Saltar al contenido
Conéctate para seguir esto  
Malcador

[Laderas de Trabalomas] La llegada del Oso.

Recommended Posts

 

 

Friederick escalaba los escarpados salientes con cierta dificultad. Sus huesudas manos envueltas en guanteletes de cuero se agarraban a las rocas sin la firmeza de sus compañeros Mortacechadores. Aunque sus hermanos le restaban importancia, él sabía que algo debía de haber fallado en su alzamiento, pues el entumecimiento inicial que con las semanas desapareces, a él le duraba ya meses.

Poco recordaba de su vida previa en el Bosque de Argénteos. Recordaba los graves aullidos que surgieron del gran Castillo, en la época donde las hordas no-muertas del príncipe Traidor lo arrasaban todo. Recordaba el como huyó de su familia, primero huyendo de los alzados, para luego huir de otras cosas mucho peores. 

Cuando los renegados le encontraron en su avance hacia el sur, era poco más que un animal, viviendo, medio enloquecido, en una cueva en las montañas, embadurnado en su propia mugre. Sentía la sensación, en el fondo de su espíritu, que no fueron los huarguen los que acabaron con su mujer e hijo, y que los huesos en su cueva no eran todos de animales. 
Pero prefería no pensar demasiado en eso.

Los renegados le dieron otra oportunidad. Le devolvieron su mente, le devolvieron su cuerpo, y le dieron un nuevo objetivo. 

Sus divagaciones se vieron interrumpidas cuando al fin llegó a la cima y su superior, la Sargento Magret le ahincó a aproximarse a sus compañeros.

Sus órdenes eran claras, tanto ellos como otra docena de grupos de Mortacechadores debían de inspeccionar las costas al Oeste de las Laderas de Trabalomas, por pequeña que fuese la cala, y el difícil acceso que tuviese, para prepararse para posibles desembarcos Imperiales que intentasen atrapar por la retaguardia el grueso renegado.

Y parecía que a su grupo le había tocado la zona más escarpada de todas. 

Cuando se agazapó junto a su sargento y sus otros dos compañeros, no se esperaba lo que veía. A unas dos docenas de metros más abajo, había una cala, pequeña, pero lo suficiente grande para que varias barcas desembarcasen en ella. Aun así, las afiladas rocas que se extendían hacia el mar volvían casi imposible que los navíos humanos se acercasen lo suficiente, salvo que el mar estuviese en calma suficiente para poder ver las afiladas rocas que se ocultaban bajo la superficie.

 

¿Entonces, porqué había dos grandes navíos en la arena? No eran nada como lo que Friederick hubiese visto nunca, aunque para ser honestos, había muchas cosas que Friederick no había visto en su vida. Pero su sargento si tenía más experiencia, y ella parecía igualmente asombrada. Empezaron a contar las figuras que parecían estar desembarcando equipo de los dos grandes navíos. Pese a la distancia, se veían sorprendentemente grandes. ¿Tal vez los ojos de Friederick estaban fallándole también? Contaba diez, veinte, cuarenta... no contó más, porque un silbido después, su sargento salió volando con una flecha, más parecida al proyectil de una balista, clavada en su pecho, perdiéndose en las afiladas rocas a sus espaldas.

Los tres mortacechadores llevaron las manos a sus armas, dispuestos a huir e informar, pero un agudo chillido que descendía sobre sus cabezas les dejó claro que esa no iba a ser una posibilidad.

Friederick pensó que, tal vez habría sido mejor que los renegados le hubiesen dejado en su cueva.

 

 

//El 20 de Junio habrá más información.

Editado por Malcador
  • Like 6
  • Thanks 1
  • Sad 1

Compartir este post


Enlace al mensaje

Join the conversation

You can post now and register later. If you have an account, sign in now to post with your account.

Guest
Responder en este tema...

×   Pasted as rich text.   Paste as plain text instead

  Only 75 emoji are allowed.

×   Your link has been automatically embedded.   Display as a link instead

×   Your previous content has been restored.   Clear editor

×   You cannot paste images directly. Upload or insert images from URL.

Conéctate para seguir esto  

×
×
  • Crear Nuevo...