y de la muerte.
 

 

Más poderoso como era, pese a sus intentos, no logró conseguirlo. El suelo tembló, más no se movió. Rápidamente, con el tiempo apremiante sobre él, comenzó a dudar, y el Sha de la Duda comenzó a ascender por el Este. Comenzó a temer, y el Sha del Miedo comenzó a liberarse de sus cadenas por el Oeste. Desesperado, llamó por el Dragón de Jade en busca de auxilio. Yu'Lon acudió a su llamado, y con calma, explicó al joven Shaohao que Pandaria era mucho más que el Imperio Pandaren. Los Mántides al Oeste, más allá del muro, eran tan parte de Pandaria como su Imperio protegido tras el muro. Shaohao, al final lo comprendió. 
Vio como todo en el mundo está conectado en un todo eterno, y que su amada tierra era más que el imperio pandaren.
Su bastón cayó al suelo sin proferir ruido alguno, mientras su espíritu se hacía uno con la tierra. Mientras el mundo se quebraba sobre si mismo, Pandaria surcó los océanos pacíficamente hacia el sur. Mientras las togas del emperador caían, vacías, sobre el suelo, una espesa niebla comenzó a rodear las tierras de Pandaria, ocultándolas a la visión del resto del mundo.

Fue con su sacrificio que el pueblo Pandaren y todas las razas que habitaban Pandaria pudieron evitar el Gran Cataclismo. Para los Pandaren, Shaohao jamás llegó a fallecer, si no que se hizo uno con la tierra. Por ello, jamás fue sucedido, y Shaohao permaneció como el último emperador Pandaren, eternamente vigilando las tierras que tanto amó en vida, siendo más de diez mil años después, aun el oficial emperador de Pandaria.
Fruto de esto, con los siglos, el poder del Imperio Pandaren se descentralizó, y los distintos núcleos pandaren comenzaron a seguir sus propios caminos, formar sus propias leyes, y sus culturas. Pese a esto, todos se consideran parte del mismo Imperio, y jamás estalló el conflicto armado entre el pueblo de Shaohao, virtuoso e instruido en la paz espiritual y mental. 
 

 

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La Sociedad Pandaren:

Las Poblaciones Pandaren

 

PwHmfiQ.jpgLos Pandaren son un pueblo pacífico, dado a disfrutar y vivir cada día como si fuese el último. Es por esto que su estado natural es rodeado de sus semejantes, conformando aldeas, villas y ciudades donde la comida abunda, ganada honradamente con el sudor de la frente. De la misma manera, fruto de su estilo de vida pacífico y hospitalidad, no es para nada raro ver a miembros de otras razas como Hozen o Jinyu vivir en aldeas y ciudades pandaren, ya sean individuos, o familias enteras. Algunas de estas familias llevan tantas generaciones viviendo en ciudades pandaren que aceptan su cultura como la suya, y son tratados como iguales por los demás pandaren, sus vecinos.
Un Pandaren necesita grandes cantidades de comida diarias para mantenerse, y es por ello que de manera natural las poblaciones pandaren son de pocos habitantes, con las aldeas más pequeñas conformadas normalmente de unas pocas docenas de pandaren, a las villas más intermedias contando con un par de cientos. Las excepciones a esta regla se dan en el Valle de los Cuatro Vientos, el granero de Pandaria, donde vive más del 60% de la población Pandaren de toda Pandaria. Las inmensas campiñas del valle son increíblemente fértiles, lo que permite que se produzcan grandes cantidades de comida, e incluso grano que fermentado produce algunas de las mejores bebidas alcohólicas del mundo.

 
El mayor exponente de la prosperidad de el Valle de los Cuatro Viento es el Alcor, la segunda población Pandaren más grande de toda Pandaria. Construida sobre una gran loma, alberga a más de cincuenta mil pandarens, y se dice que desde su punto más álgido, donde reposa la gran campana que indica el fin de la jornada de trabajo, no se pueden si no ver hectáreas y hectáreas de campo labrado hasta donde alcanza la vista, lo que alimenta no solo a la ciudad, si no a docenas de aldeas por todo el Valle de los Cuatro Vientos, e incluso otras aldeas y ciudades más lejanas.
Floralba es la ciudad pandaren más grande de toda Pandaria. Situada en el Bosque de Jade, capital ancestral del Imperio Pandaren, es famosa por estar construida tanto a nivel de suelo como en las montañas del Bosque, conectando las plataformas de exquisita arquitectura pandaren mediante grandes puentes de firme piedra.
Pese a que la inmensa mayoría de los Pandaren viven en el Valle de los Cuatro Vientos y en el Bosque de Jade, hay poblaciones Pandaren repartidas por toda Pandaria, con la excepción del Desierto del Pavor.
En el norte, en la Cima Kun-Lai, hogar del Gran Tigre Blanco Xuen y del sagrado Monasterio de los Shado-Pan, existen numerosas aldeas Pandaren. Más pequeñas y menos habitadas, no dejan por ello de tener pandaren dispuestos a darlo todo por prosperar tanto en las grandes llanuras que rodean las cordilleras como en las propias montañas nevadas. Los pandaren de Kun-Lai son famosos en todo territorio Pandaren por ser normalmente de carácter más harisco y distante, a diferencia de los risueños pandaren del Valle de los Cuatro Vientos. Pese a ello, poco Pandaren hay más leal que un habitante de las montañas de Kun-Lai, pues cuando los meses invernales arrecian y los pasos de montaña se quedan aislados, es solo la confianza y apoyo entre pandaren lo que permite a estas pequeñas poblaciones de cazadores sobrevivir en un clima tan hostil.
En el sur, en las espesuras de Krasarang, también hay poblaciones Pandaren. Estas, situadas en la franja más al Norte y cercana al Valle de los Cuatro Vientos, son conocidas por sus conflictos constantes con los salvajes Saurok que hacen de las espesuras su hogar, y es por ello que son de las pocas poblaciones pandaren que construyen empalizadas y defensas a su alrededor, prefiriendo los pandaren de zonas más pacíficas mantener sus poblaciones abiertas, invitando a todo extranjero .
 Pocos Pandaren son tan diestros con el arco y en el arte de la caza como los habitantes de Krasarang los cuales son tachados normalmente como algo sombríos, con un humor algo cínico y negro. Prejuicios que si bien tienen parte de verdad, pues la lucha por la supervivencia es constante en Krasarang, algo que tiende a ensombrecer el carácter de los pandaren que ahí vive, también son los Pandaren más agradecidos y hospitalarios que existen, pues es muy fácil perderse en la espesura, y todo habitante de Krasarang recibe con los brazos abiertos a un pandaren perdido, otorgándole protección, cobijo, y alimento, hasta que el viajero perdido pueda retomar su camino.

Con esto, los Pandaren tal vez más extravagantes son los que deciden hacer su vida más allá del Muro del Espinazo del Dragón. En las estepas Tong-Long viven los monjes adeptos del Buey Negro Niuzao. Protectores de su sagrado templo, creen firmemente que es en esas tierras tan duras, más allá de la protección que ofrece la gran muralla, donde pueden realmente comunar con el Augusto Celestial al cual veneran y sirven con fervor. Al fin y al cabo, el Buey Negro es el avatar de la tenacidad y de la resistencia. Si ellos no pueden prosperar por sus propios medios en donde los Yaungol llevan viviendo milenios. ¿Como pueden declararse discípulos del Gran Buey?

 

El Gobierno Pandaren


Desde que el último Emperador se hizo uno con Pandaria, quedó en manos de los Pandaren el auto gobernarse. Aunque en los primeros siglos se instauraron formas de gobierno más o menos centralizadas, con el paso de los milenios cada aldea y ciudad pandaren empezó a auto gestionarse a sí misma, pasando a ser los Templos y Monasterios repartidos por toda Pandaria centros de unión bajo la atenta mirada de los monjes allí reunidos


El método más común del gobierno es el del Shi Zhang, que en lenguaje común podría ser traducido como "Administrador". Normalmente, el cargo de Shi Zhang es elegido mediante pruebas tanto académicas como mentales, e incluso físicas, llevadas a cabo por los Monjes del Monasterio más cercano.  Muchos de los aspirantes al puesto de Shi Zhang entrenarán durante largos años para tener la capacidad y la aptitud necesaria para superar todas las pruebas, y sobre todo, superar a los demás candidatos. El Shi Zhang de la aldea o ciudad tomará el mando de la ciudad en todas las labores administrativas, de manera vitalicia, hasta que abdique por voluntad propia, o hasta que sea demasiado anciano para ocupar su puesto. Bajo su cargo, de nuevo, dependiendo del tamaño de la población, tendrá un gran séquito de ayudantes encargados de hacer que todo funcione correctamente, siendo normalmente el más importante de estos el Duizang, el pandaren al cargo de los Ashigaru de la ciudad.
En las poblaciones más importantes, como el Alcor o Floralba, el Shi Zhang se mudará junto a su familia a la casa más grande de la ciudad, preparada en perfecto estado con este fin, normalmente en una posición privilegiada que le permite tener vista de toda o de la mayor parte de la población. La posición del Shi Zhang es una de gran privilegio, pero también de gran responsabilidad. Más de un mal Shi Zhang se ha visto quitado del puesto entre tomatazos y burlas de sus vecinos, normalmente porque aprovechaba el prestigio de su cargo para pasarse más tiempo bebiendo alcoholes exóticos que ocupandose de que todo funcione correctamente.

Pese a todo esto, los Pandaren son unas gentes pacíficas, dadas a la paz interior y a la meditación, y por tanto reconocen la responsabilidad de estos puestos, respetando la autoridad comunal concedida al Shi Zhang, así como el propio trabajando de todo corazón para que la población que le ha elegido, que no es otra que sus amigos y conocidos, prospere bajo su atenta mirada. Así mismo, el estricto sistema de pruebas supervisado por los Monjes hace que la corrupción sea prácticamente inexistente, así como la ineficiencia, pues solo aquellos verdaderamente dispuestos y entregados a darlo todo por sus semejantes, consiguen el puesto.
En otras poblaciones, sin embargo, la villa o aldea es regida por un consejo de ancianos de las familias más antiguas de la población, más este metodo de auto gobierno, más arcaico, es cada vez más dejado de lado fruto del aumento poblacional en las ciudades más prósperas de Pandaria.

Otras aldeas, normalmente las más pequeñas, de apenas unas pocas docenas de pandaren, carecen de sistema de gobierno, y todos los problemas son resueltos en charlas en la sala comunal, donde tras una jornada de trabajo todos los pandaren, ancianos, adultos y jovenes, se reunen para contar como les ha ido el día, reir, beber y cenar.

XZ7v1GH.jpgPor encima de estos variados sistemas de gobierno local, se encuentran los Templos y Monasterios Pandaren, tanto los grandes cuatro templos dedicados a los Augustos Celestiales, siendo el de Yu'Lon, en el Bosque de Jade, y el de Xulen, el Tigre Blanco, los más relevantes para la sociedad y vida diaria pandaren. 
Toda aldea, villa y ciudad Pandaren, en base a su capacidad, lleva tributos de grano, comida y bebida a los templos y monasterios más cercanos. Estos tributos se pagan de buena gana, pues tienen dos utilidades. Una, alimentar a los propios monjes y sacerdotes que allí habitan, que tanto hacen por el bien físico y espiritual de Pandaria, y dos, todo monasterio y Templo tiene un gran granero donde se reserva siempre alimento para tiempos de crisis.

Son los Templos y Monasterios pandaren los pocos núcleos de población de los habitantes de Pandaria que cuentan con murallas, y en tiempos de crisis, como en las invasiones del enjambre Mántide, o en incursiones Saurok, es a estos templos donde acuden los Pandaren de todas las aldeas y ciudades vecinas, pues estas carecen de defensa alguna, convirtiendose entonces en Castillos en el sentido más completo de la palabra.
Los Pandaren valoran la vida sobre todas las cosas, y mientras que las casas pueden ser reconstruidas y los campos replantados, toda vida perdida es una desgracia para la comunidad.


Así mismo, es en los Templos, y bajo la sabiduría milenaria de los monjes, donde se resuelve cualquier tipo de disputa que pueda ocurrir entre dos o más poblaciones Pandaren. Aunque alguna vez ha surgido alguna voz que habla en contra de la autoridad de los Templos, que durante más de diez mil años el pueblo de Shaohao se haya mantenido libre de ningun tipo de guerra fratricida entre pandarens es gracias a la guía invaluable de los Monjes. Razón por la cual ningún pandaren con dos garras de frente rechazaría jamás el consejo y guía de uno de estos sabios
 

 

Los Pandaren y la Tradición: Los Eremitas

 

Pese a que la religión Pandaren sea la veneración politeística de los Augustos Celestiales, la filosofía vital pandaren tiene raíces que se hunden profundamente en la idea de que, la vida está llena de lecciones y sabiduría, solo hay que saber verla e interpretarla. Es por esto que todo lo pasado y ocurrido se guarda, se estudia y se analiza, con el fin de destilar toda muestra de sabiduría, por pequeña que sea, de las experiencias pasadas.
Aunque esta obsesión por el estudio y reverencia de los ancestros puede resultar extraña, y para el no experto puede hacer pensar que los Pandaren viven en el pasado, nada más lejos de la verdad. 

Los Pandaren honran y veneran a sus antepasados, estudian sus vidas, las aprenden, más no por ello se olvidan de que viven en el presente. Un pandaren vive cada día como si fuese el último, y toda experiencia la disfruta al máximo de sus capacidades. 
Es por esta veneración por los antepasados y estudio del pasado que los Pandaren han sido capaces de ,tras tantos años, mantener la paz y la armonía entre sus gentes, pues para todo pandaren, la unión de las razas de Pandaria, Hozen, Jinyu, Pandaren, Grúmel, etc... que consiguió derrocar al Imperio Mogu, está fresca y presente en sus memorias. 
¿Qué clase de mal, qué clase de penuria, podría llevar a los pandaren a olvidar los lazos que les unen, los ideales de justicia, de paz, ellos, que nunca han experimentado lo que es la esclavitud, ellos, para los que los Mogu no son más que cuentos e historias, y no una realidad constante cuyos látigos arrancan la carne y dejan los huesos al aire libre?
Si sus antepasados, viviendo en una tiranía regida por el terror y el miedo, fueron capaces de purgarse de esas emociones negativas, de anteponer la justicia y la bondad a la venganza y el rencor, como no van los pandarens que viven en el presente, aspirar a seguir sus enseñanzas y respetar sus ideales.

 

Bvdvuyk.jpg"Soy conocido como un Eremita - Un historiador para mi pueblo. Por ello, la sabiduría es mi armadura, y porto una pluma en vez de una espada. Gran parte del pasado de Pandaria está envuelto en misterio, incluso para nosotros. El deber que jura todo Eremita es el redescubrir nuestra historia, eliminar esa niebla que envuelve nuestro pasado, pieza a pieza. Para ello, uno ha de perseguir de manera incansable toda clase de pistas antiguas, y lo más importante: Tener la sabiduría para interpretarlas"
-Eremita Cho, gran maestro de la Orden de los Eremitas

Y, es fruto de esta veneración y estudio del pasado, que nacieron los Eremitas. La Orden de los Eremitas fue fundada por Song, uno de los discípulos de Kang, el Puño del Primer Alba. Song era un estudioso de la cultura Pandaren, obsesionado con recuperar los pocos retazos supervivientes a la Purga Mogu que sucedió cuando se fundó el Imperio. 
Fue la búsqueda de esta sabiduría lo que le llevó a ser capaz de, llegado el momento, calmar los corazones y la furia de los rebeldes, una vez ganada la Revolución Pandaren, evitando así que se instaurase un nuevo régimen basado en la venganza y la muerte. Fue la sabiduría que Song había demostrado, lo que permitió que se crease en Pandaria un estado de paz y armonía.

Movidos por esto, muchos Pandaren se aproximaron a Song, y suplicaron que les enseñase sus conocimientos, que les ayudase a, como él había hecho, descubrir la sabiduría ancestral de su pueblo. Fue en ese momento que Song, junto a estos primeros pandaren, fundó la Orden de los Eremitas.
Un Eremita no es solo un historiador y un cuenta-cuentos avezado, si no también mediadores en toda clase de conflictos, usando metáforas y alegorías, transmitiendo la sabiduría ancestral, para resolver toda clase de situaciones tensas.

Es la búsqueda incesante del conocimiento de los Eremita lo que los vuelve tan reverenciados por el resto de Pandarens, siendo incluso respetados como los Monjes de los cuatro grandes templos de los Augustos Celestiales. No hay conflicto que pueda surgir, no hay dificultad que pueda sacudir Pandaria, que no haya sido enfrentada previamente, y el hecho de que los Pandaren aun viven, es que se encontró una solución.  Esto es lo que creen, al menos, la mayoría de Pandarens, y es por esto que muchos acuden a los Eremitas buscando consejo y guía, tanto en problemas cotidianos como a la hora de tomar decisiones vitales en su vida: Tal vez mudarse a otra ciudad y comenzar una nueva familia, o intentar acceder al Shado-Pan. A lo mejor busca sabiduría para saber si está preparado para dedicar su vida al estudio y veneración de uno de los Cuatro Augustos Celestiales, o simplemente no está seguro de si su último plato de fideos es realmente tan bueno como cree.

Por esto, los Eremitas son también los encargados de inculcar a los jóvenes pandaren la sabiduría de su pueblo, así como enseñarles a escribir, leer, matemáticas, y en general todas las necesidades mentales básicas que todo pandaren necesita para desenvolverse por el mundo. Aunque los pequeños tienden a la rebeldía y a la hiperactividad, los mejores Eremitas son capaces de dejar clavados en el suelo a una docena de pequeños pandaren con uno de sus relatos, el cual no solo hará volar sus imaginaciones, si no que dejará las semillas que germinarán en su adultez en los frutos de la responsabilidad.

 

 

Las Fuerzas Armadas Pandaren

 

No ha de confundirse a los Pandaren por un pueblo pacifista. Pese a que su naturaleza es pacífica, los Pandaren son totalmente conscientes de que su libertad la ganaron con el uso de la fuerza, con la lucha, más no una lucha egoísta y visceral, si no basada en ideales de justicia y bondad. 
Es por esto, y por el hecho de que pese a la superficial paz de Pandaria, es una tierra llena de conflictos, los Pandaren no son ignorantes al concepto de ejércitos y de la guerra.


Por norma general, todo pandaren sabrá las nociones más básicas de alguna de las distintas artes marciales del continente, pues los niños pandaren no solo se instruyen con los Eremitas para entrenar su cerebro, si no que también se instruyen por norma general con los Monjes, pues una mente sana requiere de un físico equilibrado, para crear la armonía de mente y cuerpo que permite a los Pandaren mantener la sociedad que han construido.
Pese a esto, la gran mayoría de Pandaren no se verán obligados a usar sus zarpas o empuñar un arma en la vida, sobre todo si vive en el Valle de los Cuatro Vientos o en el Bosque de Jade, las zonas más pacíficas de Pandaria.  Esto es diferente para los pandaren de las espesuras de Krasarang, que son conocidos por empuñar arco y lanza desde que apenas se sostienen en pie, tanto para cazar como para defenderse.

El deber de defender Pandaria recae en la orden monástica del Shado-Pan, fundada bajo la petición de Shaohao para proteger Pandaria de amenazas externas e internas, y de los distintos grupos de Ashigaru, guardias de cada aldea y ciudad.

 

 

El Shado-Pan
"Disciplina: Es el único camino"
-Tharan Zu, Señor del Shado-Pan.


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Los orígenes de la orden del Shado Pan se remontan a los orígenes de la revolución Pandaren. Fue en las altas montañas de Kun-Lai donde Kang, el Puño del Primer Alma, y sus discípulos, construyeron un pequeño monasterio para escapar de las atentas miradas de sus amos Mogu y, por coincidencia, encontraron la prisión del gran Tigre Blanco Xuen. Kang el Libertador comunó con el Augusto Celestial, aprendiendo los secretos del Chi, que enseñó a sus discípulos.
Tras esto, tanto Kang como sus discípulos marcharon para comenzar la revolución Pandaren. Aunque esta acabó en un rotundo éxito y con la derrota del Imperio Mogu, Kang dio su vida para lograr esto. 

Varios de sus discípulos regresaron tras la gran batalla en el Valle de la Flor Eterna, y en la Cima de Kun-Lai liberaron al Gran Tigre. Este les declaró gratitud eterna, y les prometió que, si lo deseaban, les instruiría en las artes que había enseñado a Kang, para que alcanzasen cuotas de perfección física y espiritual que desconocían. 
Los discípulos de Kang aceptaron, y se instalaron en el pequeño monasterio de la Cima de Kun-Lai, pasando a nombrarse como el Shado-Pan, la Espada en las Sombras.
Durante más de dos mil años, estos monjes permanecieron recluidos, entrenándose bajo la atenta mirada de Xuen, hasta que el último Emperador de Pandaria, Shaohao, llegó ante ellos. Fue ahí donde el emperador se puso a prueba bajo la atenta mirada de Xuen. 

El Tigre Blanco le dijo que le ayudaría, si era capaz de golpear a uno de sus Shado-Pan, los 100 mejores guerreros de toda pandaria. El emperador lo intentó, una y otra vez. El monje guerrero no tuvo problemas en esquivar todos los golpes del Emperador, el cual se dejó dominar por la ira más y más.
Fue entonces cuando el Sha de la Ira se manifestó, avalanzandose con presteza para matar al Emperador. Antes de que este pudiese reaccionar, el mismo monje del Shado-Pan al que había estado intentando golpear se interpuso, sacrificando su vida sin titubear para salvar a su Emperador.
Fue ahi donde Shaohao se liberó de su Ira, y vio que estos monjes se habían purgado hacia mucho de las cargas que él mismo intentaba eliminar de su espiritu. Por esto pidió a Xuen y a sus 99 Shado-Pan que se ocupasen de la defensa de Pandaria, que protegiesen lo que él no podía proteger. 
Xuen aceptó, y fue así como la orden monástica del Shado-Pan pasó a ser , oficialmente, los defensores de Pandaria.

Con los años, la orden de monjes que se ocupaba de defender el Muro del Espinazo del Dragón, se uniría al Shado-Pan, pues ambos en el fondo, tenían la misma voluntad vital, proteger Pandaria de todo peligro. 
Los números del Shado-Pan siempre han sido reducidos comparados con la población Pandaren, pues confían en los Ashigaru para defender las tierras interiores de Pandaria. Pese a que las pruebas para entrar al Shado-Pan sean extremadamente complicadas y letales en el fracaso, la edad de los aspirantes suele rondar entre los doce y los quince años, meros adolescentes. Es por esto que muchos, tras varias décadas de servicio en el Shado-Pan, se retiran de nuevo a sus vidas, fundiéndose con la población pandaren civil, pues el servicio al Shado-Pan no es de por vida salvo que así lo desee el pandaren.
Normalmente, estos Shado-Pan retirados se instalarán en distintas aldeas, manteniendo siempre contacto con el Monasterio en la Cima de Kun-Lai. Tenderán a ocupar los puestos de Duizang de las villas y aldeas medianas y grandes, y se ocuparán de la instrucción, entrenamiento y equipamiento de los distintos cuerpos de Ashigaru. En las aldeas más pequeñas, tal vez un solitario Shado-Pan retirado sea lo único que se interponga entre los pacíficos pandaren de la aldea y distintos peligros, como animales salvajes o bandidos saurok.

El número de miembros activos del Shado-Pan tiende a fluctuar en base a la necesidad, sobre todo dependiente de cuan cerca esté de suceder el siguiente enjambre Mántide que cada 100 años se abalanza contra el Muro del Espinazo del Dragón, amenazando con arrasar toda Pandaria.

En tiempos de paz, el número aproximado de monjes del Shado-Pan será de entre unos 10.000 y 30.000 ,  contando entre ellos a los los destinados a proteger el Muro del Espinazo del Dragón, los acólitos y monjes que se instruyen y los instructores que los entrenan en el Gran Monasterio en la Cima de Kun-Lai, y los que viajan en grupos entre las ciudades y villas pandaren para asegurarse de que reine la paz, llevar y traer mensajes a los distintos Templos, y mantener comunicaciones regulares con los distintos Shi Zang para asegurarse de que todo esté en orden.

Es en las décadas previas a que el siguiente Enjambre Mántide haga su invasión, que los números del Shado-Pan tiende a incrementarse. Periódicamente, el Señor del Shado-Pan enviará patrullas al Desierto del Pavor con el objetivo de estimar cuan grande será el siguiente enjambre. Pese a que la mortalidad en estas misiones es increíblemente alta, pues aventurarse en el Desierto del Pavor es prácticamente una sentencia de muerte, todos son conscientes de que son vitales para la correcta defensa del Muro, y por ello, nunca faltan voluntarios dispuestos a cumplir una misión tan sacrificada y honrosa.
Es normal que cuando se aproxima un enjambre Mántide, los Shado-Pan retirados acudan años antes al templo, ofreciendo de nuevo sus servicios, y entrenándose duramente para recuperar la destreza perdida, así mismo como el número de voluntarios entre los Ashigaru y jóvenes Pandaren se dispara, todos ellos dispuestos a luchar y dar sus vidas por proteger a su pueblo y a sus gentes. 

Pero hay en ocasiones donde esto ni siquiera es suficiente. Es en esos casos donde existe la posibilidad de recurrir a una medida desesperada.
El Señor del Shado-Pan tiene un poder inmenso en su zarpa que no otro Pandaren en toda Pandaria tiene. Por Decreto Imperial, firmado por el último emperador Shaohao, el Shado-Pan tiene la capacidad de reclutar por la fuerza a un Pandaren adulto de cada una de las familias pandaren de toda Pandaria, sea rico o pobre, campesino o erudito. 
Este Decreto Imperial, que se considera una medida desesperada, y que pocos Señores del Shado-Pan estan dispuestos a tomar, pues prefieren arriesgar las vidas de sus monjes que las de civiles reclutados a la fuerza, fue tan solo invocado una vez en los más de doce mil años de historia del Imperio Pandaren.
En el año 4290 D.d.S, apenas una década antes de que el siguiente enjambre Mántide invadiese el Imperio Pandaren, los informes de los exploradores eran cada vez más alarmantes. La actual Emperatriz Mántide había sido bendita con una fertilidad sin parangón, y las nidadas de huevos que había logrado poner eran inmensas. El Enjambre mántide de ese año se estimaba que alcanzaría entre los veinte y los treinta millones de mántides, un número que se estimaba imposible, pues normalmente los Enjambres mántide eran de apenas uno o dos millones, número que perdía gran parte de su efectividad gracias al inmenso Muro del Espinazo del Dragón, la razón por la cual aun no habían consumido toda Pandaria.
Seis años antes de que el Enjambre Mántide eclosionase y se abalanzase sobre Pandaria, Shen-Tzu, el Señor del Shado Pan, llegó a la conclusión de que la victoria era imposible. Grandes cantidades de nuevos discípulos se habían inscrito en los últimos años, tanto jóvenes dispuestos a entrar al Shado-Pan como Ashigaru voluntarios de toda Pandaria. Su número de efectivos rondaba los 150.000 Pandaren, a los cuales se sumarían la ayuda que incluso Hozen y Jinyu habían ofrecido a Shen-Tzu. Pero no sería suficiente. El Enjambre  era simplemente demasiado numeroso.

Fue una mañana invernal, donde los copos de nieve descendían sobre los tejados del Monasterio del Shado-Pan, que Shen-Tzu "El Arriesgado", firmó de su puño y garra la Orden de reclutamiento masivo, autorizada al Señor del Shado-Pan por Decreto Imperial cuatro mil doscientos noventa y seis años antes. 
Los mensajeros del Shado-Pan volaron raudos en sus Dragones Nimbo por toda pandaria, entregando los decretos en toda aldea, toda ciudad, todo Monasterio. La consternación fue inmensa, y aunque algunas familias intentaron negarse al reclutamiento forzoso, muchas otras comprendieron que si por primera vez en la historia de Pandaria, se había ejecutado el Decreto Imperial, era porque no existía otra alternativa.
Decenas de miles de Pandaren marcharon, algunos con aire sombrío, pero otros henchidos de convicción, hacia el Oeste, a los inmensos campos a la sombra del gran Muro de la Espina del Dragón. Pandarens Ancianos, Pandaren Jóvenes, Pandaren que apenas habían abandonado la adolescencia, todos acudieron, reunidos, a cumplir la voluntad del Emperador y luchar para proteger sus tierras. Muchos de ellos jamás habían empuñado un arma, o siquiera habían abandonado su pequeña aldea en el Bosque de Jade o en la Cima Kun-Lai. Pero aunque todos ellos tenían la sombra del pavor en sus corazones, sabían que era el valor y la unidad lo que permitiría que Pandaria sobreviviese.

Cuatro años de intenso entrenamiento después, las estimaciones se cumplieron y efectivamente, el Enjambre Mántide de ese siglo oscureció completamente el cielo y la tierra. El Sol desapareció, oculto por las alas de los cientos de miles de hombres insecto que por aire o por el suelo se lanzaron contra la muralla. Shen-Tzu, que en el fondo de su corazón se sentía culpable por haber tenido que recurrir al Decreto Imperial, luchó en primera linea, dirigiendo las defensas en la Puerta del Sol Poniente, la puerta principal del Muro del Espinazo del Dragón, y donde los Mántides siempre centraban su ataque. Era ahí donde desataban sus nuevas bestias, sus nuevas tácticas de guerra, y donde la batalla se volvía más cruenta.
Pese a que tras dos años de lucha constante en los muros, Shen-Tzu perdió su vida, así como más de la mitad de los Pandaren que acudieron a defender el Muro, el Enjambre Mántide fue finalmente repelido. Se tardarían años en retirar las montañas de cadáveres de Mántide al otro lado del gran Muro, pero la victoria fue celebrada por todo Pandaria. Muchas familias pusieron inciensos y ofrendas de comida por los espíritus de sus padres, madres, hijos e hijas, que nunca regresaron a casa, y derramaron lágrimas, más no dejaron que la pena atenazase sus corazones, pues si sus familiares habían sacrificado sus vidas no era por otra razón que por el futuro de Pandaria. La manera de honrar su sacrificio no era otra que continuar viviendo, felices y en paz, como habían hecho siempre.
 

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El Señor del Shado-Pan es el líder de la Orden, actualmente Tharan Zu, que sucedió a su padre, no hereditariamente, si no demostrando su valía ante sus hermanos y hermanas.
La Orden del Shado-Pan se divide en tres Disciplinas, cada una de ellas dirigida por un Maestro, los cuales solo responden ante el Señor del Shado-Pan.


La Omnia:

La Disciplina de la Omnia es de las tres disciplinas del Shado-Pan, la que menos entra en combate directo, pero siendo en contraparte, probablemente la más vital en el funcionamiento del Shado-Pan.

Su deber no es otro que conservar la sabiduría, el conocimiento, y las tradiciones y secretos más ancestrales de la Orden. La Disciplina no solo cuenta con estudiosos y sabios, si no que en ella también se instruyen los Magos del Shado-Pan, pues los Pandaren son capaces de manipular las energías arcanas desde hace milenios, disciplina robada a sus maestros Mogu. Así mismo, numerosos monjes discípulos de la Gruja Roja o del Dragón de Jade hacen de la Omnia su senda dentro del Shado-Pan.
El entrenamiento de la Omnia es tan duro como el de los demás Shado-Pan, aunque tienden a centrarse en la fortaleza espiritual y mental frente a las aptitudes físicas. Todo Shado-Pan completamente formado es un portento tanto en cuerpo como en mente, pero los discípulos de la Omnia destacan en esto último, pues en ellos recae el deber más sagrado del Shado-Pan, perseguir en secreto las manifestaciones de los Sha a lo largo y ancho de Pandaria, que si bien extrañas, con décadas entre una manifestación y otra, han de ser respondidas con la mayor de las prestezas, pues su capacidad de corromper y destruir es infinita.

La actual maestra de la Omnia es Yalia Murmullo Sabio, una anciana Pandaren, Discípula de Chi-Ji, el Espiritu de la Esperanza, que ha guiado la instrucción de generaciones y generaciones de acólitos del Shado-Pan. Hija de un pescador pandaren en la humilde aldea pandaren de Zouchin, en las costas de las cordilleras de Kun-Lai, abandonó su hogar con gran pesar para unirse como acólito al Shado-Pan.

 

La Guardia Negra:

Es en los hombros de la Guardia Negra que recae el deber sagrado de proteger el Muro del Espinazo del Dragón. Los guerreros de la Guardia Negra son los mejores luchadores de toda Pandaria, solo superados por los grandes maestros y los monjes en los templos de los Augustos Celestiales. 
Diestros luchadores en el combate desarmado, con largos arcos, lanza y espada, se instruyen sin descansar, dia tras día, buscando una maestría que saben que es imposible de alcanzar, más esto solo les motiva para buscar mejorar, con constancia.

Aunque muchos de los miembros de la Guardia Negra dominan las artes del Chi, como monjes, la mayoría de ellos discípulos de Xuen, el Tigre Blanco, abundan también discípulos del Buey Negro, y gran cantidad de Pandaren que, sin controlar el Chi, son igualmente grandes arqueros y guerreros, compensando su falta de dominio de la energía mística con un entrenamiento absoluto en el uso de todo tipo de armas.

Son normalmente los miembros de la Guardia Negra los cuales, si deciden retirarse, acaban ocupandose de dirigir las defensas y entrenamientos de los Ashigaru de las aldeas donde se instalan, u siendo ellos mismos los que protegen su hogar en caso de que no haya fuerzas armadas.
El actual maestro de la Guardia Negra es el Maestro Ventisca Algente, un gran pandaren fuerte como un Yaungol. Todo monje luchador del Shado-Pan ha de responder ante él, y es suya la labor de instruir a todos los discípulos y acólitos del Shado-Pan en sus primeros años, enseñandoles a defenderse, a combatir, y entrenando sus cuerpos y sus mentes, antes de que elijan una de las tres Disciplinas una vez dejan atrás su bufanda blanca de acólito.

 

El Wu Kao

NR6rUUY.jpg?1El Wu Kao es la disciplina del Shado-Pan que se ocupa de la mensajería, de la exploración y del espionaje.
Son los monjes Shado-Pan del Wu Kao los que llevan los mensajes con velocidad en tiempos de guerra, evitando patrullas enemigas. Los que escoltan a monjes y a otros Pandaren importantes de una ciudad a otra cuando el Señor del Shado-Pan así lo cree necesario, y también son los monjes de la Disciplina del Wu Kao los que se aventuran en el Desierto del Pavor, poniendo en riesgo sus vidas y su cordura, para estimar con la mayor exactitud posible los números que compondrán el siguiente Enjambre Mántide, así como tomar notas de todo posible avance bélico y estratégico que los Mántides estén desarrollando, para dar tiempo a desarrollar las contra-medidas que tantas veces han supuesto la diferencia entre la victoria y la derrota.


Es costumbre que para que un Shado-Pan aspirante al Wu Kao demuestre que está listo para dejar de ser un acólito, este se aventure en el Bosque de Jade, entre en la madriguera de uno de los inmensos tigres salvajes que allí habitan (Que algunas poblaciones Pandaren domestican y usan como monturas), y le quite todos los bigotes sin que el gran felino siquiera se despierte.
Si lo consigue, se considera que está listo para abandonar su etapa de acólito.


El actual Maestro del Wu Kao es el Maestro de Halcones Nurong "Ojo de Águila" (Apodo que, desde que se quedó tuerto por un asesino Saurok, ya no le gusta tanto), siendo él tan renombrado como su compañero, Plumablanca, un gran halcón albino que adora atormentar a los acólitos del Shado-Pan, robando sus almuerzos y dejandolos en lugares altos para que estos intenten recuperarlos, pues una vez repartidos no se reparte más comida hasta el siguiente turno.
Nurong es un veterano Pandaren que ha recorrido el continente de punta a punta. Pocos viven actualmente que conozcan tantos lugares recónditos y secretos, una ventaja que usa siempre a su favor cuando abandona el Monasterio para dirigir a sus discípulos en el campo de batalla.


 

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No todo el mundo puede ser un Shado-Pan. Cada siete estaciones, los árboles sagrados del Monasterio del Shado-Pan florecen con pétalos de un rojo fuego: El símbolo de que las pruebas para entrar en la Orden han de comenzar, un pozo de dolor y extenuación que mata a la mayoría de los que se someten a él. 
Cien candidatos son elegidos ,pero solo cincuenta pueden pasar todas las pruebas (Número que, en los años previos a un Enjambre Mántide, es aumentado a consideración del Señor del Shado-Pan). Al menos tres meses antes, cada uno de los candidatos es seleccionado por agentes del Shado-Pan que recorren pandaria buscando individuos dignos, normalmente adolescentes, pero algunas veces pandaren jóvenes,  de incluso 10 o 11 años. Es entonces cuando les entregan un anillo que les marca como candidatos dignos. Tallados magistralmente del colmillo de un gran tigre blanco, con el símbolo del tigre acechante de la orden incrustado en plata en la parte superior, estos anillos aseguran una entrada segura a través de la puerta principal del Monasterio. Los iniciados han de entrar solos por las grandes puertas, y son avisados de no traer arma o armadura alguna, pues no les servirá de nada, aunque se les recomienda traer ropa de abrigo, fruto del duro y frío clima de la cima montañosa donde se situa el Monasterio.

Los iniciados habrán de permanecer firmes, bajo frío y ventisca en el Puente de la Iniciación, lugar donde el Maestro de la Omnia les explicará que la prueba consistirá en tres desafios: La Prueba de la Convicción (Supervisada por el maestro de la Omnia), la Prueba de la Fuerza (Supervisada por el Maestro de la Guardia Negra) y la Prueba del Espiritu (Supervisada por el Maestro del Wu Kao). 
Pese a que cada una de las Pruebas está anclada en la tradición, los maestros tienen el derecho de olvidarse de la tradición y modificar su Prueba como considere más oportuno. En esta explicación previa, el Maestro de la Omnia avisará también de que cada una de las pruebas es letal para aquellos que fallan a la hora de cumplirlas, ofreciendo a los candidatos una última oportunidad de cambiar de idea, dar media vuelta, y marcharse. No hay deshonor alguno en abandonar en este punto, si lo hacen, jamás se les será concedida la oportunidad de volver a intentar ingresar a las filas del Shado-Pan.
Una vez que los que han cambiado de idea han sido escoltados fuera del Templo, para ser llevado tras esto a sus hogares, las Pruebas de los Pétalos Rojos, dan comienzo.

 

La Prueba de la Convicción:


En esta prueba, los Iniciados han de llegar a un pequeño brasero de metal, forjado con la forma de un tigre, situado en una plataforma rocosa al otro lado del lago sobre el cual cuelga el Puente de la Iniciación. Han de coger una moneda que descansa dentro de los carbones incandescentes del brasero, y regresar al maestro de la Omnia, que espera en la arboleda.
A los iniciados se les dan indicaciones vagas respecto a que han de "Nadar rápido" antes de que las cuerdas del Puente de la Iniciación sean desenganchadas y este colapse sobre el lago, el cual dependiendo de la estación en la que coincide la prueba, puede estar prácticamente helado. Es aquí donde la capacidad de escuchar consejos se pone por primera vez en marcha, pues aquellos que han ignorado la recomendación de no traer armas o armaduras se hunden en el lago helado, para nunca más salir a la superficie. El mismo destino espera a aquellos pandaren que directamente no saben nadar. 
Al otro lado del lago, varias cadenas cuelgan, para ofrecer a los aspirantes una vía para trepar los seis metros que separan el brasero del agua. Muchos aspirantes no llegarán siquiera a las cadenas, agotados por las aguas heladas y hundiéndose hacia el fondo. Otros, no tendrán las fuerzas suficientes para escalar las cadenas, que en temporadas invernales queman fruto de su heladez. 
Para los que alcancen el brasero, lo duro ya habrá pasado. En base a sus reflejos, quitar la moneda podrá reducirse a una leve quemadora, o a una cicatriz permanente si llegan de los últimos y tienen que rebuscar entre el carbón ardiente por de las pocas monedas que queden. Sea como sea, al final de las pruebas, los que hayan triunfado ante la adversidad, tendrán la marca del tigre del Shado-Pan grabada a fuego en la palma de su mano, como prueba de su convicción.
Una vez conseguida la moneda, simplemente trotarán alrededor del lago hacia la arboleda donde el Maestro de la Omnia espera pacientemente. Una vez enseñada la muestra de su victoria, esperarán firmes tras el Maestro a que el resto de aspirantes cumplan la prueba, o fracasen en el intento.
 

Prueba de la Fuerza:


Los aspirantes que han logrado pasar la primera prueba son guiados a un Dojo de entrenamiento por el Maestro de la Omnia, el cual les deja a cargo del Maestro de la Guardia Negra.
En el centro de la arena, descansan tres inmensas campanas de bronce: artefactos antiguos y sagrados, marcados con palabras de poder, forjados con magia y metalurgia para sobrevivir al paso del tiempo, y cada una de ellas afinadas para hacer sonar una nota a la perfección. Parte de las magias que las envuelven es que, no harán ruido alguno salvo que sean alzadas en vilo y golpeadas con fuerza suficiente.

Cada una de las tres campanas esconde un tipo diferente de muerte: La muerte que roba, la muerte que se oculta, y la muerte que salva.
El Maestro esperará en la arboleda hasta que escuche sonar las tres campanas, en cuyo momento regresará, para revelar la muerte que roba, y acompañar a los Aspirantes que han sobrevivido a la prueba al exterior, cerrando tras de si.
Los distintos tipos de muerte varían de una prueba a otra, en base a las preferencias del maestro, aunque todas siguen las temáticas tradicionales de cada una de ellas. La muerte que roba está representada por el veneno, como el de los colmillos de una pitón del bambú: Se desliza sobre el cuerpo de su victima, atravesando pequeños huecos y puertas antes de irse tras haber robado el alma de su víctima, como un ladrón.
La muerte que se oculta está comunmente representada por un asesino sigiloso, como puede ser un tigre. 

Por su parte, la muerte que salva son armas, que los Aspirantes habrán de usar para acabar con los animales y luchar por sus vidas. La prueba consiste no solo en sobrevivir a ella, si no percibir las indicaciones y las pistas para descubrir que campana esconde las armas, y evitar así enfrentarse a uno de los animales desarmados, o peor, a ambos a la vez. Así mismo, fuerza a los aspirantes, que eran todos competidores en la prueba previa, a trabajar juntos o fallecer.

 

La Prueba del Espíritu. 


La prueba del Espíritu es guiada por el Maestro del Wu Kao, y es la última prueba que habrán de pasar los aspirantes antes de demostrarse aptos para formar parte del Shado-Pan.
El Maestro conducirá a los aspirantes supervivientes a la anterior prueba hacia los riscos sobre los cuales se alza el gran Monasterio del Shado-Pan. Desde ellos, se puede ver la infinidad del océano que rodea el continente de Pandaria, y en la lejanía, la espesa niebla que oculta el continente al exterior.
La Prueba del Espíritu es a su vez la más sencilla, y la más complicada. Todos los aspirantes habrán de ponerse en plataformas de madera suspendidas sobre el vacío ante ellos, bajo las indicaciones del maestro del Wu Kao. 
Este procederá entonces a indicarles que, a su cuenta de tres, habrán de precipitarse al vacío, confiando ciegamente en las palabras del Maestro de que no les ocurrirá nada. 
Ante su cuenta de tres, todos los Aspirantes habrán de arrojarse al vacío, salvo aquellos que no consigan reunir el valor suficiente para hacerlo. En su caída, muchos chillarán y se agitarán, convencidos de su muerte segura al chocar contra las afiladas rocas que reposan miles de metros más abajo. Pero en su caída podrán observar como rápidos Dragones Nimbo de negras escamas, los entrenados por el Shado-Pan, acudirán para recogerles y salvarles.
Los aspirantes que no hayan saltado ante la cuenta de tres, por otro lado, verán como la tabla de madera que les suspendía al vacío es retirada, precipitandoles a una muerte de la cual no les salvará ningún Dragón.
Es el objetivo de esta prueba comprobar la templanza y frialdad de los aspirantes al Shado-Pan, pues todo luchador del Monasterio ha de estar dispuesto a entregar su vida bajo una órden de sus superiores, confiando siempre en que todo es por el bien de Pandaria y el pueblo pandaren. Así mismo, también han de comprobar que efectivamente, las palabras del Maestro eran ciertas, y que de cumplir sus órdenes, no sufrirían daño alguno, acentuando la fe de los miembros del Shado-Pan por el valor y la capacidad de sus superiores.

 

Es tras esta prueba, que los aspirantes que han logrado completar satisfactoriamente la Prueba de los Pétalos Rojos se reunen en la arboleda. Allí, ante la atenta mirada de los Tres Maestros, se arrodillarán, repitiendo ante el Señor del Shado-Pan el juramento de lealtad que los 99 Shado-Pan originales repitieron arrodillados ante el Emperador Shaohao cuando aceptaron el deber de luchar por la protección de Pandaria.
Marcados con el simbolo del tigre en la palma de sus zarpas, y recibiendo una bufanda blanca, pasarán a ser considerados acólitos del Shado-Pan, y empezarán un entrenamiento intensivo que durará años, hasta que estén listos para pasar una de las pruebas y acceder a una de las tres Disciplinas, momento en el cual serán miembros formados de la orden monástica, y dejarán su bufanda blanca por la característica bufanda roja del Shado Pan. 

Normalmente, los acólitos del Shado-Pan, adolescentes su mayoría cuando entran en el templo, consiguen abandonar esta etapa y ascender a miembros de pleno derecho alrededor de los 24 o 25 años, en una media de ocho años después de haber ingresado como acólitos al Templo. Pese a esto, cada pandaren es único, y no todos están preparados al mismo ritmo. Hay ejemplos de prodigios que abandonaron su bufanda blanca en apenas uno o dos años de entrenamiento, y casos de miembros del Shado-Pan que no lograron conseguir su bufanda roja hasta bien pasada la edad adulta. 
Pese a que no hay deshonra alguna en esto, pues los Pandaren consideran que cada cosa ha de seguir su ritmo natural, y no ha de forzarse el desarrollo de la naturaleza, la duda interior y la vergüenza suele acabar haciendo mella en aquellos que más tardan en conseguir su bufanda carmesí.

La mayoría de miembros del Shado-Pan servirán en él hasta que estén demasiado ancianos para cumplir con sus deberes, siquiera como instructores, o hasta que fallezcan, pero otros, tras varias décadas de servicio, decidirán retirarse a pueblos y aldeas, sin abandonar nunca del todo el Shado-Pan, su forma de vida ni entrenamiento, pero construyendo familias y ayudando a la sociedad pandaren de una manera distinta de la que lo harían siendo parte activa del Shado-Pan. 

 

 

Los Ashigaru

 

2Gvo0Zm.jpgPese a que el deber sacro de proteger Pandaria y las razas que viven tras el Muro del Espinazo del Dragón recae en los monjes del Shado-Pan, Pandaria es una tierra demasiado extensa para que estos tengan la capacidad de atender a todos los habitantes bajo su cuidado.
Es por esta razón que surgieron y confían en los Ashigaru, las milicias pandaren voluntarias que se ocupan de mantener el orden en las distintas villas y ciudades pandaren, así como de protegerlas de las pequeñas incursiones momentáneas que puede haber de Saurok u Hozen.


El término Ashigaru significa "Guerrero de Barro", y es un término de origen despectivo que se remonta al Imperio Mogu. 
En la edad del Imperio Mogu, los pandaren y otras razas de esclavos tenían prohibido, bajo pena de muerte, siquiera tocar ningún tipo de arma. Esta prohibición solo era levantada a los esclavos que eran enviados a combatir al Muro del Espinazo del Dragón.
Sin embargo, si que existían otro grupo de Pandarens a los que se les autorizaba a empuñar armas, aunque fuesen de mentira. No todos los esclavos llevaban vidas penosas, sufriendo bajo el látigo mogu y trabajando hasta que el pelo de sus palmas se caía, despellejado. Otros Pandaren contaban con más suerte, y residían en los palacios de los señores Mogu, desde jefes de Clan hasta reyes y Emperadores, donde les entretenían, danzando, cantando, o contando chistes y otra clase de entretenimientos.


Aunque estos pandaren conocían cierto lujo, este venía con un precio, pues no era nada raro que un maestro Mogu, llegado cierto punto, se cansase de los chistes y bromas de uno de sus siervos. Llegado a eso, solo el ruido que generaba el cuello del juglar pandaren al ser quebrado era capaz de devolver la risa a los Mogu de la sala.
Otro de los entretenimientos favoritos de los Mogu era darles armas de madera y armaduras de tela a estos esclavos. Algún rey o emperador ambicioso, llegó a desplazar a la fuerza aldeas enteras para crear masivas representaciones de batallas históricas para gusto y disfrute de él y los cientos de Mogu que acudiesen a verlo, normalmente grandes dignatarios y jefes de los clanes más importantes del Imperio.
Normalmente se hacía que estos esclavos luchasen unos con otros con sus armas de madera, los Mogu estallando en carcajadas al ver la torpeza con la cual lo hacían, pues como todo esclavo, jamás habían empuñado ningún tipo de arma. Mas esto no era más que el principio, pues los Mogu son criaturas despiadadas, y no se contentan con un espectáculo inocente donde no se derrame sangre.
Tras el calentamiento, se les solía dar a los esclavos armas de madera cuyos filos eran de barro, pero pintados con colores metálicos para simular acero. Obviamente, los esclavos eran ignorantes de este hecho, y formando en filas apretadas, atemorizados, intentaban resistir ante lo que los Mogu les pusiesen delante. A veces, un grupo de saqueadores Saurok, traidos de las espesuras del sur. Otras, hambrientos tigres salvajes del Bosque de Jade, o incluso grandes insectoides Mántides, atrapados en el Desierto del Pavor.


No había cosa que más disfrutasen los Mogu, que el ver las caras de los esclavos pandaren cuando sus armas se rompían sin efecto alguno al impactar contra sus enemigos, viendo el terror absoluto en sus ojos antes de ser descuartizados, asesinados y devorados por las bestias que tenían ante ellos. Las graves carcajadas de los gigantes llenaban las salas y palacios, mientras los gritos de dolor y de terror inundaban las arenas.
Es por esto que en memoria a todos estos esclavos, muertos de manera tan cruenta y violenta,  los Ashigaru, los voluntarios civiles dispuestos a proteger a sus hermanos y hermanas, vecinos y vecinas, tomaron su nombre haciendo que un término horrible, que solo significaba dolor y burla, se convirtiese en un término cargado de orgullo y significado.
La vida del Ashigaru, a diferencia de la del Shado-Pan, no es una vida entregada completamente al dominio de las artes de la guerra. Aunque grandes guerreros de leyenda Pandaren han surgido de entre los Ashigaru, la mayoría siguen siendo vecinos, campesinos, artesanos, eruditos o poetas, que abandonan sus herramientas varios días a la semana, para cumplir con sus labores de patrulla y vigilancia, regresando a sus vidas normales el restos del tiempo.
El líder de los Ashigaru de una villa o ciudad es el Duizang, el cual muchas veces será un Shado-Pan retirado, o que contará con alguno de estos para ayudarle a la hora de supervisar los entrenamientos de los Ashigaru. La lanza, el arco, y la espada corta son las armas principales en las cuales los Ashigaru son entrenados, aunque esto varía de aldea a aldea y de villa a villa. 


Sus armaduras son de cuero curtido, resistentes, pero flexibles, luciendo los colores de su aldea o villa, si esta es lo suficientemente grande, normalmente en pañuelos que atan a sus brazos, o en los tintes que usan en el cuero de sus armaduras. Los Ashigaru de ciudades aun más grandes e importantes, como El Alcor o Floralba, portan sendas banderolas a sus espaldas enganchadas a postes de ligera madera, luciendo sobre tela blanca los emblemas y colores de su ciudad.
Pese a todo esto, los números de los Ashigaru no son extensos, comparados con la proporción de luchadores de otras razas de Azeroth. Una aldea de varias docenas de pandaren puede contar con uno, dos, o incluso ningún Ashigaru, siendo ciudades como el Alcor las únicas que cuentan con cuerpos de unos pocos cientos de Ashigaru. La mayoría de aldeas y villas pandaren, que cuentan con poblaciones entre los pocos cientos y el millar, tendrán una o dos docenas de Ashigaru. 
Al fin y al cabo, los Pandaren son pueblos pacíficos, dados al orden, a la poca delincuencia, y confían en el Shado-Pan para hacer frente a los grandes desafíos militares. La mayor parte de la labor de los Ashigaru se reduce a espantar animales salvajes que se acercan demasiado a las casas, acabar con las pestes de Múres que asolan los campos de los agricultores, perseguir a pandaren jóvenes que aun no han templado su carácter y se dedican a hacer travesuras o hacer pequeños hurtos por mera diversión, o en algunas ocasiones, apretar filas y hacer frente a incursiones de bandidos Saurok u Hozen, cosa poco común, pero que tienden a ocurrir más a menudo cuanto más cerca está el siguiente Enjambre Mántide.
En las espesuras de Krasarang, sin embargo, no cuentan con estos cuerpos de defensa ciudadana, pues todo Pandaren en esas tierras sabe empuñar arco y lanza, y todos estan listos para subirse a las empalizadas de sus aldeas y defender sus muros contra las recurrentes incursiones Saurok que buscan expulsarlos de lo que consideran sus tierras ancestrales.

La vida del Ashigaru no es una vida de gloria, de honor, de recompensas y de conquistas. Ni siquiera es una carrera a la cual dedicar la vida de uno, como en otras tierras lejos de Pandaria. Los Ashigaru son vecinos, padres, hermanas, amigos, que se instruyen y entrenan para ayudar a proteger sus hogares y lo que aman. Es por ello que normalmente, tras un día de agotadoras patrullas, son recibidos con risas y chanzas, invitados a comer y beber en las posadas de las grandes villas, o en las salas comunales de aldeas más pequeñas. En grandes ciudades como Floralba, los Ashigaru reciben una retribución monetaria equivalente a los días invertidos fuera de su trabajo cumpliendo como Ashigaru, mientras que en aldeas más pequeñas, donde el dinero no llega a usarse, son los propios vecinos los que dan comida y otros obsequios a los Ashigaru, colaborando todos para que nadie pase penurias.
 

 

La Religión Pandaren

La religión politeísta del pueblo Pandaren gira en torno a la veneración de cuatro grandes dioses animales, conocidos como los Augustos Celestiales, protectores ancestrales de las tierras de Pandaria.

En la edad de los Cien Reyes, 15.000 años antes de la apertura del Portal Oscuro, numerosas razas se asentaron alrededor del Valle de la Flor Eterna. Esta explosión de vida llamó la atención de los cuatro grandes Dioses, los cuales pese a sentirse incómodos con la violencia sin parangón de los Mogu, acabaron por disfrutar, viendo como las otras razas florecían en la tierra fértil. Una raza en particular, los sabios Pandaren, llamaron la atención de los Augustos Celestiales, y con el tiempo, desarrollaron fuertes lazos con los cuatro grandes espíritus animales gracias a su naturaleza pacífica. Fue entonces que nombraron a los cuatro grandes espíritus animales como los Augustos Celestiales, creando un sistema de adoración y filosofía guiados por la sabiduría infinita de estos espíritus.
Fue en estos siglos que los Augustos Celestiales fueron más activos, ayudando al pueblo Pandaren, enseñándoles los valores del Valor, la Sabiduría, la Esperanza y la Tenacidad, viendo como los pacíficos hombres panda asimilaban sus conocimientos de buena gana, desarrollando una filosofía acorde a las enseñanzas de los Augustos Celestiales.

Mas todo esto se vio cortado de cuajo cuando Lei Shen ascendió al Trono Mogu, y puso su vista en las tierras que rodeaban el Valle de la Flor Eterna. El Rey Trueno llevó su guerra y conquista a las tierras de los Pandaren. Los Augustos Celestiales, no dispuestos a tolerar la tiranía del Emperador Mogu, se enfrentaron a él.
Pero, para su desconocimiento, los poderes que el Rey Trueno había logrado dominar superaban y por mucho los de los grandes espíritus. Xuen fue el primero en enfrentarse a Lei Shen, y el primero en sucumbir. Tras treinta días y treinta noches de batalla, el Gran Tigre Blanco perdió, y fue encerrado, por más de tres mil años, en una prisión en las cimas de las cordilleras de Kun Lai, para que viese como los Pandaren que había intentado proteger eran esclavizados, torturados y asesinados.

Niuzao, el Gran Buey Negro, fue el siguiente en enfrentar la ira de Lei Shen. El gran pelaje del buey ignoró los rayos y los golpes de Lei Shen, y ambos lucharon durante semanas en las Estepas de Tong-Long. Niuzao pudo ver como el cansancio hacía mella en Lei Shen, pues el Buey, dios de la Tenacidad, no cedería nunca ante sus ataques. 
Las primeras esperanzas de la victoria aparecieron en la mente del gran Espiritu, antes de ser totalmente destruidas al percatarse de lo que estaba sucediendo. Sin haberse dado cuenta, durante las semanas que había permanecido firme, resistiendo las embestidas y ataques del Rey Trueno, sus legiones le habían rodeado, cavando y cavando grandes pozas de barro y arena. Cuando el Buey Negro se dio cuenta, era demasiado tarde, y se hundió y hundió, hasta ser engullido por la tierra, siendo el rostro de Lei Shen lo último que vio antes de que, al igual que su hermano Xuen, fuese liberado tres mil años después por los Pandaren.

Chi-Ji, la Grulla Roja, fue igualmente capturada cuando los rayos del Rey Trueno le obligaron a descender de los cielos a un claro previamente despejado por sus legiones Mogu. Una vez en la tierra, redes y más redes fueron lanzadas sobre él, impidiendo al Espiritu de la Esperanza retomar el vuelo. Enjaulado, sus plumas rotas y sucias, fue usado como ejemplo y burla ante los esclavos pandaren, que desesperados veían a sus dioses caer ante el avance del Rey Trueno uno por uno.
Yu'Lon, la Diosa de la Sabiduría, fue la última en caer bajo el poder de Lei Shen, aunque a diferencia de sus tres hermanos, no cayó presa de las garras Mogu. Siendo derribada de los cielos por un rayo del Rey Trueno, cayó en el Bosque de Jade, moribunda, su sabia vital escapándose de su cuerpo. Fue allí donde los esclavos pandaren la encontraron, y siguiendo sus indicaciones, construyeron una estatua de jade donde transferiría su esencia para poder seguir viviendo. 
Tres mil años después, tras la caída del Imperio Mogu y la revolución Pandaren, los Augustos Celestiales vieron que su primera impresión sobre el pueblo Pandaren era acertada. Ellos habían triunfado donde ellos habían fracasado, por su unidad, por su abnegación y por su sacrificio.
Los espiritus que eran adorados como Dioses, aprendieron una gran lección de sus adoradores, imponiéndose desde entonces el deber de guiar el pueblo pandaren hacia su futuro.

Los Augustos Celestiales usaron sus poderes místicos para alzar grandes templos, desde los cuales instruirían a los monjes Pandaren, tanto en las artes del Chi, permitiendoles obrar milagros en el campo de batalla y fuera de él, sanando a los heridos y protegiendo a los débiles, como transmitiendo su sabiduría y filosofía a los Monjes, los cuales codificaron  a lo largo de milenios las enseñanzas de los Augustos Celestiales, que luego serian transmitidos a todo el pueblo Pandaren.
Aunque los Augustos Celestiales siempre fueron activos a la hora de enseñar y proteger Pandaria, luchando incluso del lado de Pandaren, Hozu y Jinyu contra algunos de los Enjambres Mántides más grandes de la historia, con el paso de los siglos su presencia se fue desvaneciendo, y aunque aun a día de hoy, más de doce mil años después de la Revolución Pandaren, se hacen ver en sus templos cada tantos años, sus visitas son cada vez más efímeras y más cortas, confiando en que el pueblo pandaren, al igual que hizo hace doce mil años, no necesita de protectores sagrados para decidir su destino.

 

 

Niuzao, El Buey Negro
 

glM7rum.pngTítulos: El Buey Negro, Espíritu del Oeste, el Gran Buey, El Espíritu de la Fortaleza, Dios de los Campesinos, Dios del Cereal y la Cerveza.

Niuzao es probablemente el más uraño de los Augustos Celestiales. Protector de las Estepas Tong-Long y del Desierto del Pavor, representa la resistencia y la fuerza de voluntad. 


El protector de los débiles y guardián del Oeste, Niuzao es venerado por la gran mayoría de Pandaren que dedican su vida a las labores manuales. Agricultores, Mineros, Leñadores, todos ellos veneran y rezan a Niuzao, para que les de la fuerza diaria que necesitan para cumplir bien su trabajo.
Así mismo, Niuzao es el dios del Cereal y por consiguiente, de la cerveza y de la mayor parte de las bebidas alcoholicas Pandaren, lo que le convierte en el Augusto Celestial más popular entre el pueblo Pandaren, y sobre todo, entre los numerosos Maestros Cerveceros de toda pandaria, mucho de los cuales son a su vez monjes dedicados a las enseñanzas y artes del Buey Negro.


Su templo se encuentra al Oeste de Pandaria, en las Estepas Townlog, lugar donde viven los ermitaños "Centinelas de Niuzao"; una orden ancestral de monjes que consideran que solo mediante la privación y la dureza del entorno donde viven podrán comunar y ganar la resistencia necesaria para ser verdaderos discípulos de Niuzao. Muchos pandaren viajan a pie durante semanas por las Estepas, evitando a las incursiones de caza Yaungol o grupos Mántides que ascienden desde el sur, para llegar al Templo y hacer ofrendas a Niuzao, tal vez porque le rezaron para algo importante y este les proveyó, o para solicitar resistencia y tenacidad al Gran Buey, pues van a comenzar una empresa de gran importancia para ellos. 
Otros muchos recorren este camino para ofrecerse como monjes y eruditos al Buey Negro. Aunque las artes de los cuatro Augustos Celestiales se enseñan por toda Pandaria, hay aquellos que consideran que solo en los grandes templos de los Cuatro Augustos, donde fueron entrenados los maestros originales de los cuatro estilos, es donde se puede realmente comunar y conectar con la energía interior, el Chi.


 

Chi-Ji, la Grulla Roja.

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Títulos: La Grulla Roja, El Espíritu del Sur, Espíritu de la Esperanza, Dios de la Paternidad, Dios del Arte, Dios de la Medicina. 

Chi-Ji es junto a Xuen el Augusto Celestial que más tiempo ha pasado entre los Pandaren, instruyendoles en sus artes, guiándoles y protegiendoles de los numerosos peligros de Pandaria, pese a que al igual que sus hermanos y hermana, en los últimos siglos su presencia haya disminuido más y más.

La Grulla Roja hace de su hogar el sur de Pandaria, no siendo raro verle recorrer los cielos de las espesuras de Krasarang o el Valle de los Cuatro Vientos en los milenios posteriores a la Revolución Pandaren, siendo considerado siempre un signo de buen augurio, llenando de esperanza los corazones de los pandaren que le veian con sus alas carmesí brillando, recortando el Sol a su paso.

Chi-Ji fue el que contó a los Pandaren los secretos de la medicina tradicional, siendo los Monjes de la Orden del Ala de Grulla algunos de los mejores médicos y sanadores de toda Pandaria, la orden de monjes que cuidan del Templo de la Grulla Roja, en las espesuras de Krasarang. Fue fruto de esto que se acabó asociando la paternidad y la maternidad con el Espíritu del Sur, pues cuando un bebé pandaren nacía débil, los progenitores rezaban a la grulla roja para que su pequeño sobreviviese a las primeras semanas de su nueva vida. 
Se decía que si los progenitores quemaban una pertenencia a la cual amaban de corazón, tal vez una reliquia familiar, demostrando su sacrificio por la nueva vida que habían traido al mundo, por la noche Chi-Ji visitaría al retoño, dejando una solitaria pluma sobre su cabeza, de un intenso color rojizo, asegurando que el bebé sobreviviría. Aunque los avances en la comida y la salud del pueblo Pandaren han hecho que sean cada vez menos las veces que unos padres se ven obligados a rezar a Chi-Ji por el bienestar de sus pequeños, no es raro escuchar relatos donde estos recurrieron al protector del Sur, y sus plegarias fueron escuchadas.


 

 

Xuen, el Tigre Blanco:


rcH9qsq.jpgTítulos: El Tigre Blanco, el Gran Tigre, El Espíritu de la Fuerza, El Espíritu del Norte, Dios de la Tormenta, Dios de la Guerra, Dios de los Pescadores.

Xuen ha sido siempre el Augusto Celestial que más activo ha estado a la hora de interferir con los Pandaren. Su protector ancestral, fue el primero en anteponerse a la tiranía de Lei Shen, y ayudó a los Pandaren contra todos y cada uno de los Enjambres Mántides que intentaron invadir Pandaria durante los dos primeros milenios de vida del Imperio Pandaren, cuando este aun era demasiado débil para defenderse por si mismo.
Así mismo fue Xuen el gran Espíritu que instruyó a Kang, Puño del Primer Alba, en las artes de la fuerza interior y del "Chi", lo que permitió al Primer Monje y a sus discípulos derrocar al Imperio Mogu.

Fue en la cima de Kun-Lai donde Xuen entrenó a los monjes que serian los Shado-Pan originales, y donde ayudó al emperador Shaohao a derrotar al Sha de la Violencia.
Su templo, situado en uno de los picos más altos de las cordilleras de Kun-Lai, es el hogar de una orden ancestral de Monjes del Tigre, ermitaños, que viven de la caza y de la nieve que siempre envuelve su hogar. Los acólitos del Shado Pan son enviados varias veces a lo largo de su entrenamiento al Templo del Tigre Blanco, para que los Monjes que allí habitan les instruyan en la sabiduría de Xuen. Como espíritu de la Fuerza, Xuen ha siempre enseñado a los Pandaren que no es la fuerza física, la fuerza bruta, la verdadera fuerza.

Los Mogu eran pura fuerza bruta, pero siempre fueron débiles. Las enseñanzas de Xuen se basan en el hecho de que la verdadera fuerza, viene del interior. La fuerza de Voluntad, el valor de nunca rendirse, es lo que hace que uno sea realmente fuerte.
Xuen tiene dos hijos, Ban-Lu el Viejo, el Dios del Trueno, y Xu-Fu el Joven, el Dios del Rayo, los cuales siguen a su padre por los cielos de Pandaria, desatando increibles tormentas con sus rugidos, trayendo las lluvias que llenan de vida y verde los valles, los campos, las praderas y los bosques.

Es por esto que los pescadores le rezan siempre antes de salir en sus barcas, para que Xuen les conceda un viaje tranquilo esa jornada de trabajo. Así mismo, cuando los cielos se oscurecen, anunciando que el Gran Tigre saldrá con sus cachorros a recorrer los cielos, las numerosas aldeas de pescadores de las costas del Noreste de Pandaria hacen ofrendas en los altares de sus casas y aldeas con incienso y pescado, para que los rugidos de los Tigres no causen daños a sus embarcaciones y hogares. 
Aunque a veces, pese a estas ofrendas, esto ocurre, rara vez un pandaren acusará enfadado al Tigre Blanco, pues es la naturaleza de la Tormenta el agitar las aguas, y así como algunos árboles han de quebrarse y romperse con las lluvias torrenciales, no por ello son menos necesarias para que perdure la armonía que domina el mundo y hace que todo funcione.

 

Yu'Lon, la Dragona de Jade
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Títulos: El Dragón de Jade, La Gran Serpiente, La Madre de Dragones, el Espíritu del Este, La Diosa de la Sabiduría, Guardiana del Pasado, Augusto Mayor, La Guía de los Espíritus.

Yu'Lon ha sido siempre el espíritu más venerado y popular entre los Pandaren en su conjunto fruto de que su templo se encuentra en el Bosque de Jade, Capital tradicional del Imperio Pandaren. Así como Xuen siempre estuvo presente para ayudar a los Pandaren en el campo de batalla, Yu'Lon siempre ha estado de manera activa guiando a las distintas razas de Pandaria  por un camino de paz y sabiduría, tanto Pandaren, como Hozen y Jinyu
Yu'Lon es conocida por disfrutar de tomar formas mortales, probando a grandes heroes o a meros habitantes de Pandaria, buscando la bondad de sus corazones, virtudes que en muchos casos, ellos mismos desconocen que tienen. No fue si no Yu'Lon la que guió a Shaohao en el camino que se consumaría con la creación de Pandaria y su trascendencia y fusión con la tierra, y fue ella la que le regaló al Rey Mono su vara mágica, capaz de crecer y encoger a la voluntad del Hozen, como recompensa por haber unificado a los Hozen de manera pacífica.

De la misma manera, no es otra que Yu'Lon la encargada de guiar las almas de los pandaren que fallecen al más allá, representado en la religión pandaren como un paraíso donde la comida y la bebida nunca falta, donde podrán reunirse con sus ancestros y antepasados y contarles respecto a sus vivencias, siendo la excepción a esto el Emperador Shaohao, que jamás llegó a morir, si no que en sus ultimos momentos, transcendió en espíritu, haciendose uno con Pandaria.
Aunque Yu'Lon jamás lo ha respondido cuando fue preguntada directamente, los Pandaren siempre han asumido que los Dragones Nimbo son descendientes de la Gran Dragona de Jade, criaturas nobles, aunque salvajes, de las que la opinión Pandaren cambio desde que fue por su ayuda que lograron repeler la invasión Zandalari en los albores del Imperio.

Yu'Lon es la Diosa de la Sabiduría, venerada por Eremitas, alquimistas, matemáticos y sabios Pandaren de todo tipo, así como por estudiantes y aprendices de todas las artes y disciplinas, buscando una pizca de la infinita sapiencia del Augusto Celestial para que les ayude en su vida. 

Pese a los rezos, ofrendas y súplicas, Yu'Lon nunca ha dado respuestas claras y directas, si no acertijos, pistas y metáforas que pongan en el camino correcto al que solicita su ayuda, mas son ellos los que han de andar esta senda por su propio pie, pues es mediante la introspección y reflexión como uno encuentra la verdadera sabiduría.
Es por todo esto que Yu'Lon, pese a considerarse igual que sus tres hermanos, es la cabeza del Panteón Pandaren. Aunque todos los Augustos Celestiales son venerados en equidad, no es si no Yu'Lon a la que debe este pueblo haber evitado caer en la barbarie y la ignominia, siguiendo la sabiduría de la Gran Dragona para conformar la sociedad de justicia y paz que han conseguido construir, incluso viviendo en un entorno hostil como es Pandaria

 

La Filosofía Pandaren

Los Pandaren son un pueblo dado a la reflexión. Creen firmemente en que la vida hay que vivirla al máximo en todo momento. Cada comida, ha de ser preparada con el amor de la última, y disfrutada con el mismo ahínco. Cada obra de artesanía, hecha con la intención de que sea la obra maestra de una vida. Cada reunión familiar, cada fiesta, reirse y disfrutar de ella como si fuese la última vez en la que un pandaren ve a sus queridos amigos.

Pese a que los pandaren son una raza en armonía, esto no significa que todos sean idénticos. Los pandaren son tan variados como las briznas de hierba en un gran campo de arroz. Al ojo inexperto, pueden parecer iguales, pero cada pandaren sabe que sus marcas son únicas, sus miradas, sus risas, sus gestos, y sobre todo, sus ideas.
Aunque los Pandaren pregonan el equilibrio en todo lo que hacen, un equilibrio no existe sin dos extremos, y los dos extremos en la manera de pensar Pandaren están representados por dos escuelas filosóficas, que si bien tienen sus adeptos, no representan más que la manera de pensar de una pequeña fracción de la población Pandaren.

La mayor parte de la población Pandaren reconoce las virtudes, y los defectos, de estas dos filosofías, aspirando a un equilibrio que les permita aprovechar las enseñanzas de ambas escuelas, moviéndose en el amplio espectro intermedio, con mayor afinidad hacia una u otra dependiendo de su personalidad individual y experiencias vitales.
Estos dos extremos filosóficos opuestos son la filosofía Tushui y la filosofía Houjin.

 

Tushui
"La disciplina no es una batalla, que se gana. Es una guerra, que hay que luchar constantemente"
-Maestro Feng.


La senda del Tushui es la de una vida de principios. Los seguidores de la filosofía Tushui creen que hay un determinismo moral en el mundo: Un camino correcto, de bien y mal claro.
La filosofía Tushui valora una vida sacrificada, basada en la meditación, el entrenamiento riguroso y la convicción y justicia moral. Los pandaren Tushui son contemplativos, reflexionando y meditando ante todo acto que han de tomar en sus vidas, actuando solo en el momento oportuno. Viven anclados a ideales abstractos de moralidad y justicia.
Esos ideales son inmutables, y deben ser preservados independientemente del costo. Incluso si eso significa auto sacrificio, o pérdidas dolorosas en la persecución de un ideal mayor.
Las virtudes filosóficas de los Tushui son claras, pues es mediante la contemplación y la reflexión, que se alcanzan las verdaderas respuestas del mundo, y es mediante el sacrificio y los ideales de la justicia que los Pandaren han logrado establecer la sociedad en la que viven. 
Pese a esto, el extremo del Tushui también representa las falencias de una visión anclada en la meditación y la reflexión, al punto donde el problema sobre el cual se está deliberando se hace demasiado grande, o se pierde la oportunidad de aplicar una solución. Así mismo, pese a que unos ideales claros son necesarios para mantener una sociedad justa, la inflexibilidad absoluta no lleva si no al estancamiento. Al fin y al cabo, un pandaren ha de ser como el bambú. Firme, pero a la vez, flexible ante las dificultades que se le presentan.

 

Houjin
"Desafía siempre. Pregunta siempre. En la persecución de un bien mayor, la inacción es el único error"
-Maestro Zurong.

 

La senda Houjin está marcada por acciones decisivas y prácticas. Los seguidores de esta disciplina consideran que los ideales y la moralidad no son absolutos, si no que dependen de las circunstancias.
Es por esto que un seguidor de la filosofía Houjin siempre ha de mantener una mente abierta, flexible, dispuesto a todo en la persecución del bien común. 
Para los Houjin, no hay mayor injusticia que la inacción, y que no hay vergüenza alguna en actuar y defender el hogar de uno y a sus seres queridos, sea cual sea el coste. 

Estos pandaren son rápidos para actuar y aun más rápidos para pelear por lo que creen correcto. Impulsivos y prácticos, muchos creen que el bien justifica los medios.
Aunque las virtudes de la visión Houjin son obvias, pues es mediante la acción y el sacrificio que se cambia el mundo, sus carencias también lo son, pues la acción, la violencia desmedida, sin reflexión y sin consideración por las consecuencias de nuestras acciones, tienden a generar resultados no deseados que causan más daño que el bien que se ha obtenido al tomar ese curso de acción.

 

Aunque es habitual que adherentes de ambos extremos filosóficos se enfrenten en acalorados debates académicos que a veces llegan incluso a las zarpas ( Cosa que normalmente se arregla con una sesión de risa bañadas en buena cerveza), argumentando como figuras históricas del pueblo pandaren habrían pensado como una filosofía u otra, afirmando por ejemplo los Houjin que Kang, el Puño del Primer Alba, era claramente un seguidor de las filosofías Houjin (Aunque por aquel entonces, esta no hubiese sido desarrollada y codificada), o como los Tushui defienden que su discípulo Song, fundador de los Eremitas, claramente estaba en conexión con los ideales Tushui, la realidad es que la mayor parte de la población pandaren es consciente de que esto no es cierto.
Los grandes heroes pandaren del pasado supieron encontrar su equilibrio interior. Kang, Song, Jiang, Shaohao, todos ellos reflexionaron y meditaron antes de tomar sus acciones, pero cuando tuvieron que entrar a la acción, no dudaron ni un segundo en hacer lo necesario, con decisión, más no sin olvidar los ideales de justicia que les habían motivado a actuar.
Y es a eso, a lo que aspiran la mayoria de Pandaren.

 

La Ley Pandaren

Las leyes pandaren fueron codificadas hace más de diez mil años por los grandes Emperadores del pasado, y aunque con los siglos y los milenios han surgido nuevas leyes al nivel local para afrontar nuevos desafíos de todo tipo, desde el número de sacos de arroz que puede recoger un pandaren en las épocas de escasez en las villas del Valle de los Cuatro Vientos, al porcentaje de agua que se puede echar a las cervezas en una posada antes de que se deje de considerar alcohol, o cosas como los distintos sistemas de gobierno locales, la realidad es que las leyes básicas que rigen a todos los pandaren siguen siendo las que fueron codificadas en la época donde el Imperio no era un mero simbolismo formal, si no la forma de gobierno de todos los pandaren.

Por su naturaleza, los Pandaren viven con la mentalidad del vive y deja vivir. Todo mal causado a los demás ha de ser pagado, siempre y cuando no sea mal intencionado. Bromas cometidas por traviesas crías pandaren suelen pagarse con el joven bromista reparando el daño causado, ya sea limpiando las ventanas pintarrajeadas de una tienda, ayudando al granjero a buscar los cerdos que ha dejado sueltos, etcétera.
Otro tipo de crímenes, como un pandaren que de camino de vuelta a su hogar se desploma inconsciente fruto de haber bebido demasiado, atravesando la pared de una casa y cayendo cual tronco sobre un pandaren aterrorizado que estaba durmiendo, de nuevo, tienden a tomarse con filosofía. Nada que una buena comida tras un día de trabajo para reparar los daños causados no pueda arreglar.

Pese a todo esto, Pandaria es una tierra de luces y sombras, y los Pandaren no son desconocidos a crímenes más duros y horribles, normalmente nacidos de momentos de pasionalidad donde el equilibrio interior de un pandaren se rompe, y las sombras que acechan a todos hacen presa de su mente durante unos pocos segundos. Más unos pocos segundos es lo único que se necesita para destrozar una vida (O varias) por completo.
Es en estos casos donde se pone la pena más fuerte que puede poner una aldea, villa o ciudad pandaren. El destierro. La pena de muerte está terminantemente prohibida, pues era el castigo más común bajo mandato Mogu, y los emperadores pandaren tenían claro que jamás impondrían tal sombra de nuevo sobre las cabezas de sus súbditos.
Incluso ante conflictos que en otras razas se resolverían con un derramamiento de sangre, como unos bandidos Hozen atacando una aldea para robar algo de grano y comida u objetos más extravagantes como sombreros o calzoncillos, los Ashigaru de la aldea prefieren resolverlos usando cachiporras de madera, dando unos cuantos golpes a los violentos hombres-mono para espantarlos y que no vuelvan en una temporada.

Un pandaren que ha sido desterrado de su aldea se convierte en una figura triste que recorre Pandaria en solitario. Mientras que los pandaren son por naturaleza hospitalarios, y reciben de brazos abiertos a extranjeros, un pandaren que carga consigo la vergüenza, la culpabilidad y la duda rara vez encuentra puertas abiertas. Las sombras se hacen más largas en su presencia, danzantes y burlescas, y un aura de oscuridad, de tristeza y de culpabilidad les rodea, que causa un rechazo natural en los demás pandaren.
Estos desterrados, que no son muy comunes, mas existen, tienden a acabar sus días de varias formas. Sus pasos acaban llevandoles, de manera voluntaria o involuntaria al Muro del Espinazo del Dragón, donde piden permiso a los guardianes del Shado-Pan para cruzar al otro lado, acabando el final de sus días en el Desierto del Pavor, de donde nunca regresan, otros , sin embargo, se pierden en la espesura, lejos de la civilización Pandaren, y pasan el resto de sus días viviendo vidas de ermitaños, solitarias y contemplativas. Otros acaban llegando a alguna de las escasas y recluidas posadas que existen en las fronteras entre la civilización pandaren y la espesura salvaje de Pandaria, donde toda clase de individuos, desde viajeros errantes, hasta Hozen, Saurok, se juntan en un entorno de ilegalidad que contrasta severamente con las poblaciones pandaren.
Pero también hay aquellos que acaban llegando ante las puertas de uno de los templos de los Augustos Celestiales. Más de uno de estos pandaren desterrados, acongojados por la culpa y la vergüenza, ha encontrado bajo el amparo de la sabiduría de los monjes de los Augustos Celestiales una segunda oportunidad, para combatir los demonios de su pasado, y recuperar la paz interior consigo mismos, consiguiendo el perdón más difícil de todos: El propio.

 

 

Los Pandaren y los Elementos

Pandaria es una tierra peculiar, incluso en sus elementales. Mientras que los elementales de otras partes del mundo son criaturas violentas, maliciosas, caprichosas, que tienden al desequilibrio y a la batalla, a guerrear unos contra otros, y a despreciar a los seres de carne y hueso, los elementales de pandaria se manifiestan en las formas de joviales espíritus de carácter cuasi infantil.
Los Pandaren vivieron durante muchos años en armonía con los espíritus y elementales de su tierra, mas nunca fueron capaces de comunicarse con ellos. Ni siquiera la sabiduría de los Augustos Celestiales parecía ser suficiente para entablar comunión con estos espíritus de los elementos. Es por esto que, en cierto modo, los Pandaren simplemente asumieron su presencia y coexistieron pacíficamente con ellos, salvo alguna travesura o problema momentáneo, durante milenios.
 

ISAov87.jpgPero esto cambiaría en el año 2380 D.d.S. 
Todo ocurrió al sur del Bosque de Jade, en una pequeña localidad de nombre ya olvidado. En esta localidad vivían dos pequeños hermanos mellizos. Una pequeña pandaren de pelaje negro como la noche, llamada Yang, y un joven pandaren de pelaje albino como la nieve de las altas montañas, conocido por el nombre de Yin. Los dos mellizos eran famosos en su aldea, no solo por lo peculiar de sus pelajes, si no por ser absolutamente opuestos, y a la vez, increíblemente iguales.

Cuando Yang lloraba, Yin reía. Cuando Yin tenia hambre, Yang tenía sed. Si a Yang le gustaban los fideos hervidos, Yin los detestaba. Sin embargo, cuando un hermano encontraba a un pájaro herido en el bosque, el otro acudía corriendo a socorrerlo. Cuando uno se hacía daño, el otro le sanaba, y a donde iba uno, siempre iba el opuesto a su lado.
Asi es como Yin y Yang se ganaron el amor y aprecio de toda su aldea. Aunque eran jóvenes pandaren comunes, tenían una pasión que no la tenía nadie más en su aldea.
Yin y Yang amaban bailar. Cuando eran apenas unos cachorros, un viajero errante había llegado a la aldea, portando un instrumento de cuerda que tocó con habilidad para los pequeños, los cuales quedaron absolutamente embelesados por su sonido, un ruido tan agradable y hermoso que jamás habían visto a nada que no fuese un ave de colorido plumaje proferir.
Viendo cuanto amaban su música los dos jóvenes pandaren, el viajero les regaló una flauta a uno, y unos timbales al otro, y les dio nociones básicas en los días que estuvo en la aldea sobre como tocarlos.
Cuando se marchó, toda la aldea se reunió a despedirlo. Nunca volvieron a ver al viajero, pero para entonces ,las vidas de Yin y Yang ya habían cambiado.

Con su amor y práctica con la música, llegó el baile. Los hermanos mellizos encontraron en las artes de los monjes la inspiración. Sus movimientos rítmicos y coordinados se compasaban con la música. Mientras uno danzaba, el otro tocaba. Los rápidos puñetazos se convertían en piruetas, las letales patadas, movimientos fluidos al son de la música. Los dos jóvenes pandaren se hicieron famosos, y entrada su adolescencia, con apenas quince años, ya eran famosos en gran parte del Bosque de Jade, habiendo viajado incluso a Floralba para participar en numerosos concursos y festivales. Mas no era por la música y la danza por lo que los hermanos pasarían a la historia de pandaria. O en cierto modo, sí lo era.

Se cuenta que una mañana especialmente fría, donde el helado rocío empapa la tierra y la vegetación del Bosque de Jade, ambos hermanos marchaban por los senderos angostos y empinados que habían recorrido tantas veces previamente. 
Más el destino es caprichoso, y este decidió que esa mañana, el tobillo derecho de Yin se doblase y este cayese rodando ladera abajo. Su hermana corrió tras él, gritándole que intentase agarrarse a alguna rama en su caída, pero el panda de pelaje blanco caía a demasiada velocidad como para oir a su hermana, o siquiera agarrarse a algo. 
Rodó durante largos segundos que parecieron eternos, antes de que el suelo desapareciese bajo él y cayese catapultado al vacío, cayendo con dureza sobre la fría agua. Yang no se lo pensó dos veces, y se arrojó de cabeza detras de su hermano. Las aguas del río, salvajes y agitadas por las crecidas, engulleron a los dos hermanos.
La oscuridad se hizo para ellos, y por unos segundos, pareció que la historia de los dos hermanos, blanco y negro, tendría un final trágico. Pero como se ha dicho, Pandaria es una tierra caprichosa, y pocas cosas ocurren si un propósito mayor. Cada accidente no es más que el siguiente paso en el destino.

Yang se despertó cuando un fuerte chorro de agua le impacto en la cara. Incorporandose, agitada, comenzó a toser al instante, echando agua hacia un lado, antes de situarse. Ella siempre había sido la alta, la fuerte, así que no le costó más que unos segundos el recomponerse y situarse espacialmente.
No pudo si no soltar un leve grito de sorpresa cuando lo que le devolvió la mirada a su derecha no era otra cosa que la acuosa máscara de un espíritu del río. Era la primera vez que Yang veia a uno, más había escuchado hablar mucho de los elementales de Pandaria. ¿Les había salvado? ¡Les! ¡¿Yin?! Observó la pequeña cala arenosa donde se encontraban para ver el cuerpo de su hermano, tirado panzarriba, empapado. Gateó a toda prisa hacia él, dispuesta a golpearle el pecho para sacarle el agua que obstruyese sus pulmones, pero no pudo si no sonreír cuando su hermano proferió un ruido de queja.

"¡Yang, estoy bien!" Dijo. Y lo siguiente que el albino pandaren notó fue los empapados brazos de su hermana rodeandole en un abrazo, que acabó devolviendo.
Más los dos hermanos no eran pandaren que perdiesen tiempo en lamentar lo que pudo pasar, si no en celebrar su buena ventura. Rápidamente ambos centraron su atención en el espíritu del agua que les había rescatado, el cual parecía mirarles con cierta curiosidad.
"¿Nos has salvado tú?" "¿Por qué?" Preguntaron. Más no hubo respuesta. El espíritu acuoso solo flotaba, observándoles. Tras largos minutos intentando comunicarse con él, ambos hermanos desistieron.  No sabían si no les entendía, si lo hacía pero no era o no deseaba responderles, o algún otro motivo. Al fin y al cabo, los espíritus elementales eran uno de los grandes misterios de pandaria.

Fue Yang la que retiró la atención del elemental, para centrarla en su equipaje. Sus instrumentos, empapados. ¡Y se supone que tenían que llegar a la Villa de Yuang para dar un espectáculo en tres horas! ¿Seguirían funcionando? Su hermano Yin cogió una de las flautas dulces que llevaban, y sopló para comprobar su estado. Un chorretón de agua salio por el otro lado, así como un trozo de alga.
Limpiando con su zarpa el extremo, volvió a soplar, esta vez haciendo una leve melodía simple para comprobar que todo estuviese en orden. Y parecía estarlo, el dulce sonido fluyendo con naturalidad del instrumento.
Más no fue lo único que fluyó cuando el pandaren juntó sus labios y sopló a través de los agujeros. Un ruido, como el del fluir repentino de unos rápidos, vino del espíritu del agua que tenían ante ellos.
Ambos hermanos lo observaron, curiosos, sin saber exactamente que había ocurrido. Yin, de nuevo, tocó otro corto fragmento de melodía, y entonces sí, pudieron ver como el Elemental parecía reaccionar a su música, moviendose en movimientos rítmicos y alegres, como en respuesta.
Los hermanos se quedaron anonadados, era la primera vez que un pandaren conseguía estímulo alguno de uno de los esquivos espiritus de los elementos. Pero... ¿Qué era exactamente lo que intentaba comunicarles?

Los dos adolescentes no perdieron tiempo, y secando como pudieron sus libretas, cogiendo sus aparatejos de escritura, comenzaron a tocar música para el elemental, anotando sus respuestas. Atrás quedo la vana esperanza de acudir a la Villa de Yuang, pues el sol ya se estaba poniendo cuando los hermanos se percataron de que llevaban todo el día con el elemental, tocando todo tipo de música para él y apuntando sus respuestas.
Intentaron comunicar al elemental que regresarían al día siguiente, sin estar seguros de que este les había entendido, antes de correr de nuevo a su hogar, emocionados por lo que acababa de suceder. Al día siguiente regresaron a la cala arenosa al lado del río, y para su sospresa, no solo estaba el espíritu del agua que les había rescatado del embravecido río, si no que otros dos elementales le acompañaban.
De nuevo, probaron con todo tipo de música, más las respuestas de los elementales no parecían claras, y no lograban destilar un significado a sus ruidos. Más todo cambió cuando Yang probó otra cosa. Imitando los movimientos de las olas al chocar contra los acantilados, del río al fluir por los valles, comenzó a danzar, primero bajo la música de su hermano, el cual acabó por detener las melodías y solo observar a su hermana, mientras tomaba notas.
Y esta vez, todo quedaba mucho más claro. Los espíritus elementales respondían a los movimientos de su hermana, de formas claras, danzando junto a ella, formando una coreografía improvisada que surgía de la propia naturaleza de los espíritus. 
Fue así como durante semanas, ambos hermanos abandonaron totalmente sus otros quehaceres, para sorpresa y disgusto de muchos de sus aficionados y vecinos. ¿Qué hacían ambos jóvenes que abandonaban su prometedora carrera para perderse diariamente en el bosque, a Yu'Lon sabe donde?

Mas lo que ambos hermanos estaban creando, cambiaría para siempre a su pueblo. Con el paso de las semanas, ambos hermanos aprendieron los movimientos que causaban reacciones en los espíritus del agua, aprendieron las pequeñas variantes en los gestos de los elementales, cuando estaban tristes, felices, contentos, como comunicarles tranquilidad, afabilidad. Y con el paso de las semanas, los elementales respondieron.
Fue tras dos meses que por fin los elementales parecieron conectar lo suficiente con los hermanos para concederles, para sorpresa de uno y de otra, la capacidad de mover con su danza, las aguas del río al lado del cual entrenaban. 
Tras el impacto inicial, que acabó con Yang empapado a su hermano Yin, ambos se dieron cuenta de la magnitud de lo que habían hecho. Habían no solo conseguido hablar con los elementales del agua mediante su baile, si no que habían conseguido que estos les concediesen su poder de la misma manera.
¿Qué magnitud podría tener esto? ¿Y si era algo que habían logrado con los espíritus del agua, seria posible con los de los otros tres elementos?

Fue así como el viaje de los dos pandaren del Bosque de Jade comenzó. Con los años, aprenderían juntos que cada espíritu elemental tenía un carácter, una personalidad, y que las danzas ante las cuales unos respondían de buen grado, otros reaccionaban de manera hostil, huyendo y escondiendose.
Con las décadas los dos pandaren, ya adultos, comenzaron a comunicar al mundo sus hallazgos. Las primeras reacciones fueron de sorpresa e incredulidad. Más cuando ambos hermanos comenzaron a hacer demostraciones de lo que habían aprendido, los números de pandaren dispuestos a escucharles y aprender de ellos no hizo más que crecer.

w8oYq2I.jpgMovimientos fluidos se convertían en corrientes de agua que sanaban y protegían, los secos golpes de las danzas tradicionales eran capaces de alzar muros de roca, el viento se doblegaba a la voluntad de aquellos con la agilidad para realizar los bailes requeridos, y las llamas salían de las zarpas de los Pandaren con el suficiente valor para soportar su calor. 
Cuando llegó el final de sus días, ambos hermanos habían supervisado la construcción de máz de diez monasterios repartidos por toda Pandaria. Su número de adeptos creció, y cuando los años hicieron que sus movimientos no fuesen lo suficiente rápidos para contentar a los elementos, ambos se retiraron del mundo, juntos. 
Algunos dicen que Yin y Yang pasaron el final de sus días en la pequeña cala de arena, escondida en las profundidades del Bosque de Jade, en compañía de los tres espíritus del agua que habían conocido ochenta años antes. 

Sea como fuere, tras su muerte su legado perduró en Pandaria. Los monasterios de los Danzarines de los Elementos prosperaron y crecieron, los estilo de danza diferenciado claremente de un elemento a otro, pues los elementales de Pandaria son caprichosos y rara vez les gusta compartir unos con otros. 

A diferencia de los chamanes de otras razas y tribus, los Pandaren jamás contactaron con los espíritus elementales de Azeroth, nisiquiera con los espíritus de sus ancestros, pero la habilidad y precisión de sus movimientos siguió entrenandose durante milenios hasta el día presente, codificandose grandes tomos, juntando las teorías, enseñanzas, y estilos propios de cientos de maestros a lo largo de los siglos. 

Un arte que permitió, desde entonces, que los Pandaren se comunicasen con los numerosos elementales que poblaban sus tierras.

 

 

La Gastronomía Pandaren

Los pandaren son conocidos por su amor por la bebida y la buena comida. La cocina es para los Pandaren uno de los pilares más fundamentales de la vida, tanto personal como social. Es imposible que un pandaren se encuentre en equilibrio consigo mismo si no tiene acceso a una dieta variada y de calidad.
Los tomos escritos sobre la cocina pandaren son extensos, y los maestros cocineros Pandaren son algunos de los sabios y artesanos más respetados de todo el continente, capaces de crear obras de la gastronomía que alejan del espíritu cualquier tipo de emoción negativa, purificando el alma, y sobre todo, el estómago.
Es tradición pandaren que sea el invitado o invitados a la casa los que coman el primer bocado en el tradicional banquete que se sirve, pues la hospitalidad y generosidad es una de las mayores virtudes de los pandaren. Incluso aldeas pequeñas y apartadas, donde la comida se gana con el sudor de la frente y la lucha contra los elementos, se servirán enormes banquetes para recibir las visitas, sean estas improvistas o no.

La llegada de un extraño viajero a una aldea es siempre un momento de celebración, pues quién sabe que clase de historias, productos, u sabiduría traiga a la aldea desde otras partes del continente. Es por esto que fiestas enteras suelen prepararse en apenas unas horas en la sala comunal de la aldea cada vez que llega una caravana, o incluso con un simple viajero errante.
Y como todo pandaren sabe, una buena comida no puede disfrutarse sin un buen té. Aunque hay tomos completos escritos sobre la forma correcta de preparar el té, partiendo incluso desde el seleccionar las semillas apropiadas y plantarlas en el terreno correcto, también se han escrito páginas y páginas de las ceremonias correctas respecto a como servirlo.
Hay un té distinto para cada ocasión especial, desde celebrar un cumpleaños, un matrimonio, o lamentar la pérdida de un ser querido en un entierro, y todos y cada uno de ellos se preparan y sirven de formas distintas. Es una gran vergüenza fracasar a la hora de ejecutar una de estas ceremonias tan importantes, y por ello son numerosas en pandaria las casas del Té, donde grandes maestros instruyen y enseñan a jóvenes pandaren de ambos sexos que acuden para instruirse en la infinidad de variantes del Arte del Té.

Más si hay algo que destaque respecto a la gastronomía pandaren por encima del té y de la cocina, es el arte de la preparación de Cerveza y otras bebidas alcoholicas. 
Desde los días oscuros del Imperio Mogu, los Pandaren han recurrido al arte místico de la fabricación de cerveza para mantener alta su fuerza y sus espíritus. Los estudiosos creen que la bebida influye todo aspecto de la vida pandaren, y fruto del fino arte de su elaboración, la tradición de fabricar potentes fluidos se ha conformado en instituciones a lo largo y ancho de toda Pandaria. Grandes destilerías existen en toda Pandaria, cada una de ellas leal guardiana de los secretos de la elaboración.
El arte de elaborar cerveza es una persecución constante de nuevos sabores, nuevas texturas, nuevos efectos y nuevas emociones, y no hay mayor artista en la elaboración de esta bebida alcoholica que los Maestros de la Cerveza.
Los sabios maestros de la Cerveza recorren Pandaria (Y en algunos casos contados, incluso el mundo), en busca de componentes exóticos para sus bebidas, de nuevas artes y técnicas para la elaboración de sus brebajes. Estos maestros, afables luchadores la mayoría, prefieren evitar los peligros o los problemas, prefiriendo invertir su tiempo en el estudio y elaboración de nuevos brebajes.

Los Maestros de la Cerveza son tanto artesanos destiladores como alquimistas, pues los brebajes y alcoholes más raros son aquellos creados con componentes místicos y mágicos capaces de crear en el cuerpo toda clase de efectos, desde alientos ígneos hasta volver el grueso pellejo de un pandaren tieso y duro como la roca.
Así mismo, siendo Niuzao el Dios del Grano y de la Cerveza, es el patrón de los Maestros de la Cerveza, siendo muchos de estos discípulos de sus artes, aprendiendo a canalizar su Chi interior en estilos de combate que mezclan sus potentes brebajes con las enseñanzas del Gran Buey Negro. Aunque los monjes más ortodoxos de las artes de Niuzao ven en estos movimientos erráticos pero efectivos una desviación de las verdaderas enseñanzas del Buey Negro, la realidad es que pocos Maestros de la Cerveza, ya sean veteranos con décadas a sus espaldas o jóvenes pandaren deseando andar este camino, le dan importancia a las palabras de unos pandaren perdidos en las estepas de Tong-Long.
La vida está para vivirla al máximo, y un Maestro Cervecero venera y respeta tanto la figura del Buey Negro como uno de sus monjes. Simplemente, lo hace de forma distinta.

 

La Ciencia Pandaren

No ha de confundirse a los Pandaren con un pueblo de costumbres y aspiraciones simples. Pese a que los pandaren aman y valoran con todo su corazón los placeres que les ofrece la tierra en la que viven, también cultivan no solo su espíritu, si no también su cerebro.
No por nada, la diosa mayor de su panteón es el Espíritu de la Sabiduría. Las ciencias pandaren son extensas, desde la astronomía a la alquimia, pasando por las matemáticas, la geología, y toda clase de disciplinas. Fue en la época de los Emperadores Pandaren que se fundaron las primeras academias, y desde entonces su número no ha hecho más que aumentar por toda pandaria.
Algunas de ellas se centran totalmente en el estudio de una parte del gran espectro que es el tapiz del mundo, como la Academia de Xhin-Ya, en las Cimas de Kun-Lai, cuyos sabios llevan estudiando las estrellas y los cielos desde hace más de cinco mil años, aunque otras muchas ofrecen estudios multidisciplinarios, con grandes salones donde las discusiones en medicina, matemática e historia son comunes y abiertas para que cualquier pandaren que desee escuchar la sabiduría de los maestros pueda entrar a compartirla.

Pero tal vez, por su aplicación y uso, una de las ciencias pandaren más interesantes sea su ingeniería. Los Pandaren son, pese a lo que pueda parecer, maestros de la pólvora y de los explosivos. Originalmente derivados de los grandes cañones Mogu, el uso que dieron los pandaren una vez libres a este volátil substancia era de puro recreo. Los grandes cohetes tintados que teñían los cielos nocturnos de toda clase de formas y colores eran una constante en cualquier festividad y celebración pandaren realizada en una villa o aldea con un mínimo de relevancia.

Más los pandaren aprendieron con velocidad el porqué los Mogu usaban la pólvora de una manera tan brutal. Cuando los Enjambres Mántides empezaron a asaltar la muralla siglo tras siglo, los pandaren se percataron de que los cohetes y bombas podían ser usadas para mucho más que entretener a niños y adultos.
Década tras década, siglo tras siglo, los primeros experimentos dieron paso a armamento de todo tipo que cada cien años era puesto a prueba contra el siguiente enjambre Mántide. Cuando los Mántides comenzaron a traer las grandes bestias ariete, los Pandaren desarrollaron los torpedos silbantes, tinos cohetes que en su trayectoria generaban un ruido increíblemente agudo que alteraba a estas bestias, lanzandolas en caos y furia contra sus propias filas.



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Los Mántides respondieron envolviendo en metal a sus bestias cien años después, evitando que flechas o el ruido las asustase y apartase de su ruta de carga, y los Pandaren respondieron con cohetes cuya carga explosiva, concentrada en la punta, fundía roca y metal antes de explotar en el interior de las bestias, acabando con ellas antes de que pudiesen escalar el alto Muro.

Y así, milenio tras milenio, la carrera armamentística contra los Mántides continuó. Más los Pandaren jamás olvidaron los usos más inocentes de este arte, y mientras que los sabios del Shado-Pan investigan constantemente nuevos métodos en los que usar la pólvora y el armamento derivado  en su misión sagrada por defender pandaria, numerosos alquimistas e ingenieros del Bosque de Jade o del Valle de los Cuatro Vientos prefieren ver en el polvo negro una herramienta para mejorar las vidas de sus vecinos, y llenar sus espíritus de un poco de color y felicidad.

 

 

La Biología Pandaren

 

NHTlwdA.jpgLos Pandaren son osos humanoides, recubiertos de espeso pelo de pies a cabeza. Su altura tiende a variar entre los 2,00m y los 2,20m para los machos, yendo las femias normalmente de los 1,90m a los 2,15m. Su peso varía mucho, más las medias tienden a estar entre los 180 y los 300 Kg para los machos, con 140 Kg-220Kg en las femias.
Su corpulencia varía en gran medida dependiendo de su estilo de vida y su forma física.

Todos los pandaren llevan una vida armoníosa, y la mala salud y forma física en los pandaren es extremadamente rara, salvo que sea fruto de la edad o alguna enfermedad. Incluso los sabios y monjes dedicados enteramente al estudio, invertirán varias horas semanales en hacer ejercicios físicos para conservar una buena salud. 
Esto proporciona a los pandaren una flexibilidad, velocidad, fuerza y resistencia, que muchas veces puede sorprender a extraños a esta raza. Especialmente, fruto de que no es raro que los pandaren esten envueltos en capas de grasa y espeso pelo nacidas de una vida que valora el buen comer y el buen beber como una de las señales de una vida que merece la pena ser vivida. 

Esto no significa que todo Pandaren se ajuste a ese estereotipo racial, pues poca grasa se acumula en los cuerpos de los monjes del Shado-Pan y otros maestros marciales a lo largo y ancho de Pandaria. Aunque normalmente oculto bajo una capa de grueso pelaje, los músculos de acero de los guerreros y luchadores del Shado-Pan , combinada con una técnica refinada durante más de diez mil años, les permiten llegar a romper troncos con sus zarpas o incluso planchas metálicas sin dificultad. Esto hace que los monjes del Shado-Pan tengan una figura esbelta, de torsos planos y firmes, que contrastan en gran medida con los Pandaren del Valle de los Cuatro Vientos. Es por esto que es pensamiento común entre los pandaren del Sur que en el Monasterio del Shado Pan no se come más que nubes, y no se bebe más que agua.
Lo cual ayudaría a explicar el porqué del agrio carácter de mucho de estos serios monjes. El Shado-Pan no desmiente esta imagen tan romántica y en cierto modo cómica del motivo de su estricta forma física y carácter, pues su deber sacro es proteger al resto de sus hermanos y hermanas de los horrores de la guerra.

El pelaje de los pandaren es variado, y salvo casos muy raros, uno de los dos colores es siempre el blanco,  siendo el otro negro u rojo, pasando por todas las tonalidades intermedias del gris y del marrón u naranja. Las manchas y formas que dibujan los colores de los Pandaren son únicas, y se dice que no hay dos pandaren cuyo pelaje sea exactamente idéntico. Las zarpas de sus manos están compuestas por un pulgar y tres gruesos dedos, con tres dedos las zarpas de sus pies. Todas ellas acaban en afiladas uñas negras. Todo pandaren aprende desde pequeño a coger con delicadeza absoluta toda clase de objetos, más estas garras son perfectamente usables en combate, desgarrando piel y hasta cuero sin dificultad.
Los pandaren tienen colas, normalmente pequeñas, redondeadas, peludas y suaves, aunque las femias pandaren cuyos pelajes tienden al color rojo o naranja pueden nacer con largas colas de espeso y suave pelaje. Estas colas suelen ser motivo de gran orgullo, y es raro la pandaren que no la llevará impoluta dentro de las capacidades de su modo de vida y oficio.

Los Pandaren tienen una esperanza de vida bastante larga, fruto de una vida pacífica, con buena comida y poco estrés. Un pandaren alcanzará la madurez física alrededor de los 18 u 20 años, algo más tarde para los machos que para las femias. A los 40 años entrará en la edad adulta, punto a partir del cual su cuerpo irá perdiendo fuerza y resistencia con los años. Sobre los 60 años, serán considerados ya ancianos, alcanzando el respeto de un venerable sobre los 70.
Pese a esto, no es raro ver maestros Pandaren de más de ochenta años moverse con más agilidad y destreza que muchos otros pandaren campesinos, fruto de una vida totalmente entregada a la senda del Monje. 

La mayoría de Pandaren vivirán hasta los 80 u 90 años, punto en el cual llegará el fín de sus días (Se tiene constancia pese a esto de Pandaren que vivieron más de 100 años, llegando algunos de los casos más lóngevos a fallecer sobre los 120 años)  y abandonarán este mundo para reunirse con sus antepasados. Ningún pandaren se aproxima a su muerte con alegría, pero tampoco han de sentir miedo, tristeza, ira o duda. Los Pandaren saben que de su muerte florecerá nueva vida. 
Esta verdad, el ciclo infinito y armonioso que rige el mundo, es la verdad que los pandaren atesoran con más cariño, y es la razón por la cual viven, trabajan y mueren.

 

 

La Senda del Monje


Desde que Kang, el Puño del Primer Alba, crease con ayuda de Xuen las artes del Monje, estas se convirtieron en el pilar fundamental que une a toda la sociedad Pandaren.
Son los monjes los que liberaron a los Pandaren de su esclavitud. Son los monjes los que han extendido la sabiduría y han cuidado del bien espiritual del pueblo pandaren. Eran y son los monjes los que protegen a los Pandaren de las amenazas externas, y en general, son los monjes por los cuales los Pandaren han conseguido crear una sociedad armoniosa y pacífica.
Todo monje es altamente respetado por la sociedad Pandaren. Que un monje llegue a una aldea, especialmente si es una alejada, es motivo de gran celebración, pues traerá sabiduría y consejo para toda clase de problemas.

Los monjes se instruyen en los numerosos monasterios que hay por toda Pandaria, normalmente comenzando esta senda a edades tan tempranas como los 10 o 12 años, aunque hay casos de Pandaren adultos que decidieron iniciar la senda del monje más tarde en sus vidas. Existen cuatro grandes Monasterios, los principales de toda Pandaria, donde los Augustos Celestiales enseñaron cada uno de los cuatro estilos principales del uso del Chi a sus discípulos.
Con los milenios, surgieron templos y monasterios por toda Pandaria, algunos dedicados a uno de los Augustos, otros venerando a dos, tres, o los cuatro por igual. A todos ellos acuden pandarens, ya sea para hacer ofrendas a los Monjes, a los Augustos, para buscar consejo, curación, ayuda, o iniciarse en la senda del Monje. 

Por esto, hace milenios que no es necesario acudir a los cuatro grandes templos para iniciarse en las artes de la manipulación del Chi. Pese a esto, aun hay algunos pandaren, normalmente los maestros más tradicionales, que creen firmemente que todo Monje ha de visitar al menos una vez en la vida cada uno de los cuatro grandes Templos de los Celestiales, para poder comunar en paz con la sabiduría milenaria que existe impregnada en sus paredes y en sus grandes bibliotecas.
Aunque es en monasterios y templos donde se forman la gran mayoría de monjes, no es raro que jóvenes pandaren sean instruidos por monjes errantes que recorren pandaria por cientos de motivos distintos. La contemplación interior, extender las enseñanzas y sabiduría de los Augustos por el continente, llevar la curación a los lugares más apartados, proteger y ayudar a las aldeas más frágiles, o simplemente viajar por Pandaria, disfrutando de su belleza y experimentándola en toda su plenitud.
De la misma manera, es normal que existan academias en ciudades y aldeas donde monjes enseñen a los jóvenes pandaren las artes marciales básicas. Pese a que no es en estos lugares donde los futuros monjes aprenderán a conectar con su fuerza interior y usar el Chi, los pandaren creen firmemente en que la salud física es vital para una vida en armonía, y es por ello que todo niño y niña pandaren se entrena regularmente en estas academias, razón por la cual, aunque no sean más que estas nociones básicas, casi todo pandaren conoce unos mínimos que tal vez algún día use en defensa propia o de sus seres queridos.

No todo monje y pandaren que vive en los templos sabe manejar el Chi. Monje es todo aquel que vive una vida monástica, como el Shado-Pan, donde solo una mínima parte comuna con los Augustos, siendo muchos de sus monjes luchadores, sabios, eruditos, exploradores y rastreadores.
De la misma manera, en los templos, sean más grandes o más pequeños, un pequeño santuario con apenas diez monjes o uno de los cuatro templos de los Augustos con cientos, hay gran cantidad de pandaren que dedican su vida al estudio y a la persecución de la sabiduría, que no han comunado con su fuerza interior ni aprendido las sendas del Chi. 

Las tareas en los templos , de la misma manera, las realizan los distintos acólitos y aprendices, y tras largas horas de estudio, práctica y entrenamiento, serán los acólitos jóvenes que apenas se han iniciado en la senda del Monje los que se ocupen de preparar la comida para sus hermanos, de limpiar con escobas de mimbre patios y pasillos, atender a los animales que pueda tener el monasterio para su alimentación, o cuidar de los amplios jardines

 

El Idioma Pandaren

En la época del Imperio Mogu, las razas que estos gigantes esclavizaron sufrieron mucho a manos de sus opresores. Pero tal vez el mayor crimen que hicieron los conquistadores fue erradicar al completo toda cultura previa de Pandaren, Jinyu, Hozen y Yaungol.

Actualmente no se recuerda ni se tienen retazos de como era la cultura Pandaren antes de haber sido esclavizados por los Mogu. Ni su arte, ni su filosofía, ni su historia ni su idioma. Es por esto que muchas de las cosas que actualmente existen y se han extendido por pandaria, son en realidad de origen Mogu. Las matemáticas, las ciencias, los sistemas de medida, todo ello proviene del Imperio de los Manipuladores de la Carne.
Y entre esta herencia, se encuentra el actual idioma. Pese a ser llamado "Pandaren", este idioma no es otro que la lengua Mogu tras miles de años de evolución, que se ha mantenido en Pandaria como idioma principal. Tanto Yaungol, como Hozen, como Jinyu, Grúmel y Saurok, hablan el idioma Pandaren como su lengua, cada uno de ellos con variantes, acentos y dialectos. 

Solo hay una lengua en toda Pandaria que no derive del idioma Mogu, y es la de los Mántides, que profesan crujidos quitinosos agudos que hacen daño al oído de cualquiera que no esté acostumbrado a ellos. Pese a esto, el idioma pandaren no es desconocido para los Mántides, tras más de quince mil años de guerra, primero contra sus Esclavistas, y luego contra estos.

 

 

 

El Calendario Pandaren

Ajenos al ritmo del resto del mundo, los Pandaren tienen una manera de medir el tiempo distinta a muchas otras razas, con un calendario único que es usado por todas las razas de Pandaria para medir el paso de los años, salvo por los Mántides.
El año para los Pandaren se divide en 7 meses de 52 días, cada uno dividido en 4 semanas de 13 días, durando su año 365 días, alargándose a 366 días cada 8 años, añadiendo un día más al segundo mes de cada año.
Cada uno de estos meses representa uno de los seis males que venció Shaohao en su ascensión hacia la paz espiritual que le permitió hacerse uno con Pandaria, salvandola del cataclismo y separandola del resto del mundo. Representan el tiempo que tardó en cumplir las pruebas que se presentaron ante él para purgar su alma de todas sus cargas, llamados y ordenados en el orden en la cual Shaohao los derrotó, siendo el último mes el de su ascensión:
Huáiyí (Duda), Juéwàng (Desesperación), Fènnù (Ira), Kǒngjù (Miedo), Chóu (Odio), Bàolì (Violencia) y Shàngshēng (Ascensión).


Las celebraciones en las ultimas semanas del año son generalizadas por toda pandaria, con procesiones donde grandes dragones nimbo de papel desfilan por las calles, los fuegos artificiales inhundan los cielos y la comida y bebida corre en grandes cantidades incluso en las aldeas más humildes.
Al alba del primer día de cada año, se celebran ceremonias donde todo pandaren de Pandaria, incluso aquellos dispuestos en el Muro del Espinazo del Dragón, se toman unos minutos para hacer una reverencia al Sol que sale por el Este, en señal de respeto y agradecimiento a su Gran Emperador, pues es gracias a él que pueden disfrutar de un nuevo año.

De la misma manera, los Pandaren contabilizan los años a partir de que el Emperador Shaohao, último Emperador de Pandaria, se hizo uno con la tierra, creando el continente de Pandaria en el proceso. El año 1 del calendario Pandaren equivale al año -10.000 antes del Portal Oscuro del calendario general de Azeroth. Los años se dividen entre "A.d.S." (Antes de Shaohao) y "D.d.S" (Después de Shaohao). De esta manera, la fundación del Imperio Pandaren ocurrió en el año 2.000 A.d.S., equivaliendo al año -12000 Antes del Portal Oscuro. El Imperio Mogu fue fundado en el año 5.000 A.d.S., y la Tercera Guerra (De la cual los Pandaren no tienen conocimiento), habría ocurrido en el año 10020 D.d.S.

 

Editado por Malcador
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Pandaria:


Pandaria, un gran continente protegido de intrusiones externas fruto de una niebla que se extiende decenas de kilómetros bordeando todo el continente, que oculta bajo su aparente inocencia enormes corales y composiciones rocosas que destruyen cualquier navío que ose aventurarse en ella, ya busque cruzarlas desde fuera, o partir desde Pandaria hasta el exterior, se situa en la parte sur del planeta Azeroth.


Una tierra misteriosa, llena de dualismos, es hogar para numerosas razas milenarias que, en mayor o menos armonía, conviven en esta tierra de valles, montañas, praderas, bosques y selvas.
 

Los Sha:

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Pese a que aparentemente en la superficie Pandaria, con toda su violencia, parezca una tierra de paz e idílica, no se podría estar más equivocado. 
Pandaria es una tierra maldita para ignorancia de todos los que viven en ella, salvo los misteriosos Mántides cuya sabiduría y conocimiento jamás compartirían con las demás razas del continente.
En los albores del mundo, los restos de un Dios Oscuro cayeron sobre la tierra que a futuro se convertiría en Pandaria, tiñéndola con su sangre y afectándola para siempre. Con los milenios, esta tierra florecería y docenas de razas y especies se instalarían en ella, todas ignorante de la oscuridad que se ocultaba bajo ella.
Esta oscuridad son los Sha, representaciones de las emociones negativas, siete entes de maldad infinita que solo buscan consumir y destruir. Las Siete Cabezas de Y'shaarj, el Dios de los mántides.

Para los Pandaren, y otras razas como Jinyu y Yaungol (Pues los Hozen no tienen tiempo que invertir en preocupaciones como estas), los Sha no son más que poesía, mitología. Los seis Sha que Shaohao derrotó en su ascensión no eran más que metáforas de los males que acechan en las almas de todo ser vivo. Pero no podian estar más equivocados.
Estas sombras acechan a todo ser vivo de Pandaria, y es por esto que la armonía interior y espiritual es la base de la cultura de tantas de ellas. Solo el Señor del Shado-Pan, los Tres maestros de las Disciplinas, los miembros más veteranos de la Omnia, algunos de los Eremitas más ancianos, y los grandes Maestros de los templos de los Cuatro Augustos saben de la realidad que se esconde detrás de la historia de Shaohao.

2XYSjx0.jpgEl Último Emperador no solo derrotó la oscuridad de su propia alma. En su viaje, se enfrentó a los seis Sha, derrotandolos a todos con ayuda de los Augustos Celestiales, y encerrándolos por siempre bajo tierra, salvando a Pandaria y su pueblo en el proceso. Pese a esto, hubo uno que jamás llegó a derrotar. El Orgullo, el cual, para ignorancia de Shaohao, los Augustos Celestiales, y todos los pandaren que vivieron y aun viven, perduró en el espíritu de Shaohao, pues este se creyó que él solo, sin ayuda, podría proteger toda Pandaria.
Fue el Sha del Orgullo el origen de la espesa niebla que cubre Pandaria, y no Shaohao como creen todos los que habitan en el continente.

Las emociones en Pandaria rigen la vida de todo ser que viven en ella. Un pandaren que pierde su equilibrio espiritual ,puede verse acechado y controlado por estas energías oscuras de manera imperceptible para él y para los que le rodean. Es por esto que, pese a que escasos, los ejemplos de Pandaren que se han visto consumidos por la oscuridad de su alma existen, para los cuales se reserva el castigo del destierro. 

Un Pandaren que ha perdido el "equilibrio" de su alma, ha sido, sin saberlo él ni los que le rodean, manchado por la influencia de los Sha. Por esto su aura genera desconformidad, y salvo que encuentre de nuevo su equilibrio, estará condenado a caminar hasta el final de sus días en una vida triste y miserable.
El Señor del Shado-Pan y los líderes de las cuatro ordenes monásticas de los Augustos Celestiales son conscientes de esta naturaleza y verdad absoluta, y es por ello que toda la sociedad Pandaren se ha construido alrededor de la meditación, de la introspección y de la paz y armonía interior, partiendo este modo de vida de las enseñanzas de justicia, amor y comprensión impartidas por Song, el primero de los Eremitas y discípulo de Kang.

Mas los Sha no solo se manifiestan de manera insidiosa en los espíritus de los habitantes de Pandaria. Aunque en ocasiones muy escasas, normalmente con décadas entre un caso y otro, las emociones negativas llegan a hacerse tan intensas y tan numerosas, que la energía oscura de los Sha se desliza a través de las grietas de las prisiones donde están encerrados y se manifiesta en toda clase de abominaciones que corrompen la tierra y toda criatura viva cercana. 
Esto suele coincidir con periodos de gran crisis en Pandaria, como las invasiones Mántides, épocas de hambruna o de pestes y enfermedades.


Es para estas situaciones tan críticas, donde el futuro de Pandaria pende de un hilo, que se entrenan durante toda su vida los monjes Shado-Pan de la Omnia. Con apoyo de los monjes de los Cuatro Augustos, de ser necesario, acudirán con prontitud a la zona afectada, combatiendo la influencia oscura de los Sha, no solo con sus armas, si no también con su magia y su guía espiritual, usando inciensos especiales y objetos sagrados para purificar a los pandaren y formas de vida afectadas.
Estos inciensos y artefactos, guardados en secreto durante miles de años, no solo tienen propiedades que curan cuerpo y espíritu, si no que también borran de la mente de los afectados los sucesos vividos, reduciéndolos a pesadillas informes y difusas.

 

 

El Valle de los Cuatro Vientos:

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El Valle de los Cuatro Vientos es una planicie tranquila de fértiles campos de cultivo, rodeada de misteriosas junglas en el sur, y montañas impasables en el norte. El valle es considerado el granero de Pandaria, siendo famoso por las inmensas verduras que crecen en sus campos fruto de las aguas que durante milenios han descendido del Valle de la Flor Eterna.
En los dorados y verdes prados del Valle de los Cuatro Vientos, Pandaria busca saciar la sed y hambre de su población. Grandes plantaciones de maíz y trigo son regadas por ingeniosas construcciones, molinos de madera y otros avances agrícolas. Granjas, ranchos y mercados salpican una tierra de llanuras onduladas y ramas cubiertas de enredaderas.

La mayoría del Valle de los Cuatro Vientos consiste en colinas suavemente onduladas a lo largo de diferentes niveles de elevación. Hay numerosas pozas y marismas, así como cascadas que se derraman en la tierra y descienden en cascada desde el valle hacia las espesuras de Krasarang, al sur. 
El corazón del Valle es donde se encuentran la mayoría de las granjas y asentamientos pandaren, siendo la más importante de todas ellas El Alcor, una gran población, la segunda más poblada de toda Pandaria, construida en la loma de una ancha colina donde se agolpan cientos y cientos de casas de madera y bambú, templos y santuarios. La gran ciudad agrícola está coronada con una campana de más de cinco mil años de antigüedad, que cada mañana y cada ocaso, es golpeada y su ruido escuchado a cientos de metros a la redonda, llamando a los campesinos y trabajadores de vuelta a la ciudad, pues así se indica que ha terminado la jornada de trabajo.
Los bosques en el Valle de los Cuatro Vientos estan compuestos de altas plantas de bambú, normalmente cubiertos en espesas nieblas fruto de la humedad que absorben por la noche y expulsan por el día las plantas. En ellos hay tanto pequeñas aldeas pandaren que sobreviven de la caza de los pequeños animales que habitan cerca de sus hogares, como refugios donde viajeros y ermitaños por igual pasan las noches, compartiendo bebidas, historias y comida, si da la casualidad de que otro pandaren, hozen o Jinyu ha decidido descansar ahí.

Tal vez lo más notable del Valle de los Cuatro Vientos es el Muro del Espinazo del Dragón, cuya parte superior se hace visible tras cuatro días a pie de viaje hacia el Oeste una vez pasado El Alcor. Más que esta indicación no engañe al viajero novato, pues es por su tamaño masivo que se le vislumbra desde tan lejos. Aun se tardará otra semana más de viaje en alcanzar el inmenso muro, pudiendo ser visto desde tan lejos fruto de las amplias planicies de campos y huertos del verde Valle.
Pese a que el Valle de los Cuatro Vientos sea la zona más pacífica de todo Pandaria, sin contar el Valle de la Flor Eterna, esto no significa que sus inmensas planicies estén fuera de peligros. Las pestes múres, aunque no sean más que una molestia para agricultores en pequeños números, pueden llegar a crecer lo suficiente para resultar peligrosas para los campesinos y habitantes del Valle. 

De la misma manera, aunque numerosas patrullas Shado-Pan recorren la frontera sur, esta se extiende por decenas y decenas de kilómetros, y es normal que grupos Saurok logren cruzar sin ser vistos, normalmente al amparo de la noche, para desatar el caos, robar suministros, comida, quemar y destruir granjas y aldeas aisladas, haciendo toda clase de tropelerias y bandidaje, antes de huir de nuevo a las espesuras con sus premios. Algunas vez, incluso logran juntarse los suficientes Saurok bajo el mando de algún señor de la guerra o rey bandido lo suficiente poderoso, como para presentar un riesgo severo de invasión, momento en el cual El Alcor, con apoyo del Shado-Pan, organizará a los Ashigaru de todas las aldeas y ciudades vecinas del Valle para hacerles frente en batalla.


 

El Bosque de Jade.

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El Bosque de Jade es una de las regiones del continente de Pandaria, situada en su parte más oriental. El corazón del Imperio Pandaren, es una frondosa jungla salpicada en toda su extensión por grandes montañas, llenas por villas, aldeas, puentes y en general, arquitectura pandaren de todo tipo.

Algunas de las mayores obras de arquitectura del Imperio Pandaren se encuentran en este bosque, como el Templo del Dragón de Jade, hogar de Yu'Lon, la Augusto Mayor, y de los monjes a su servicio. De la misma manera, en el corazón del Bosque, reside la gran estatua de jade que cada cien años es construida para honrar al Augusto Celestial y que esta pueda transferir su esencia vital a la misma, en un proceso de re-encarnación que ha durado más de diez mil años. 

La ciudad más importante del Bosque de Jade es Floralba, antigua capital del Imperio Pandaren, cuyos grandes puentes colgantes conectan más de una docena de montañas, con cientos de casas distribuidas en numerosos niveles o incluso a ras de suelo, en una obra de arquitectura magnífica que haría palidecer a extranjeros de tierras lejanas. 

La propia selva del Bosque de Jade es un lugar inhóspito, lleno de misterios y de peligros. Ruinas mogu se encuentran en las partes profundas de los bosques, normalmente lugares prohibidos, rodeados de leyendas oscuras, que la naturaleza y la fauna ha reclamado como suyos. Grandes tigres recorren los bosques, cazando a cualquier pandaren, hozen o Jinyu desprevenido que se desvie del camino y no sepa donde está dirigiendo sus pasos.
Pese a todo, esto no es impedimento para que numerosas villas  y aldeas pandaren prosperen por toda la extensión del Bosque de Jade, viviendo de la caza, de la recolección, de la pesca y de la minería. Así como el Bosque de Jade es la capital del Imperio Pandaren, también es el hogar de los Jinyu y los Hozen. 

Los sabios hombres pez que antaño tuvieron su propio imperio, residen en grandes pozas y lagos, construyendo sus hogares sobre el suelo de aguas poco profundas, llevando una vida anfibia. Los hozen sin embargo, se dividen en docenas de tribus y aldeas, en conflicto unas con otras. Esta raza de salvajes hombres-mono lleva milenios en guerra constante, desde la desaparición de El Rey Mono. Aunque muchos Hozen viven pacíficamente en aldeas y villas pandaren, las tribus Hozen del Bosque de Jade, lejos de esta convivencia pacífica, viven en un estado constante de lucha interna, lo cual hace que las incursiones de bandidos Hozen sean, desgraciadamente, recurrentes.

Es también en el bosque de Jade donde la Orden del Dragón Nimbo hace su hogar. Es en sus altas montañas donde los Dragones Nimbo ponen las nidadas de sus huevos, y donde los acólitos de la Orden hacen sus primeros vuelos a lomos de sus compañeros que ya desde huevos habrán tenido que cuidar. 
Entrar en la Orden del Dragón Nimbo no es sencillo, pues las nobles bestias que montan son reclusivas. Hay pandaren que tras intentarlo durante décadas, desistieron, pues no eran capaces de conectar con ningún dragón nimbo. Se dice que hace falta algo especial para conectar con los Dragones Nimbo, y es tradición en el bosque de Jade el creer que los Pandaren que nacen con ojos verdes, han sido benditos por Yu'Lon, enviándolos a entrenar a sus templos como monjes, o a la Orden del Dragón Nimbo, para que intenten ganarse la lealtad y compañerismo de una de estas bestias

 

 

Las Espesuras de Krasarang:

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Las Espesuras de Krasarang son un extenso complejo de bosques, selvas, pantanos y arenas movedizas que componen la costa sur del continente de Pandaria. Lugar de mucha de la fauna más letal del continente, es una tierra misteriosa, envuelta en misticismo y mitología, donde pocos Pandaren osan aventurarse. 
Es el hogar de los Saurok, antiguas creaciones Mogu que ganaron su libertad en una rebelión previa incluso a la Revolución Pandaren. Estas criaturas, violentas y perfidiosas, no sienten aprecio o amor alguno por el resto de razas de Pandaria, y sus incursiones al norte son regulares, sangrientas y violentas. Tanto, como las guerras constantes que mantienen entre ellos.

Pese a todo esto, hay enclaves Pandaren en las espesuras. Tanto en las zonas más al norte, pacificadas y taladas hace varios milenios, donde los expertos cazadores pandaren de Krasarang llevan viviendo y luchando contra los Saurok desde hace siglos, como en zonas más profundas de la espesura, donde los ermitaños monjes de la Grulla Roja hacen su hogar.
Tal vez lo más notable de las espesuras sea la conocida como playa de la Tortuga, pues fue ahí donde partió el legendario explorador pandaren Liu Lang.
Liu Lang nació y se crió en un humilde rancho en la aldea de Villarroca, una pequeña población del Valle de los Cuatro Vientos que se sitúa a la sombra del Muro del Espinazo del Dragón, en el año 9.200 D.d.S. 

El joven pandaren siempre se sintió henchido de un amor por la exploración, y cuando ya había recorrido toda Pandaria, se dio cuenta de que no quedaba más para él si no abandonar el continente. No era posible abandonar Pandaria en barco, pues la niebla se extendía bordeando todo el continente a varios kilómetros de la costa. Nadie sabía el grosor de la niebla, pero lo que sí se sabía es que esta se extendía decenas de kilómetros de ancho, ocultando toda clase de formaciones rocosas que acabarían por hundir a cualquier lo suficiente osado como para intentar cruzarlo. Así mismo, la niebla no era niebla normal, y era conocido que causaba toda clase de visiones en las mentes de los que entraban en ella, con el fin de conducirlos hacia estas afiladas piedras, precipitandoles a una muerte bajo las frías aguas.
Es por esto que Liu Lang pensó durante varios años una manera de abandonar Pandaria, cruzar la niebla, y ser capaz de regresar. Y acabó encontrando la solución en las tortugas marinas del sur de Krasarang. Estas tortugas siempre regresaban a las playas donde habían nacido para sus desoves. 
Fue en la Costa de la Tortuga, en la costa sur de Krasarang, donde Liu Lang conocería y entablaría amistad con la tortuga que nombró como Shen-sin zu. Tras un par de años, con Shen-sin zu lo suficiente grande, Liu Lang no lo dudó dos veces. Con una sombrilla y una buena cantidad de suministros, se montó en su lomo y desapareció mar adentro desde las costas del sur de Pandaria.

Por aquel entonces, era conocimiento común que Pandaria era lo único que había sobrevivido al gran cataclismo, gracias al Emperador Shaohao, y por ello los demás pandaren tomaban a Liu Lang como un loco, alguien "dañado" en la cabeza. Pero no estaban más lejos de la verdad.
Cinco años después, Liu Lang regresó, trayendo consigo toda clase de objetos e historias de tierras lejanas y misteriosas. La conmoción cruzó Pandaria de extremo a extremo, pues Liu Lang acababa de romper una de las mayores convicciones de los pandaren.
Liu Lang pidió que otros le acompañasen, pero nadie se ofreció a ello, así que igual que había hecho cinco años antes, se marchó de nuevo a lomos de Shen-si zu.  Y de nuevo, tras cinco años, regreso. Su tortuga, había crecido hasta doblarse en tamaño, y traía consigo historias de aun más criaturas de tierras lejanas. Trols, como los Zandalari que antaño habían invadido Pandaria y se creían extintos. Seres similares a los Yaungol, pero con mucho menos pelo y costumbres más pacíficas.
Pero sus historias no eran capaces de convencer a nadie para que lo siguiese. No fue si no a su cuarto regreso, tras veinte años, cuando de nuevo, nadie aceptó seguirlo, que mientras se alejaba de la costa, Liu Lang se percató de un bote solitario que se acercaba a la cola de su ahora ya enorme tortuga. 
En el bote solo había una pandaren, que remando frenéticamente, daba señales a Liu Lang para que se parase. Este indicó a su amigo Shen-si zu que se detuviese, y el explorador pandaren recorrió su caparazón para ayudar a la joven pandaren a subir con él. Su nombre era Shinnizi, y como Liu Lang, deseaba conocer el mundo que había más allá de la niebla.

Seria esta pandaren la que acabaría por volverse la esposa del legendario Liu Lang. Y fue así como hasta el final de sus días, cada cinco años, ambos pandaren regresaban, a lomos de la ahora ya inmensa Shen-si zu, capaz de albergar sobre su caparazón una colonia entera, trayendo historias consigo.
Algunos sabios especulaban que era el cruzar las nieblas místicas lo que había hecho que la tortuga creciese hasta un tamaño tan descomunal, pero debido al poco tiempo que pasaba en Pandaria, nunca se llegó a una conclusión satisfactoria para nadie.

Según pasaban los años y los viajes, cada vez más pandaren se agolpaban en las costas del sur de Krasarang, esperando por el regreso de Liu Lang cada 5 años. Estos pandaren, avivados por las historias del explorador, sentían un ansia de exploración que no podía ser satisfecha encerrados en el continente. 
Fue por esto que nació la expresión "Esperando a la tortuga", la cual se usa cuando un pandaren se queda quieto, observando el horizonte, por cualquier motivo.
Más de un siglo después de su primera partida, Liu Lang y Shen-si zu dejaron de regresar a Pandaria. Nunca más se supo de ellos, ni de las ya decenas de Pandaren que habían marchado a lomos de la gran tortuga. Para conmemorar la sabiduría y valentía de Liu Lang, una estatua se construyó en su honor en la Playa de la Tortuga, que aun a día de hoy perdura en las playas del sur de la espesura de Krasarang.
 

 

La Cima Kun-Lai

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Las cordilleras y cimas de Kun-Lai son una región al norte de Pandaria. Es una vasta extensión de cordilleras montañosas, enormes acantilados helados, picos nevados, todos ellos bordeados por unas inmensas planicies ocre, y una fértil zona costera donde se instalan algunas de las aldeas de pescadores más famosas de todo Pandaria.
En lo alto de los picos más helados del norte de las cordilleras de Kun-Lai, reside el Templo del Tigre Blanco, donde la orden de los Monjes Tigre sirve, entrena e imparte las enseñanzas de Xuen, el Tigre Blanco.
Es también en sus esquivas y misteriosas montañas que se oculta el Monasterio sagrado del Shado-Pan, sacros protectores de Pandaria bajo orden del emperador Shaohao.

Se dice que las montañas de Kun-Lai fueron creadas, guijarro a guijarro, por las manos de los propios Mogu, que en todo su poder buscaron desafiar a sus dioses con sus grandes obras. Aunque esto se considere mitología, lo que si es cierto es que desde tiempos inmemoriales ,antes del nacimiento del propio Lei Shen, las cordilleras de Kun Lai fueron siempre el hogar del pueblo Mogu. Docenas de clanes prosperaron, crecieron y fueron exterminados entre sus acantilados en guerras genocidas por el control y el poder entre esta raza de violentos seres.

De estos tiempos quedan numerosas catacumbas, ruinas y templos Mogu donde descansan los restos de emperadores, señores de la guerra, grandes guerreros y hechiceros, y toda clase de secretos que pocos Pandaren son lo suficiente valientes para intentar recuperar, pues es creencia común que los Mogu, exiliados tras la revolución Pandaren a las frias montañas de Kun-Lai, podrían despertar e intentar recuperar de nuevo Pandaria de ser molestados. Y estas leyendas tal vez tengan más de verdad de lo que los pandaren les atribuyen.

Las planicies que dan paso a las montañas son una zona rica en caza, razón por la cual numerosas aldeas y villas pandaren han proliferado en ellas, pese a las incursiones Yaungol que, cada tantos años,  descienden de sus aldeas montañosas buscando robar suministros y causar el caos. También es conocido los casos donde Yaungol han logrado pasar el Muro del Espinazo del Dragón evitando la atenta vigilancia del Shado-Pan, desde las estepas de Tong-Long.
Esta clase de incursiones se hacen más comunes cuando el enjambre Mántide está a punto de lanzar una nueva ofensiva, pues su expansión y agitación dentro del Desierto del Pavor empuja a las tribus y clanes nómadas Yaungol fuera de las Estepas de Tong-Long, lanzandolos contra el Muro del Espinazo del Dragón, que en esa época estará más desprotegido por su parte norte, fruto de la necesidad de refuerzos en las secciones centrales y del sur.

También son comunes las aldeas pandaren que viven en las propias montañas, las cuales muchas veces solo son accesibles por escarpados pasos montañosos invisibles al ojo inexperto. Estos pandaren, duros y curtidos por el frío, son expertos cazadores, mineros y artesanos, y muchas veces las canteras más prometedoras de nuevos miembros para el Shado-Pan. No solo viven estos Pandaren en las montañas, pues estas también son hogar de numerosas tribus de Hozen nevados, más uraños y calmados que sus primos del Bosque de Jade, probablemente fruto del frío clima.


 

El Valle de la Flor Eterna

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El Valle de la Flor Eterna está situado en el corazón de Pandaria. Rodeado de una cordillera montañosa impasable, es tal vez el lugar de más importancia de todo el continente tanto para la cultura Pandaren como para la cultura Mogu.
La primera raza de Pandaria en prosperar en las mágicas agua del valle fueron los Jinyu. Fue en sus aguas que estos sabios hombres pez evolucionaron de unas criaturas primitivas y fluviales, creando un imperio prospero basado en la justicia y en el estudio del caudal de los ríos para predecir los acontecimientos futuros.
Más como otras muchas naciones, el Imperio Jinyu no fue rival para los mogu, unidos bajo el poder del Rey Trueno. Pese a que lucharon valientemente, los Jinyu fueron derrotados y esclavizados, sus templos y palacios destruidos, y su cultura erradicada.

En la época de Lei Shen, el Valle de la Flor Eterna quedó abandonado, siendo la capital del Imperio Mogu en sus tres siglos de reinado la Montaña del Trueno, lugar donde Lei Shen había construido su palacio, encima del lugar donde descansaban los dioses de su pueblo.
Tras su muerte, sin embargo, sus sucesores movieron la capital del Imperio Mogu al Valle de la Flor Eterna. Inmensos palacios fueron construidos, de tejados de oro y grandes obras arquitectónicas, como los inmensos guardianes de roca que protegen la entrada al Valle.
Todo esto fue construido con mano de obra esclava, por supuesto. Cuando la Revolución Pandaren fue exitosa derrotando al Imperio Mogu en la última batalla del Vale de la Flor Eterna, a la sombra del gran palacio de Mogu'Shan, los Pandaren prefirieron no establecerse en el Valle, bajo las sombras de los edificios de sus previos esclavistas. De la misma manera, no deseaban derribar los grandes palacios, pues construidas con sangre y sudor pandaren, destruirlas sería faltar a la memoria de los que murieron para alzar las grandes obras arquitectónicas.

Los pandaren movieron la capital de su naciente imperio al Bosque de Jade, y el Valle de la Flor Eterna quedó cerrado bajo la protección de los Augustos Celestiales. Estos, en su eterna sabiduría, seleccionaron a un grupo selecto de Pandaren, Hozen y Jinyu, que se encargarían de proteger el Valle y cuidarlo desde su interior. Este grupo, nombrado como el Loto Dorado, es una de las ordenes monásticas más misteriosas de todo Pandaria. 
Sus miembros son seleccionados uno a uno por los propios Augustos Celestiales, bajo criterios que solo los Cuatro Dioses conocen. 
Más de un jinete de Dragón Nimbo audaz intentó cruzar las montañas que bordean el Valle de la Flor Eterna para encontrarse que su bestia daba media vuelta, por mucho que insistiese el pandaren sobre su lomo, lo que llevó a pensar a la Orden del Dragón Nimbo que probablemente Yu'Lon hubiese solicitado a los demás dragones que respetasen la sacrosantidad del Valle.

En más de doce mil años de Imperio Pandaren solo un habitante de Pandaria que no fuese del loto dorado entró en el valle, y este no fue otro que el Emperador Shaohao. Abriendo las doradas puertas del Amanecer para él, el Emperador descendió al valle para terminar su viaje y cumplir su destino. Se dice que cuando descendió caminando bajo la atenta mirada de los Cuatro Augustos, todos los árboles del Valle florecieron, y que no han dejado de estar en flor desde entonces.
Fue en el Valle de la Flor Eterna donde Shaohao transcendió, haciéndose uno con la tierra, y por ello no es raro que en las festividades del cambio de año, Pandaren de las poblaciones cercanas se acerquen a las grandes puertas, dejando ofrendas de todo tipo ante los inmensos portones cerrados de par en par.
 

 

Las Estepas Tong-Long

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Las Estepas de Tong-Long son una zona relativamente pequeña que se extiende al Oeste de las Cordilleras de Kun-Lai y al norte del Desierto del Pavor. Hogar de Mántides y Yaungol, estas dos razas viven en conflicto eterno por las estepas y sus limitados recursos.
De la misma manera, también es donde se encuentra el Templo de Niuzao, el Gran Buey, lugar donde residen sus monjes. Solo los adeptos del Espíritu de la Tenacidad podrían vivir y prosperar en una tierra tan hostil y dura.

El grueso de los clanes Yaungol recorren las grandes estepas de Tong-Long, luchando entre ellos y contra los Mántides por recursos. Pese a esto, cada cien años, cuando los números Mántide crecen y estos se hacen más voraces, más de un señor de la guerra Yaungol considera apropiado forzar a su clan y cruzar el Muro del Espinazo del Dragón.
 Fue de esta manera que hace miles de años, varias tribus y clanes Yaungol lograron asentarse en las raíces de las montañas de Kun-Lai, lugar donde prosperaron y proliferaron, protegidos de los Mántides por la Gran Muralla.

La geografía de las Estepas es ondulada, verde, con pequeños grupúsculos de árboles de hojas coloridas de tonalidades ocres y rojizas. Grandes islas conforman la parte Oeste de las Estepas, estando el Templo de Niuzao en una de estas. Sus costas no son playas arenosas como en Krasarang o el Bosque de Jade, si no marismas que se extienden kilómetros y kilómetros, de donde los Yaungol extraen el alquitrán que tanto veneran y usan como arma de guerra, para calentar sus hogares, y en general para poder sobrevivir en una tierra tan conflictiva.
 

 

El Desierto del Pavor

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La zona más inhóspita y peligrosa pandaria, el Desierto del Pavor es el hogar del Imperio Mántide, enemigo ancestral de toda raza viva del continente de Pandaria.
Su geografía es quebradiza, con acantilados y un terreno fracturado donde crecen los grandes árboles Kypari, hogar del enjambre Mántide.
Pocos pandaren se aventuran en este terreno, pues hacerlo es una muerte casi segura. Solo los exploradores del Wu Kao recorren las grandes extensiones del Desierto del Pavor, bajo el vuelo rasante de las patrullas Mántide, para recabar toda clase de información en preparación para los grandes enjambres que asaltan el Muro del Espinazo del Dragón cada cien años.

El acceso al Desierto del Pavor está restringido por los guardianes del Shado-Pan, los cuales rara vez dejan cruzar a pandaren u otros habitantes de Pandaria al otro lado salvo que tengan un buen motivo para hacerlo, pues conceder acceso al Desierto del Pavor es en cierto modo, una condena a muerte.
Pese a todo, es conocido entre los Maestros Cerveceros, que algunos de los mejores ingredientes para los brebajes de mayor calidad que puede hacer uno en Pandaria se encuentran en bajo territorio mántide.
De hecho, fue Pao "El Glotón" el que consiguió no solo llegar al gran árbol Kypari, hogar capital de la Emperatriz Mántide, si no coger muestras de ámbar y sabia de la más pura, que luego usaría para crear su obra maestra de la cerveza, El Tu-Men shon, del cual se dice, convierte al Pandaren que la bebe en un portento físico, triplicando su esperanza de vida, haciéndole inmune a las enfermedades, y otorgándole una fuerza sobrepandaren, cuya receta, perdida durante miles de años, es uno de los tesoros más buscados por  los Maestros Cerveceros.
Aunque los más sabios desdeñan los cuentos sobre el Tu-Men Shon como mera palabrería y fantasía, más de un Maestro Cervecero aspirante ha perdido su vida por intentar encontrar la receta original, o replicar el viaje de Pao "El Glotón" y llegar a la capital del imperio Mántide.
Ninguno llegó jamás a conseguirlo.
 

Isla del Trueno

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Conocida antiguamente como la Montaña del Trueno, fue en la gran cordillera rocosa donde vivían, según la mitología Mogu, sus dioses. 
Fue en esta montaña donde Lei Shen paso varias semanas perdido , hasta salir convertido en el Rey Trueno. Con mano de obra Mogu y Esclava, construyó un complejo inmenso en la cima de la Montaña, un palacio digno de su legado, que perduraría por milenios.

Pese a esto, tras su muerte, los Emperadores que le sucedieron movieron la capital del Imperio Mogu, pues ninguno deseaba vivir bajo la sombra de la magnificencia de Lei Shen. El Palacio del Rey Trueno quedó abandonado, sus inmensas cámaras y pasillos encantadas por los espíritus de todos aquellos que encontraron su muerte bajo la crueldad del Tirano Mogu.
Cuando Shaohao separó Pandaria del resto del mundo, la Montaña del Trueno sucumbió y se quebró, hundiéndose bajo las aguas. Lo que quedó fue tan solo el pico de la misma, donde estaba situado el palacio de Lei Shen.

La Montaña del Trueno fue renombrada como la Isla del Trueno, y durante más diez mil años ningún habitante de Pandaria ha osado navegar hacia sus costas, pues es una tierra maldita, protegida por espíritus malvados y grandes tormentas eléctricas. Desde la lejanía, algún pescador o explorador Pandaren, ha dicho que vio la silueta de una gran serpiente volar entre las oscuras nubes que rodean la Isla, cuyos rugidos hacían que rayos golpeasen el agua y las rocas que bordeaban la isla. 
Fuesen meros juegos mentales fruto de las luces de los rayos y las sombras, lo cierto es que nadie que haya intentado acercarse para comprobarlo, ha sobrevivido para informar al resto.
 

Editado por Malcador
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Otros Habitantes de Pandaria:

Pese a su nombre, los Pandaren no son los únicos habitantes del continente. Numerosas especies viven y prosperan en su variopinto paisaje y geografía. Algunas más sabias, otras más crueles, unas más antiguas, otras más jóvenes. Pese a que los Pandaren mantienen relaciones pacificas con varias de ellas, muchas otras son hostiles tanto contra Pandaren como contra las demás especies, haciendo de Pandaria un continente en una guerra constante por la supervivencia.

 

 

Los Mogu


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"El ser un mogu es gobernar. Ese es el porqué fuimos creados. ¡Nuestras palabras están entrelazadas con poder! Aquellos que no se arrodillen a nuestra voluntad han de ser quebrados con nuestra fuerza. No hay fuerza sin unidad. No hay unidad sin obediencia. El obedecer a vuestro Emperador y exigir obediencia de vuestros vasallos es el orden natural. Cuando lucháis entre vosotros, lucháis contra vuestra propia naturaleza."
-Lei Shen, el Rey Trueno.

Los Mogu son una raza poderosa, tanto física como mágicamente. Orgullosa, que desprecia toda forma de vida inferior, los Mogu han sido los enemigos ancestrales de todos los pueblos libres de Pandaria.

Según la mitología Mogu, en los albores del mundo estos fueron creados por sus dioses a su imagen y semejanza, de piedra y roca. En esa época, lucharon contra grandes imperios, cumpliendo las voluntades de sus Maestros sin queja alguna, ayudando a establecer el orden en el mundo.
Pero sus Maestros desaparecieron, abandonando a sus creaciones, y las artes oscuras de los imperios contra los que lucharon hicieron que los leales Mogu perdiesen la inmortalidad de la roca. Con el tiempo, comenzaron a respirar, comenzaron a sangrar, y comenzaron a morir. Cuando su piel de roca se volvió carne, otras maldiciones llegaron a sus corazones: el orgullo y la avarícia, el miedo y la furia. 
Carentes de un propósito, abandonados y asustados, los Mogu rápidamente cayeron en un estado de guerra constante, agolpándose bajo las figuras de grandes jefes de Guerra que conformaron clanes, cada uno con su identidad y simbología, luchando entre ellos por poder y control, aterrando el resto de razas que vivían alrededor del Valle de la Flor Eterna, dando paso a la Edad de los 100 Reyes. Fue bajo la unificación de Lei Shen que el Imperio Mogu se alzó, fuerte y orgulloso, restaurando el equilibrio y orden natural de este pueblo de gigantes. Poseedores de una inmensa fuerza y poder, los Mogu construyeron un imperio donde los débiles eran esclavizados y subyugados, mientras que los fuertes, siempre Mogu, se alzaban al poder.

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Los Mogu son gigantes de caras animalescas y grandes fauces capaces de cerrarse y aplastar el cráneo de un pandaren sin dificultad. Alzándose entre 3,5m y 4,2m de altura los machos, midiendo lo mismo las femias pese a tener una complexión más ligera, su cuerpo está compuesto de gruesos huesos y carne casi tan dura como la roca, pesando regularmente entre 800 Kg y 1T.
Los Mogu valoran la fuerza por encima de todo, razón por la cual sus armas son lentas, terribles, más diseñadas para amedrentar a su rival que para ser efectivas. Esto acabaría siendo uno de los motivos de su caída, pues los Pandaren se entrenaron en un estilo de combate rápido que les permitía derrotar a los guerreros mogu evitando sus lentos golpes.

Sin embargo, los Mogu no son una raza estúpida, su gran inteligencia solo se ve superada por su gran crueldad y su infinito orgullo. El que sus golpes sean lentos no les convierte sin embargo en enemigos menos terribles, pues no se necesita más que el barrido de una gran maza Mogu para que varios enemigos menores vuelen varios metros, con sus espaldas y huesos quebrados, incapaces de levantarse.
De la misma manera, los Mogu rara vez marchaban a la guerra en solitario, acompañados por sus leales perros Quilen, con los cuales los Mogu comparten un gran parecido. Estos animales, más grandes que los inmensos tigres del Bosque de Jade, corrían delante de sus amos Mogu para causar el caos en las filas de sus enemigos, descuartizándolos, mientras disfrutaban de una excelente protección concedida por pesadas armaduras hechas a medida.
A diferencia de otras razas menores, que necesitan instruirse en las artes mágicas y arcanas, esta habilidad era innata en los Mogu. Los Mogu eran expertos de las artes mágicas, de las cuales los Pandaren aprendieron sus secretos.
Pero no era la energía arcana el campo de maestría de los Mogu, pues esta raza infinitamente cruel usó artefactos dejados atrás por sus Maestros y su propia magia oscura para perfeccionar el arte de, como ellos la llamaban, la Forja de la Carne. 


La Forja de la Carne es un tipo de magia increíblemente doloroso que se usa sobre criaturas y seres vivos. El proceso es largo y agónico. Los huesos son quebrados y forjados de nuevo, la piel se estira, rompe, encoje y cicatriza, mientras que los músculos crecen, encogen y envuelven las nuevas estructuras conformadas bajo los designios y deseos de los maestros Mogu. Todo esto ocurre mientras la criatura está viva, consciente de todo el proceso. Aunque los fallos eran regulares, las muertes comunes, y las abominaciones fallidas eran normalmente ejecutadas o encerradas para futuros usos, grandes cantidades de nuevos constructos de carne salieron de las horribles cámaras donde los Mogu practicaban este arte.
Para usar esta magia, los Mogu recurrían a una substancia prohibida y perdida desde la caída del Imperio Mogu, así como artefactos sagrados y milenarios dejados atrás por sus maestros. 
Hoy en día proliferan y viven en pandaria muchas especies que surgieron de los horribles laboratorios mogu. Los Grummel y los Saurok son varias de ellas. Los Yaungol fueron también modificados con esta magia, para hacerlos aun más grandes, fuertes y violentos, con el objetivo de usarlos contra los enjambres mántides.
De la misma manera, los Mogu eran expertos en el arte de la manipulación de las almas. Ya fuese coger las almas de guerreros Mogu muertos e introducirlas en estatuas de roca y barro para que sirviesen a sus maestros incluso en la muerte, o coger las almas de esclavos y transfigurarlas, introduciendolas en artefactos de tortura eterna o usándolas como combustible para sus experimentos, los Mogu mostraron siempre una gran imaginación a la hora de causar dolor y sufrimiento.

Con el derrocamiento del Imperio Mogu y su destierro a las catacumbas y cordilleras de Kun-Lai, los Mogu se han vuelto poco más que un mito e historia para la mayor parte de Pandaria. Pero el Shado-Pan y muchas de las aldeas que viven en las cimas de Kun-Lai saben que esto no es así. 
Aun a día de hoy se escuchan los gritos de guerra, el ruido de las armas chocar, arrastrados por el viento, recordando que los Mogu permanecen en la espera, luchando entre ellos, recuperando su fuerza, esperando su momento. Ya en los últimos siglos, los avistamientos de Mogu fueron aumentando de número, pasando de uno cada varios siglos, a cada varias décadas, para acabar en el presente en viéndose grupos de Mogu una vez cada pocos años, intentando abandonar Kun-Lai y recorrer Pandaria, con propósitos oscuros.
Los monjes del Wu Kao del Shado-Pan siempre mantienen sus ojos abiertos, buscando estos grupos para acabar con ellos antes de que puedan sembrar el terror en los habitantes de Pandaria, pero los Mogu no son criaturas estúpidas, y más de uno de estos grupos ha logrado con los años evitar a los guardianes de Pandaria.
 

 

Los Hozen


"Se puede sakar la dunga del jib, pero no se debe poner el jib en la dunga"
-Gran Sabio Hozen Ook Ook.


Los Hozen, u Hozu, son una hiperactiva raza de hombres mono que ha habitado en Pandaria desde antes de la Edad de los 100 Reyes. De vidas cortas e inmaduras, son una raza apasionada y juguetona, bromistas malintencionados que se comportan como un grupo de adolescentes corriendo por las junglas.  Un antiguo dicho Jinyu dice "No hay lugar de Pandaria libre de la pesadez Hozen", y es cierto que estos hombres mono viven literalmente a lo largo y ancho de toda Pandaria.
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En su mayoría los Hozen son una raza salvaje e independiente, hostil a cualquiera que ose adentrarse en sus terrenos de caza. Los clanes de Hozen tienden a ser agresivos, expandiéndose a base de conquistas violentas tanto contra otros Hozen como contra Jinyu, Pandaren y otras razas. Durante las décadas del reinado de El Rey Mono, la paz se estableció tanto entre los propios Hozen como con el resto de razas de Pandaria, pero tras la transcesión de Shaohao, el legendario heroe Hozen desapareció pocos años después, con lo cual los hozu no tardaron en volver de nuevo a su orden natural de caos y guerra.

Existen numerosas familias y Hozen que, más pacíficos y civilizados, viven y prosperan en ciudades y aldeas Pandaren. Aunque son normalmente molestos, los pandaren son un pueblo con una paciencia casi infinita, y si uno aprende a soportar el olor y las bromas de un hozen, verá que hay pocos amigos más leales y divertidos.
Los Hozen son cazadores y recolectores increíblemente diestros y ágiles, que se mueven por sus territorios, sean estos montañas escarpadas o espesas junglas como un pez en el agua, saltando de rama en rama con velocidad inusitada.  Son, al final del día, una raza simple que vive dirigida por sus pasiones, a diferencia de Pandaren o Jinyu, sus enemigos juramentados.

Los hozen son una raza de vidas extremadamente cortas. Sus ancianos rara vez pasan de los veinte años, normalmente rondando los quince o dieciséis, y pocos Hozen sobreviven más allá de su vigésimo cumpleaños. Es fruto de esto que su madurez relativa comparada a otras razas es mínima, y su cultura carece totalmente de raíces y reglas como resultado.  
Groseros e impulsivos, los Hozen tienden a congregarse en grandes clanes que crecen en aldeas compuestas por tiendas y cabañas toscamente construidas unas sobre otras sin respeto alguno por la estética o el orden, hechas a base de telas robadas, madera, bambú y heces. Los Hozen más débiles son los que viven en las cabañas y tiendas que conforman las bases de sus aldeas, razón por la cual son conocidos por los otros Hozu con el despectivo nombre de "Comekaka".


Cuando una tribu hozen crece demasiado en numero (Cosa que ocurre regularmente por su rápido ritmo reproductivo), lo normal es que esta colapse en guerra interna con numerosos Hozen proclamándose nuevos líderes, los cuales se llevarán parte de la población con ellos y formarán sus propios clanes y tribus.
En contraste con los educados y reservados Jinyu, los Hozen aman amar, aman odiar, y aman sentir cualquier clase de emoción que puedan experimentar, siempre que lo hagan al máximo de su capacidad.
TN0fnSr.jpgPocas cosas valoran más los hozen que pescar y cazar, normalmente atacando a cualquiera que ose poner un pie en sus terrenos de caza. Es por esto que el resto de razas de pandaria buscan evitar estos terrenos, pero normalmente esto no es suficiente para ahorrarse conflictos. 
Los Hozen son conocidos por su poca paciencia, la cual se vuelve aun más escasa cuando el hambre empuja a clanes enteros, incluyendo jóvenes y ancianos,  a destrozar y saquear fuentes de alimentos fuera de sus territorios, lo cual normalmente acaba tras haber recolectado suficiente comida, o tras que hayan muerto suficientes Hozen, como para asegurar la salud de los supervivientes.

Los Hozen de las cimas de Kun-Lai son especialmente conocidos por recurrir a eso de manera muy regular. Los hozu de las cordilleras del norte de Pandaria son inusualmente agresivos, incluso para los estándares de esta raza. La comida y los suministros son escasos en estas montañas heladas. Cuando llegan los tiempos duros, los líderes de las tribus y clanes Hozen tienden a llamar por un "Pillaje". Todo hozen lo suficiente fuerte como para caminar, se lanzará en un enjambre a por las aldeas vecinas, sean Pandaren, Yaungol o Grúmel, buscando robar su comida y preciados recursos. Ya sea con el robo de comida, o con la muerte de los Hozen más débiles, los clanes y tribus se aseguran así sobrevivir a los duros inviernos en Kun-Lai.

Durante siglos, ha sido el miedo de los hozen al Shado-Pan, así como tributos y pagos de alimentos entregados en buena voluntad, lo que ha evitado que estos "pillajes" ocurran a menudo. Pero en los inviernos más duros, esto no es suficiente, y es entonces cuando se ha de recurrir a la fuerza de las armas.

Hay pocas cosas que valoren más los hozen que la habilidad en el combate y la violencia, ganándose los mayores guerreros de los Hozen el privilegio de que su nombre sea repetido dos veces al ser pronunciado. Normalmente, los guerreros hozen demuestran su habilidad en el dominio de las tácticas de guerrilla que los hozu usan en la guerra, saltando de rama en rama con velocidad inusitada, usando sus cerbatanas, flechas y jabalinas contra sus enemigos donde menos se lo esperan, antes de desaparecer de nuevo en la jungla para evitar represalias.

 

Los Jinyu

9QRevfB.jpgLos Jinyu son una antigua y orgullosa raza de Pandaria. Estos esbeltos hombre-pez son conocidos en todo el continente por su templanza, su reserva y su sabiduría, que incluso supera a la de los sabios pandaren.
Nacidos en el Valle de la Flor Eterna fruto de las aguas mágicas que fluyen en sus lagos, los Jinyu fundaron el primer Imperio de Pandaria. Desde el Valle de la Flor Eterna gobernaron con sabiduría, mientras los Mogu luchaban entre ellos al Norte y Pandaren y Hozen vivian en sus aldeas y tribus en los alrededores del sagrado valle.
Pero este imperio no estuvo destinado a durar, y con el ascenso de Lei Shen, hubo de enfrentarse a los ejércitos Mogu. Cuarenta días y cuarenta noches duró el asedio Mogu al Valle de la Flor Eterna, pero los Jinyu acabaron siendo derrotados. Sus líderes fueron asesinados, sus palacios y templos destruidos, y su pueblo esclavizado.

No fue hasta la revolución Pandaren que los Jinyu recuperaron su independencia, y al igual que sus aliados pandaren, se instalaron en el Bosque de Jade. Allí reconstruyeron su sociedad, bajo la guía de la casta sacerdotal que los dirige, los Oradores del Agua. Estos Oradores del Agua no solo pueden controlar los ríos y las aguas, si no que pueden profetizar en ellas, escuchando la información de las mismas, para obtener leves premoniciones del futuro, o información precisa arrastrada por las corrientes de otras partes de Pandaria.

Es un dicho Jinyu que todos los ríos de Kalimdor terminaban en Pandaria en los tiempos previos del Cataclismo, dicho que tenia gran parte de verdad. Fue así como el Gran Orador pudo comunicar al Emperador Shaohao respecto a la invasión demoníaca que afrontaría Azeroth.
Pandaria está rodeada y atravesada por claras aguas azules, y es en estos cuerpos de agua donde florecen los anfibios jinyu.

En cierto sentido, los jinyu mantienen y cultivan fuentes naturales de agua, incluso creando corrientes más pequeñas con magia elemental.  Pero este control y dominio sobre los lagos y ríos de Pandaria, más de una vez ha hecho que los Jinyu entren en conflicto con otras razas del continente. Con regularidad detienen ríos, los desvían, crean presas y manipulan sus caudales para construir sus hogares y sus pozas de desove. Sus construcciones y manipulaciones del entorno no son meras pozas de barro, si no aldeas y villas enteras que se extienden incluso por debajo del agua.

Aunque estos conflictos se resuelven de manera pacífica con los Pandaren, hablando de antemano respecto a la manipulación de los ríos cuando los Jinyu quieren construir un nuevo asentamiento en alguna parte del continente, la diplomacia no es una opción con otras razas como Saurok, Yaungol, o especialmente Hozen, momento en el cual los Jinyu, pese a su naturaleza pacífica, no tienen reparos en ir a la guerra.
Y es en estos momentos donde la maestría de los Jinyu entra en juego. Recubiertos de escamas de pies a cabeza, estos hombres y mujer pez tienden a ser una cabeza más altos que sus amigos pandaren, siendo sorpresivamente ligeros para su altura, de cuerpos esbeltos. Pese a que dentro del agua se mueven a velocidades vertiginosas, fuera del agua son casi igual de capaces, con movimientos precisos y letales que rivalizan con los grandes maestros monje.
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A diferencia de las forjas pandaren o mogu, basadas en el calor y el fuego, los Jinyu han dominado el arte de forjar armas, armaduras y herramientas, con agua. Dan forma a roca y metal usando las corrientes del agua y fuertes presiones, que crean con su manipulación elemental del elemento acuoso. Sus armas y armaduras son tan resistentes y duras como la de cualquier forja, y sus edificios normalmente aparentan haber "nacido" de manera natural del entorno, en vez de haber sido esculpidos a golpe de pico y martillo.

La sociedad de los Jinyu está basada en castas, siendo escogida la función de un Jinyu a una corta edad, siendo la decisión final en todas las disputas comunales de la tribu para el más anciano de la misma. Pese a que su estructura tan rígida puede aparentar constrictiva, la labor de los ancianos es merecida: Todos ellos son miembros de la casta sacerdotal, y son capaces de hablar y escuchar con los ríos de Pandaria, lo cual les concede una sabiduría y un poder increíble.
Los huevos son distribuidos en base a las necesidades de la tribu. Muchos de ellos serán nombrados constructores una vez hayan nacido, los cuales serán puestos a trabajar con diligencia en la ampliación de las aldeas Jinyu, construyendo presas para mover los flujos de los rios u otras labores.  Otros serán nombrados como artesanos, y desde una tierna edad serán instruidos y enseñados en las labores que deban de dominar una vez alcanzada su adultez.
Los mejores hogares son reservados para la casta de los guerreros y de los sacerdotes, así como son siempre ellos los primeros en recibir la comida, sobre todo en tiempos de escasez. De la misma manera, son los sacerdotes Jinyu los únicos que tras décadas de estudio y práctica, podrán convertirse en Oradores del Agua, o si así lo decide el destino, acabar como Ancianos de su tribu.

La reproducción entre distintas castas es un gran taboo entre los Jinyu, y está terminantemente prohibida.
Es fruto de esta estructura tan rígida que los Jinyu han conseguido proliferar y mantenerse a lo largo de los milenios como una de las razas más numerosas de Pandaria, siendo aliados ancestrales de los Pandaren. Por esto, más de un Jinyu, hastiado por la idea de una existencia anquilosada en las tradiciones de su pueblo, marchará a vivir entre los Pandaren, donde podrá formar su propia familia y decidir su propio destino fuera de las normas de su sociedad.

Estos Jinyu que eligen marcharse, se considera que jamás han llegado a nacer. No se celebra funeral alguno por su marcha, y queda terminantemente prohibido siquiera hablar de ellos, mencionarlos o recordarlos.
 

 

Los Grúmel

"Un Grúmel siempre confía en su olfato por encima de todas las cosas"

Los Grúmel son los humildes viajeros de las montañas de Pandaria. Capaces de llevar varias veces su propio peso sobre sus espaldas, son una raza pacífica que prefiere evitar los conflictos, trabajando como mensajeros, mercaderes, y dirigiendo grandes caravanas de Yak's a lo largo y ancho del continente.
Los orígenes de los Grúmel datan a los tiempos del Imperio Mogu. Fue el Emperador Tian de la Dinastia Qhin el que ordenó a sus hechiceros que le creasen una raza de leales mensajeros y repartidores, capaces de recorrer las decenas de kilómetros que separaban su imperio a paso rápido, sin agotarse.

Fue así que tras largos meses de experimentos, sus Forjados de Carne consiguieron, usando de base una pequeña raza de criaturas cavernarias y caníbales, crear a los Grúmel. Un Grúmel puede cargar cinco veces con su propio peso sobre sus espaldas, jamás sudan, siendo prácticamente inmunes al cansancio, tienen un sistema del olfato que rivaliza y supera a los de muchos animales, y tienen unos cráneos más duros que el granito. Características que, de haber sido otorgadas a una raza violenta y de gran tamaño, probablemente se hubiese traducido en un imperio Grúmel a lo largo y ancho de todo Azeroth.
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Por suerte para el resto de razas, los Grúmel son seres pacíficos y de reducido tamaño, más no por ello poco inteligentes. Fue por esto que fueron una de las primeras razas en unirse a la Revolución Pandaren , contra sus creadores y amos Mogu. Los Grúmel continuaron haciendo lo que habían hecho bajo mando Mogu, actuando como mensajeros y repartidores para los rebeldes, a la vez que cortaban las comunicaciones y lineas de suministros de sus amos Mogu.

Pese a que ni un solo Grúmel alzó un arma en toda la revolución Pandaren, probablemente su ayuda fue la más vital de todas. Sin los Grúmel, los ejércitos Mogu murieron de hambre, sin recibir suministros vitales, ni mensajes prioritarios. Guarniciones enteras permanecieron en sus fortalezas, ignorantes de la revolución que ocurria más allá de sus muros hasta que fue demasiado tarde.
Los Grúmel son un pueblo altamente supersticioso, obsesionados con la Fortuna y la Suerte, a las cuales consideran responsables de todo lo bueno y malo que les ocurre en sus vidas. Todo Grúmel llevará un amuleto, llamado por ellos como "Afortunadillo", el cual frotarán contra sus naríces siempre que busquen invocar la buena fortuna. Estos amuletos , que varían de Grúmel a Grúmel, son la posesión más importante que puede tener uno de estos pequeños humanoides, y perderlo se considera uno de los peores presagios que puede recibir un Grúmel. 

Los Grúmel viajan en grupos sólidos que funcionan como sus organizaciones sociales y tribales.  Careciendo de un gobierno centralizado, los líderes del pueblo Grúmel son los líderes de las distintas caravanas de Yaks que recorren los pasos montañosos y caminos de Pandaria. Estas caravanas varían desde las compuestas por dos o tres Yaks, con una o dos docenas de Grúmel, normalmente miembros de una misma familia, a inmensas caravanas de decenas de Yaks, dirigidos por cientos de Grúmel, con mercenarios Hozen que las protejan.

En los pasos montañosos de Kun-Lai y otras partes de Pandaria, los Grúmel confían en el Shado-Pan para proteger sus caravanas. Los tratos entre la orden de guardianes de Pandaria y los Grúmel datan de hace milenios, recibiendo los Grúmel protección para sus caravanas de animales, bandidos y hozen a cambio de transportar comida y otros suministros a lo largo de todo el Muro del Espinazo del Dragón, manteniendo las numerosas guarniciones, separadas decenas de Kilómetros unas de otras, bien mantenidas y suministradas. 

 

 

Los Yaungol

Los Yaungol son una de las razas ancestrales de Pandaria. Grandes hombres-Yak, solo superados en fuerza y altura por los Mogu en el continente de Pandaria, antaño eran pacíficas tribus nómadas que habitaban en el Noroeste del Valle de la Flor Eterna.
Fue durante el mandato del Emperador Mogu Qiang "el Cruel", que los Yaungol serían reforjados en las criaturas violentas que actualmente habitan pandaria. Fue en la época de su mandato cuando se escribieron los registros históricos más antiguos que han podido encontrar los Eremitas respecto a los Yaungol.  En estos textos, se hablaba de "Cazadores bovinos inteligentes", que recorrían "extensos terrenos de caza más allá de las fronteras occidentales del imperio". Qiang "El Cruel", fascinado por la inmensa fuerza de los Yaungol, ordenó a sus hechiceros que mejorasen su fuerza, inteligencia y su salvajismo. Fue así que los Yaungol fueron reconvertidos y esclavizados por el Imperio Mogu, usados durante miles de años como primera linea de defensa contra los enjambres mántides, sustituyendo a los guerreros Mogu, pues la vida de un mogu era más valiosa que la de cien esclavos.

Tras la revolución Pandaren, los Yaungol se encontraron libres de nuevo para volver a sus modos tradicionales de vida. Por desgracia para ellos, prácticamente toda su cultura había sido suprimida bajo las estrictas leyes Mogu de unificación, que prohibian a los Yaungol conservar sus tradiciones orales por las cuales transmitían su historia de generación en generación.
Algunos de los Yaungol deseaban seguir los pocos retazos que les quedaban de la vida de sus ancestros, siguiendo las pistas de un Semidios de la Naturaleza bajo el cual sus antepasados habían aprendido a vivir en armonía con el mundo natural. Otros muchos, sin embargo, deseaban forjarse un nuevo destino, empujados por el salvajismo marcado a fuego en su carne por los Mogu. Estas discusiones casi desataron una guerra entre los Yaungol, pero acabaron por llegar a la conclusión de que no habían luchado contra los Mogu para recuperar su libertad, con la intención de negarsela a sus hermanos.

Fue así que muchos Yaungol se marcharon hacia el Norte, para nunca regresar a Pandaria. Los que se quedaron alrededor del Valle de la Flor Eterna, rápidamente vieron que su estilo de vida entraba en conflicto constante con el resto de especies de esclavos que habían luchado a su lado en la revolución Pandaren.
Sin que estos Yaungol tuviesen intención de entablar conflicto con sus aliados, decidieron marcharse más allá del Muro del Espinazo del Dragón, asentándose en las Estepas de Tong-Long. Fue ahí, donde con el paso de los siglos, la amenaza constante de los enjambres mántides combinado con las luchas internas, constantes de su raza, causó que su cultura se volviese cada vez más violenta y enfocada hacia la guerra, generación por generación.

q84TQMq.jpgUn Yaungol adulto mide entre 2,60m y 2,80 metros, pesando entre 300 y 400 kg. Recubiertos de grandes capas de pelo, son prácticamente inmunes al frío, y su vida nómada les ha vuelto increíblemente resistentes al cansancio.

Solo los más fuertes, valientes y resistentes de los Yaungol pueden dirigir las numerosas tribus que recorren las Estepas. Estas características son las mayores virtudes de la sociedad Yaungol, y son esperadas y exigidas en todo líder. Sin embargo, con la constante amenaza de los enjambres mántides en el sur, los Yaungol no se pueden permitir perder ni un solo guerrero en las luchas internas por el poder. Es por esto que hace milenios, los Yaungol establecieron un metodo que evitase muertes innecesarias para resolver toda clase de disputas dentro de una tribu. 

Cuando una disputa estalla entre dos Yaungol, estos cogerán armas romas y lucharán hasta que uno caiga inconsciente o se rinda, dándole la razón al vencedor.  De la misma manera, los nuevos líderes Yaungol son decididos en combate ritual, por su fuerza y poder, y no por linaje o nacimiento.  El Yaungol que aspire a ser nombrado líder de su tribu, tras haber derrotado al lider previo en combate ritual, o tras la muerte de este, ha de alzar la bandera con los colores de su familia, y aceptar los desafíos de cualquiera que ose disputar su autoridad. Si logra derrotar a todos los contendientes, será aceptado y respetado como líder.

La casta sacerdotal de los Yaungol son los Guardianes de las Llamas. Es el fuego lo que ha permitido a los Yaungol hacer frente a los Mántides durante milenios, y es los que les otorga calor en la noche, protegiendo sus hogares, y alimentandolos. Así mismo, los Guardianes de las Llamas son sacerdotes de Ordos, el Ardiente, el Dios del Fuego, el dios de la religión monoteista de los Yaungol. 
Ordos fue el primero de los Guardianes de la Llama, y el primer Yaungol en oir las voces de los espíritus del fuego. Oyendo su guía, se ofreció en sacrificio, arrojándose sin miramientos al fuego, siendo consumido por este. Mas no murió, si no que fue ascendido, convertido en el Dios del pueblo Yaungol.

Fruto de vivir en las peligrosas estepas de Tong-Long, los Yaungol se vieron forzados a adaptarse y sobrevivir, aprendiendo a usar como a armas recursos locales de aceite y alquitrán, adaptándolos y asimilándolos en su cultura guerrera. El alquitrán ardiente es la piedra madre de la guerra Yaungol, así como el fuego lo es de su cultura y religión. En las manos de los guerreros más veteranos de los Yaungol, el alquitrán es más letal que la magia. Esta substancia ardiente es capaz de calcinar a los enemigos, quemar la tierra, arrasar la cobertura dada por bosques y vegetación, e incluso espantar y hacer huir asaltos enteros de los Mántides y sus bestias de guerra. 
En la guerra, las tribus Yaungol son conocidas por hacer ataques relámpago, atacando por los flancos de los enemigos, donde más vulnerables se encuentran, causando todo el daño posible y desmoralizando a su rival, antes de retirarse tan rápido como llegaron, en unas tácticas coordinadas que muestran una velocidad que no se esperaría de una raza de colosos tan fuertes como los hombres-yak. Se dice que cuando los Yaungol se enfrentan a un enemigo en campo abierto, frente a frente, es porque esa batalla es ya una victoria Yaungol. Simplemente su enemigo aun no lo sabe.

Los Yaungol son nómadas, moviéndose constantemente por las estepas y las planicies que rodean las grandes cordilleras de Kun-Lai. Establecen campamentos alrededor de recursos naturales, especialmente alquitrán, y zonas de caza con comida abundante, antes de levantar el campamento y marchar en busca de un nuevo destino. Queda bajo la total autoridad del Jefe de la tribu el cuando moverse, a donde, y cuanto permanecer en el nuevo lugar que hayan decidido usar para su asentamiento temporal.

 

 

Los Mántides

"Nosotros los Mántides somos una raza antigua. Los pandaren, en toda su sabiduría, no son si no niños. Tienen su papel que cumplir. Cada ciclo, nuestros jóvenes asaltan sus murallas. Los pandaren matan a los débiles. Los fuertes, regresan.
Con cada generación, nos hacemos cada vez más fuertes"

- Kil'Ruk el Atracavientos.

Desde tiempos inmemoriales los Mántides han vivido en las zonas occidentales de Pandaria. Antes incluso del Imperio Mogu, antes del Imperio Jinyu, los Mántides ya vivían en los Desiertos del Pavor, proliferando bajo la sombra de los grandes árboles Kypari, alimentándose de su sabia y proliferando bajo sus Emperatrices.
Los Mántides son una raza misteriosa y violenta que adora a Y'shaarj, el Dios Muerto de las Siete Cabezas. Para los Mántides, las Siete Cabezas de Y'shaarj perduran en pandaria, y esperan a que su deidad regrese para alzarse y devorar el mundo.
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Los Desiertos del Pavor son el hogar de los mántides. Es desde ahí que sus Emperatrices dirigen enjambres aparentemente infinitos de mántides. Estos enjambres se abalanzan cada cien años contra el Muro del Espinazo del Dragón, representando el mayor desafío que los defensores del Shado-Pan, y anteriormente sus amos Mogu, han de enfrentar para mantener la vida más allá del muro tal y como la conocen.
Los asaltos mántide al Muro del Espinazo del Dragón son conflictos armados de increíble magnitud, horribles, tanto para los defensores pandaren como para los atacantes mántides, pues estos enjambres están compuestos de los mántides recién nacidos de las inmensas nidadas puestas por su Emperatriz durante las décadas previas.

Solo los más fuertes, ágiles, e inteligentes de los mántides logran sobrevivir a estos asaltos masivos. Estos supervivientes regresan a los grandes árboles donde los Mántides hacen sus hogares, trayendo normalmente trofeos de guerra que lucen como muestras de su capacidad y habilidad. En los árboles, son recibidos de nuevo y por fin aceptados en el enjambre mántide tras este rito de pasaje, siendo asignados en base a sus méritos en el asalto  la Gran Muralla a distintos puestos de responsabilidad dentro del Imperio Mántide.

La casta sacerdotal de los Mántides son los Klaxxi, cuya labor es asegurarse de que el gran Plan del Dios de las Siete Cabezas se cumple. Esta casta de sacerdotes son también los responsables de cuidar y conservar en ámbar a los Parangones Mántides, grandes guerreros de guerras pasadas que esperan su momento para servir de nuevo al enjambre. Los Klaxxi son una fuerza en las sombras en el Imperio Mántide, y más de una Emperatriz se ha visto derrocada antes de tiempo, pues carecía del valor, inteligencia, fertilidad o visión necesaria para dirigir al enjambre Mántide hacia su destino.

Los mántides son una raza altamente evolucionada e inteligente, que ha vivido en las fronteras de Pandaria desde tiempos históricos. Aunque su sociedad tenga una reina, encargada de la reproducción de toda su especie, los mántides no son una mente colmena. Cada Mántide es un individuo, orgulloso e inteligente, con sus propias ideas y pensamientos. Pese a que su sociedad esté firmemente estructurada, moviéndose siempre para un objetivo común, los conflictos entre Mántides no son desconocidos.

Por esto, los mántides son perfectamente capaces de labores avanzadas como construir grandes edificios dentro y alrededor de los árboles Kypari, asi como de crear armas letales con ámbar y acero.
Los Mántides se mueven a un ritmo distinto al del resto de las razas de Pandaria, sus extremidades volviéndose borrosas en combate individual, y sus mentes funcionando varias magnitudes más veloces que las de otras razas. Es por esto que los asesinos mántides han sido los causantes de la muerte de incontables emperadores y lideres Mogu, y muchos oficiales del Shado-Pan y otras ordenes Pandaren.
Los mántides recién nacidos tienen solo dos instintos, matar y alimentarse. El canibalismo no es solo natural, si no esperado, y las crías recién salidas de los huevos se matarán brutalmente unas a otras hasta que solo las más fuertes sobrevivan. Toda la cultura Mántide se basa en la supervivencia del Enjambre y en el triunfo del fuerte sobre los débiles.  
Es una constante de los relatos y poesía Pandaren el hecho de que los mántides son totalmente incapaces de sentir tristeza, piedad o empatía.  Llorar es un término desconocido para los Mántides, y lo más parecido a estas emociones que puede sentir un mántide es la decepción cuando algo no sale como había planeado.

Para los mántides recién nacidos, participar en el enjambre contra el Muro del Espinazo del Dragón no es solo un ritual de paso cultural. Es también el catalizador de su maduración física. Solo aquellos mántides que regresan de un enjambre pueden evolucionar en ciudadanos conscientes e individuales, abandonando su etapa como crías cuyos únicos instintos son alimentarse y matar.

La gran mayoría de los mántides, una vez son adultos y lo suficientemente fuertes para usar armaduras y armas pesadas, se cortan las alas con hojas rituales de ámbar, demostrando su compromiso para con el Imperio Mántide.
JaYVzXc.jpgEl ámbar es el pilar fundamental de la sociedad mántide. Recogida de los grandes árboles Kypari, los mántides usan el ámbar en su arquitectura, en su arte y en su tecnología. El ámbar es moldeada por los maestros artesanos mántide en todo tipo de armas tan letales como las de acero. 
De la misma manera, es el ámbar, mezclado con rituales secretos y sagrados de los mántides, lo que se usa para envolver a grandes guerreros del Enjambre para tiempos de necesidad.
Cuentan las leyendas que antiguamente los árboles Kypari crecían  al este del Muro del Espinazo del Dragón, pero los Mogu los cortaron todos en su guerra sin cuartel contra el enjambre mántide.

La Emperatriz de los Mántides es probablemente la figura con más poder en toda Pandaria, más allá de los Cuatro Augustos Celestiales.  Es de ella que nacen los infinitos enjambres mántides, y es ella la que canta a su enjambre, dándoles un propósito, sus palabras llenando sus mentes. Los deseos de la Emperatriz son los deseos de los mántides, y rara vez estos desobedecen sus desígnios.
La Emperatriz Mántide se comunica desde la distancia con sus súbditos, su voz siendo escuchada directamente en sus cerebros. Fue mediante el uso de los cohetes aulladores que el Shado-Pan aprendió que esta comunicación se realiza mediante el sonido, pues la saturación de la artillería Pandaren fue capaz de anular la voz de su Emperatriz.

Los mántides, desorganizados y desorientados, empezaron a atacarse entre ellos hasta que todos resultaron muertos, por armas de sus aliados o de los defensores pandaren. Fue así como los Pandaren aprendieron que los mántides recien nacidos, "Nacidos del Enjambre" como se les llama, cortados de la comunicación constante con su Emperatriz, entran en un estado catatónico donde nisiquiera se defenderán a si mismos, siendo incapaces de reconocer a enemigos de aliados.

 

Pese a que las emperatrices Mántides pueden llegar a vivir varios siglos, no son inmortales. Es ante la muerte de una Emperatriz, que la casta de los sacerdotes, los Klaxxi, toma el control del enjambre, haciendo que la coronación de la siguiente Emperatriz ocurra sin contratiempos. El método exacto que siguen para cambiar una emperatriz por otra es desconocido, aunque el Shado-Pan teoríza que tiene que ver con un duelo por combate, donde la nueva Emperatriz aspirante, seleccionada cuidadosamente por los Klaxxi, derrota y consume el cuerpo de la anterior Emperatriz.

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Los Mántides son expertos en el arte de la guerra, y no solo se hacen más fuertes con cada conflicto en el Gran Muro mediante la supervivencia de los más aptos. Sus avances tecnológicos no tienen fin, en una carrera armamentística constante contra los monjes del Shado-Pan. Los artesanos mántide hace milenios que aprendieron a conseguir con su ámbar un efecto similar al que consiguen los pandaren con su pólvora, creando toda clase de explosivos y artilugios de asedio que desatan contra los defensores pandaren hasta que estos desarrollan contra-medidas efectivas. Es entonces cuando los mántides desatarán nuevas armas de guerra,  siempre buscando poner a prueba las defensas del Shado-Pan.

Los mántides pueden generar y oir sonidos de un rango de espectros muchísimo más amplio que otras razas mortales. Su comprensión innata de las frecuencias increíblemente altas o bajas ha permitido a los mántides la creación de armamento basado en el sonido, capaz de lanzar ondas que licuan el cerebro, destruyen los órganos internos y desgarran los músculos.

Maestros del sonido, los mántides desarrollaron hace milenios el uso del ámbar para aumentar su capacidad de generar sonidos a grandes distancias. Es de esta manera que los mántides son capaces de comunicarse a lo largo de grandes distancias. Fruto de esto, ningún ejército ha logrado marchar sobre el Desierto del Pavor sin ser detectado, razón por la cual ni Pandaren ni Mogu fueron capaces de derrotar al Enjambre. De la misma manera, los pocos viajeros que se aventuran en territorio mántide son rápidamente avisados de que, apenas crucen el Muro del Espinazo del Dragón, lo más probable es que los mántides sepan de su presencia. 
En sus grandes guerras contra el Enjambre, los Mogu recuperaron algunas de estas balizas de ámbar que los mántides usan para comunicarse a través de largas distancias, pero ni con toda su magia y conocimiento fueron capaces de desentrañar su funcionamiento. Fue de esta manera que los sabios Mogu concluyeron que su uso era intrínseco a la fisiología mántide. 

Por este fracaso, el Emperador Mue Thei de la Dinastía Wao condenó a los doce sabios responsables, a marchar al frente de los defensores del Muro del Espinazo del Dragón, contra el Enjambre que invadiría su territorio doce años después. Ninguno de ellos sobrevivió.
 

 

Los Saurok


mQcHx.jpgLos saurok son una raza de crueles hombres-lagarto, creados por la magia Mogu en la época del Imperio, que ha prosperado en las espesuras de Krasarang, lugar donde lucha constantemente entre ellos por la supremacía, terrenos de caza, así como base desde la que lanzan incursiones regularmente a otras partes de pandaria, en busca de comida, botín y saqueo. Hozen, Pandaren, Jinyu, incluso las ruinas de los Mogu, los Saurok no respetan a nada ni a nadie.

Fue en el Imperio Mogu que los Saurok vieron su nacimiento en Azeroth. En su búsqueda por tropas de choque que usar para controlar y consolidar su reciente dominio sobre Pandaria, y servir como supervisores de las numerosas razas esclavas que habían subyugado, los Mogu decidieron que el mejor curso de acción sería crearlos de cero.
Seleccionando a ejemplares de lagarto del Valle de la Flor Eterna, en base a su resistencia y fuerza, usaron sus artes místicas para manipular la carne en ellos. Les concedieron la capacidad de caminar a dos patas, más fuerza y resistencia, y la suficiente inteligencia para seguir órdenes y empuñar armas con brutal letalidad.  Con rapidez, los Saurok crearon una cultura basada en la superioridad del más fuerte y desprecio del débil, imitando la propia cultura mogu de sus creadores. 
En apenas unas décadas, los Saurok comenzaron a saquear las poblaciones de esclavos que debían vigilar. Su desobediencia creció con cada año que pasaba, llegando en los últimos años antes de su rebelión a volverse en contra de sus comandantes y generales Mogu cuando no estaban satisfechos con la parte del botín que les era concedida tras las batallas.

La respuesta del Emperador Dojan fue rápida, y al estilo tradicional mogu: las almas de todos y cada uno de los Saurok en el Valle de la Flor Eterna fueron arrancadas de sus cuerpos, sus cascarones sin vida usados como alimento para los Quilen. Ordenó que había de hacerse lo mismo con las legiones Saurok que estaban desplegadas a lo largo y ancho de Pandaria, enzarzadas en los numerosos conflictos del Imperio.

Fue así que comenzó lo que a futuro sería conocido como la "Purga". Pero esta se vio ralentizada, y lo que era una labor de unas pocas semanas se acabó convirtiendo en un conflicto armado que duró años. Los Saurok no se dejaron asesinar , y lucharon con uñas y dientes contra sus amos Mogu en una rebelión multitudinaria en cuanto las noticias de lo que estaba sucediendo se extendieron. Tal vez los Saurok no fuesen la raza más inteligente de pandaria, pero eran supervivientes natos.
Huyendo a las espesuras de Krasarang, ahí los Saurok encontraron una oportunidad de hacer frente a las pesadas legiones de sus amos mogu. Aprovechando sus sentidos y reflejos más agudizados, atrajeron las pesadas tropas Mogu a terreno pantanoso, donde la vegetación volvía imposible para un ejército moverse con rapidez y responder con efectividad.  

Las bajas mogu comenzaron a dispararse mientras los Saurok usaban técnicas que anteriormente habían usado contra los enemigos del Imperio. Envenenando suministros de agua y de comida, atacando las caravanas de suministros, asesinando mensajeros y entrengando las órdenes equivocadas a los oficiales para los cuales no estaban destinadas, etcétera. 
El Emperador Dojan continuió enviando tropas, esclavos y maquinaria de guerra a la Espesura durante décadas, buscando acabar lo que había empezado, pero el final de sus días llegó sin haber podido reclamar su tan ansiada victoria contra los rebeldes Saurok.
Su hijo, Dojan II, creció consumido por la obsesión de acabar la obra de su padre. Abandonando en persona el palacio imperial, dirigió las legiones Mogu al sur del Valle de los Cuatro Vientos. Estableciendo ahí el campamento de sus ejércitos, supervisó personalmente desde los acantilados la tala y quema sistemática de las junglas de Krasarang, disfrutando mientras sus tropas masacraban a todo Saurok que encontraban, los cuales sin la protección de la vegetación se encontraban en una seria desventaja.

oFDvFyF.jpgMas el reinado de Dojan II estaba destinado a ser corto y acabar de una manera tan brutal como empezó. Si bien Dojan se había pertrechado y fortificado, no esperaba una respuesta de los Saurok, considerandolos criaturas inferiores y poco inteligentes, rebeldes que escondidos en sus junglas esperarían a ser exterminados. Pero como en muchas otras ocasiones, la prepotencia y orgullo del Emperador Mogu fue la causa de su caída.
En mitad de la noche, los restos de la quinta y séptima legión Saurok, aun estructuradas y organizadas, coordinadas como lo estaban décadas atrás en su servicio al Imperio Mogu, asaltaron el campamento del Emperador Dojan II. La matanza que siguió fue inaudita, y el propio emperador fue asesinado, su cadáver arrojado hacia las Espesuras, sin ser recuperado nunca por sus súbditos.


El caos consiguiente fruto de tan desastrosa campaña militar dejó el Imperio Mogu en un caos que duraría más de diez años, pues Dojan II había fallecido antes de dejar herederos aptos para el trono, o designar a un sucesor. 
Fue aprovechando esto, que los Saurok desaparecieron de nuevo en la espesura, para no volver a ser molestados nunca más por los Mogu.

Los Saurok son una raza creada para la guerra, y sus afiladas garras y fuertes cuerpos lo demuestran. Tienden a medir más o menos lo mismo que un Pandaren, sus machos indistinguibles de sus femias. Pese a su limitada inteligencia, con los milenios han desarrollado una habilidad para la forja de armas y armaduras, más como su propia sociedad, los Saurok son saqueadores por naturaleza. 
Bandas de bandidos, o de guerra las más grandes, se agolpan alrededor de las figuras de Saurok especialmente violentos, y salen de las Espesuras para robar a las otras razas de pandaria, ya sean comida, suministros, o armamento de todo tipo.

 

Los Múres

lGiE6Ds.jpgLos múres son una raza de primitivas criaturas parecidas a los conejos que se extienden por toda Pandaria como una plaga. Aunque rara vez son vistos como algo más que una peste especialmente agresiva, pueden llegar a representar serios problemas para la salud y seguridad de los campesinos pandaren si sus números crecen lo suficiente.
Con apariencia de conejos bípedos, con largas colas carentes de pelo cual ratas, y potentes piernas capaces de impulsarlos varios metros por el aire, los múres normalmente viven en madrigueras bajo tierra que excavan fuera de la vista de campesinos y agricultores.

Los múres son tradicionales acechadores de los campos de Pandaria,  buscando siempre la oportunidad de robar restos, carroña, o incluso comida de verdad. Un Mur robará y comerá casi cualquier cosa, escabulléndose luego en un torbellino de pelo, dejando tras de si graneros destrozados, cajas rotas, y pilas de basura esparcidas por granjas y ranchos. Aunque individualmente un Mur representa poco riesgo, estos tienden a robar pequeñas dagas y otros objetos afilados(o, en su defecto, pedazos afilados de bambú), que usarán con torpeza contra aquello que se interponga entre ellos y su comida. 

Como dice el dicho Pandaren "Cuidate del Mur, pues donde hay uno, cien más aguardan bajo tierra".
Aunque la mayoría de los mures evitarán el conflicto directo, prefiriendo huir con lo que hayan podido coger antes de ser descubiertos, independientemente de su valor, no tendrán reparos en atacar e incluso matar, sobre todo si se encuentran en superioridad numérica de al menos diez a uno, a cualquiera que ose interponerse entre ellos y su comida. 


Los Mures aman los vegetales, sobre todo las zanahorias. Los mures robarán cualquier clase de vegetal que caiga al alcance de sus pequeñas y peludas manos, aunque muchas veces no se los comerán, dándoles usos extraños como sombreros o barcas de paseo. Sus dientes, increíblemente afilados para una especie que vive de comer vegetales, serán usados contra sus enemigos si es necesario, causando mordiscos extremadamente dolorosos en los casos de los múres más pequeños, o clavándose en la carne de un rival como espadas afiladas en el caso de los múres de más tamaño, que pueden llegar sin problemas al pecho de un Pandaren adulto.
Pese a su amor por los vegetales, hay uno al que todo mur odia. Los nabos. Por alguna extraña razón que se escapa a la comprensión de sabios Pandaren y Jinyu, los mures desprecian los nabos, llegando al punto de dejar su búsqueda constante de alimentos, para golpear, destrozar y romper nabos que estén a su vista.

Es por esto que uno de los mayores entretenimientos de los niños pandaren que se crían en campos de cultivo y ranchos, el buscar maneras de que los mures se coman un nabo. Uno de los métodos más efectivos es pintarlos de naranja, simulando una zanahoria, para que un Mur incauto lo devore con avidez. 
Los mures son, pese a todo, capaces de hablar y por lo tanto, de razonamiento, aunque sea simple y primitivo. Algunos eremitas y sabios pandaren, a lo largo de los siglos, han probado a recoger crías Mures, normalmente abandonadas o dejadas a su suerte por ser demasiado débiles, para ver si eran capaces de instruirlas en los modos de vida Pandaren. Normalmente los fracasos eran estrepitosos, llegando los más exitosos a educar a los múres en lo equivalente a un niño pandaren de cinco o seis años, consiguiendo que fuesen capaces de conservar más o menos las formas y vivir entre pandaren.

Los mures se reproducen a un ritmo alarmante, y aunque rara vez tienen reparos en con quién o como se reproducen (Siendo habitual que machos mures en celo se monten unos a otros por mero impulso), lo normal es que en cada madriguera mur haya varios machos alfa que se reproduzcan con la mayoría de las femias. De la misma manera, es habitual que haya una matriarca única, que tiende a ser más grande que un Pandaren adulto, la cual muchas veces es alimentada y adorada cuasi como una diosa por el resto de múres de la madriguera.
 

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Aclaraciones sobre el Rol Pandaren

Aquí se explica el como rolear algunas de las cosas que pueden generar dudas para los desconocidos al rol pandaren o el como los gestionaremos en la comunidad. Como siempre, pese a esta guía, estaremos los maestres abiertos a resolver cualquier duda más concreta que haya podido quedar sin responder.

 

Sacerdotes: La Luz y el Vacío en Pandaria.


En el videojuego de World of Warcraft, los pandaren tienen acceso a la clase de sacerdote, siendo capaces de manipular tanto la Luz como el Vacío. Tras una investigación del Lore, hemos visto que no hay lore alguno que justifique el uso de estas energías. Incluso si buscásemos crear ese Lore de 0, como sí se ha hecho con los Chamanes, en Pandaria la Luz es simplemente inexistente, siendo el Vacío una energía que solo los Sha llegan a usar en Pandaria, e incluso los Mántides no manipulan esta energía oscura.
Es por esto que los sacerdotes de la Luz y del Vacío pandaren no existen en el servidor. Sin embargo, a nivel de rol, si que existiría el término de sacerdote. Los Sacerdotes de los Augustos Celestiales no son si no monjes que usando los poderes y bendiciones de los Cuatro Espíritus, deciden centrarse en un estudio más místico y teológico de estos Dioses, en vez de mezclarlo y equilibrarlo con las artes de los monjes. A nivel de rol, tanto monjes como sacerdotes pertenecen al grupo espiritual que rige y ordena la sociedad pandaren, como se ha explicado en la guía, y no hay diferencias entre ellos a nivel social o político, simplemente en como reflejan los poderes de los Augustos, y las labores a las que se dedican dentro de los distintos monasterios y templos de Pandaria.

Shado-Pan: Como formar parte de él.


Como se explica en la guía, el acceder al Shado-Pan se hace de niño-adolescente. En la comunidad no permitimos rolear niños, y los adolescentes solo hasta cierta edad. Por esto, todo personaje que desee pertenecer al Shado-Pan habrá de hacerlo por historia, habiendo pasado ya en esta las pruebas descritas en la guía. Empezarán su rol como acólitos del Shado-Pan, luciendo su bufanda blanca. La edad no es un factor, pues se ha especificado que incluso pandaren maduros pueden seguir siendo acólitos del Shado-Pan.
Puede ser posible acceder al Shado-Pan onrol, pero esto es muy difícil, tanto por el hecho de que el personaje tiene que ser seleccionado individualmente, como por el hecho de que las pruebas ocurren una vez cada 7 estaciones. Es decir, cada 20 meses.

Como nota aclaratoria, pese a que todo miembro del Shado-Pan es considerado un monje, pues son una orden monástica, esto no hace referencia a que todos conozcan  la disciplina de la clase offrol conocida como "monje". Como se explica en su apartado, hay toda clase de Pandaren dentro del Shado-Pan.


Chamanes Pandaren: Su Trasfondo.


Como describe la guía, se ha dado a los chamanes Pandaren un lore más acorde a una raza mística como los Pandaren, separandolos del tribalismo propio de orcos, tauren, etc... 
Los distintos templos donde se enseñan las artes de los Danzarines de los Elementos Pandaren son numerosos en Pandaria. Lo normal es que estos se dediquen a un solo elemento, y obtengan sus poderes de la comunión con los espiritus y elementales de Pandaria, no con los Espíritus Elementales de Azeroth. Esto no significa que no puedan manipular otros elementos, pero esto seria una rareza, fruto de la gran dificultad y tiempo que requiere dominar estos estilos, y el poco aprecio que tienen los elementales de Pandaria por compartir "chamán" con otros elementales.
De la misma manera, los chamanes de Pandaria a diferencia de chamanes como orcos, Tauren, etc... no tienen conocimientos y no son capaces de conectar con el Mundo Espiritual. Esto significa que todo hechizo de naturaleza espiritual de los chamanes no está disponible para los Pandaren.

 

Aventureros y Guerreros pandaren: 


Aunque los Pandaren son una raza de naturaleza pacífica, la inclusión de lore custom como los Ashigaru se hizo con la razón de dar motivos a los personajes Pandaren para recorrer Pandaria con libertad, con cientos de motivos distintos, ya sean luchadores, monjes errantes, alquimistas, cientificos, poetas, cerveceros, cocineros, campesinos, etc...

 

Como entrenar a tu Dragón Nimbo:

Pese a que por lore ingresar a la Orden del Dragón Nimbo no es algo increiblemente difícil, si que es cierto que lo que implica el tener un Dragón Nimbo en el servidor se saldría de las gráficas de las cosas que permitimos en base a nuestros principios de humildad. Es por esto que no está abierta la Orden del Dragón Nimbo a los jugadores. Su acceso puede concedersele a jugadores fruto de un gran camino que los avale como motores de rol, si así lo desean, y siempre bajo supervisión y criterio maestre.

 

El Estado actual de Pandaria:

Pandaria se encuentra, como antes del Cataclismo en el Lore oficial, aislada. Toda contaminación de los Sha que pueda verse en el videojuego no estaria presente, así como todo edificio, campamento, etc... de Horda y Alianza. De la misma manera, el Valle de la Flor Eterna está cerrado y no es posible acceder, y la Isla Intemporal no se ha manifestado. Como siempre, ante las dudas, animamos a preguntar.


 

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