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La Historia de Pluma y Espada

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Introducción:

 

En Pluma y Espada hemos tomado una premisa de cara al Lore de World of Warcraft. Aun que sea una ambientación que muchos disfrutamos por su colorido y capacidad de rolear tantos ambientes distintos en un mismo entorno, la realidad es que es un Lore sumamente superficial creado con el mero objetivo de avanzar la historia en un MMORPG. Por ello, esa premisa que hemos adoptado es la de intentar dar una profundidad al Lore que este no tiene, para permitir una relación y rol social más realista y coherente de cara al ambiente en el servidor. Las razas tendrán unas sociedades y modus operandi detallados de cara a como se relacionan tanto internamente entre ellas y externamente entre ellas.

La historia de Warcraft avanza sin demasiados cambios hasta lo que se podria definir como los inicios de World of Warcraft, donde suceden cambios más importantes hasta la apertura del Portal Oscuro. A partir de ese punto, entra en juego la siguiente decisión que hemos tomado en Pluma y Espada, seguir una cronología propia donde las acciones de los jugadores tengan peso en el mundo y no tengamos que basarnos en un guión pre-fijado. En resumidas cuentas, todo cambio hecho en el Lore se ha hecho buscando generar otro ambiente en el rol o mejorarlo, no se han hecho cambios en base a lo que personalmente podría gustarnos más, ni con la mentalidad de traer cosas de otras ambientaciones o universos a Warcraft.

El objetivo es que rolear a un humano sea distinto a rolear a un kaldorei, orco, gnomo o no-muerto, y a la vez cada una mantenga su propia caracteristica racial de cara a interaccionar con otras razas. Olvidaos de humanos con equipo gnómico sacado del ultimo videojuego de Call of Duty. 

Bienvenidos al mundo de Pluma y Espada.

 

El Príncipe Marcado - Inicios del Año 20 d.P.

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Lordaeron. El reino más glorioso de la humanidad. Cuna de las artes, las ciencias y la religión. Nacido fruto de la expansión a partir de la Ciudad-Estado de Lordaeron, situada como el reino más norteño de la humanidad, prosperaba una década despues de una guerra cruenta que había puesto al borde del filo a las razas nativas de los Reinos del Este.

 

Pero esa paz ganada con sangre y esfuerzo estaba a punto de acabar. Las noticias no tardaron en llegar a la capital. El consejo del Rey se reunió. Los orcos empezaban a moverse. Grupos y clanes que llevaban años ocultos entre las nevadas montañas habían bajado y no eran uno ni dos los campos de concentración que habían sido arrasados y todos los orcos presos en ellos liberados. Pero no era eso lo único que estaba ocurriendo. En las lejanas tierras del continente de Rasganorte, hacia demasiado que no llegaban noticias de las colonias humanas, y en las zonas norte del reino, llegaban rumores de enfermedades extendiendose entre la población. El Rey Therenas Menethil II escuchaba hastiado como nobles y consejeros parloteaban, cada uno animando a llevar los esfuerzos del reino a lo que más cerca quedase de sus propias tierras y propiedades. La larga discusión se vio interrumpida cuando un cuervo se posó en el centro de la sala.

Entre luces y sombras, la figura del ave se transformo en la de un humano encapuchado. Su mensaje, destrucción, pero también salvación. Sin saberlo ellos, el antiguo guardián de Tirisfal, Medivh, se había personado para avisar al anciano rey el camino para salvar a su pueblo. Pero ese no era el destino del monarca. Medivh fue ignorado y despachado con prontitud.

El mago se retiró. El destino de Lordaeron llevaba sellado hacía demasiado tiempo.

 

...

 

Arthas Menethil I, principe heredero, paladín recien nombrado, y una de las personas más queridas de Lordaeron, partió a investigar las siniestras noticias sobre enfermedades en las zonas nortes del reino. A su lado, su amiga de la infancia, la maga Lady Jaina Valiente, hija de Daelian Valiente, líder del reino humano de Kul'tiras, y su maestro y superior paladin, Uther el Iluminado. 

La verdad era peor de lo que habían podido imaginar. Los enfermos no solo caían y morían, si no se que se alzaban para transmitir su mal y muerte a los pobres vivos que tuviesen cerca. Principe y maga avanzaron hasta encontrar con el que estaba detrás de todo eso. Kel'thuzad, antiguo Archimago del Kirin'tor, que había subyugado su lealtad a un nuevo señor y sus magias arcanas habian sido substituidas por artes oscuras. Encontró la muerte a manos del joven paladín, no sin antes infectar su mente. "Tu destino se encuentra en Rasganorte. Si quieres salvar a tu pueblo, ahí es donde debes ir"

Arthas ignoró sus palabras. El mal de los no-muertos seguia infectando a su pueblo y marchó hacia el siguiente gran foco.

Cuando llegaron, el tamaño de la desgracia era de proporciones apocalipticas. Stratholme, la segunda ciudad más grande del reino de Lordaeron, totalmente infectada. Gente inocente o enferma eran indistinguibles unos de otros. El príncipe tuvo que elegir: Purgar la ciudad e impedir que una marea de cientos de miles de no-muertos anegara su reino, o rendirse y asumir el fin de su reinado. Su elección causo el rechazo absoluto de Lady Jaina, la cual abandonó su lado, y la negativa de su superior Uther, el cual partió a la capital a informar al padre del principe de la matanza que su hijo iba a cometer.

 

Y cometió. Entre los escombros de la ciudad ardiendo, con las pilas de cadáveres amontonándose en las calles, las palabras del corrupto hechicero resonaron en su mente. Podrían ser mentira. Pero había llegado tan lejos para salvar a su pueblo... no iba a detenerse ahora.

 

El humano, junto a sus tropas más leales, marchó a Rasganorte. En el frío helado encontró al enano Muradin Barbabronce, hermano del actual rey de Forjaz, Magni, y sus fuerzas expedicionarias. Agradeciendo la presencia del que fue su instructor de niño, enanos y humanos se adentraron más en el frio helado.

A cada paso las fuerzas no-muertas aumentaban y las suyas flaqueaban, y fue ahí donde culminó el camino del paladín humano. En las ruinas de una antigua cueva vigilada, y acompañado del enano Muradin, encontró el arma que llevaba esperando por él desde el momento en el que llegó al mundo. 

Necesitaba poder para salvar a su pueblo, y esa espada se lo ofrecía. No se lo pensó dos veces. Blandió el arma conocida como Agonia de Escarcha, y en ese momento, su destino quedó sellado.

Murió el paladín. Se alzó el Caballero de la Muerte.

...

 

Las campanas resonaron celebrando la vuelta exitosa de su amado principe del lejano norte. Lo que no sabían los que las accionaban es que esas campanas no representaban la esperanza, si no un réquiem por el reino humano.

Arthas Menethil I, empuñando la hoja rúnica conocida como Agonia de Escarcha, asesinó a su padre en la propia sala del trono. Y tras él, un ejército de no-muertos descendió como langostas sobre los campos de trigo, arrasandolo todo a su paso.

 

 

El Ocaso del Sol Eterno - Finales del Año 20 d.P.

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La voz del que había orquestado todo, Ner'zhul, resonaba con fuerza en la mente de Arthas, ahora adalid de las fuerzas de no-muertos, a través del vinculo que habían forjado con la Agonia de Escarcha. Todo lo que había hecho y sucedido no era más que un paso en un gran plan orquestado por los verdaderos amos y creadores de los no-muertos, la Legión Ardiente, una horda de demonios tan infinita que no entraba en las mentes mortales.

Y para traer a los tenientes demoniacos que dirigirían el fin del mundo, iba a necesitar abrirles una puerta. Solo alguien era capaz de hacerlo. Alguien que el propio Arthas había matado. Kel'thuzad, el nigromante humano. 

El antiguo paladín recupero sus restos, matando en el proceso a varios de los primeros paladines que la humanidad había conocido, entre ellos su antiguo mentor, Uther el Iluminado.

 

Las fuerzas de no-muertos marcharon hacia Quel'thalas, el reino de los Elfos que existía al norte de Lordaeron. La fuente de su poder, el Pozo del Sol, era el único lugar con poder suficiente para traer de vuelta a Kel'thuzad en la forma que necesitaba para el ritual que iba a realizar. El reino élfico cayó en apenas dos semanas, fruto de la traición dentro de sus propios muros. Entre las victimas, la general forestal Sylvannas Brisaveloz, la cual fue alzada como no-muerta por el caballero de la muerte.

La ciudad élfica fue arrasada, y el Pozo del Sol profanado. Kel'thuzad, ahora un poderoso liche, volvía a caminar en el mundo de los vivos, mientras los elfos morían y sufrian la pérdida de la fuente mágica que los alimentaba. En esos aciagos días, el 90% de los Altos Elfos fueron masacrados por los no-muertos, la sed mágica, hambre o enfermedad.

 

El siguiente objetivo era la ciudad-estado de Dalaran. En ella se encontraba resguardado el libro del antiguo guardián de Tirisfal Medivh, el cual contenía los secretos para abrir un portal a la Legión Ardiente hacia este mundo.  Las grandes espirales y minaretes violetas sucumbieron igual que el reino élfico. El conocimiento arcano perdido en ese ataque es innumerable, pero empequeñecido ante el sufrimiento que se desataría por la caída de la ciudad violeta.

 

El Liche Kel'thuzad procedió con su ritual, y así, Azeroth, dio la bienvenida a varios de los demonios más poderosos que existian. Mannoroth, rey de los Señores del Foso, Tichondrius, líder de los Nath'rezim, y entre ellos, su lider, Archimonde el Corruptor, uno de los dos señores Eredar y mano derecha del Titán Oscuro Sargeras.

La primera acción del gran señor demoniaco fue una muestra patente del poder que se habia desatado en el mundo. Con un mero hechizo y un movimiento de mano, el Gran Archimonde el Corruptor destruyó la joya de la magia de Azeroth. Ni todo el poder de los magos fue rival para su magia demoniaca.

Para sorpresa de Arthas, el titánico demonio no perdió ni un momento en mantener a las tropas de no-muertos arrasando los reinos del este. Su mirada se encontraba en un continente al otro lado del mar, Kalimdor, lugar del que el antiguo príncipe no había siquiera oido hablar, pues llevaba miles de años oculto en una niebla mágica.

 

Pero mientras las fuerzas de no-muertos, dirigidas por sus amos demoniacos, cruzaban el mar directos a Kalimdor, otras fuerzas se preparaban para recibirlos. Therenas II no había tenido la sabiduría para escuchar los consejos de Medivh, pero Lady Jaina sí lo había hecho, y sin siquiera saberlo esta, otra persona lo había hecho mucho antes. 

 

El orco Thrall, unificador y libertador de los clanes orcos, tras su fuga de los campos de internamiento humanos.

 

El Éxodo de los Orcos. - Año 20 d.P./Año 21 d.P.

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El joven chamán Thrall, primero en recuperar estas enseñanzas tras haber perdido su pueblo toda esa cultura debido a la influencia demoniaca que los había dominado, dirigió a los orcos cruzando el Mare Magnun. En los Reinos del Este no tenian futuro posible, así que había seguido las visiones que le habían llegado, indicando que el destino de su pueblo se encontraba cruzando el océano. Junto a él, Grommash Grito Infernal, líder del Clan Grito de Guerra, y todo el pueblo orco, de numerosos clanes.

Aun que no todos viajaban con él. El Clan Lobo Gélido, ante la vejez de su lider, el vidente Drek'thar, había decidido en su mayoría permanecer en las Montañas de Alterac, lugar que habian reconvertido en su hogar tras negarse a formar parte de la matanza que la antigua Horda había desatado en Azeroth. Otros clanes como los Faucedraco o los Roca Negra directamente habían rechazado el mando del joven orco Thrall. Ambos habían declarado lealtad a nuevos maestros más oscuros, y mantenian las viejas costumbres muy al sur, en las zonas devastadas que rodeaban la montaña Roca Negra.

 

En las largas semanas que las naves robadas llevaban a los orcos a través del océano, muchas se separaron del grupo. Algunas se perdieron para no volver a ser encontradas, otras simplemente se reincorporaron al grupo tras días separadas, y otras directamente llegaron al continente de destino antes que el resto. Pero durante su viaje encontraron a los que pronto se convertirían en unos de los mayores aliados que los orcos habían conocido.

 

En unas islas perdidas, en la zona central del océano, una tribu de trols, conocidos como Lanzanegra, luchaban por la supervivencia acosados por hordas de murlocs y de humanos que recientemente habían llegado a sus islas. Thrall no tardó en ofrecer su ayuda  a los trols. Su líder, Sen'jin, un anciano y sabio trol, compartió información con el jefe de guerra orco respecto al destino al que se dirigían. Por desgracia para ambos, la bruja del mar naga que dirigía a los Murlocs, cansada de años de conflicto, puso en movimiento un plan que culminaría con la destrucción de las islas y del anciano lider trol Sen'jin.

Su hijo, el joven cazador de sombras Vol'jin, accedió a la proposición de Thrall para acompañarlos a Kalimdor. Aceptó sin miramientos, él y su pueblo no sobrevivirían en esas islas. Desde ese momento, se creó una deuda de sangre que los trols aun a día de hoy no han pagado a los orcos.

 

...

 

Cuando empezaban a pensar que no llegarían a tierra, condenados a morir bajo el ardiente sol flotando en una infinidad de agua en todas direcciones, las naves comenzaron al fin a anunciar la vista de tierra. Parecía que las profecias que habia recibido Thrall eran ciertas, y habían llegado al fin a Kalimdor.

 

Fue en esas tierras donde Thrall, orcos y trols, conocieron al pueblo tauren. Como salvadores caidos del cielo, ayudaron a los tradicionales y de naturaleza pacífica seres mitad hombre mitad toro en su guerra genocida contra los centauros. Ganando a unos sabios y valiosos aliados, la renombrada Horda avanzó hasta adentrase en las profundidades del desconocido continente.

 

Fue ahí donde siguiendo las indicaciones del sabio Cairne Pezuña de Sangre, Thrall llegó a un conocido oráculo. En él encontró algo que no esperaría. Lady Jaina Valiente, que había partido siguiendo los consejos de un enigmático profeta, y su expedición humana. Pero no estaban solos. Ante ellos se presentó el que había movido los hilos para juntar a orcos y humanos en ese mismo lugar. El profeta, origen de las visiones de Thrall, más bien conocido como Medivh.

Y la verdad les fue revelada. Las hordas no-muertas se acercaban, dirigidas por sus amos demoníacos. Y si no se unían contra ellas, arrasarían el Nordrassil, el árbol del mundo, lo cual significaría el fin de la vida en Azeroth. 

Pero antes de poder organizar sus esfuerzos, en otra parte de Kalimdor, Thrall pronto tendría que ocuparse de un problema que había surgido entre sus propias filas.

 

...

 

En las fronteras sur de los bosques del norte de Kalimdor, el Clan Grito de Guerra, dirigido por Grommash Grito Infernal, talaba sin contemplaciones los ancianos árboles. Se le había ordenado a su clan procurar de la madera necesaria al resto de orcos para construir fortificaciones y a futuro un lugar que poder llamar hogar. Y era algo que el anciano orco Grommash tenia pensado cumplir. Pero como todo buen orco sabe, las cosas se ganan por el precio del hacha y la sangre, y esa madera no iba a ser distinta.

Pronto sus peones empezaron a caer. De los bosques se escuchaban murmullos y el piolar de los pájaros, seguidos por precisas flechas que encontraban siempre su lugar para resultar letales. El veterano orco no se amedrentó. En su planeta natal se había enfrentado a muchos enemigos de ese estilo, y su voluntad era inquebrantable. Los árboles fueron cortados y los bosques despejados, y cuando se extendió el fuego y los orcos entraron arrasando en los bosques, conocieron a sus adversarios.

Una extraña raza de mujeres de piel violácea. Parecian humanas, pero mucho más altas, esbeltas y fuertes. De ojos brillantes y alargadas orejas, montaban unos felinos que hacían pequeños los salvajes lobos que montaban los orcos. 

Pero eso daba igual. Grommash tenia una orden, e iba a cumplirla, al precio que fuese. Y eso fue su perdición.

Sus enemigas, las elfas de la noche, no estaban solas. Cuando los propios árboles que cortaban y la maleza que los rodeaba se volvió contra ellos, matandolos, asfixiandolos, destruyendo sus campamentos, Grommash empezó a plantearse la derrota. Las Elfas de la Noche contaban con la ayuda de la naturaleza, que respondía a las ordenes de un ente mitad ciervo mitad elfo que los dirigia. Cenarius, un semi dios. 

Pero desde lo profundo del bosque, Grommash notó una llamada que hacía muchisimos años apenas oía. Un murmullo que se intensificó segun él y sus guerreros se acercaban. Al final la encontraron, cuando se encontraba su misión sobre el filo de la navaja. Una fuente, borboteante, su contenido verde e intenso, apestoso. Pero ese hedor era poder puro. Sus aliados trols le avisaron. Ese mojo era malo. No deberían tocarlo. Pero Grommash lo desestimó y los mandó lejos. Si no tenían el valor de hacer lo que había que hacer para obtener la victoria, no le servían. Bebió, y tras él, sus guerreros.

El fuego demoniaco ardió por sus venas. Sus músculos crecieron y se doblaron en tamaño, su piel tomó un tono rojizo intenso. Reconocía esa sensación. Era la que había sentido tantos años atrás en Draenor cuando el primer pacto demoniaco quedó sellado. Hoy no solo lo había renovado, si no que lo había intensificado.

 

Las Elfas de la Noche no se esperaron eso. La contra-ofensiva de los orcos fue brutal e inesperada. Los que hacía apenas unas horas huian bajo el fuego de sus flechas y sus aliados naturales, regresaron apestando a magia demoniaca y arrasando todo a su paso como un tsunami. Nisiquiera el anciano y poderoso Cenarius fue rival para ellos. Sucumbió como tantos otros bajo las hachas potenciadas de los orcos de piel roja. 

 

Cuando Thrall se enteró de eso, no pudo si no sentirse asqueado y sumamente deprimido. Grommash, que era casi un hermano para él, había vuelto a sucumbir a los lazos demoniacos que habian esclavizado a su pueblo y casi llevado a la extinción. Junto a sus aliados humanos, partió con los orcos que quedaban sin corromper hacia donde se encontraba su viejo amigo. Lo liberaría de una manera o de otra. Con la magia arcana de la maga humana y el apoyo de los conocimientos chamánicos del anciano Cairne, lograron purificar a Grommash. Pero no era suficiente. El pacto era más profundo que eso, y se había extendido al resto de su clan. Debían acabar con él de raíz.

Y así fue. Entre los altos muros de roca del barranco demoniaco, Grommash y Thrall se enfrentaron al Rey de los Señores del Foso, Mannoroth, el origen del pacto demoniaco que tanto había potenciado pero condenado a los orcos, en el pasado y en el presente. La lucha fue muy difícil, y solo el sacrificio del propio Grommash logró acabar con la vida del Rey demoniaco. Al fin se había liberado. Pero no solo a él. Había liberado a todos los orcos, tras décadas de sometimiento.

 

La batalla del Monte Hyjal - Medianos del Año 21 d.P.

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La Suma Sacerdotisa Tyrande Susurravientos recibía con preocupación las noticias que le llegaban desde las fronteras de los bosques élficos. Extranjeros llegados desde el otro lado del mar atacaban a su pueblo, destruyendo bosques y matando a sus hermanas y hermanos. También se habían visto indicios de corrupción demoniaca surgir de manera preocupante, pero lo que se desató como una marea irrefrenable no se lo habría esperado ni en sus peores pesadillas.

Cuando su gente aun se recuperaba de la reciente muerte del Semi Dios Cenarius, una enorme horda no-muerta se desató desde las costas orientales de Kalimdor. Los bosques se pudrieron bajo su avance y ni los mayores esfuerzos de las valientes centinelas dieron a basto para detenerlos. Tyrande recurrió a toda la ayuda con la que podía contar. Los ancianos colosales, hombres árbol de sabiduría milenaria, los gigantes de roca de la montaña ,incluso propias bestias nativas del lugar apoyaban a los Kaldorei, pero no era suficiente.

A contrarreloj consiguió despertar a su amado esposo, Malfurion Tempestira, y traer a los valiosos druidas a la causa. Pero ni eso era suficiente.

Tuvo que recurrir a algo que preferiría haber dejado oculto en la oscuridad. Acudiendo a las profundas prisiones del monte Hyjal, ordenó a las Celadoras que llevaban 10.000 años vigilandolo que liberasen al Cazador de Demonios, el Traidor, Illidan Tempestira, hermano de su propio esposo. 

Pese a las hostilidades iniciales, Tyrande tuvo que aceptar la realidad, de la mano del Profeta Medivh. Si queria salvar el mundo, debía aunar fuerzas con los humanos de Lady Jaina Valiente y los orcos de Thrall. No le era fácil confiar en estos ultimos, pues la muerte de Cenarius aun estaba fresca, pero realmente. ¿Tenia otra opción? Elfos, humanos, orcos, taurens, trols, y la propia naturaleza, se arremolinaron en la cima del monte Hyjal para preparar la ultima defensa. Si fracasaban, el mundo perecería.

 

Pero otros jugadores movían sus fichas mientras el señor Eredar Archimonde avanzaba al mando de las fuerzas de no-muertos subiendo hacia la cima de la montaña donde descansaba el Árbol del Mundo. Arthas Menethil, el caballero de la Muerte, mantuvo una reunión con el Cazador de Demonios Illidan. Aun que este había mostrado su hostilidad inicial, escuchó atento la oferta del humano. La Legión guardaba un artefacto de grandisimo poder, conocido como la calavera de Gul'dan. Le ofreció su ubicación al Cazador de Demonios, y este la aprovechó. Absorbiendo su poder, su cuerpo acabó mutado de manera irreparable, pero le concedió la fuerza para matar al señor de los Nathrezim, Tichondrius, que supervisaba grandes contingentes de no-muertos. Con la muerte del ultimo de los tenientes de Archimonde, la derrota de la Legión había pasado de impensable a posible.

Arthas se retiró tras ver la voluntad de su maestro cumplida. Con la muerte de Tichondrius, su maestro, Ner'zhul, el Rey Exánime, se encontraba libre al fin de la influencia de la Legión Ardiente.

 

...

 

En la cima del Monte Hyjal la batalla fue encarnizada. Miles de orcos, elfos, humanos, y otras razas aliadas, sucumbieron ante el aparente imparable avance de las hordas de no-muertos y su amo demoniaco Archimonde. Pero paralelamente a ese avance refrenado por las fuerzas de aliados, Malfurion preparaba su plan secreto. Con el legendario cuerno de Cenarius, pidió auxilio de los cientos de miles de espiritus de kaldorei muertos en el pasado que se habían hecho uno con el bosque. El ritual extinguió sus fuerzas, pero cuando las barricadas acabaron por sucumbir, y el Señor Eredar se preparaba para destruir el Árbol del Mundo y obtener la victoria que tanto ansiaba la Legión Ardiente, el sacrificio de los miles de espiritus élficos consiguió expulsar y destruir al señor demoniaco.

 

La cima quedó arrasada, y los elfos sacrificaron su propia Inmortalidad para ello. Pero las tierras volverían a crecer. Y la ofensiva de la Legión había sido detenida. La victoria, ese dia, fue para Azeroth.

 

 

La Guerra por Lordaeron - Finales del Año 21 d.P.

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Arthas no perdió el tiempo en ver caer al eredar Archimonde. Mientras los aliados celebraban su victoria en Kalimdor, el Caballero de la Muerte estaba llegando a las costas de su antiguo reino, donde las fuerzas de la Plaga se habían preparado para continuar su conquista hacia el sur. Se habían liberado de sus esclavistas demoníacos, ahora procederían a acabar el trabajo que habían empezado en los Reinos del Este.

 

Desde su corcel no-muerto, el antiguo príncipe observo las legiones de zombies, esqueletos, y otros horrores no-muertos que lealmente obedecían sus órdenes. Se reía para sus adentros. Desde el sur habían ascendido ejércitos de los reinos libres para hacerle frente. Enanos del Khaz Modan, el valiente Varian Wrynn, amigo suyo de la infancia, al frente de las legiones de Ventormenta, incluso reinos  cuyo momento de relevancia en la historia había acabado como Stromgarde o Kul'tiras se habían juntado en alianza contra sus hordas.

Todos ellos serían aplastados bajo el puño de acero helado de la Plaga. No tenian esperanza. Y probablemente lo sabían, pero no podían hacer otra cosa que combatirle.

 

Ambas fuerzas chocaron en un embate de un tamaño que no se veía desde hacia décadas en ese continente. Durante horas, las fuerzas del sur lucharon valientemente contra la Plaga a las orillas del Lago Lordamere, pero por cada no-muerto que mataban, otro ocupaba su lugar, probablemente de sus propias tropas caídas. 

Las fuerzas humanas de Ventormenta habían perdido la moral, evitando  la huida solo por la insistencia de sus aliados enanos, cuando su rey, Varian Wrynn, último de la dinastía, había sucumbido bajo la profana hoja del príncipe traidor Arthas. La victoria estaba decidida. Arthas tuvo la tentación incluso de retirarse y dejar a sus hordas acabar el trabajo.

Pero ya no eran sus tropas. Lo notó como un dolor ardiendo en su mente. "¡Regresa al Norte! ¡Protege a tu amo!" El mensaje llegaba en su mente, a toda prisa. ¿Qué ocurría? Miró a su alrededor y veía a sus hordas quietas, en un estado de confusión total. Los Aliados no tardaron en aprovechar esa ocasión. Arthas no tuvo tiempo de comprender que estaba pasando. Lo que parecía una victoria asegurada se había convertido en un caos. Los no-muertos comenzaron a matarse entre ellos, tenia la impresión de que algunos aun seguían sus órdenes, pero muchos otros mataban a los que hasta hace nada eran sus aliados, cuando no huían como animales alejándose de la batalla.

Su confusión fue cortada cuando una flecha de punta negra le atravesó el hombro. Siguiendo su trayectoria observó a una figura encapuchada. Una elfa. Sylvannas Brisaveloz. El odio rezumaba en sus ojos rojos. Un odio que llevaba ahí dentro desde el momento de su muerte pero que solo ahora, libre de las ataduras del Rey Exánime, podía mostrar.

Arthas deseó matarla. Deseó matarlos a todos. Pero hasta él mismo notaba como su poder se desvanecía a cada instante que pasaba. No perdió el tiempo. Al galope se alejó del que debía ser su mayor momento de gloria, dejando atrás la destrucción de las fuerzas de la Plaga.

No se quedó a ver los resultados, pero solo hubo un ganador en ese día. Sylvannas y los no-muertos que se habían unido bajo su estandarte, habían acabado con las confusas tropas de no-muertos que aun seguían subyugados, y hasta habían conseguido expulsar con más esfuerzo a las desmoralizadas y pocas tropas que quedaban de los aliados del Sur. Sin su rey, los debilitados humanos de Ventormenta regresaron a sus tierras sureñas, mientras enanos se refugiaban en su montaña a lamerse las heridas. Los ya de por si debilitados Stromgarde y Kul'tiras replegaron las pocas tropas que aun conservaban. Los del emblema del Águila Blanca, Strom, comenzaron los preparativos. En su fracaso por reconquistar Lordaeron, habían ganado a un nuevo enemigo en directa disputa con sus fronteras.
Desde ese día, se dio por fallecido a Arthas, el Príncipe Traidor, celebrando dentro de la desgracia una pequeña victoria para las razas que habían sufrido los daños de sus malas artes. Aun así, los que cuyas acciones dirigen los destinos de decenas de miles, los que permanecen sentados en la cima de las escalas de poder, eran conscientes de que aun que derrotado, el Caballero de la Muerte se había retirado a lamerse las heridas.

Pero lo más preocupante, al final del día, era que Lordaeron tenia un nuevo líder. Una nueva Reina.

 

La Batalla por el Trono Helado - Inicios del Año 22 d.P.

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Arthas regresó tan rápido como se lo permitieron sus medios al lejano continente de Rasganorte. A la enorme derrota sufrida por la Plaga en Lordaeron la seguiría la aniquilación total si no se apresuraba. En su viaje la confusión inicial había sido disipada por la voz de su amo y señor, el Rey Exánime. Había sido atacado, en el núcleo de su poder. Los mismos cimientos del mundo se resquebrajaron cuando, con una magia ancestral a la que no debería tener acceso, el ahora mutado y perro de la Legión, Illidam Tempestira, había casi conseguido arrasar el propio Trono Helado. Su plan inicial de destruir Rasganorte había acabado inconcluso por la intervención de los Kaldorei, y ahora, al mando de una fuerza de los renombrados Sin'dorei bajo el mando de Kael'thas, los Altos Elfos cuyo reino había sucumbido a Arthas, y los Naga, unos ser serpiente que provenian del fondo del océano, el Cazador de Demonios avanzaba en una carrera directo al cráter para acabar de una vez por todas con el perro que había osado rebelarse contra sus amos demoniacos, el Rey Exánime.

Por suerte para Arthas, cuyos poderes se encontraban en unos mínimos que no había experimentado nunca, el Rey Exánime contaba con tropas y aliados en el frío norte. Dirigidos por el Rey de la Cripta, Anub'arak, las fuerzas de no-muertos apoyaron al joven príncipe humano en su batalla contra Illidan. 

Fue allí, en los frios escalones de la escalinata que conducían al mítico trono helado, donde la batalla entre el Cazador de Demonios potenciado por las fuerzas demoniacas, y el Caballero de la Muerte con la hojarruna Agonia de Escarcha, se saldó con la muerte del primero. Su cuerpo, tendido y sin vida, se desangró sobre la fría nieve mientras sus fuerzas eran exterminadas o dispersadas, según su habilidad en la retirada.

La larga subida llevó a Arthas enfrente de la prisión helada donde el Rey Exánime permanecía encerrado desde hacía décadas. Blandiendo su hojarruna, liberó la armadura encantada, y en ese momento, al fin, se hizo uno con su amo. Un nuevo Rey Exánime había nacido.

Y ocupó de nuevo su lugar en el Trono Helado. Había infravalorado a la Legión Ardiente, y eso le había causado prácticamente la aniquilación total. Con sus tropas mermadas y reducidas prácticamente al continente Helado, esperó, a que el tiempo y los conflictos futuros ocultasen el recuerdo de la Plaga. Y así tal vez, usando sus propias artes, podría alzarse de nuevo y conquistar lo que era suyo por derecho.

 

El Nacimiento del Imperio Humano - Año 24 d.P./Año 26 d.P.

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La muerte del Rey Varian Wrynn, último de su dinastía, había supuesto un mazazo para el que hasta ese momento se alzaba como el más poderoso de los reinos humanos. Lordaeron arrasado, Dalaran tras ser reconstruida, flotando oculta sobre el Mare Magnum. Kul'tiras había perdido gran parte de sus fuerzas y a su propio líder en un asalto suicida contra la nación orca que se construia en Kalimdor, y más en la batalla contra la Plaga, y Stromgarde, tras décadas de luchas contra trols, ogros, y los restos del reino de Alterac, no se encontraba en su mejor momento.

La humanidad se enfrentaba a uno de sus momentos más oscuros. Y es por ello que debían unirse, tal y como habían hecho hacia tantas décadas frente a la Horda. Pero esta unión no podía ser algo temporal y meramente militar. Necesitaban un mando más fuerte. Que organizase los esfuerzos de la humanidad para realzarse como la raza dominante de Azeroth. Habían sido destronados, demasiados jugadores habían entrado de nuevo al ruedo.

Pactos políticos, diplomaticos, discusiones y alianzas, incluso amenazas militares, y juegos sucios con detractores desapareciendo del juego, llevaron a la unión, más bien frágil, de los reinos humanos que aun existían en pie: Stromgarde bajo el reinado de Galen Aterratrols aconsejado por su tío Danath Aterratrols, Kul'tiras al mando de la cual se encontraba el Gran Almirante Tandred Valiente , hermano mayor de la maga Jaina y menor de Derek Valiente, fallecido en la segunda guerra , y la recién fundada Theramore, dirigida por Lady Jaina Valiente, en el otro continente. 

Refugiado en la corte de Ventormenta se encuentra Aliden Perenolde, hijo del antiguo rey de Alterac, Aiden Perenolde. Ha prometido unir Alterac al Imperio humano, si se le ayuda a reconquistarlo de bandidos y ogros. Pero su petición permanece a la espera de resolver asuntos más urgentes.

El imperio humano había nacido. Bajo el mando de la Emperatriz electa por las cortes nobles Meriane Ellerian I de Ventormenta, y junto a sus aliados enanos, gnomos, y a futuro, kaldorei y draenei, nada podría detenerlos. Si eran capaces de dejar de apuñalarse entre ellos mismos.

 

 

Una hija vuelve a casa - Finales del Año 27 d.P.

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Hacía años tras la terrible derrota en el norte a manos de las fuerzas de la Plaga y los ahora conocidos como Renegados. El Rey Magni Barbabronce, animado recientemente por el regreso del norte de su hermano Muradin, al que todos habían dado por muerto, no podía si no leer con entusiasmo y reflexión las misivas que le habían llegado recientemente.

Los pueblos enanicos llevaban enfrentados desde hacía siglos, cuando el ultimo gran Rey bajo la montaña, Modimus Yunquemar, había muerto. La rivalidad entre Barbabronce y Martillo Salvaje era notoria, pero no tendía a pasar más allá de sana rivalidad. En cambio, el odio que ambos clanes sentían contra los Hierro Negro era público y reconocido con orgullo. Sus primos del sur, de piel negra como el carbón y ojos rojos, representaban todo lo que ambos clanes rechazaban. Su uso de las trampas, la brujería, y en general, todo lo que ellos rechazaban como enanos, habían creado una brecha enorme entre las distintas facciones.

Pero al rey Magni se le presentaba una ocasión de cambiar eso. El Emperador Hierro Negro, Dagran Thaurissan I, había fallecido hacía poco. Los rumores eran numerosos. De todos era conocida la locura del emperador hierro negro, que en sus desvaríos ególatras se había esclavizado a los señores oscuros y elementales que poblaban las profundidades de la Montaña Roca Negra, como sus antepasados desde la guerra de los Tres Martillos. Pero eso había llegado a su fin. El Emperador sin Imperio había sido asesinado. Muchos rumores apuntaban a su esposa, Moira Barbabronce, la hija del propio rey Magni. Que este la había tratado mal por ser una mujer en vez de un enano, era público, por eso cuando se supo que se había ido con el emperador hierro negro de manera voluntaria y no había sido un secuestro como se dijo inicialmente, no sorprendió demasiado a los Barbabronce, pero si que hizo estallar en furia al rey Magni.

Pero los años habían pasado y las circunstancias geopoliticas habían cambiado. Algunos rumores apuntaban a que el asesinato había sido ordenado por la propia Moira, pues los pactos oscuros que había forjado el antiguo Emperador Hierro Negro solo conducían a la aniquilación de su pueblo. Esos rumores eran rápidamente acallados por los leales a la ahora Emperatriz. 

Magni observó desde la estrecha ventana del palacio de Forjaz a la comitiva que se acercaba por bordeando el Gran Yunque. Hacia muchos años que no la veía, pero reconocería a su hija en cualquier lado. Si eso significaba la reunificación de los clanes enanos, era algo que no podía asegurar.

Las reuniones iniciales, acaloradas y llenas de puñales envenenados, llevaron aun así a la fructificación de una tregua oficial entre el pueblo Barbabronce y el pueblo Hierronegro. Aun así, el Imperio de los Hierronegro no era un imperio unificado. Al borde de la guerra civil entre los lealistas a la corona de Moira y los seguidores del extremadamente poderoso e influyente culto Crepuscular en Forjatiniebla, los asesinatos entre hierro negro eran el pan de cada día en los oscuros callejones de la capital enana, y las escaramuzas entre Hierro Negro, Barbabronce y Martillo Salvaje seguían ocurriendo a lo ancho y largo de las tierras enanas, donde el odio era demasiado profundo, pese a la tensa tregua oficialmente declarada que aun así había conseguido reducir la escala de estos conflictos. 

 

La Reapertura del Portal Oscuro - Mediados del 26/Mediados del 27 d.P.

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Hacia un par de años que se habían estabilizado de manera relativa las cosas en Azeroth. Los humanos forjaban su Imperio, orcos, taurens y trols estabilizaban sus ciudades a la par que mantenian un conflicto fronterizo con los Kaldorei. Los renegados mantenían un conflicto fronterizo con Stromgarde a la par que luchaban contra las Ordenes militares humanas que se habían alzado para seguir presentando batalla por los restos de Lordaeron. Los enanos hacían políticas entre clanes, pero en general las cosas parecían calmadas.

Cuando cerca de las costas Kaldorei el cielo se abrió y un apocalipsis de restos descendieron arrasando un archipiélago entero de islas, muchos supusieron que esa relativa paz había acabado.

Los Kaldorei se acercaron con su tradicional cautela, y cuando se esperaban una fuerza invasora demoniaca, lo que encontraron fue los restos de una especie de construcción colosal hecha de metal y cristal, y docenas de cadáveres repartidos por las islas. Estas extrañas criaturas no parecían hostiles, y en su naturaleza bondadosa, la Suma Sacerdotisa ordenó prestar auxilio a estos extranjeros. Cuando las dudas se despejaron, estos visitantes, conocidos como Draenei, contaron su historia. Una historia de huida, de corrupción y de hordas demoníacas. Una historia que los Kaldorei tenían más que aprendida.

Semejante suceso no se trató de algo aleatorio, pues los guardias que durante décadas llevaban estacionados en el castillo sureño de Nethergarde se despertaron un día con la sorpresa que de golpe, el Portal Oscuro, inactivo desde que la expedición del comandante Tularyon lo había cruzado tras la segunda guerra, se había vuelto a abrir. Rápidamente todas las fuerzas mayoritarias del mundo jugaron sus monedas y lo cruzaron, impacientes por ver qué habia al otro lado. Humanos y enanos, buscaron a sus heroes perdidos, los orcos vieron una oportunidad de regresar a su hogar natal y recuperar lo poco que pudiesen de su cultura, y los Sin'dorei, con apoyo de los renegados, se lanzaron en masa a buscar a su amado y prometido lider, Kael'thas Caminante del Sol.

Lo que todos se encontraron al cruzar el portal no se lo esperaba nadie. Un mundo destruido y desolado, flotando de manera imposible en una realidad entre mundos. Pero todos ellos encontraron algo, en mayor o menor grado.

Los restos de la expedición que hacia décadas habia cruzado el portal se reunieron con sus conocidos. Tularyon y Alleria habían desaparecido, pero Danath Aterratrols seguía ahí, y transmitió la historia de ese mundo, Terrallende, al resto. Cuando el noble guerrero se enteró de todo lo que había pasado en Azeroth, no lo dudó y regresó a Stromgarde. Muchos dicen que sus palabras en favor de la unión de la Humanidad, fruto de su guerra contra la Horda, fueron lo que hicieron que el actual rey de Stromgarde, Galen Aterratrols, acabase por unir Stromgarde al Imperio Humano.

Por su parte los orcos encontraron algo que no se esperaban. No solo entraron en contacto con sus raíces, si no que un grupo de orcos de piel marrón, incorruptos del mal vil que manchaba al resto de su raza, los Mag'har, los esperaba en las frondosas praderas de Nagrand. Entre ellos se encontraba el hijo del fallecido Grom, Garrosh Grito Infernal, el cual no tardaría en ascender en la sociedad orca debido a su habilidad militar innata y el favoritismo cedido hacia él por el jefe de guerra Thrall, como hijo del que había sido casi un hermano para él.

La ciudad de Shattrath, dirigida por el ente de pura luz A'dal, recibió a aquellos que optaron por resguardarse bajo su manto. El planeta en ruinas había sido dividido por distintos señores de la guerra. Cuando el Cazador de Demonios, Illidan, abandonó el planeta arrasado para marchar a Rasganorte, dejó tras de si a ciertos tenientes que cuando se hizo obvio que jamás regresaría, no tardaron a subir al poder. 

Entre ellos debería haberse encontrado el príncipe fenix, Kael'thas, pero los Sin'dorei no encontraron a su amado monarca ahí. Nadie supo decir donde había ido, salvo la promesa de regresar  con un poder que alzaría a su pueblo a la gloria que les había sido arrebatada. Pero no todos los Sin'dorei que se habían quedado en Terrallende aislados se habían mantenido fieles a los ideales de su pueblo.

Un grupo, autodenominado Sangrevil, hizo pactos con líderes oscuros, demoniacos, y pronto, llevaron la guerra al propio corazón de las tierras de los elfos.

 

La Restauración del Pozo del Sol. El Nuevo Jefe de Guerra - Finales del 27 

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Nadie se esperaba el ataque al corazón de Quel'thalas, Lunargenta. Pero su daño fue atroz. Atacando directamente los cuarteles de los Caballeros de Sangre, secuestraron al Naaru M'uru, regalo de Kael'thas hacia su pueblo para saciar su sed en tiempos de necesidad. La respuesta Sin'dorei fue rápida, evitando los intentos simultáneos de asesinato contra el Regente Lor'themar y los otros dirigentes del triunvirato, Rommath y Halduron, aun que este ultimo resultó gravemente herido por las dagas potenciadas con veneno vil de los elfos mutados que ahora servían a la Legión.

Su objetivo era un misterio para los elfos, pero no para los Naaru que desde Terrallende habían supervisado los movimientos de los elfos Sangrevil. Una ofensiva de manos de los Draenei se movilizó con el fin de apoyar a los elfos de sangre. El objetivo, Quel'danas, donde se encontraba el corrupto e inutilizado Pozo del Sol. Pero no inútil para los planes de los demonios. Tras su fracaso en el monte Hyjal y la rebelión de la Plaga, no cejarían en su empeño por entrar en ese mundo, y se les había presentado en bandeja uno, mientras las grandes fuerzas de Azeroth mantenian un conflicto contra los señores de Terrallende para rapiñar todos los recursos que pudiesen de esa tierra baldía. Su ataque fue relámpago. Usar el pozo del Sol, uno de los grandes nucleos magicos de Azeroth, para abrir un portal para sus legiones.

Su objetivo casi fue logrado, pero en el momento culmen, el sacrificio del Naaru M'uru, que durante años había sido torturado por los Sin'dorei, y la intervención del profeta Velen, consiguió sellar el portal, a la vez que purificaba el Pozo del Sol. Desde ese momento, pese a las rencillas existentes entre ambas razas, los Sin'dorei reconocieron la deuda que guardaban de cara al profeta Draenei y los Naaru. No solo habían purificado el corazón de su nación, habían impedido su aniquilación.

A la par que las fuerzas combinadas luchaban contra la Legión, el hijo de Grommash, Garrosh Grito Infernal, demostraba su habilidad innata en la guerra de Terrallende. Bajo su recién nombrado mando, uno tras otro señor de Terrallende sucumbieron al poder de las fuerzas de la Horda. Lady Vasjh, lider de los naga del planeta desolado, encontró su final bajo las hachas del Mag'har y sus fuerzas. Grull, un inmenso Gronn, seres ancestrales capaces de mover montañas, sucumbió a las estrategias del orco de piel marrón y sus tropas. Cuando regresó a Orgrimmar, era aclamado como un heroe. Beligerante y directo, representaba prácticamente el tipo de orco contrario a lo que Thrall pregonaba. Hijo del que había liberado al fin de la maldición demoniaca a su pueblo, llegaba como una gota de agua fresca a un pueblo agostado por el calor y la escasez fruto del lugar donde se habían asentado.

El Jefe de Guerra Thrall estaba cansado. Pero su trabajo nunca acababa. Sus negociaciones, largas y tediosas, habían conseguido tras mucho tiempo, forjar lazos con las fuerzas de los renegados y Sin'dorei al otro lado del mar. Muchos de los que lo habían apoyado desde su huida de los campos de concentración se opusieron a estas decisiones, pero no había otra opción para hacer frente al poder que los humanos estaban amasando. Con todo su afán por la diplomacia, Thrall era un orco, y sabía ver una batalla mucho antes de que sucediese. Pero no era solo un Jefe de Guerra, también era un chamán. No tardó en notar alteraciones en el mundo. Sutiles al principio, pero llegó un punto donde eran demasiado intensas para ser ignoradas.

Tras consultar con sus amigos y consejeros, Cairne y Vol'jin, tomó una decisión. Garrosh Grito de Guerra, fue nombrado sucesor y Jefe de Guerra de los clanes orcos en su lugar. Dejando tras de si la legendaria armadura de Orgrimm Martillo Maldito, el chamán orco partió lejos de su pueblo, para estudiar el mal que acechaba y pudría a Azeroth desde sus propias entrañas.

No sabía que tras de sí había dejado a la chispa que encendería la mecha de la guerra.

 

La Guerra de Gilneas - Mediados del año 29 d.P./ (En curso)

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Gilneas llevaba años en crisis. Había salido indemne de los estragos que la Plaga había causado al resto de reinos humanos, gracias a la muralla que preventivamente habían alzado tras la segunda guerra para aislarse del resto del mundo. A esos años los siguió una guerra civil dentro del propio reino humano. Muchos nobles habían perdido sus tierras pues estas habian quedado aisladas al norte del Muro de Cringris, y se habían alzado en armas contra la casa real. El conflicto había sido sangriento y largo, pero había llegado abruptamente a su fin cuando una crisis más acuciante invadió el reino.

Al principio fueron meros rumores desechados, pero los casos se multiplicaron como la espuma, y nadie pudo negarlos. Desde el norte del muro, una especie de enfermedad se extendió, descendiendo por el oscuro reino Humano. No se sabía su origen, pero por alguna razón, aquellos infectados, se convertian sin control en bestias carentes de raciocinio. Seres mitad lobo y mitad humano, se perdían por las montañas y los bosques, atacando viajeros, patrullas militares, cuando se juntaban muchos, incluso aldeas o pequeñas ciudades.

Tanto el rey Grenn Cringris como los rebeldes, dirigidos por Darius Crowley, decretaron un alto el fuego para resolver esta nueva crisis, pues las disputas entre tierras eran irrelevantes cuando todos acabarían convertidos en bestias sin razón a ese ritmo. Tardaron años de muertes, cuarentenas y cazas, pero los alquimistas reales consiguieron tras muchos intentos fallidos y experimentación, dar con un compuesto que una vez probado en huarguens recientes, dio lugar a que estos fuesen capaces de recuperar su consciencia. 

Por desgracia, los efectos eran temporales, asi que estos huarguens con consciencia humana necesitaban permanecer cerca de aquellos capaces de suministrarles sus medicinas, si no querian convertirse de nuevo en bestias sanguinarias. La recuperación del raciocinio llevó a la capacidad de recuperar su forma humana a voluntad, aun que el equilibrio mental requerido para mantener su forma humana era algo muy frágil y que muchos rompían con meros cambios de humor. 

Al descubrimiento del tratamiento siguieron cazas indiscriminadas. Bosques enteros fueron quemados para purgar a los huarguens salvajes que quedaban, y los nuevos huarguens controlados fueron usados, inmunes a la mordedura, para cazar a los conocidos como "ferales", aquellos huarguen que llevaban demasiado tiempo infectados, volviendo inútiles las pociones alquimicas. Apenas se tardaron dos años en contener la plaga y resolver la crisis. Pero una vez resuelta la crisis, quedó ver qué hacer  con todos esos ciudadanos gilneanos que habían quedado malditos por la enfermedad. 

Murallas fueron alzadas rodeando barrios enteros, separando a los humanos puros de aquellos que se habían infectado. En minoría y segregados, despreciados por muchos y temidos por casi todos, con un control estricto de las medicinas que necesitaban como método de control, el futuro para estos huarguens gilneanos no era alentador. Pero las cosas cambiarían en menos de lo que ellos pensaban.

Glenn Cringris llevaba meses recibiendo cartas y emisarios de otros reinos humanos. No le interesaban ni sus juegos ni sus políticas. Gilneas era un reino independiente que siempre había resuelto sus propios problemas. No se subyugarian ante ninguna suerte de Emperador sureño, y menos serian sus lacayos ni agacharían la cabeza ante cualquiera que no fuese gilneano. 

Además, las noticias de las fuerzas que se apelotonaban al norte del muro de Cringris no eran halagüeñas. Los estandartes Renegados se acercaban cada vez más al enorme muro. Glenn sabía que su gente había salido de una crisis para entrar en otra.

 

Cuando el primer proyectil de artillería renegada chocó contra el inmenso muro, y los primeros barcos de guerra con el emblema de Ventormenta se divisaron en la lejanía, al viejo Lobo Gris, no le sorprendió.

 

La Segunda Guerra Gnoll - Mediados del año 29-Final del año 29

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Los bosques de Elwynn se inquietan. Las colinas escarpadas de Crestagrana escuchan el ruido de los tambores. El movimiento de los pérfidos gnolls se va acentuando con el paso de los meses y su intrusión en el bosque de Elwynn desde la frontera de Crestagrana se va intensificando con el paso de las semanas. La respuesta del Imperio es lenta, ocupado en la logistica de la invasión de Gilneas. Las guarniciones y aldeas del linde este del Bosque de Elwynn caen una tras otra.

Llegado el punto donde el folde Este de Elwynn arde, totalmente invadido por gnolls, más de dos tercios de todos los gnolls de Crestagrana, principal provincia donde habitan estos seres, ya han entrado en Elwynn. Que se trata de una invasión total y no solo una incursión algo más numerosa se vuelve patente.
Noticias preocupantes de los gnolls más organizados que de costumbre y miembros de su especie envueltos en togas oscuras y usando poderes oscuros comienzan a hacerse cada vez más preocupantes.
Hay numerosas escaramuzas entre las tropas Imperiales, milicianos, mercenarios o voluntarios y los gnolls. Las Hordas gnolls avanzan de victoria en victoria, aprovechandose de un momentum que parece imparable y un número muy superior a su enemigo, sufriendo en respuesta numerosas bajas con cada batalla. Aun así, su ímpetu no hace más que intensificarse tras cada baño de sangre. Sus números, inacabables. 

Se descubre que la magia usada por los gnolls se trata de energía oscura, y parece que el fervor suicida de la Horda Gnoll viene del culto a un ente que llaman El Gran Devorador, del cual el jefe de la tribu Gran Can, Hogger, parece ser su elegido.

En el asalto al embarcadero de Jordan, nucleo vital de la pesca fluvial de Elwynn, el cual había sido reparado y fortificado por un grupo de voluntarios dirigido por un grupo mercenario de reciente formación, el Cuervo Rojo, los Gnolls sacan a la palestra su arma secreta, un Ettin, gigantes bicéfalos de las montañas de Crestagrana.

El Imperio tiene suficiente y manda una cabeza de lanza hacia el Este del bosque de Elwynn, con la intención de detener el avance gnoll antes de que llegue a Villadorada y evitar más pérdidas materiales y de vidas inocentes. Aun que las primeras incursiones y batallas contra los gnolls se demuestran exitosas, el acampar aun que sea en un campamento fortificado en bosques controlados por los gnolls se demuestra mala idea.

En una incursión nocturna, los gnolls consiguen hacer grandes daños materiales al campamento mientras la mayor parte de las fuerzas se encuentran fuera evacuando villas y aldeas cercanas. Esto obliga a la punta de lanza a replegarse a Villadorada y esperar un asedio por los gnolls.

Mientras tanto en el linde Oeste de Elwynn, incursiones ocurren en las montañas entre fuerzas de la Mano de Plata y la Iglesia y los gnolls y sus cábalas de hechiceros. Se descubre que estos están usando nigromancia, algo inaudito en los gnolls.

Tras varios días, los tambores y banderas gnolls aparecen en el horizonte. Villadorada sufre asedio, el bombardeo constante de las catapultas gnoll y enormes rocas arrojadas por los Ettin, así como numerosos tanteos asaltando las murallas de la Villa, llegan a su punto culmen en un asalto total contra la Villa.

Las puertas del Este y el Suroeste acaban cayendo, con lo que los gnolls y Ettin penetran en la ciudad. Es en este punto donde el avance imparable Gnoll pasa factura, y las fauces del Devorador muerden más de lo que pueden masticar. Los defensores consiguen organizarse lo suficiente y usando su conocimiento de las calles de la ciudad que les ha visto nacer y crecer, resisten contra la marabunta Gnoll en cada plaza, fortín y calle, usando las callejuelas y jardines para envolver a un enemigo que desconoce el terreno en el que luchan. Los bosques pertenecen a los gnolls, pero entre las murallas de piedra de Villadorada, los humanos tienen la ventaja. La batalla transcurre a lo largo de un día entero, durante el cual el ruido de gritos, las llamas y las armas chocar suenan desde el alba hasta plena noche, donde en total casi siete mil soldados y habitantes de Villadorada pierden su vida. Las bajas gnoll tras la matanza son incontables, estimadas aproximadamente en varias decenas de miles y docenas de Ettins. Tal es la masacre y la precariedad, que los abrigos, botas e incluso carne de gnoll comienza a venderse en las calles por los supervivientes.

Hogger, el gran jefe de pelaje negro como la noche de la Horda Gnoll encuentra su fin en una calle secundaria, cerca de un puesto de la Guardia Imperial, muerto por una bala de cañón directa contra su pecho. Su oscuro y enorme cadáver fue expuesto en la plaza, durante varios días, lugar donde la Emperatriz, que había regresado recientemente de un viaje diplomático a Theramore para apoyar en la batalla, dio un discurso para los ciudadanos de la Villa, anunciando que  el decimonoveno día del onceavo mes de cada año había sido declarado festividad por la Iglesia de la Luz en Honor a los mártires de la Defensa por Villadorada ante la ola de maldad de la Horda Gnoll.

Un monumento de mármol blanco fue erigido en honor a todos aquellos que dieron su vida en la Segunda Guerra Gnoll, cerca del Ayuntamiento de Villadorada.

Sin un líder claro y debilitados, los gnolls se dispersaron por los bosques, volviendo a su lucha entre tribus, pero aun dominando gran parte de Elwynn. Las fuerzas del Imperio se prepararon, para lanzar una contra-ofensiva y recuperar la tierra que les pertenecía por derecho. Tras semanas de cazas y persecuciones, los últimos gnolls hechiceros de los que se tenía constancia fueron expuestos con sus oscuras togas en la plaza de Villadorada.

La Segunda Guerra Gnoll había sido oficialmente terminada con una victoria para Ventormenta, costosa, pero victoria al fin y al cabo.

Lo siguiente, depende de vosotros.

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Cronología de Roleros Errantes:

 

Los sucesos previos a las fechas especificadas ocurren en la cronología oficial del Lore de Warcraft:

-Año 18: 
Los orcos se liberan de sus campos de internamiento. Los clanes son reunidos y se reorganizan bajo la pasividad burocrática de Lordaeron.

-Año 20: La Tercera Guerra: Medivh es ignorado por el Rey Therenas Menethil II. La plaga de no-muertos avanza por el norte de Lordaeron. Los orcos parten hacia Kalimdor, así como Lady Jaina Valiente y sus humanos leales tras que Arthas regrese de Rasganorte y asesine a su padre. Quel'thalas es destruido. Archimonde es invocado junto a sus tenientes.

-Año 21: La Batalla de Monte Hyjal y la Guerra por Lordaeron: Kaldorei, orcos y humanos se unen haciendo frente a las hordas no-muertas que asaltan el Árbol del Mundo. Archimonde muere, llevandose consigo la cima del Monte Hyjal. Arthas regresa a Lordaeron. La magia de Illidan casi destruye el Trono Helado. Plaga, humanos y enanos, son arrasados en el campo de batalla. Sylvannas asciende como nueva regente de los renombrados como Renegados.

-Año 22: La Batalla por el Trono Helado: Arthas regresa a Rasganorte, donde lucha contra Illidan y sus fuerzas. El Cazador de Demonios muere, ascendiendo Arthas al trono helado y convirtiendose en Rey Exánime. 

-Año 24: Comienzan las negociaciones para formar el Imperio Humano. Tardan años en dar frutos. Los contactos diplomáticos entre Kaldorei y el resto de razas de Reinos del Este comienzan para afrontar los avances Orcos en sus territorios. Thrall comienza la diplomacia con los ya establecidos Renegados de Sylvannas.

-Año 26: El Exodar se estrella en las costas noroestes de Kalimdor. El Portal Oscuro es Re-abierto. El paradero de Kael'thas se hace oficialmente desconocido. Los orcos encuentran a los Mag'ar. Danath Aterratrols regresa a Stromgarde, haciendo que Galen acabe por aceptar la anexión al Imperio Humano. El Imperio Humano queda oficialmente declarado. 

-Año 27: La Guerra por Terrallende. Restauración del Pozo del Sol. Muerte de Dragan Thaurissan: Horda y Alianza hacen la guerra contra los distintos lugartenientes que dominan Terrallende. Lady Vasjh, Grull, Magtheridon, todos acaban sucumbiendo a los esfuerzos militares de ambos grupos. Mientras, la guerra por Quel'danas ocurre, donde Sin'dorei, Draenei y Naaru culminan con la purificación del Pozo del Sol y expulsión de la Legión Ardiente. El Emperador Hierro Negro es asesinado en su propio palacio en Forjatiniebla, la capital hierro negro en la montaña Roca Negra.

-Año 29: La Guerra de Gilneas. El Nuevo Jefe de Guerra. Moira Barbabronce llega a Forjaz : Tras años de negociaciones infructuosas, el Imperio humano lanza una ofensiva contra Gilneas, con el objetivo de anexionarse el aislado reino humano de una vez por todas. Los Renegados a su vez lanzan una ofensiva contra el mismo objetivo, buscando la supremacía sobre el norte de los Reinos del Este de la mano de su alianza con los Sin'dorei. Tras las victorias en Terrallende y la marcha de Thrall, Garrosh Grito Infernal es ascendido a Jefe de Guerra de los orcos. La Emperatriz Hierro Negro comienza las Negociaciones con su padre, Magni Barbabronce, para llevar la paz a ambos reinos.

-Mediados del año 29-Finales del año 29: La Segunda Guerra Gnoll: Una erupción de actividad gnoll y movimiento de ellos desde Crestagrana hasta Elwynn concluye en la forja de una Horda Gnoll que arrasa la mitad Este de Elwynn y llega a plantar asedio a Villadorada. Son finalmente repelidos, no sin gran coste material y de vidas, tras lo cual comienza un largo proceso de reconquista de las aldeas, villas, granjas y terrenos perdidos y arrasados.

-Actualidad. Año 32 (2019)-

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Resumen de los Estados Raciales:

 

Probablemente tras leer esta guía sobre la historia general tendrás muchas dudas, querido rolero. ¿Qué ha pasado con los Kaldorei durante todo ese tiempo? ¿Y los Orcos, trols, tauren, los tejemanejes de enanos y humanos? No te preocupes, pues todos esos temas que afectan más a una raza y no tanto al entorno general del servidor serán explayados al detalle en sus apropiadas guías raciales. Pero para tener una referencia rápida al estado INICIAL de cada raza mayoritaria en Roleros Errantes, procederé a indicarlos de manera muy telegráfica a continuación, para tener una referencia rápida respecto a las diferencias mayoritarias entre el Lore oficial y el nuestro propio.

Humanos:
-Ventormenta, Stromgarde, Kul'tiras y Theramore se han juntado en un Imperio, cuyo emperador es Electo, pues Varian Wrynn ha muerto, así como su esposa e hijo Anduin que jamás llegó a nacer. Este Imperio es sumamente frágil pues cada reino y grupo noble busca el bien de su interés, y no el bien común.

-El nivel tecnológico de los humanos es primariamente renacentista. Su uso de la pólvora es muy básico, con armas de fuego básicas y poco seguras, así como cañones. Ambos tipos de armamento son caros, por lo tanto aun predominan en todos los ámbitos armas como arcos, ballestas o balistas.

 

Enanos:

-Con Magni como Rey de los Barbabronce y Muradin como líder de sus fuerzas militares, permanecen unidos en el Khaz'modan. De las razas que han recibido menos cambios. Magni no se vuelve piedra y no se forma ningun consejo de los tres martillos. Ante el asesinato de Dragan Thaurissan, Moira inicia negociaciones para la paz entre Barbabronce y Hierro Negro.

 

Kaldorei:

-Tyrande se mantiene como Suma Sacerdotisa, con su esposo Malfurion despierto y apoyando al mundo. Mientras el Shan'do Tempestira se encuentra fuera, Fandral Corzacelada hace a veces de líder del Circulo Cenarion.

-Las Celadoras, bajo el mando de Maiev, se recuperan de sus bajas ocasionadas por la caza de Illidan el Traidor. La Celadora Suprema, perdiendo la pista del Kaldorei cuando este marchó a Terrallende, regresó para reorganizar a su orden. Actualmente, dirige el grupo Kaldorei que se opone a la readmisión de los Shen'drelar en las tierras de los elfos.

-Los Shen'drelar, saliendo de su aislamiento, buscan regresar a la sociedad Kaldorei. Tyrande, asediada por el militarismo incipiente de Garrosh y temerosa de los inquietantes rumores que transmite su esposo Malfurion desde el Círculo Cenarion sobre el estado de Azeroth, se ve obligada a aceptarlos de nuevo en su sociedad de manera controlada. Las voces discordantes no tardan en hacerse oir.

 

Gnomos:
-
 Cansados de ser inquilinos de sus primos los Enanos, una operación parcialmente exitosa para recuperar a cabo Gnomeregan fue organizada por el Manitas Mayor Gelbin Mekkatorke. Salvo los niveles inferiores, contaminados e invadidos por los Trogs, grandes alas de Gnomeregan han sido recuperadas y estan siendo rehabilitadas para el uso de los civiles gnomos.

-Han perdido tecnologías como satélites o armamento láser propio de ciencia futurista, aun que su tecnología basada en la electricidad, vapor y la excentricidad poco precisa que no irresponsable (Esa es la goblin) se mantiene.

Huarguens:

-Segregados en su propio reino, necesitados constantemente de la poción alquimica cuya receta es mantenida en secreto por las autoridades de Gilneas, buscan alguna manera de ser readmitidos en su sociedad, o directamente dominarla. Con el conflicto que se desatará en Gilneas, muchos ven esa oportunidad puesta en bandeja ante sus afilados colmillos.

-Sin fuerza sobre humana, sin regeneración trol, ni inmunidad absoluta a enfermedades y maldiciones, la forma huarguen presenta claras ventajas sobre su condición humana, pero conlleva un gran precio consigo.

 

Horda y Alianza:
-Si bien ambos términos existen en el universo de Rol Errante, no se usan para representar dos meta-facciones de razas como en el Lore Oficial (Con equivalente en el mundo real en la ONU o la OTAN) si no a grupos de reinos y razas afiliadas a distintos niveles unas con otras y en general opuestas al otro grupo. Las razas se mantiene unidas en base a una serie de pactos comerciales, de libre tránsito, y apoyo militar en distintos grados segun las razas y como pueda avanzar nuestra historia personal, pero mantienen una autonomía de cara a dirigir sus propios asuntos. No existen por tanto líderes supremos. El Jefe de Guerra lo es tan solo de los clanes orcos, y la Emperatriz lo es solo de los humanos.

 

La Plaga:
-Recluidos en Rasganorte, su presencia fuera del continente Helado es residual, e incluso en este se ven muy mermados y recluidos en sus fortalezas. Las Tierras de la Peste permanecen contaminadas, para gusto de los Renegados, y fuerzas salvajes de no-muertos rondan en masa ese lugar. Unidas bajo pequeños líderes con raciocinio como caballeros de la muerte, nigromantes o Liches, presentan batalla a los grupos de humanos que aun luchan por recuperar Lordaeron para la humanidad, la Cruzada Escarlata y el Alba Argenta. La mayor fuerza está congregada bajo el mando de Kel'thuzad, que coordina a sus tenientes en los puntos de mayor poder organizado de la Plaga en esas tierras: Andorhal, Scholomance y parte de Stratholme.

-Obligados a abandonar la aproximación militar, recurren al subterfugio para hacer avanzar poco a poco sus planes, como hicieron en sus origenes. Se dice que una corte noble que no tenga un miembro del Culto de los Malditos infiltrado en ella, no es una corte noble relevante.

-Oficialmente se da por muerto a Arthas, el Príncipe Traidor, aun que las altas esferas son conscientes de que no lo está, retirado tras su derrota en la guerra por Lordaeron a Rasganorte.

 

Orcos:
-Bajo el mando del recien nombrado jefe de guerra Garrosh, se han instalado en Orgrimmar. Sus aspiraciones militares se centran actualmente en el norte de su territorio, en Kalimdor. 

-Pese a tener a un Jefe de Guerra, su sociedad se divide en clanes de guerreros. Grito de Guerra, Lobo Gélido, Mano Destrozada, Filo Ardiente, son numerosos los clanes que se han unido bajo el mando del jefe de guerra, cada uno con su cultura, sus fuerzas, su líder y su territorio.

 

Tauren:

-Reunidos en Cima del Trueno bajo el mando de Cairne Pezuña de Sangre, la Unión de Tribus Confederadas Tauren se mantiene como contraparte al belicismo salvaje que pregona Garrosh Grito Infernal.

-Los Totem Siniestro bajo las órdenes de Magatha permanecen aparentemente leales al grueso tauren, aun que su agenda oculta solo la conozcan ellos.

Trols:
-Instalados en las Islas del Eco, su líder es Vol'jin. La crisis de Zalazane nunca ha tenido lugar. Pocos en numero, su lealtad hacia sus aliados orcos y tauren es incuestionable. Salvajes combatientes, darán hasta su ultima gota de sangre por su lider y su tribu.

 

Renegados:

-Sylvannas es la Reina Alma en Pena, su palabra es ley y su figura incuestionable. Con unos inicios tumultuosos, se han instalado como una de las fuerzas más poderosas en todos los Reinos del Este. Su maquinaria de guerra es eficiente, pese al problema de recuperar sus bajas, problema el cual atacan con una mezcla de sana nigromancia y experimentación con humanos capturados.

-Sus esfuerzos militares se centran actualmente en su ofensiva contra Gilneas. Mantienen conflictos fronterizos con Stromgarde y las ordenes militares de la Cruzada Escarlata y el Alba Argenta.

 

Sin'dorei:
-
Lor'themar es el líder del Triunvirato militar junto a Rommath y Halduron. El estado se mantiene en un régimen militarizado, obligado por el estado de asedio y la real fragilidad interna del reino Sin'dorei.

-Kael'thas permanece en paradero desconocido. Los sucesos de Quel'danas corrieron a cargo de la Legión Ardiente y los Sangrevil, traidores a la patria y al Sol Eterno.

-El Pozo del Sol ha sido restaurado. Los Cristales Viles cuasi en su totalidad retirados, pues no son requeridos más para potenciar los edificios que habian sucumbido ante la destrucción del Pozo. La fe en la Luz se retoma lentamente en la sociedad, dirigidos esos esfuerzos por la Orden de los Caballeros de Sangre y Lady Liadrin.

 

Draenei:
-Sin cambios considerables, buscan su lugar en un mundo al que acaban de llegar, guiados por la sabiduría de los Kaldorei, rápidamente expandiendose como extravagantes viajeros a otras partes de Azeroth.

 

Editado por Malcador
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