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Tritio

Tom.

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El Cartero

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Thomas, hoy.

  • Nombre: Tom (Thomas Shawn).
  • Raza: Humano
  • Sexo: Hombre
  • Edad: 25
  • Altura: 1,80
  • Peso: 76
  • Lugar de Nacimiento: Cruce de Corin.
  • Ocupación: Polifacético, actualmente cartero.

Descripción física:

De cabellos marrones con cierto tono pelirrojo y contextura simple, el hombre de tez blanca no tiene rasgos muy marcados en su rostro como cicatrices o golpes recientes. Sus ojos son de color marrón, normales, y su cuerpo en sí no se ve de gran musculatura, sino que de simple entrenamiento constante para mantener una forma que no le impida entrar en combate. Nariz respingada y ojos un tanto saltones. Su vestimenta no denota mucha defensa en sí misma, siendo ropas de cuero que le permiten ser flexible y estar en comodidad durante su día a día.

Descripción psíquica:

Sin tener grandes expresiones para fuera, dentro de sí mismo alberga una personalidad que se caracteriza por una ligera desconfianza hacia el exterior, ineludiblemente siempre lo pensará dos veces, sea lo que fuese. Un tanto pensativo e introvertido, gusta de la soledad y la libertad dentro de lo que se conoce como su "zona de confort", adoptando una actitud muy defensiva cuando esto se ve amenazado, tornándose una persona de muchísima desconfianza hacia el exterior y dispuesta a recorrer a lo que fuese para volver a su comodidad habitual. No tiene en mucho aprecio los ideales comunes de una persona, pero sí prefiere la sinceridad ante todo, lo cual, también practica hacia los que hablan con él. Suele ser amigable y servicial con su entorno, pero con cierto límite para su paciencia, exásperandose una vez llega a un punto que el servicio se vuelve un fastidio. Educado y humilde.

 

Historia

Una vida simple.

 

Nacido en una zona céntrica del –en aquel momento- afamado y bello reino de Lordaeron, Tom creció sin ningún cambio drástico en su personalidad o vida en lo que serían sus primeros años. Vivió con la falta constante de sus padres, subsistiendo gracias al pago de un desconocido que le entregaba unas monedas cada semana que llegaban a la puerta de una habitación en la posada del pueblo donde él se hospedaba. Era nada más que lo justo y necesario para tener una vida adecuada lo que era, una sin lujo alguno. Y sin embargo esto fue lo que necesitó para conocer el camino que le deparaba en un reino de distintos tintes, de todo tipo de gente y que no estaba allí para servirle, sino que debía labrarse una personalidad, un nombre, algo que le hiciese ser reconocido lo suficiente como para llamar la atención de la gente.

Empezó ganando sus primeras monedas en base a arrancar cierta publicidad del cartel de la posada y distribuirla por el poblado, con aquel granito de arena que entregaba sentía que hacía algo, y por los menos se ganaba el reconocimiento del dueño de la posada, quien a pesar de todo le seguía dando la habitación más rancia del lugar, pero con unos toques un poco más familiares para el aún niño. Todo fue increíble, todo iba bien, se sabía de conflictos en el continente pero nada que le importase al pequeño o afectara directamente a su entorno. Pasó absolutamente desapercibido, siendo lo que vendría, el único y el más duro golpe en su vida. Todo se ennegreció tan rápido como pareció iluminarse. Una tarde trágica la posada se destrozó, su habitación estaba partida en dos, la gente atascada entre los escombros de las calles, siendo devorada y rematada por las hordas de aquellos seres oscuros que él nunca llegó a ver con exactitud, porque tan sólo eran sombras que él debía evadir. Aquella tarde un carruaje salió a toda velocidad del Cruce de Corin para no regresar nunca. Para su fortuna, Thomas logró subirse a aquel vehículo que no tenía más destino que el de escapar de los no-muertos, pues para lo que estaban allí nada era seguro.

Debían llegar a Costasur lo más pronto posible pero tenían una enorme duda, ¿cómo hacerlo? Tenían un carruaje y unas pocas armas para apañárselas frente a lo que aparezca, pero el miedo los carcomía, la inseguridad les calaba los huesos, el hambre empezaba a sentirse en sus entrañas; sabían que no durarían mucho si buscaban llegar con lo que tenían. Debían arriesgarse, debían hacer algo. Y allí fue donde este niño dejó de ser lo que era para pasar a ser un hombre. Una vieja ballesta llegó a sus manos, con unas cuantas flechas que valían oro de lo escasas que eran. Un viajero de los que se encontraban con él, con ciertos conocimientos de disparo con armas a distancia le enseñó unos trucos rápidos y simples, pues no podían quedarse mucho tiempo inmóviles, debían buscar.

El carruaje partió, pero con otro objetivo; encontrar comida y pertrechos al costo que sea necesario. Contra todo pronóstico, la suerte les sonrió, no sin antes sudar por ello, y “lamentar” la caída de otros. Dos personas murieron, una mujer y un anciano, atravesados por las nefastas garras de unos necrófagos durante una de las escaramuzas. El chico los vio caer, vio su sangre correr; y allí conoció parte del dolor y de la realidad de la vida adulta en un mundo en guerra. Improvisando aprendió a defenderse, una ballesta a medio malograrse y un arco de poca monta robado en el camino fueron sus armas durante el proceso de supervivencia en la fría y oscura Lordaeron, de la cual ya no quedaba nada. Sin embargo, en el camino conoció un tirador que hizo de su proceso autodidacta algo mucho más simple, que tardó cierto tiempo pero fue suficiente. Finalmente, con el pasar del tiempo y de todos los climas, malolientes pero curtidos llegaron a las calurosas costas de Trabalomas.

Por una vez en mucho tiempo se sentían a salvo, pero las cicatrices quedarían impresas en su memoria, y pronto se volvió un trauma que no se limpiaría en mucho tiempo. Vivió allí un tiempo, apartado de todo lo que le rodeaba, dedicándose al mantenimiento de sus armas, las cuales terminaron por malograrse, pero había encontrado algo qué hacer a modo de trabajo, y así empezó a ganarse unas monedas en base a ligeros arreglos que hacia a las armas a distancia que la gente le disponía para que le “eche mano”.

No fue nada del otro mundo escuchar increíbles visiones de la vida en el sur. Una esplendorosa ciudad, de enormes murallas y casas de una belleza incalculable, con un gran parecer a lo que alguna vez se halló al norte. Al parecer, había aún un espacio de paz para el ser humano en el vasto mundo de Azeroth. Así pues, Thomas, o simplemente Tom, viajó al sur para empezar una nueva vida. Una vida sin apellidos, sin marcas ni traumas; un nuevo destino.

Editado por Tritio

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Registro de aventuras.

Eventos asistidos:

-

Eventos masteados:

-

Bitácora.

I.-

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