Thorch 360 Denunciar mensaje Publicado June 4, 2017 (editado) Nombre: Naguk Filo Ardiente Raza: Orco Sexo: Hombre Edad: 65 Altura: 2.0 m Peso: 150 Lugar de Nacimiento: Draenor Ocupación: Espada de Alquiler Descripción física: Orco de complexión media en general, ojos marrones, cabellos y barbas blancos. Piel verde colmada de cicatrices, andar sigiloso y expresión serena. Descripción psíquica: Apegado fuertemente a las antiguas tradiciones tribales de su pueblo. Su carácter es firme, pero se comporta con serenidad. Suele usar las palabras justas, en el momento indicado. Observador y analítico por naturaleza es alguien honorable y leal. No le interesan los conflictos ni excesos, aunque llegado el momento en defensa de lo que considera justo, prefiere marchar a la vanguardia sin dudar. Historia La tormenta azotaba sin piedad las verdes praderas de Mulgore, truenos, relámpagos y centellas, iluminaban el ennegrecido firmamento. El tronar del furioso viento acompasaba un espectáculo de derroche, mezcla de destrucción y poder. Las bestias corrían en desbandada buscando refugio, temerosas ante la ira de la madre y los espíritus. Mientras tanto Naguk resguardado dentro de una cueva, contemplaba en paz el desfile de expresiones que se presentaban ante él. Sin dudas los espíritus se encontraban enfadados, no era necesario ser chamán precisamente para entenderlo. Sin embargo los causantes de tal perturbación, sí que se encontraban alejados de la percepción ordinaria. El viejo Orco, sentado sobre la húmeda tierra, con las piernas flexionadas y los parpados caídos. Intentaba encontrar el estado de paz y equilibrio interior propicio, para interpretar los designios del viento. Sin embargo a pesar de sus esfuerzos, solo percibía el frío húmedo que calaba sus huesos, los estruendos de la tempestad, y todo lo que cualquier mortal notaría ante una situación así. Sacudió la cabeza amargamente y contempló el destello de sus espadas. Quien diría que el antaño poderoso Naguk Filoardiente, había perdido toda conexión con el espíritu del viento. Aquel que maldito constituyó el terror de bestias, ogros y pieles rosas por igual. El de las espadas llameantes y sed de sangre sin par. Ese pasado le deshonraba cierto era, pero tampoco quedaba nada del maestro redimido, que tras incontables pruebas recibió la bendición de los espíritus. El de las espadas silbantes, cuyos susurros callaban para siempre la lengua del agresor. Amargamente comprendió que de poco valía rememorar el pasado, quizás simplemente ya estaba demasiado viejo y su espíritu perdía vigor, al igual que el cuerpo se le marchitaba. De ser así, la llama de la vida se extinguía poco a poco en él, y no encontraba la gloria suficiente para plantar cara a sus ancestros. Era el momento de buscar la salvación, sus amigos Tauren no podían ayudarle parecía evidente. Había intentado en vano recibir la guía espiritual de mano de los chamanes, y solo había recibido más preguntas como respuestas a sus interrogantes. Los espíritus estaban furiosos, sin embargo le negaban el entendimiento, no querían hablarle, quizás simplemente él no sabía escucharles. Las horas pasaron, Naguk se debatía entre confusas reflexiones y visiones del pasado. Solo cuando la tormenta cesó, y ante él se presentaba un paisaje de vida y destrucción, pudo comprender el camino que el viento severo le mostraba. Los orígenes debían ser enfrentados, un ciclo seguía abierto y pujaba por ser cerrado. No quedaba otra que volver con los suyos, y enfrentar con honor aquello que tanto le avergonzaba. Lentamente tomó sus cosas, y ajustó las desgastadas sandalias de cuero para comenzar la marcha hacía Baldíos, era hora de presentarse ante sus hermanos del clan: el Filo Ardiente jamás debió ser abandonado. Editado March 3, 2019 por Thorch Quote Compartir este post Enlace al mensaje